Imagen: Las cachuelas, son aglomeraciones de piedras
ferruginosas, que cortan el río de sureste a oeste y cuya caída ó desnivel se
calcula en unos seis metros más ó menos e impide la navegación. Fuente: Franz
Keller, The Amazon and Madeira Rivers, Philadelphia, J. B. Lippincott and Co.,
1875. / Por: José E. Pradel B./ Publicado en el periódico El Diario el 15 de
Octubre de 2013.
A lo largo del siglo XIX, muchos franceses que ejercían la
función de diplomáticos trabajaron también como científicos exploradores,
registrando en informes, memorias de viaje y dibujos. Su visión sobre la
cultura, política, recursos naturales y sobre la cotidianidad, además de la
situación en que se encontraba el Oriente Boliviano.
Uno de esos pioneros, Léonce Marie Angrad (1808 - 1886),
Cónsul y Encargado de negocios entre 1847 a 1849, describió a través de dibujos
las principales ciudades, sitios arqueológicos y vestimentas folclóricas;
consecutivamente otro colega suyo, León Favre Clavaroiz, Cónsul y Encargado de
negocios entre 1848 a 1849 escribió sobre la costa y los ríos en su gran obra:
La Bolivie, extrait de la Revue contemporaine, liv. des 15 – 31 aout (Paris,
1853). Traducido al español por Pablo Luis Rosquellas, Apuntes sobre la
navegación de los ríos de Bolivia, (Cochabamba, 1858), obra que absolutamente
fue olvidada y empolvada en un viejo estante de una biblioteca, que en su
tiempo fue un gran aporte historiográfico, por contener agradable y valiosa
información sobre la Bolivia de mediados del siglo XIX. Esta obra presenta a
nuestro país como un hermoso paraje, lleno de recursos naturales y culturales,
a la espera de ser conocido, para que por intermedio de la navegación de sus
ríos y colonización de sus tierras orientales pueda ser desarrollado
económicamente.
Según Hugh de Bonelli un viajero que estuvo en Bolivia entre
1848 - 49, describe sobre Favre en su obra Travels in Bolivia: “Monsieur Favre,
Cónsul General y Encargado de Negocios de la nación francesa, contrajo
matrimonio con una condesa perteneciente al ancien regime y cuyo hijo vivía
entre enredo y enredo. Era un hombre, mortalmente pálido y una barba a la Juive,
negra como el carbón. Este pequeño y extraordinario personaje, andaba siempre
especulando sobre la cantidad de electricidad que hay en el aire y siempre
resolvía esta duda según lo que el imaginaba era más o menos la carga de su
propio sistema (Traducción J. P.)”.
Es necesario mencionar que Favre, se inspiró en los libros
de José M. Dalence, J. Mariano Mujía, Agustín Palacios y Alcide d’Orbigny, para
escribir su obra. Además, las utilizó como base bibliográfica.
En la citada obra comienza indicando: “si se hablaba en
Europa de Bolivia, de esta República tan vasta, tan fértil, era únicamente para
admirar las maravillas de sus masas metalíferas, i la singularidad de su
posición hidrográfica, curioso objeto de estudio para los sabios. Sin embargo,
no es ya bajo el punto de vista exclusivo de la ciencia que es preciso
escaminarla hoi: la industria está ahí, anhelante, impaciente por venir a dar
vida a desiertos que por largo tiempo se han creído debían serlo eternamente”.
Por otro lado, este libro está compuesto por tres capítulos:
Hidrografía de Bolivia, Productos Metalíferos y Agrícolas, y por último
Navegación y Colonización.
En la primera parte mencionó: “El territorio de la República
Boliviana presenta el gran dicortia aquarum o la línea de división de las aguas
que concurren a formar los dos ríos más considerables de la América meridional:
el Amazonas i el Plata”. De esta manera, comienza a narrar el potencial
lacustre que posee Bolivia, muy poco conocido en el siglo XIX. Sobre los
habitantes nativos de la región amazónica señala: “los indios que habitan
aquellas comarcas tributan homenajes de adoración a esa pirámide, a la cual han
puesto el nombre de Mamoré, que significa en su lengua ‘Madre de los humanos’.
Creen en efecto deber su ecsistencia a los amores de aquella piedra con un
tigre de sus selvas”. Por otro lado, basado en las exploraciones realizadas por
Agustín Palacios, sobre la navegabilidad del río Mamoré, que tras recorrerlo
descubrió las ‘cachuelas’, Favre relató: “veinte i seis leguas al N. de la
confluencia del Iténes comienzan las celebres caratas llamadas en el país
CACHUELAS. Son en número 17 de las cuales, cinco se hallan en el Mamoré mui
cerca de su unión con el Beni, i las 12 restantes en el Made-ra”.
Sobre los principales ríos de la Cuenca Amazónica que son
parte del oriente boli-viano, mencionó: “la otra gran división del Mamoré es
formada por el Guaporé o Iténes que sirve de límite entre el Brasil i Bolivia,
i recibe varias corrientes de agua considerables. Tiene su orijen este río hacia
los 13º 30’: corre en la dirección del S. O. hasta los 15º 10’ siguiendo una
línea paralela al Jaurú. Allí retrocede bruscamente, i, dirijiéndose al N. O.,
entra en el Mamoré a los 11º54’46’’ latitud, 67º22’-30’’ longitud. Recibe en su
ribera derecha al Sararé, al Cabacau, al Candeas, al Cauterinhos i al Tapois:
en la izquierda, al Barbados, al río Verde, al río Blanco, al Tunahama, al
caudaloso río de la Magdalena, i al Caimanes. Es navegable en ca-noas desde
Matogroso 14º15’ latitud 62º 10’ longitud: setenta leguas más arriba, en las
piedras, en frente de la serranía de San Carlos situada en la ribera izquierda
i donde se hallan abundantes minas de oro, puede navegarse el río en buques de
vapor”.
En la segunda parte, sobre la coloniza-ción y exploración de
las tierras orientales bolivianas, mencionó: “nos bastará decir que el día en
que el interés mixto del Brasil i de la Europa haya hecho desaparecer las
barreras del Madera, se abrirá a la indus-tria i a la colonización un mercado
inmen-so, mercado envuelto hasta hoy en la mem-brana embrionaria, pero que no
tardará en tomar un desarrollo superior a toda pre-visión. Hablamos del interés
del Brasil, porque creemos que esta llamada esta potencia a recoger los
primeros beneficios de la navegación del Amazonas”. En este punto Favre
esperaba que los europeos unidos a los brasileros, construyeran un ca-nal
paralelo y de esta manera los comer-ciantes bolivianos y europeos puedan
na-vegar sin obstáculos el río Madeira o Madera, principal afluente del río
Amazo-nas. Por otro lado, indica sobre los habi-tantes de Mojos: “los mojeños
son un pue-blo más navegador de la América del sur, i, mediante algunas mejoras
en sus canoas i algunas ventajas por lo tocante al precio de su trabajo, podría
sacarse un partido considerable sus aptitudes”.
Pero León Favre, a pesar de escribir sobre la habilitación
del Madera, sugirió en su escrito, obstruir los principales ríos bo-livianos
pertenecientes a la Cuenca Amazónica, debatió que: “la navegación del Beni, no
deja de presentar numerosos obs-táculos a causa de las raudas frecuentes i de
los bancos que obstruyen su curso. Las exploraciones hechas hasta hoy, sea en
lijeras balsas, sea en barcas de los indíjenas, no se han practicado con la
ciencia necesaria, i la observación nos parece realmente incompleta. He ahí la
razón porque al mismo tiempo que procuramos demostrar las ventajas incontables
de esas vías fluviales, aconsejaremos se postergue toda aplicación práctica,
hasta que se ve-rifique un reconocimiento minucioso por hombres eminentes que
pongan por fin de acuerdo los datos contradictorios que ca-da nuevo viajero ha
suministrado”.
Pero esta contradicción tuvo un objetivo, que fue la
habilitación del río Bermejo, porque de acuerdo a los estudios de la épo-ca se
pensaba que esta corriente tenía una conexión directa al océano Atlántico:
“tanto los esfuerzos de Bolivia, del Brasil i de las Provincias Argentinas,
como la intelijencia especuladora de los Europeos, debe dirijirse inmediata i
exclusivamente a la navegación del Bermejo i del Paraguay… hemos demostrado que
el Amazonas debe aun permanecer cerrado durante un tiempo que nadie puede
limitar, mien-tras el Bermejo, ahí, a sus puertas, llevan-do sus aguas
apacibles hacia Europa, le ofrecen un medio siempre pronto de libertarla de la
prisión que la mata”.
De esta manera, a modo de conclusión, en esta nota
describimos la destacada labor de León Favre Clavaroiz, que escribió y
patrocinó la navegación de los ríos bolivianos orientales. Sin duda, la
información publicada en la citada obra, se utilizó como un documento básico,
para posteriores exploraciones realizadas en el siglo XIX.
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