Foto: El presidente Celso Torrelio, designado por las FFAA,
y su gabinete un día antes de llamar a elecciones para 1983, y dos días antes
de renunciar (Hoy, 16 de julio de 1982). Hemeroteca-Ricardo Aguilar. / La
Razón.
Por: Ricardo Aguilar / Publicado en el periódico La Razón el
10 de octubre de 2014.
Con la renuncia de Luis García Meza, en agosto de 1981, no
termina la línea represiva y de tutelaje sobre el Estado por parte de los
militares en el poder. La línea represiva de la institución armada fue
continuada por su sucesor: el general Celso Torrelio.
Hoy se cumplen 32 años de democracia contemporánea, a
propósito de la fecha, La Razón le ofrece un recorrido hemerográfico sobre el
problemático tránsito que va de la renuncia de García Meza (4 de agosto de
1981) a julio de 1982, cuando el general Guido Vildoso asume el poder y llama a
elecciones, desestimando de este modo convocar al Congreso elegido en 1980 —el
cual había surgido de los comicios de junio de este año, efectuados bajo la
presidencia interina de Lydia Gueiler.
Tras los escándalos de corrupción y narcotráfico, la Junta
Militar quita el apoyo a García Meza —quien se ve obligado a dimitir— y se lo
otorga al general Celso Torrelio, en la madrugada del 4 de septiembre de 1981.
Toque de queda. Una de las primeras medidas de Torrelio fue
reducir el horario del toque de queda, desde ese momento será de 01.00 a 05.00
(Última Hora, 4 de septiembre). Con García Meza empezaba a las 21.00.
Durante los meses de Torrelio en el poder, una mayoría de
los titulares de primera plana de los periódicos son dedicados a noticias
internacionales… La represión es similar a la del anterior régimen. En efecto,
la difusión radial es suspendida el 8 de octubre, al tiempo que la lista de
detenidos aumenta a tres días de la visita de la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas (periódico Última Hora).
El 25 de octubre sale un comunicado del empresariado privado
que pedía la designación de un gobierno civil, pero Torrelio sigue la línea
represiva hasta julio de 1982, cuando pierde el apoyo de la Junta Militar en
medio de huelgas y una inflación galopante.
Por los titulares, es notorio que las Fuerzas Armadas tienen
en las manos una “papa caliente” y si bien a un principio da la impresión de no
tener intenciones de dejar el poder, de pronto hay un cambio vertiginoso por
devolverlo a un gobierno civil.
“Recomposición de Junta Militar no obedecerá a presiones”,
dice Torrelio (Hoy, 2 de julio). En esta declaración se evidencia que ya no
tiene todo el apoyo militar. También se lee un titular ese día en el mismo
periódico: “Guarnición de Cochabamba rechaza recomposición de mandos
militares”.
Faltan tres meses para el inicio efectivo de la democracia y
no se sabe qué va a suceder… Ya hay pedidos de un llamado de elecciones como
rechazo a convocar al Congreso de 1980, por lo que se concluye que ya existía esa
propuesta. Así, por ejemplo, el 3 de julio el Partido Barrientista Auténtico
pide elecciones y rechaza al Congreso de 1980 (Hoy); los empresarios plantean
que el 6 de agosto se convoque al Congreso del 1980 para que designe al
presidente. Ese día de julio, Hernán Siles Zuazo, ganador de la elección de
1980 (38,8%) por la Unidad Democrática y Popular (UDP) y exiliado en Lima,
anuncia su retorno. Los militares no sabían qué hacer con el poder: en efecto,
será con Guido Vildoso, a solo 24 días de la posesión de Hernán Siles Zuazo,
que se descartarán las próximas elecciones de 1983 y se convocará al Congreso
de 1980 que en su tiempo se había empantanado en la elección del futuro
gobernante.
Pero volviendo al hilo de la historia, el 4 de julio de
1981, las centrales obreras regionales inician movilizaciones y abren piquetes
de huelga de hambre. Torrelio, que desde su posesión en septiembre de 1981 no
daba ninguna señal de tener intenciones de mediar una transición democrática,
cambia de idea vertiginosamente el 12 de junio de 1982: “Es indeclinable la
decisión del Gobierno de retornar a la vida democrática” (periódico Hoy).
Esta “determinación” viene después de una semana de
convulsión social, todo en medio de una progresiva inflación que era atacada,
sin éxito, reduciendo los impuestos a la compra de divisas.
Crisis de gabinete. Para el 16 de julio, Torrelio está solo,
desmintiendo una crisis de gabinete y sin poder tapar su realidad: ya no cuenta
con el apoyo de la Junta Militar. Así, en la madrugada, lanza una medida
desesperada mediante un decreto: la convocatoria a elecciones en nueve meses,
en abril de 1983 (Hoy).
No obstante, parece ser que no tiene fe en que vaya a ser él
quien esté de mandatario en esos comicios que nunca tuvieron lugar, pues
declara que estará de presidente “hasta que las Fuerzas Armadas así los
dispongan”. Justamente, las Fuerzas Armadas disponen que Torrelio sea
presidente apenas un día más, pues el 17 de julio “renuncia” (Hoy). La Junta
Militar propone a nadie menos que a quien fuera un “extraditable” por
narcotráfico y una de las personas que posiblemente sepa el paradero de los
restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz: Faustino Rico Toro, uno de los hombres
fuertes de García Meza.
Todo parecía indicar que Rico Toro sería el elegido del
Ejército: él mismo, desde Santa Cruz, pedía para sí la presidencia (Hoy). Un
editorial de El Deber del 20 de ese mes describe acertadamente cómo la
presidencia del país era vista por los militares como la culminación “natural”
de una carrera en el Ejército...
“Pasmada quedó la opinión pública al enterarse de que se
exigió (refiriéndose a Rico Toro) la entrega de la presidencia como si sobre
ella se tuviese algún derecho adquirido”, cuestiona el editorial. Ese día sale
otro personaje “democrático”, el dictador Hugo Banzer y dice: “La llamada a
elecciones es precipitada” (Hoy).
Los rumores de golpe de Estado ponen en emergencia a la
Central Obrera Boliviana (COB) y a los fabriles. Gobierna una Junta Militar que
se da una semana para designar un presidente. En el reloj de la Pérez Velasco
se concentran cientos de personas en homenaje a Marcelo Quiroga de Santa Cruz,
asesinado un año antes.
Junta militar. Tres días después, el 20 de julio la Junta
rechaza a Rico Toro y elige al general Guido Vildoso, quien hace su juramento
en la jornada siguiente. La crisis económica se profundiza y el presidente
saliente declara que ésta se debe a la deuda contraída, principalmente por
Banzer, entre 1970 y 1980.
Los rumores de golpe son acompañados de los actos que suelen
anunciarlos. Un día antes, el 19, dos explosiones sobresaltan al centro de
Oruro. Dos atentados dinamiteros tienen lugar: uno en la puerta del director de
Televisión Universitaria, Rodolfo Mier, y otro, “con diferencia de segundos”,
en la puerta del domicilio del rector de la Universidad Técnica de Oruro,
Hernán Quiroga (Hoy).
La opinión pública sospecha que las insidias vienen del exministro
del Interior de García Meza, Luis Arce Gómez, por lo que no extraña que la
prensa lo busque para entrevistarlo: “No estoy en aprestos golpistas”, se
explica Arce, uno de los más furibundos críticos de Torrelio. Después Arce
arremete contra el asesor de Torrelio, Jorge España Smith, que luego sería
ministro suplente de Trabajo en 1995. “Detrás de un militar hay un asesor”,
dice a la prensa quien hoy cumple sentencia por asesinato y genocidio. “Tienen
la culpa los políticos que desde el extranjero nos han desprestigiado diciendo
que aquí había pichicata”, protesta Arce (Hoy).
En este panorama, Vildoso debe recibir la presidencia en
medio de la incertidumbre. En su posesión habla del “concurso ciudadano” para
llegar a la democratización del país en 1983, además de respetar el proceso
electoral (Hoy). Acá se hace evidente que, en julio, el Gobierno transitorio no
tenía ninguna intención de convocar al Congreso de 1980 (cosa que finalmente
sucede), sino de realizar las elecciones firmadas por Torrelio, cuatro días
atrás, en un decreto supremo.
El nuevo Gobierno anuncia, a través de uno de los miembros
de la Junta Militar, el general Natalio Morales, una medida que hoy sería vista
como antidemocrática: el Gobierno redactará los estatutos de los partidos
políticos (Hoy). En la actualidad son los partidos los que redactan sus normas
internas, como corresponde.Finalmente Vildoso jura. Su gabinete ministerial
está compuesto por un 75% de militares y un 25% de civiles, según el periódico
Hoy.
Congreso de 1980. Mientras siete partidos piden que se
convoque al Congreso de 1980 y acusan a los militares de “continuistas”, la UDP
demanda elecciones para abril de 1983, es decir que coincide con el decreto de
Torrelio; sin embargo, la alianza electoral de izquierda, liderada por Siles
Zuazo, añade una novedad: pide que se restituya la Corte Nacional Electoral de
1980.
Mientras tanto la inflación sigue y el Banco Central
“dosificaba” la venta de dólares a 25.000 diarios “para los interesados”.
Simultáneamente, el general Morales, miembro de la Junta Militar, descartaba
“un nuevo bloqueo económico internacional” a causa del cambio de administración
con el argumento de que “no hubo ningún golpe, sino una transición
presidencial” (Hoy).
Vildoso, en su discurso de posesión, se “compromete” a
entregar el poder a quien gane las elecciones de abril del próximo año... Tan
arraigadas están las dictaduras que el presidente transitorio se compromete a
lo que se supone debe suceder. La Junta de Comandantes hace un compromiso
idéntico.
Mientras tanto, en el hiperfragmentado sistema de partidos,
compuesto por “constelaciones” de siglas, se van conformando alianzas. La UDP
intenta sumar a su frente al Partido Socialista 1 (Hoy, 26 de julio). Sin
embargo, estas conversaciones se hacen en vistas a los comicios que nunca se
realizaron y no a la restitución del Congreso de 1980.
Lo cierto es que esta noticia muestra que el equilibro
dentro de esta alianza era débil, aún antes de ser gobierno. El embajador en
Estados Unidos y miembro de la UDP quería al Partido Comunista de Bolivia (PCB)
fuera del conglomerado de siglas para cuando fuesen las elecciones. Al final,
se vio que los contrapesos en la UDP eran desiguales y una vez que gobernaron,
uno a uno los partidos que la componían fueron retirando el apoyo a Siles
Zuazo, hasta que quedó solo.
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