Por: Oskar Cordova (Fuente: Historia del Ejército de
Bolivia, 1825 - 1932 Vol 4, Cnel. (R) Julio Diaz Arguedas)
Al estallido de la 1ra. Revolución separatista del Acre, el
Gobierno había resuelto enviar desde todos los puntos de la República pequeños
contingentes de voluntarios para ponerlos frente a las fuerzas que habían
iniciado el movimiento separatista.
Entre las distintas fracciones movilizadas estuvo el
“Piquete “Abaroa”, de 30 voluntarios del Regimiento de este nombre, para luego
emprender marcha desde La Paz, en abril de 1900.
A mediados de agosto del mismo año, un 2do. Piquete del
mismo Regimiento, constituido por 50 hombres, se incorporaba también en
Riberalta a los efectivos que habían partido con rumbo al Acre bajo las órdenes
del Dr. Andrés S. Muñoz.
Este segundo Piquete “Abaroa”, había seguido la ruta de
Apolo, donde sus habitantes le obsequiaron un estandarte bordado por las hijas
de aquel pueblo, ya que el propio había quedado en La Paz con el grueso del
Regimiento.
Una vez en el teatro de operaciones ambos piquetes,
comenzaron a actuar obteniendo marcados triunfos sobre el enemigo, como en la
escaramuza de Cajueiro, librada el 5 de diciembre de 1900, donde rindió la vida
el cabo Juan Lizón. Pero fue el 24 de diciembre del mismo mes, en que los
soldados del “Abaroa” se cubrieron de gloria y de heroísmo en el combate de
Puerto Alonso o Puerto Acre.
A la una de la tarde del indicado día habíanse presentado
los sediciosos en número de más o menos 400 frente a las posiciones bolivianas
que defendían el puerto con 217 hombres. Los 80 soldados del "Abaroa”, que
ocupaban tanto el borde del río Acre como el costado izquierdo de las
posiciones, luchaban bizarramente haciendo fuego "graneado” primero y
descargas “cerradas” después, cundiendo su ejemplo en el resto de los
defensores hasta qué lograron silenciar un cañón y una ametralladora que el
enemigo había emplazado en el otro lado del río.
Duraba el combate ya algunas horas cuando el Comando
enemigo, al observar la salida de una columna boliviana con dirección al
noroeste y prejuzgando un movimiento envolvente por ese lado, había ordenado la
retirada de sus tropas, que se convirtió después en pánico, y las que se
entregaron a la fuga, abandonando el cañón, la ametralladora, 40 fusiles,
abundantes municiones de guerra y de boca, varios cajones con licores y más o
menos unos 15 cadáveres insepultos.
Con este triunfo que determinó el sometimiento de los
separatistas acreanos, había concluido la primera campaña. Los reducidos
piquetes del "Abaroa”, que perdieron a los oficiales Manuel D. Sanjinés y
Julio Morris con más 24 soldados muertos, fueron refundados en otras tropas
bajo la denominación de “Columna Defensores del Acre”, en tanto que los
gravemente enfermos volvían al interior de la República llevando la sagrada
enseña que los había acompañado durante la campaña, para luego guardarla hasta
hoy en la Sociedad Beneméritos de la Patria.
Tal fue la actuación de aquellas fracciones del bizarro
"Abaroa”, en las lejanas selvas del Acre.
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