Fragmento del artículo escrito por Airton Laureano Chambi
Ocaña / Estudiante de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San
Andrés. / Revistas bolivianas.
Valientes bolivianos que surcaron los cielos para realizar
observación, dar mensajes, así como ataques aéreos sobre las posiciones y
fortines paraguayos. Las alas bolivianas siempre fueron superiores a las
paraguayas durante la contienda y gran parte de ese mérito se debe a estos
valientes. A la cabeza de ellos estaba el primer piloto boliviano, el orureño
Juan Mendoza que fue jefe de maestranza y cuya misión era mantener en buen
funcionamiento todo avión o camión que hubiese, misión que cumplió a cabalidad
y con total entrega. Destacó el mejor de todos, Rafael Pabón Cuevas, "As"
de la aviación nacional que venció en repetidos duelos aéreos hasta que cayó
con gloria en 1934 y con él también se halla Jorge Jordán, comandante de la
aviación nacional durante la guerra, hermano del valiente de Km.7, bravo piloto
que defendió los cielos bolivianos.
También están los pilotos Alberto Montaño, quien murió en la
reconquista de Tarairi en 1935, igual fin tuvo Aurelio Roca. Ambos pilotos
lograron aterrizar sus biplanos antes de perecer, para que otros hábiles
pilotos nacionales puedan surcar los cielos así como ellos lo hicieron. Los
bombardeos a la retaguardia paraguaya eran largos y difíciles y sólo los más
veteranos y ágiles pilotos se atrevían a ello, entre ellos se hallaba Pabón y
también Carlos Lazo de la Vega, quien bombardeó los puertos de Bahía Negra,
Sastre y Puerto Casado, él fallecería en 1934 debido a un desperfecto en su
biplano, pero aún así su trabajo fue uno de los más estoicos que tuvieron las
alas bolivianas. Por su parte Jorge Wilsterman era el encargado de sacar con
rapidez y esmero a los heridos y enfermos graves para llevarlos a los
hospitales de retaguardia, gracias a su pericia, muchos heridos salvaron sus
vidas. Otro gran piloto fue Luis "Kuto" Ernst, el segundo
"As" de la aviación boliviana, bombardeaba los puertos con Pabón y
Lazo, derramaba propaganda entre las trincheras paraguayas, una de ellas decía:
"Se me acabaron las bombas, enemigos de mi alma, pero volveré" y
alejaba a los biplanos paraguayos con agiles maniobras, digno piloto nacional.
Su hermano Raúl Ernst conocedor de que los cautivos bolivianos habían sufrido
ataques y tormentos debido al bombardeo de los puertos paraguayos, hizo llover
papeles sobre la ciudad paraguaya de Concepción, éstos decían: "Si los
paraguayos no dejan de masacrar prisioneros bolivianos, los aviones bolivianos
estaban listos para bombardear las ciudades paraguayas en represalia".
Sólo bastó eso para que el caos y el pánico reinasen en aquella ciudad aquel 3
de marzo de 1933 y que posteriormente tratasen con menos dureza a los cautivos
bolivianos. Los hermanos Ernst cumplieron sus misiones con total entrega. Misma
entrega que realizaron todos los pilotos incluido Alberto Paz Soldán, quien
venció en repetidas ocasiones a los biplanos paraguayos sobre los cielos del
Chaco durante toda la guerra fue el último de todos lospilotos bolivianos que
surcaron y defendieron los cielos chaqueños en aquella cruenta guerra.
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