QUINTÍN QUEVEDO, EL EXPLORADOR

Grabado: Un indígena cazando en el río Madera. Fuente: Franz Keller, The Amazon and Madeira Rivers, Philadelphia, J. B. Lippincott and Co., 1875. / Por: José E. Pradel B. / El Diario 6 de Agosto de 2013.

Desde la tercera década del siglo XIX, hasta los primeros años del siglo XX, los territorios amazónicos y chaqueños bolivianos, fueron también un sinónimo de prisión para los enemigos políticos de diversos gobiernos que se encontraban en el poder.
Es en ese sentido, que muchos de esos exiliados políticos exploraron y navegaron esos territorios y sus principales afluentes, esto facilitó a que se produzcan exploradores y colonizadores ‘privados’ ya que no contaban con auspicio ni recursos del Estado. Uno de esos valientes individuos fue Quintín Quevedo, influyente político melgarejista. Es necesario recordar que nació en 1823 en territorio argentino, en 1842 entró al ejército de Bolivia, con el rango de Teniente segundo. Por otro lado, en 1847 redactó el periódico “El Independiente” y colaboró en las gacetas “La voz del Pueblo” y en 1856 en “La Trasmisión Legal”.

Sin embargo, en 1860 durante la administración de Dr. José María Linares (1857 - 1861), fue desterrado a la frontera bolivianobrasilera. En el confinamiento transitó y exploró el río Madera, como resultado de este recorrido publicó en 1861 dos folletos de mucha importancia para la historiografía: “Pequeño Bosquejo de la Provincia de Mojos” escrito en el pueblo de San Joaquín en el cual describe –la idea de allanar las cachuelas, con objeto de abrir el río Madera y sus afluentes al comercio extranjero y al agradecimiento del oriente boliviano y “El Madera y sus cabeceras”, publicado en Belén del Pará, el 25 de abril reimpreso en Cochabamba el 31 de diciembre del citado año.
En esta oportunidad describiremos y analizaremos el segundo folleto sugerido, el cual señaló el autor: “me abstengo de publicar el diario de mi viaje, porque lo considero poco ameno, cansado e inoficioso. He preferido extractar de él, los datos y relaciones más precisas para formar una ilustración razonable de la navegabilidad del Madera, de sus inconvenientes y de la actualidad de esas regiones. Me es doloroso no poder ofrecer una obra más digna y datos más exactos; pero tengo que conformarme con mis fuerzas y con mi calidad de proscrito” 2.
Es necesario mencionar, que anteriormente exploraron la región de manera oficial, los siguientes exploradores: Alcide d’Orbigny (1830 - 1834), José Agustín Palacios (1843 - 1846), José Buza (1846), Lewis Herndom y Lardner Gibbon (1852).
En las primeras páginas describe una relación de los ríos: Mamoré, Ytines o Guapuré, Madera y el Amazonas. Posteriormente describe una parte de su exploración cuando se encontró con miembros de la tribu Caripunas, situado en la cachuela Araras. Por otro lado, detalla sobre las cachuelas: “son diez y nueve y cruzan a diversas distancias dentro de un espacio de sesenta leguas, ceñido por una serranía baja que parece obstruir el curso de las aguas. No todas son insuperables. Muchas no ofrecen atajo, algunas tienen medios de allanarse y solo tres, las peores, necesitan serios trabajos e intelijencia para facilitarles sus vías” 3. Además cita los nombres y describe cada una de las cachuelas: “Guayarameri, Guayarabasú, Bananera, Palo grande, Layo o Jacaré, Madera, Misericordia, Riveron, Misericordia, Riveron, Periquito, Araras, Pedernera, Paredón, Tres hermanos, Jirau, Calderón del Infierno, Morreño, Teotonio, Macacús y San Antonio” 4.
Tras muchos meses de viajar en el destierro, detalló sobre el río Madera: “es todo navegable a vapor, salvando las cachuelas; y que sus tres brazos principales el Itines, el Mamoré y el Beni son también navegables hasta latitudes mui próximas a las ciudades de Bolivia – La Paz, Cochabamba y Santa Cruz”. “El Madera y sus tres afluentes toman en tiempo de aguas un caudal imponente y capaz de embarcaciones mayores. En tiempo seco, de abril a noviembre, su diminución es inmensa. Para conocer a ciencia cierta sus dificultades y calcular su costo, debe explorarse en esta última época, a fin de no sufrir engaño por causa de las crecientes. Me abstengo de dar mi parecer respecto al gasto; porque, no es posible calcular lo bien cuando no se ha hecho un viaje especial y cuando no se ha tenido ni instrumentos, ni recursos, ni medios de hacer observaciones” 5.
Además, sus exploraciones contribuyeron en estar al tanto de las distancias aproximadas de las principales ciudades de Bolivia: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz mediante la propuesta del establecimiento de una línea de vapores y de esta manera instituir una línea fluvial.
De la citada exploración, Quintín Quevedo expresó sobre nuestro país: “Bolivia no tiene que escoger; ha de marchar y la navegación del Madera es su vida” 6. Sobre este folleto. Lo terminó de escribir en Belén del Pará, la primera edición fue auspiciada por Ángelo Tomas do Amaral, Presidente de la Provincia del Pará.
Sin duda, la información publicada en el citado folleto sobre sus conocimientos del río Madera, sirvieron como un documento básico, para las posteriores exploraciones oficiales dirigidas por: George E. Church (1871), Edwin R. Heath (1870, 1879 - 80), Nicolás Armentia (1881- 82), Víctor Mercier (1887), Cnl. José Manuel Pando (1894) y Percy H. Fawcett (1906-07).
Posteriormente Quintín Quevedo, ocupó los cargos públicos de Prefecto del Departamento del Beni (1863 - 64), Departamento de Cochabamba a fines de (1865) y por último del Departamento del Litoral (1866 - 67). En 1870 fue ascendió al grado de General de Brigada. Como continuo colaborador a la administración del Gral. Mariano Melgarejo (1864 - 1871), ayudó á la toma de Potosí, en 1870 y al ataque de La Paz, en 1871.
En 1876, el Gral. Quintín Quevedo, falleció exiliado en Puno, República del Perú.
* Académico Supernumerario de la Academia Boli-viana de Historia Militar.
1 Agradezco a Jorge Mercado San Cristobal, por el apoyo que me brindó al realizar este artículo.
2 Quintín Quevedo, El Madera y sus cabeceras, 2ª Edición, Cochabamba, Tipografía de Quevedo, 1861, pp. 4.
Ibídem. 9.
Ibidem. 9, 10 y 11.
Ibidem. 12.

Ibidem. 16.

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