Foto: Movilizaciones en Santa Cruz contra del golpe de Banzer. // Por:
Edgar Ramos Andrade (*) 9 de mayo de 2014. - Comunicador e Investigador Social.
Autor, entre otros, del libro “AgoniA y Rebelión Social” 2da. Edición actualizada
(El Alto 2013).
Era periodista de Radio Piraí de Santa Cruz de la Sierra y
corresponsal del diario Los Tiempos de Cochabamba. El 20 de Agosto de 1971, en
la plaza 24 de septiembre se realiza una marcha de regocijo de grupos que
apoyan el golpe que encabeza Bánzer... Un explosivo estalla cerca del palco del
edificio de la Universidad Gabriel René Moreno y ocasiona un tiroteo en plena
plaza; hay varios heridos...
Al final de la tarde de ese día, los grupos subversivos
(paramilitares) más exaltados, encabezados por Ernesto Morant y Widen Rakzuk,
hacen volar la puerta con granadas y asaltan el edificio de la UAGRM en la
plaza, que se convierte en una cárcel, adonde son llevados, por la fuerza, al
menos 200 presos políticos, repartidos en tres aulas en el último piso y en el
Paraninfo.
La “guardia paramilitar” estaba a cargo de civiles armados,
como Ernesto Morant, Jorge Chávez, Addy Curi, Freddy Mercado, N. Paniagua y
otros, que interrogaron a los detenidos con la cara a la pared, manos en la
nuca, con el caño de una metralleta puesto en la cabeza y con disparos de armas
cortas cerca del oído de los presos.
La detenida periodista Leslie Magdalena Andreuzi Vaca Díez
es entregada a la 8va División de Ejército, 80 de cuyos oficiales y soldados,
la violan y abusan, durante toda la noche, hasta hacerle perder el
conocimiento. Un grupo de oficiales, asustados, la hacen conducir a la guardia
de Seguridad Pública, donde Andreuzi llega inconsciente... El 22 de Agosto de
1971, unos 14 sobrevivientes a las masacres son llevados a La Paz, entre ellos
la periodista Leslie Andreuzi Vaca Díez, asesinada días después. Se desconoce
el destino de sus restos.
La hija de la compañera periodista desaparecida, Suely
Barreto Andreuzzi, en agosto de todos estos años, la recuerda, en solitario,
porque no hay esfuerzo (no voluntad) suficientes para aclarar, dónde están sus
restos y quiénes son los responsables de su muerte…
El relato precedente está contenido en el texto “Banzer
Nunca más” publicado por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y la COB. Y
es de los pocos que rescata la historia (trágica) de una trabajadora de la
prensa que cayó en el puesto del deber.
Y es que los periodistas (mujeres y varones) somos una raza
especial. Nuestra incomprendida tarea, de servicio público, pleno, sin desmayos
y a veces con esfuerzo desmedido, no es reconocida, por el Estado ni por la
sociedad. ¿Pruebas?
Ejemplo Uno. ¿Quién se acuerda de Teodoro Orozco Campos?
Aquella voz que atronaba en las radios mineras (La Voz del Minero de Siglo XX,
Nacional de Huanuni) durante las dictaduras militares, cuando los paramilitares
o soplones –como un ex ejecutivo de la COB– guiaban o daban información clave
para disparar contra los equipos y acallar nuestras radios mineras… o matar a
los periodistas. ¿Tiene jubilación nuestro compañero Teo? No. Ejemplo Dos:
¿Fueron reconocidos los periodistas alteños que en octubre de 2003 informaron
al mundo, en medio de balas que les cruzaban, sobre la tragedia ocasionada por
el neoliberalismo? No.
Como Leslie Magdalena Andreuzi Vaca Díez, como Teo Orozco
Campos, o como los periodistas alteños de octubre 2003, existen centenas de
periodistas que desde aportan, cada día, y a veces con esfuerzo descomunal,
para que nuestra sociedad esté informada.
Por tanto, que este Día del Periodista, nos sirva no solo
para festejar o celebrar sino para no olvidar a compañeras y compañeros
periodistas, que en otras épocas y en circunstancias muy críticas, dieron su
vida pero son injustamente olvidados u olvidadas.
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