ALGUNOS DATOS SOBRE SOLDADOS CHILENOS EN LA GUERRA DEL CHACO

Foto: La Tercera de Chile

El Deber Extra - Santa Cruz - Bolivia, Mayo de 2004 / Textos: Ricardo Herrera F, Leonardo Jeffs y archivo.

La incorporación de soldados chilenos se concretó en abril de 1934 y los que llegaron al país eran, en su mayoría, militares retirados que fueron contratados por el Gobierno boliviano para engrosar las tropas que en esos años estaban en el frente de batalla. El mayor contingente llegó en mayo de ese año y se fueron incorporando otros hasta principios de 1935. En total sumaron 105 hombres los que ingresaron en las filas bolivianas como oficiales, aunque según el historiador chileno Leonardo Jeffs existió un número mayor de personas que combatieron como soldados o suboficiales de los que no hay datos; sin embargo, Jeffs, que ha dedicado muchos años de estudio al tema, sólo pudo identificar con nombres y apellidos a poco más de un centenar. Datos similares ha recogido el historiador boliviano Ramiro Molina Alanes, que también tiene un trabajo publicado al respecto. 

Los soldados provenían de la fuerza aérea y algunos de las fuerzas armadas; otros eran carabineros o civiles. Cinco de los militares que llegaron al país ingresaron con el cargo de teniente coronel. Entre ellos estaba Aquiles Vergara Vicuña, ex militar y político de larga e importante trayectoria en Chile. Vergara Vicuña dejó siete volúmenes y otros escritos sobre la contienda del Chaco. Textos que aún siguen siendo consultados por los investigadores. 
También dieron testimonio de su presencia en Bolivia un mayor, del que sólo se pudo saber que se apellidaba Barrientos y que escribió un libro sobre la contraofensiva boliviana en el río Parapetí, y un subteniente que dejó un texto sobre sus visiones del Chaco.

Pero, ¿cuáles fueron los motivos para que se diera la unión entre soldados que desde la Guerra del Pacífico eran enemigos? Para que se produjera este acercamiento influyeron las circunstancias que vivían ambos países. Avanzada la guerra, Bolivia tenía escasez de oficiales y eso determinó que se revisara la negativa del país de incluir soldados chilenos en sus filas, propuesta que había surgido en Chile a principios del conflicto. Por su parte, el país vecino vivía un periodo muy convulsionado y había muchos oficiales y suboficiales en retiro. “Los que voluntariamente aceptaron venir eran jóvenes que sentían que lo único que sabían hacer era estar bajo el mando militar y que no tenían muchas oportunidades de desempeñarse en otros campos. También estaban los que tenían problemas económicos y vieron una posibilidad de ganar algo de dinero. Otro grupo tenía un afán de aventura y no faltaron los que decidieron apoyar a Bolivia, porque creían que sus razones eran justas”, comenta Jeffs. 

En contraparte, el historiador boliviano Roberto Querejazu sostiene la hipótesis de que “fue una manera hábil de los chilenos para que sus oficiales conocieran la organización militar boliviana y para que sus soldados ganaran práctica en conflictos bélicos”. El autor de Masamaclayminimiza la presencia chilena en la contienda y dice que ellos llegaron en la etapa final del conflicto, cuando el ejército boliviano estaba pertrechado en la zona de la cordillera y no tuvieron la dificultad de luchar en el llano, donde el terreno y las condiciones eran mucho más complicadas. Lo cierto es que los soldados chilenos contribuyeron a la defensa de Villamontes y a la contraofensiva en el río Parapetí y, como en toda guerra, también sufrieron bajas. Entre ellas la del teniente Francisco Ortega, el capitán Vicente Romero y el teniente coronel Ignacio Aliaga. Los dos primeros murieron en batalla y el tercero en un accidente de aviación en el escenario de la guerra.

Los soldados chilenos estuvieron poco más de un año en la Guerra del Chaco y la mayoría de ellos retornó a su país. Jeffs entrevistó a familiares de algunos ex combatientes ya fallecidos y casi todos coincidieron en lo dura que fue esa experiencia, pero también reconocieron la buena acogida que tuvieron de sus pares bolivianos. El historiador tuvo la oportunidad de entrevistar a finales de los 90 a uno de los pocos ex combatientes con vida. El hombre tenía 89 años y había trabajado como instructor de la escuela de suboficiales “Aprovécheme pero no dé mi nombre”, recuerda que le dijo.

La presencia de soldados chilenos fue uno de los puntos de mayor tensión entre Chile y Paraguay. Otro fue el pedido del Gobierno paraguayo para que el país trasandino prohibiera el ingreso de armas a Bolivia por sus puertos. A ello se debe agregar la contratación de 1.000 obreros chilenos en las minas de estaño que reemplazaron a los que se encontraban en la guerra. Todos estos hechos contribuyeron a que se creara un clima de mayor acercamiento entre los contendientes de la Guerra del Pacífico. Incluso se llegó a hablar de una alianza entre Chile, Perú y Bolivia, y la creación de una Federación del Pacífico. Pero el tiempo y las circunstancias han determinado nuevamente el alejamiento y las actuales tensiones entre ambos naciones. 

Además de los voluntarios que vinieron a la contienda hubo casos especiales como el de Pablo Saint Marie, que nació en Santa Cruz de la Sierra y que en 1913 emigró con su familia a Chile. Su padre era chileno y su madre de una distinguida familia cruceña. Cuando llegó la guerra con el Paraguay, Saint Marie retornó a Bolivia y se alistó como oficial de Sanidad. En el frente de batalla se volvió a encontrar con amigos de la infancia, entre ellos el historiador Humberto Vázquez Machicado, que también era compañero de su hermano Darío y que dejó algunos testimonios en varias cartas.

De la participación chilena en esa guerra existen pocos testimonios y aún quedan muchas historias por contar. Por ejemplo, el periodista Mariano Baptista Gumucio conserva el uniforme, algunas postales de la época y una bala con la que fue herido el subteniente chileno Arturo Benavides, cuyo hijo le entregó estas pertenencias, mientras era cónsul de Bolivia en Chile a fines de los 90. “Lo curioso del caso es que el padre de este militar había luchado en la Guerra del Pacífico en contra de los bolivianos y dejó un libro de memorias con un gran valor literario”, cuenta Baptista, que aún no sabe si entregará los objetos al Museo Militar de La Paz o al Museo Histórico de la Guerra del Chaco que se tiene previsto construir en Villamontes. 

El ex director del diario Última Hora aprovechó su gestión en el país vecino y realizó un reconocimiento a los ex combatientes chilenos de la Guerra del Chaco. Al homenaje asistieron familiares de los soldados, a los que entregó un diploma donde se destaca su aporte. Ninguno de los directos homenajeados estaba presente, pero sus familiares coincidieron en destacar que a pesar de lo duro de la guerra, se llevaron buenos recuerdos del país, concluye Baptista.



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