LA HISTORIA DEL SUBTENIENTE FRANCISCO ORTEGA BEIZA, UN CHILENO QUE MURIÓ DEFENDIENDO BOLIVIA

Por: Marco A. Flores Nogales – periodista de LA PATRIA.

A vos, compañero, Subteniente Francisco Ortega Beiza, compañero de infortunios continentales, compañero, hijo de Arauco, muerto en el sacrificio por nuestra libertad, que caíste heroicamente.
Compañero Beiza, no tenemos cómo agradecerte tu holocausto en éste instante de nuestro ígneo llanto rojo en la defensa de nuestras heredades ultrajadas.
A vos compañero, cualquiera que fuese nuestra expresión sería fría, no puedo nada mejor que repetir en tu honor el canto del divino Rubén de Caupolicán:
“Es algo formidable que vio la vieja raza: robusto tronco de árbol al hombro de un campeón salvaje y aguerrido, cuya fornida maza blandiera el brazo de Hércules o el brazo de Sansón”.
De esa forma Arturo Borda, se refería al subteniente Francisco Ortega Beiza, caído heroicamente durante la Guerra del Chaco (1932-1935) en defensa de Bolivia.
El militar extranjero defendió la bandera nacional, defendió nuestro territorio y la heredad nacional. El costo que pagó fue el más caro, su vida misma. Hizo suya una guerra ajena. Nunca sabremos el motivo por el cual este joven militar partió a los campos de batalla, se hermanó con los oficiales y soldados bolivianos, compartió el rancho (alimento) con la tropa y lo más destacable alzó el fusil y con cada disparo defendió a Bolivia en el Regimiento Ayacucho 8 de Infantería.
No dudó un instante para lanzarse al asalto a “bayoneta calada” arriesgando la vida, hasta que un 12 de agosto de 1934, una bala certera terminó con la vida de Francisco Ortega Beiza, un chileno que murió como un boliviano, hijo de esta bendita tierra que defendió hasta el último suspiro.
Un ciudadano chileno que entregó su vida defendiendo la heredad nacional
Los restos del héroe fueron enterrados en el Cementerio General de la ciudad de La Paz, en actos especiales de homenaje al Subtiende Ortega Beiza, que luego fue ascendido al grado de Teniente.
Una multitud de gente despidió al militar extranjero. Hubo hermosos discursos, el que más destacó fue el realizado por el periodista Silva Valdez, representante de “Zigzag” de Santiago de Chile. 
En la historia boliviana, poco se habla o hace referencia del Subteniente Ortega Beiza, pero Leonardo Jeffs Castro, Magíster en Estudios Internacionales, Universidad de Chile. Universidad de Valparaíso, hace una recapitulación excelente de la participación de ciudadanos chilenos en la Guerra del Chaco.
En ella se precisa que no fue uno, sino muchos chilenos que defendieron Bolivia, sin importar que año antes se había desarrollado la Guerra del Pacífico, para que luego entre chilenos y bolivianos quedaran ciertas rencillas.
Leonardo Jeffs describe que la incorporación de los combatientes chilenos en el Ejército de Bolivia, durante la contienda, sirvió para mejorar la percepción que se tenía de Chile y los chilenos, y esto se hizo más evidente a partir de la muerte del subteniente Francisco Ortega Beiza, acaecida en Cañada Loa, el 12 de agosto de 1934. 
Si bien ya una cañada había sido bautizada, con anterioridad, como “Cañada Chile”, el lugar donde murió el subteniente chileno, pasó a llamarse “Campo Ortega”. Sus funerales, llevados a cabo en La Paz, dieron lugar a significativas expresiones de dolor. A su entierro concurrieron las principales autoridades de Bolivia. En La Paz el Administrador Apostólico de la Diócesis organizó una celebración eucarística en su memoria, y residentes chilenos fundaron el Club Cultural y Deportivo “Ortega Beiza”. 
También, cabe destacar que, algunos meses después, un regimiento pasó a recibir la denominación de Chile, comandado por un oficial chileno e integrado por varios oficiales de la misma nacionalidad. 
Todas estas manifestaciones tuvieron su punto culminante, cuando se propuso la constitución de la “Gran Patria del Pacífico”, mediante la fusión de Chile y Bolivia, lo cual significaba distanciarse respecto de Argentina, situación que la Cancillería chilena no vio con buenos ojos. 
En realidad, la participación de combatientes chilenos en el Ejército de Bolivia y la muerte de tres de ellos, cambió substancialmente las percepciones bolivianas hacia Chile, y las relaciones mejoraron a todo nivel, favoreciendo un acercamiento, que años más tarde se traduciría en la negociación de 1950, en la que se barajó la fórmula del “corredor”, para satisfacer las aspiraciones bolivianas para retornar al Pacífico. 
El pueblo concurrió masivamente a su entierro en una muestra de cariño y gratitud
Si bien desde 1932 hay presencia de combatientes chilenos en la guerra del Chaco ella no fue significativa, desde el punto de vista numérico, a nivel de oficiales, en ese año y en 1933. En efecto, los primeros chilenos que se incorporan con dichos grados, en el año de inicio del conflicto, son muy contados y lo hacen mayoritariamente por Paraguay, tal es el caso de Gonzalo Montt Rivas, Juan Durán Acosta, y Arístides del Solar Morel. Respecto de Bolivia hay una participación más significativa sólo a partir de mayo de 1934, pues desde ese mes se produce la incorporación paulatina de 97, de un total de 105, según nos dice la fuente más confiable al respecto. 

MOTIVACIONES

Para poder introducirnos en las motivaciones que llevaron a un conjunto significativo de chilenos a incorporarse a la contienda del Chaco al Ejército de Bolivia, y, en menor cantidad, en las Fuerzas Armadas de Paraguay, hay que tener en cuenta que, en cada caso hay una multiplicidad de factores, que están estrechamente relacionados con los contextos nacionales de Bolivia, Chile y Paraguay. En primer lugar, corresponde dejar en claro que la mayoría de los que se van a incorporar con grados de oficiales, en las FFAA de los países directamente involucrados en la contienda chaqueña habían pertenecido a las FFAA y a los Carabineros de Chile. Solo unos pocos no tenían más experiencia castrense que la obtenida en el servicio militar. 
Sin lugar a dudas, un factor importante fue la necesidad de hacer frente a la supervivencia no solo personal, sino también de un grupo familiar, pues ya en 1934 había varios casados y con hijos. En efecto, la gran mayoría de los futuros combatientes se encontraba cesantes, producto de haber perdido su puesto en las Fuerzas Armadas y de Orden en Chile, en la mayor parte de los casos, por razones políticas. 
Es la situación que debieron enfrentar los uniformados ibañistas, grovistas, partidarios de la República Socialista, merinistas y davilistas, que entre 1931 y 1933 salieron contra su voluntad de las filas de las instituciones armadas y de Carabineros, como aquellos, que a partir del 2° gobierno de Arturo Alessandri Palma (1932-1938), vieron en la creación de las Milicias Republicanas la manera de arrinconar a las Fuerzas Armadas, para que no intervinieran en asuntos políticos, pero que bajo la argumentación de defensa del orden constitucional, se pretendía, por parte de algunos, la defensa de los intereses de la oligarquía, y, como no estaban de acuerdo con la existencia de fuerzas armadas paralelas e inconstitucionales, prefirieron pedir su retiro. 
A lo anterior, hay que agregar que el contrato que se les ofrecía representaba un atractivo poderoso, en circunstancias que se vivía en un período marcado por la gran depresión de 1929, que había afectado a todos los países del continente. 
Otro factor, que influyó poderosamente, fue la necesidad de sentirse útiles, en circunstancias que los combatientes de mayor edad no superaban, en 1934, los 42 años. Además, está presente, como un factor adicional, el afán de aventura, tan propio de la juventud, del cual dieron testimonio algunos que después del conflicto participaron en las Brigadas Internacionales, en las filas republicanas, durante la guerra civil española. 
También, hay que agregar, el afán por contribuir a una causa que se consideraba justa, que incluso llega a primar sobre razones económicas, como es el caso de Gonzalo Montt Rivas y de Aquiles Vergara Vicuña quienes se incorporaron a los ejércitos de Paraguay y Bolivia, teniendo una importante carrera diplomática, y una excelente situación económica, respectivamente. 
Por último, habría que añadir, que para algunos primaron las razones afectivas, ya sea para recuperarse de una decepción amorosa, o para iniciar una nueva vida de pareja lejos de la crítica de familiares, amigos y conocidos.



Chilenos fotografiados en plena Guerra del Chaco (Fotos: amshistoria.blogspot.com)

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