El presidente Agustín Pedro Justo fue un abierto operador a favor de Paraguay.
Además de planificar las necesidades de armamentos, gestionar líneas de
crédito, colaborar en el transporte de armas y abastecer de alimentos a los
combatientes guaraníes, puso a disposición del diseño de la estrategia bélica
al Estado Mayor del Ejército Argentino.
Según el periodista argentino Rogelio García Lupo, el cerebro de esa estrategia
fue el coronel Abraham Schweizer (imagen), hijo de un estanciero judío de
Corrientes y de madre católica practicante. Schweizer (que de todos modos había
recibido el bautismo cristiano) fue el oficial de sangre judía que más alto
llegó en el tradicionalmente antisemita Ejército argentino.
Schweizer había hecho prácticas prolongadas en el ejército alemán, antes del
nazismo, y estuvo destinado en Paraguay entre 1931 y 1934. Para el espionaje de
Bolivia, era la figura clave en la planificación de la campaña, aún más que
Estigarribia.
En 1937, con el diploma de general honorario del Paraguay, el coronel Schweizer
era el jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación y Justo le había
prometido promoverlo al frente del Ejército, una vez que hubiera sido ascendido
a general. Pero Schweizer murió en un accidente aéreo el 9 de enero de 1938,
junto a uno de los hijos del presidente.
Hubo otros oficiales argentinos involucrados en el apoyo encubierto al gobierno
de Asunción. En una carta de octubre de 1932, el embajador paraguayo en Buenos
Aires, Vicente Rivarola, le informa al presidente Ayala que ha empezado a concretarse
la cooperación militar argentina. El embajador describe una operación de
inteligencia militar dirigida por un hombre destinado a Las Lomitas, en
Formosa, donde en septiembre de 1932 se organizó una agrupación de tropas de
todas las armas y servicios del Ejército llamada Destacamento Mixto Formosa.
Escribe el embajador que al flamante gobernador de Formosa "le parece
perfectamente factible la ejecución de las indicaciones del mayor Perón,
secretario del ministro de Guerra".
El mayor Juan Domingo Perón era desde febrero de 1932 el ayudante de campo del
Ministro de Guerra, el general Manuel Rodríguez, a su vez persona de confianza
del presidente Justo. De la correspondencia secreta del presidente paraguayo y
su embajador puede deducirse que se había planeado montar un incidente en la
frontera de la Argentina y Bolivia. Militares del Paraguay, simulando ser de
Bolivia, atacarían a los argentinos para provocar la entrada de éstos en
combate.
Bolivia estaba al tanto del complot. En otra carta, el presidente paraguayo
Ayala menciona la impresión que el presidente de Bolivia tiene de la actitud
argentina. "El gobierno argentino - había dicho entonces Daniel Salamanca
a un diplomático extranjero - ha concentrado fuerzas en las fronteras
bolivianas a fin de dar la mano al Paraguay en caso necesario, previo un
incidente que se provocaría". Para los bolivianos, la cuestión no admitía
dudas: "el plan de guerra fue estudiado y decidido por el Estado Mayor
General del Ejército Argentino; el general Vaccarezza, amigo personal del
presidente Justo, estuvo a inspeccionar los preparativos en todas las líneas y
el teniente coronel Schweizer vigiló la ejecución y cien suboficiales y clases
del Ejército Argentino están en las líneas paraguayas".
LA INTERVENCION FRANCOBRITANICA
La participación argentina siempre había estado al borde de causar un escándalo
internacional. Se denunció que el Ejército descifraba los códigos bolivianos y
entregaba la información a los paraguayos. Se mencionaban misiones de la
aviación militar sobre territorio de Bolivia. Había rumores sobre las
comisiones por las compras de armas en Europa para el ejército paraguayo, sobre
negocios con alimentos, sobre inventarios "sospechosos" en los
arsenales del Ejército y la Marina. El ministro Manuel Rodríguez le había dicho
al embajador paraguayo en 1932 que temía que se lo pudiera acusar de
malversación de fondos. Se ha afirmado que "todo el trigo, la nafta y el
fuel-oil que consumió el ejército paraguayo durante los tres años de guerra le
fueron facilitados gratuitamente por el gobierno argentino" (David Zook,
"The conduct of the Chaco War", New Haven, Bookman Associates, 1960).
Francia y Gran Bretaña advirtieron al canciller argentino Carlos Saavedra Lamas
que denunciarían a nuestro país ante la Liga de las Naciones por violar el
embargo de la venta de armas a países en guerra (ambas naciones temían crear un
precedente que pudiera ser utilizado por la Alemania nazi). La Cancillería
ignoraba lo que el Ministerio de Guerra hacía a sus espaldas. "El Dr. Saavedra
Lamas (el canciller de Justo) no sabe absolutamente nada de mis arreglos con
los ministros militares (argentinos)", escribió el embajador Rivarola al
presidente Ayala, en setiembre de 1932.
En marzo de 1934 el canciller tuvo una reunión secreta con el presidente Justo
y el ministro Rodríguez, con quien tuvo un duro enfrentamiento por la descarada
participación argentina. Justo decidió entonces guardar más cuidadosamente las
formas.
LA IDEA DE DIVIDIR BOLIVIA
En las postrimerías de la guerra se publicó en nuestro país un libro, "Una
nueva república en Sudamérica", que alentaba la formación de una nueva
nación con parte del territorio de Bolivia. La obra, escrita por el historiador
argentino Enrique de Gandía, fue distribuida por los diplomáticos paraguayos y
argentinos en todo el mundo y circuló asimismo en Santa Cruz de la Sierra, que
en el audaz proyecto estaba destinada a capital de la nueva república. "La
guerra entre Paraguay y Bolivia (sostenía el historiador) ha demostrado que los
pobladores de Santa Cruz de la Sierra no desean seguir formando parte de la
nación boliviana y que aspiran a erigirse en república independiente".
La utilización de "Una nueva república en Sudamérica" siguió la
tendencia de preparar las acciones bélicas con un previo trabajo histórico que
las justificara. Gandía sirvió a ese propósito, que los bolivianos consideraron
como "financiado y costeado íntegramente por los intereses argentinos que
estaban en juego en la guerra", según el historiador boliviano Gerardo
Irusta.
*Las polémicas de Jauretche - Arturo Jauretche - compilación de Norberto
Galasso, Los Nacionales Editores, Buenos Aires, 1982 (edición original: 1981).
FUENTES:
LIBROS
"Memoria del Fuego 3: El Siglo del Viento" - Eduardo Galeano,
Editorial Siglo XXI, 2001 (edición original: 1986).
ARTÍCULOS
Secretos en la guerra del Chaco - Rogelio García Lupo, Clarín, 24 de setiembre
de 2000.
Los negocios de la guerra del petróleo - La Nación, 14 de octubre de 2000.
El caso del único militar argentino que fue condenado por espionaje - Ricardo
Canaletti, Clarín, 15 de julio de 2002.
Por qué no hay generales judíos en el Ejército - Rogelio García Lupo, Clarín,
21 de setiembre de 2003.
VÍNCULOS [actualizados el 09/11/08 y el11/10/09]
Misión militar checa en la Guerra del Chaco - Eva Manethová, 10 de febrero de
2001.
Mediación en la Guerra del Chaco Boreal (sitio del Ejército Argentino).
Las relaciones de la Argentina con Bolivia y Paraguay (en el excelente sitio
Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina).
Versión resumida del libro "Masamaclay: Historia política, diplomática y
militar de la Guerra del Chaco" del historiador boliviano Roberto
Querezaju Calvo.
"The Gran Chaco War:
Fighting for Mirages in the Foothills of the Andes" (en inglés)
"The Chaco War" (en
inglés)
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Links relacionados:
- HAZAÑA
BENIANA EN LA GUERRA DEL CHACO, BENIANOS EN LA GUERRA DEL CHACO
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