La Legación Diplomática de Bolivia en Buenos Aires, contaba con los servicios
de tres valiosísimos espías. El primero era el mayor Mac Hannaford, Ayudante
del General Ramón Molina, máxima autoridad del ejército argentino; por el
escritorio de Hannaford pasaba toda la información remitida desde el cuartel
general del ejército paraguayo, radiogramas o físicamente, para que el Estado
Mayor argentino planificara sus operaciones.
El segundo espía era nada menos que el Jefe de la Sección Criptográfica de ese
Estado Mayor, el teniente de Ingeniería especializado en Comunicaciones Telmo
Azpilicueta; se encargaba de traducir en texto claro, los radiogramas recibidos
del Cuartel General del ejército paraguayo y los que se traficaba entre los
distintos comandos del ejército boliviano, captados y grabados por un aparato
inalambrico.
El tercer espía era el ex empleado civil del Estado Mayor argentino, Pita
Oliver; se encargaba de entregar a la Legación Diplomática los documentos que
les entregaban los dos espías antes nombrados; también en una oportunidad viajó
hasta Asunción de donde llevó un voluminoso informe sobre la situación militar
y gravísima situación económica por la que atravesaba el Paraguay. Entre estos
informes, evidencias del empleo de barcos de empresas navieras argentinas que
transportaban tropas, material bélico en general, municiones, alimentos,
artículos de sanidad y otros, desde el Puerto de Asunción, hasta los puertos de
estas empresas situadas en las inmediaciones de Puerto Casado. Estas cargas
eran depositadas en Asunción por barcos de guerra argentinos, que los
transportaban desde Formosa.
Uno de los miles de cablegramas traficados entre la Cancillería boliviana con
su Legación de Buenos Aires que dan cuenta de la permanente y activa
participación militar y diplomática de la Argentina en esta guerra, es el
cablegrama que se adjunta a esta nota, donde se lee que en Buenos Aires, en el
mes de mayo de 1934, FUERON RECLUTADOS EN BUENOS AIRES ALREDEDOR DE TRES MIL
MERCENARIOS ARGENTINOS. Desde principios de la guerra, ya venían siendo
empleados unos mil mercenarios de este mismo país, agrupados en el Regimiento
San Martín.
En los dos meses siguientes - junio y julio de 1934 - en el frente de Ballivian
se libraron dos batallas: la de "Condado Uno" y "Segundo
Condado", donde miles de invasores a territorio boliviano dejaron sus
huesos. Probablemente en estos combates, también fueron dados de baja parte de
ese contingente de reclutados el mes de mayo pasado.
Desde el mes de abril de 1934, en que fue reclutado el primer espía - el
teniente Telmo Azpilicueta - el ejército boliviano comenzó a cosechar triunfos
en esta campaña.
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