EL FEDERALISMO ACALLADO EN LA HISTORIA NACIONAL

Foto: la denominada "Revolución de los Domingos"


Por: Ricardo Aguilar Agramont / La Razón 29 de septiembre de 2012.

Hubo varios momentos en la historia republicana del país en que sonó la palabra federalismo con proyectos que finalmente no progresaron; dos de éstos son los más visibilizados por la historiografía: la Revolución Federal de 1898, encabezada por los liberales contra los conservadores; y previamente el Gobierno Federal implantado en Santa Cruz por Andrés Ibáñez, el 2 de octubre de 1876. En el último tiempo, los comités cívicos de Tarija y Potosí también pidieron federalismo, solicitudes que coincidieron, tal vez casualmente, con el lanzamiento de la agrupación ciudadana Fuerza Republicana Federal (FRF), de Manfred Reyes Villa, sigla a la cual el exmasista Román Loayza llamó a sumarse.
La historiadora cruceña Paula Peña afirma que las ideas federales estaban presentes desde la fundación de la República. “Ya en la primera Constitución está la posibi- lidad de formar un régimen federal; aunque, indudablemente, los unitaristas siempre han sido mayoría”.
Afirma que a lo largo de los 184 años de historia republicana hubo propuestas de este tipo no sólo en Santa Cruz, sino también en Oruro, Cochabamba y Potosí. “En la primera Constitución ya existió el debate; en la de 1871 nuevamente salió a la escena mediante el diputado cochabambino Lucas Mendoza de la Tapia (el teórico de esta doctrina más importante del país, según el expresidente Carlos Mesa); pero ante el triunfo de los unitaristas, el Estado recreó los municipios en un afán de dar un respiro a quienes postulaban esta forma de estaticidad, ya que no posibilitaron el federalismo”.
En su ensayo breve titulado Andrés Ibáñez: igualitario y federalista, el historiador José Crespo relata que los seguidores de este diputado cruceño del Partido Igualitario emitieron el Acta del Pueblo la fecha mencionada arriba, con la que se formaba un gobierno encabezado por el prócer. La Proclama de la Junta Superior Federal del Oriente, de diciembre de ese año, señalaba: “Una era de paz, igualdad y fraternidad se abrirá camino a través de cuántos (sic) obstáculos le presente la centralizadora y tiránica forma de gobierno unitario”.
Este paraestado que pretendía poner en práctica los postulados del igualitarismo —calificados por el político Guillermo Lora como un “antecedente directo del socialismo boliviano”— terminó meses después, en mayo de 1877, tras ser aniquilados por las fuerzas enviadas por el presidente Hilarión Daza.
Peña argumenta que esta expresión del federalismo tuvo motivaciones “muy locales”. “Por más que hayan tenido ideas federales, la situación de aislamiento de Santa Cruz en el siglo XIX produjo estas luchas que no tenían una visión nacional del federalismo. Lo mismo sucedió con la ‘Revolución de los Domingos’”, refiere en alusión al levantamiento federalista del domingo 2 de enero de 1891 y liderado por los coroneles Domingo Ardaya y José Domingo Ávila.
Mesa, en contraste, cree que es lógico que las demandas más radicales se originen en momentos de fuerte tensión con el nivel central y no concuerda con que hayan tenido el defecto de haber sido “expresiones muy locales”, como opina Peña, pues “es lógico que la demanda se realice de la región hacia el centro, ya que es muy difícil que el centro reivindique el federalismo”.
Otro momento nítido de una demanda de este tipo fue la Revolución Federal de 1898, comandada por los liberales paceños Juan Manuel Pando, Serapio Reyes Ortiz, Macario Pinilla, Fernando Guachalla, Antonio Eguino y otros, quienes se enfrentaban a los conservadores en ese momento liderados por el presidente de la República Severo Fernández Alonso, quienes gobernaban Bolivia desde hacía dos décadas.
En medio de la pugna entre conservadores, cuyo centro era Sucre, y liberales, concentrados en La Paz, ciudad de economía emergente, la discusión sobre federalismo y unitarismo estatales quedó en segundo plano al robarse la escena el fuerte influjo del tema indígena. Pues los liberales pactaron con Zárate Willka y sus ejércitos, lo cual fue en lo que la historiografía centró sus observaciones. Cuando los liberales triunfaron y trasladaron la capital a La Paz dejó de interesarles las ideas federalistas.
“Fue una bandera que se utilizó en la Guerra Federal, en la que el tema indígena se comió la esencia de la batalla entre liberales y conservadores”, dice Mesa.
A continuación, afirma que se veló que había una demanda federalista auténtica que no se concretó por discrepancias al interior del partido liberal. “Con el triunfo de los pragmáticos se dieron cuenta de que el control del poder y la sede de gobierno ya no le daba sentido al federalismo, pues La Paz había conseguido ser el centro”.
Peña argumenta lo contrario al decir que el proyecto federal de Juan Manuel Pando “fracasó sencillamente porque nunca fue auténtico. En realidad, fue una guerra civil que utilizó la bandera del federalismo para el triunfo liberal y realizar un traslado de la capital de Sucre a La Paz”.
Añade que lo sucedido con Pando fue lo que pasa hoy con las autonomías. “Cuando el federalismo o las autonomías son asumidas por el Estado entonces desaparecen”. Ibáñez y la Revolución Federal fueron los dos momentos más fuertes de esta demanda en la historia nacional, sin embargo, se evidencia que continúa la discusión, al margen del nacimiento de un partido, por pedidos regionales que son el síntoma de que se necesita acelerar el proceso autonómico o evaluar las fallas en su implementación.

3 comentarios:

  1. Para refrescarles la memoria histórica, muy ilustrativo por cierto, en estos afanes de querer confrontar el Estado Plurinacional de Bolivia, con interesés mezquinos, cuya iniciativa no es lo mismo que regionalismo o separatismo, en ningún momento el federalismo busca derrocar goiernos, sino tratar de cambiar sistemas anacrónico que presumiblemebte dañan a Bolivia

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