LA ACUÑACIÓN DE PESO MELGAREJO TRAJO GRANDES DAÑOS ECONÓMICOS AL PAÍS


Fuente: La legación de Chile en Bolivia desde setiembre de 1867 hasta principios de 1870. – De: Ramón Sotomayor Valdés / Impreso en Chile, 1872. 

La moneda feble, verdadera corona que la administración del general Santa Cruz introdujo en la organización económica de Bolivia y que el gobierno del General Achá comenzó a extirpar en 1863, experimento una verdadera falsificación y llego al último grado de descredito, con la emisión de las nuevas piezas de plata que hoy circulan y van haciendo desaparecer rápidamente la antigua moneda feble, que prefiere el comercio para pagar sus sueldos en el exterior.
En enero de 1866, siendo jefe superior de los departamentos del sur don Jorge Oblitas, que conservaba además la cartera de ministerio de hacienda, tuvo la ocurrencia de cambiar el tipo  y ley de la moneda, haciendo acuñar los llamados “pesos Melgarejos” que llevan el busto del general de este nombre y que en realidad valen un 25 % menos que el antiguo feble. Los reclamos del comercio y la imposibilidad de hacer aceptar estas medallas por su valor nominal, hicieron que el gobierno reconociese por decreto de noviembre del mismo año, que los pesos melgarejos no valían más que seis reales, o sea 75cts. Del antiguo peso feble.
Dejaron de acuñarse aquellos pesos; pero se han continuado acuñando hasta ahora las divisiones y subdivisiones del mismo peso en las piezas monetarias llamadas tostón o cuarto reales, el real y el medio real, en las cuales se ven los bustos de uno y otro con esta inmediata inscripción “al valor y al talento.”
Este originalísimo homenaje oficial que melgarejo y Muñoz se han consagrado en las piezas de una moneda falsificada que hace gemir y languidecer la industria, y entorpece las relaciones de Bolivia y los grandes desiertos, es de elocuente significación, y es un rasgo maestro que envuelve y resume lo más individual y característico del presente gobierno.
La falsificación de la moneda, de que daba ejemplo el mismo gobierno, tentó más que nunca la especulación privada, resultando de aquí una extraordinaria elaboración clandestina de moneda, que, sin ser inferior en ley, ni peso a la moneda del estado, provoco no obstante, el decreto de 1º de Abril de 1867 por el que el gobierno conmino con pena de muerte a los falsificadores, y renuncio expresamente al derecho de conmutar la pena.
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