La estrepitosa derrota militar a manos de los revolucionarios en abril de 1952,
condujo a la idea de que había que destruir la raíz “oligárquica” ce las FF.AA.
Las dos medidas básicas que se tomaron fueron por una parte la clausura del
colegio militar y por la otra la separación de filas de altos oficiales la
mayoría fueron al exilio, de oficiales intermedios y el licenciamiento de los
cadetes del colegio. Junto a estas decisiones que afectaron a más de 500
uniformados, se detuvo a muchos militares de alta y baja graduación que fueron
trasladados a prisión. En Curahuara por ejemplo, entre 1953 y 1955 había más de
50 militares presos.
El colegio militar fue reabierto en 1953 con el nombre emblemático de
“Gualberto Villarroel”. Se pensó que así se abría una nueva etapa en la que las
puertas del colegio se abrían al pueblo llano como de hecho ocurrió, aunque
paradójicamente serían esos militares los protagonistas del derrocamiento del
MNR en 1964.
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