Por: José Alberto Diez de Medina – El Diario de La Paz, 22
de Noviembre de 2014 /http://www.eldiario.net/noticias/2014/2014_11/nt141122/opinion.php?n=10&-fin-de-la-confederacion-peru-boliviana-yungay
/ Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1936.
En 1838, la Confederación Perú Boliviana se encontraba en el
punto más alto de su ascenso como una potencia latinoamericana, bien
administrada, con abundancia de dinero en sus cajas, y una política de
entendimiento entre las naciones que la componían: Perú del Norte, Sur Perú y
Bolivia.
En esos momentos la Confederación era envidiada y temida por
sus vecinos. El Mariscal Andrés de Santa Cruz, creador y posteriormente
nombrado Protector de la Confederación, la conducía hábilmente, en los mejores
términos de política, finanzas y defensa.
La formación de un ejército invencible fue gracias al llamamiento
del Mariscal a distinguidos oficiales, que habían combatido junto a él en las
luchas por la Independencia. Ellos fueron los generales Francisco Burdett O’
Connor, Otto Felipe Braun, Guillermo Miller, León Galindo, José de La Trinidad
Moran y naturalmente generales bolivianos como José Ballivián, José Miguel de
Velasco y muchos otros.
Los triunfos obtenidos por el Capitán General, Mariscal
Andrés de Santa Cruz, en el Perú, y frente a las fuerzas chilenas, con el
último triunfo en Paucarpata, más la derrota del ejército argentino del
dictador Rosas en Iruya y Montenegro, dieron lugar al temor de las naciones
vecinas, considerando a la Confederación como un peligro para las naciones
sudamericanas.
Es así que el Mariscal Santa Cruz envió al Gral. Guillermo
Miller como Ministro Plenipotenciario a la República del Ecuador, a firmar un
tratado de amistad y no agresión, cumplido por ese país. Igualmente envió al
doctor Casimiro Olañeta, en la misma calidad a la República de Chile, no
obteniéndose ninguna seguridad de paz.
En 1839 fuerzas chilenas invadieron territorio de la
Confederación, el ejército confederado se puso en movimiento el 19 de enero.
Avistado el ejército chileno, fuerte con 6.000 hombres, por el General de la
Trinidad Morán, éste dispuso sus fuerzas para iniciar el ataque.
Lamentablemente, recibió la contra orden de suspender el
ataque, dirigiéndose a la tienda del Mariscal Santa Cruz, prácticamente para
suplicar iniciar el ataque. Santa Cruz respondió: “Mañana, Morán, mañana”.
Insistió Moran, pero la respuesta fue la misma.
La batalla se realiza el 20 de enero, siendo totalmente
derrotadas las fuerzas de la Confederación, el Mariscal huyó hacia Lima, y más
tarde hacia el Ecuador.
Hasta hoy se escucha la cueca o marinera de pena y
resentimiento, tanto en el Perú como en Bolivia: “Mañana Morán, mañana”.
Y se suceden las traiciones, el Gral. Ballivián no fue con
su división acantonada en Puno; el Gral. Velasco con 2.000 hombres en Tupiza se
declaró a favor de la Restauración, llamada así a fin de desconocer la
Confederación,
El Canciller Casimiro Olañeta dirigió una carta al
Presidente chileno, felicitándolo por el triunfo obtenido ante el Mariscal
Santa Cruz, declarándose firme partidario de la Restauración.
La derrota de Yungay significó el desastre y el fin de la
Confederación Perú Boliviana, y asimismo el fin de una época en que los
alcances políticos y de fuerza armada significaban haber formado una potencia
sudamericana, capaz de despertar temor, envidia y miedo en países vecinos.
Lo curioso es que a menos de 24 horas de la derrota de
Yungay, militares y políticos bolivianos dieron la espalda al Mariscal Santa
Cruz, no dejaron que se ejerza una recomposición de fuerzas, a fin de
reagrupados y con nuevos contingentes derrotar al invasor. Una sola voz se
levantó desde Tarija, desde su cama de enfermo postrado en el lecho del dolor,
el General Burdett O’Connor clamó; “Maldigo esta enfermedad, porque en
cualquier caso yo hubiera reunido gente y más los dispersos ir en ayuda de mi
General y quizá como siempre obtener una victoria”.
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