Foto: El judío minero Mauricio Hochschild.
Por: Florencia Durán de Lazo de la Vega.
A Charcas llegó la temible Inquisición. Para sus
cancerberos, eran sospechosas todas la personas que no mencionaban a Jesucristo
ni a María su madre, las que hablaban mal de los sacerdotes o monjas, las que
no confesaban ni comulgaban, las que afirmaban que Dios está en todas partes o
aquellas que guardaban el Sabat o Sábado de Moisés. Todos ellos eran tachados
de judíos, palabra que denotaba un cierto matiz despectivo y de rechazo.
Los nombrados edictos y otras disposiciones conexas, así
como las Órdenanzas de la Inquisición, eran de absoluto corte racista y en la
letra muerta de su redacción, así como en el espíritu de la misma, no dejaban
entrever ni la más mínima intención de ocultar o enmascarar sus propósitos.
Casi un siglo después, en 1631, aunque con menor severidad y rigidez, todavía
los Comisarios de la Inquisición en la Audiencia de Charcas o Bajo Perú
atormentaban a los observadores de la ley mosaica acusándolos de herejía y
confiscándoles sus bienes.
Se han naturalizado como bolivianos y latinoamericanos
muchos judíos que se asentaron a partir del siglo xvi. Esos judíos, poco a
poco, fueron perdiendo su fe a lo largo del tiempo y se convirtieron por credo
al catolicismo. Por esta circunstancia, no resulta extraño encontrar en el
follaje de los árboles genealógicos de distinguidas familias bolivianas,
apellidos como Diez de Medina, López, Rivero, Sánchez, Sanángel, Ríos, Ruiz,
Rivas, Rojas, Rojo, Santafé, Clemente, Estéban, Ortigas, Vidal, Negrón, Pinelo,
Arias, Behar, Fernández, Pérez, Pardo, Cuenca, Curiel, Navarro, Toledo, Castro y
muchos otros. También existen hasta nuestros días apellidos que evocan lugares,
que recuerdan ríos o variedades de árboles, identifican oficios o derivan del
nombre del padre u otro antecesor, como: Berro, Calderón, Caro, Carmona,
Cuenca, Franco, Fuentes, Galante, Mendoza, Niño, Pinto, Sevilla, Martínez,
Oliva, Olivera, Moreira, Nogueira, Pereira. Además de los apellidos originarios
de España y Portugal, también adquirieron ciudadanía algunos provenientes de
otros países de Europa como el conocido judeo-francés Bloch.
La mayoría de los portugueses y españoles judíos que
llegaron a nuestras tierras en aquellos lejanos tiempos, se convirtieron al
catolicismo. No existe registro alguno que pruebe que en Bolivia, familias
judías hubiesen continuado profesando su religión desde el período colonial, o
que se identifiquen plenamente con sus ancestros judíos, “excepto quizás,
algunas, sentimentalmente”.
No sólo efectuaron el largo viaje grupos de semitas
provenientes de países de origen latino sino también de otros lugares al otro
lado de “la mar océano”. En 1904, varias familias ruso-judías hicieron su
ingreso a Bolivia, algunas de ellas como destino prefijado y otras como mero
capricho del destino. Elkin, traduce de la lengua-Yiddish la impronunciable
palabra “farblondzhet”, que entre sus nueve consonantes y apenas tres vocales
denota o explica “que estas gentes se perdieron y se encontraron en Bolivia por
equivocación”. Para 1917, el Comité Americano de Judíos censó a veinticinco
familias de esc origen que vivían en nuestro país.
Entre 1935 y 1937 llegaron a Bolivia pequeños grupos de
judíos especialmente de Polonia y Rumania.
Los Judíos
¿Cómo puede describirse o esbozar el biotipo, la figura, el
semblante o la fisonomía de un judío? Según el antropólogo Eugene Pittard
muchos de ellos están lejos de poseer los rasgos que según algunos antropólogos
tipifican a la “raza judía”. No hay un tipo judío, hay tipos judíos.
Verdaderamente, es así. Los judíos bolivianos tienen características físicas o
tipos diversos. Hay entre ellos rubios de ojos azules como también morenos y de
ojos negros.
Los judíos pertenecen a una comunidad “religiosa y social”
en la que se han integrando a lo largo de la historia y el tiempo individuos de
razas distintas. “Estos hebraizados han podido proceder de todas las capas
étnicas, tales como los fatacha de Abisinia, los alemanes de tipo germánico,
los tamil –judíos negros– de la India, o los khazares, que se suponen son de
raza turca”.
Siguiendo al mismo Pittard los más representativos, y
conocidos de Europa, serían los sefarditas españoles, que reúnen las
características iniciales de esa raza. Para sorpresa de muchos, se da por
improbable que los rubios o castaños y de ojos claros que viven generalmente en
la Europa Central, “puedan biológicamente emparentarse con las poblaciones
israelitas originales”, las que vivían alrededor del Jordán.
Antropológicamente, el índice cefálico de los judíos va
desde la dolicocefalia a la hiperbraquicefalia y su estatura fluctúa en una
media de 1.60 a 1.69 m.
Se calcula que unos 12 millones de judíos viven repartidos a
lo largo y ancho del planeta, dando fe de su extraordinaria capacidad de
aclimatación y ubicuidad.
Ser judío significa algo más que usar un apellido. Según
Boleslao Lewin, la definición objetiva del judaismo es “un complejo de
tradiciones históricas, creencias religiosas, vivencias sociales, fidelidades
étnicas y rechazos de presiones enemigas... eso no es fácil de entender...
involucra imponderables... los israelitas son difíciles de comprender sobre
todo porque el ingrediente que se llama fidelidad a la grey juega en ello un
importante papel. En la conservación del judaismo está interesada una gran
parte de los judíos y, también cierta porción de antisemitas porque, si no, se
acabaría la razón de su existencia”. Esta última condición del factor
dialéctico, que hace posible su existencia, es muy importante a lo largo de la
historia.
Después de la Guerra del Chaco Suenan los clarines de la paz
Bolivia, a la conclusión de la guerra del Chaco con el
Paraguay en 1935, se encontraba devastada.
La terrible derrota había minado el ánimo de los
bolivianos, agravada por el espectáculo deprimente de “calles e iglesias
teñidas de luto; gentes de todos los niveles sociales que se estremecían ante
la tragedia que les llegaba de una u otra manera” y por la serie de
problemas de orden salubritario, epidemias, como la tifus exantemática que
hacía presa de la depauperada población. En Tarija, se presentó la
poliomielitis o parálisis infantil. En Cochabamba y Santa Cruz, índices
alarmantes de muertes por la fiebre amarilla. La viruela, la tuberculosis y la
lepra cundían por todo el territorio, así como las enfermedades venéreas. Por
efecto de la guerra, la desocupación y la pobreza se hacían inmensas en todos
los confines del territorio nacional. Una inusitada violencia prolongó el
horror de la guerra, cobrando sus víctimas en todos los estratos sociales. Este
estado de cosas coadyuvó a la desorganización, al abatimiento y al malestar
social.
A ese escenario, se sumaba el de una Bolivia carente de
vertebración territorial consistente. La precariedad de los caminos y las pocas
vías férreas que hacían lento y sufrido el tránsito entre las principales
ciudades y provincias del eje comercial apenas sostenían un escaso comercio,
como escasa era la vivienda y la infraestructura educativa.
Es en este período crucial de nuestra historia, que llegan
los judíos a territorio boliviano. El fisco empobrecido y preocupado por
unificar la nación carecía de toda posibilidad de sustentar a los recién
llegados, sumergidos en un limbo exegético histórico y teológico difícil de
penetrar. Además de ello, los judíos tenían en contra tres importantes
factores: “su religión, su origen étnico y su experiencia en una diferente
forma de vida”
Por lo tanto, Bolivia, después de haber sido la coyuntural y
primera tabla de salvación para los refugiados, se convirtió en “país
trampolín”.
Política de “puertas abiertas”
Pese a todo lo expuesto, Bolivia se constituyó en el país
más tolerante en materia de inmigración. El presidente de ese entonces, Tcnl.
Germán Busch, y el Consejo de Gabinete, habían acordado una política
inmigratoria llamada de “Puertas Abiertas”.
El Estado había aceptado a los refugiados no sólo por
humanitarismo, como lo demuestran las medidas cronológicamente anotadas, sino
para impulsar el desarrollo del área agropecuaria. Casi todos los judíos venían
con la condición y visa de agricultores, aunque se sabía que dicho carácter era
sólo nominal, un recurso y un pretexto de los hombres y mujeres itinerantes
para ser aceptados por un país que necesitaba urgente mano de obra en ese
rubro.
La realidad fue otra, la gran mayoría de ellos, era
comerciante o planeaba dedicarse al comercio.
No debe dejarse fuera de este análisis el atrayente aspecto
que representaba para el país o para algunos funcionarios gubernamentales de
entonces, la recaudación por concepto de la venta de visas.
El 16 de febrero de 1939, y en vista de la gran cantidad de
inmigrantes, se vio por conveniente nombrar:
“un Oficial Mayor con las facultades y preeminencias
inherentes a su jerarquía, y con la suficiente capacidad y experiencia para
darle un verdadero sentido y cabal interpretación a esa política, para que se
obtengan los beneficiosos resultados que persigue el gobierno nacional.
Considerando que la Dirección de Inmigración ha encontrado algunos
inconvenientes en su desenvolvimiento, debido a la no existencia de unidad de
conducción técnica y administrativa. Resuelve que el Oficial Mayor a ser
nombrado, recaiga en un personen) diplomático y consular por su conocimiento de
idioma, de legislación, de costumbres de otras modalidades, de costumbres de
otros países extranjeros en general” (Archivo del Ministerio de rr.ee Culto
e Inmigración. Registro No. 9. folio 209.211.)
El 2 de mayo del mismo año de 1939, el Ejecutivo, viendo que
ya la capacidad de absorber la migración había llegado a su límite decide:
“Que era necesario construir un hotel de inmigrantes que se
impulse a la construcción de viviendas, que se realizará un censo de
inmigrantes para estudiar sus actuales medios de trabajo y su ocupación futura
conforme a los intereses del país, así como determinar la calidad de pasaportes
con las que ingresaron, sus medios de vida y ocupación, etc. Que para llevar a
cabo este plan racional se necesitaba tiempo. Decreta: Se suspende el ingreso
de judíos por el término de seis meses. Aceptando solamente a aquellas personas
que acrediten como condición previa haber girado un capital mínimo de 2.500
dólares al Banco de Bolivia. Toda visación o autorización otorgada hasta el 30
de abril de 1939 es válida. Las posteriores se considerarán ilegales y se
procederá a su expulsión del país”. Fdo. Tcnl. G.Busch-E. Diez de Medina. C.Salinas...
(Este cobro en dólares sería posteriormente objeto de un escandaloso
“negociado” impugnado al canciller E. Diez de Medina (firmante) y a dos de sus
colaboradores.)
Sin embargo, las medidas restrictivas arriba expuestas,
nunca se llegaron a efectivizar por la imposibilidad de ejercer un riguroso
control sobre la ingente cantidad de refugiados y también por la dificultad de
evitar la coima y la falsificación de documentos de todo tipo. Por otro lado,
la imposición de las medidas dispuestas por las normas mencionadas resultaban
difíciles de sustentar y aplicar, debido a que la comunicación con las
autoridades consulares acreditadas en Alemania y el resto de Europa, se hacía
cada vez más dificultosa y lenta.
En enero de 1941, el Cónsul de Bolivia en Alemania, Señor
José Saavedra Suárez, se quejaba: “no tenemos ni valija diplomática”. Por esta
dificultad las leyes y regulaciones emitidas por la Cancillería llegaban tarde,
mal y nunca.
A fines de junio del 39, el gobierno resolvió aceptar el
siguiente ofrecimiento, el mismo que se registra en esta nota: “Varias familias
judías piden ingreso al país trayendo $ 500 por persona ”. Las autoridades
aceptaron, pero con la condición que el pago se haga antes de venir,
depositando la suma en un banco, y luego se les devolverá el equivalente en
plata nacional.
En enero de 1941, cuando seguramente se llegó a saber de los
problemas sociales, que causó la inmigración (como se verá más adelante), el
informe de la Legación de Bolivia en Alemania se preocupa por:
“La mala calidad del elemento que se prepara para viajar a
Bolivia en calidad de “agricultores” –y recomienda– que en adelante se
orientará la política migratoria sobre la base de una selección cuidadosa del
elemento que se desea incorporar a la vida nacional”.
En otras palabras, se recomienda la no aceptación de judíos
y –en su lugar– aconseja que el país se prepare convenientemente para una
migración planificada.
“La liquidación de la guerra europea, sea cual fuese el
resultado final, permitirá aprovechar grandes saldos demográficos. La nueva
fisonomía política que adoptará el viejo continente...provocará fuertes
emigraciones que el país debe tratar de canalizar...como las de los países
nórdicos...que lograron envidiables realizaciones de progreso político y
social. Elementos disciplinados, tradicionalmente laboriosos y con un alto
sentido de la civilización. Nuestro país no tiene actualmente capacidad para
recibir, ni menos para asimilar una gran corriente migratoria, porque nada hay
dispuesto en materia de organización para una empresa de esta naturaleza...
habrá que hacerla por etapas... y encarar el asunto común problema de selección
y calidad eficiente, antes que de cantidad”
¿Cuántos judios arribaron a Bolivia?
Se calcula que unas 8.000 personas fueron las que lograron
salvarse en Bolivia, algunos estiman que fueron hasta 35.000, asunto que no
está debidamente probado.
En 1938, la ciudad de La Paz se vio súbitamente ocupada por
más de dos mil judíos. Los voceros oficiales del gobierno del presidente Germán
Busch, explicaron a los diferentes medios de prensa, que se trataba de
agricultores que venían a trabajar al altiplano, el valle y el oriente
boliviano.
1939, fue el año en el cual más inmigrantes recibió el país.
El periódico La Calle del 9.10.39, lo demuestra con cifras; en el lapso de 20
días en los meses pico, ingresaron más de 600 judíos al territorio.
De esos ocho mil judíos que llegaron al territorio boliviano
hasta 1940, disminuyeron a 4.200 en 1947, o sea a un 1% a 0.75% de la población
judía total de América Latina. Los datos estimativos publicados en 1987, dan
cifras significativas sobre la cantidad de judíos residentes en Bolivia: en La
Paz, 480; en Cochabamba, 120 (según la Asociación Israelita de Cochabamba en
1940 radicaban 500 judíos); en Santa Cruz, 40 y, en Tarija, 10, haciendo un
total de 650 individuos.
Resumiendo, se estima que entre los años de 1938 hasta el
40, la migración es muy numerosa especialmente los provenientes de Europa
Central y Oriental, entre el 40 y el 46 van disminuyendo considerablemente, del
año 1946 al 52, se dan las últimas corrientes inmigratorias integradas
generalmente por algunos sobrevivientes del holocausto.
¿Cuáles fueron los motivos para tan drástica reducción?
Bolivia no se constituía en un país notablemente atractivo
por varios factores, entre los principales se pueden señalar los siguientes: la
inestabilidad política (Dos de seis entrevistados informaron haber sido presos
en varias oportunidades por el Cnl. San Román y el Cnl. Gayán, sin razón alguna
y que luego fueron puestos en libertad. Esto en el primer período de gobierno
del mnr entre 1952 y 1956, este partido político fue tachado de pro nazi y
muchos se sintieron amenazados de una nueva represión antisemita.) , la escasa
población producía poca actividad industrial y comercial, el insuficiente
aparato educativo. Para algunos, la amenaza de una nueva represión de tipo nazi.
Otros aseguran que no había oportunidad de ejercer “profesiones exóticas”,
dado el retraso que sufría el país (se refiere a técnicos superiores en el
campo industrial). Varios coincidieron en que no se dejaba trabajar en las
áreas de la salud (preferida por los judíos), los médicos bolivianos habían
saturado ese servicio.
Así, unos antes y otros después, compraron su boleto sólo de
ida hacia otros horizontes, algunos a Israel, donde buscaron sobre todo
constituirse en parte activa del “nuevo-antiquísimo” Estado de Israel
(1948 adelante). La Argentina, el Brasil, Estados Unidos y el Canadá
principalmente, fueron los países más buscados por los judíos que llegaron
inicialmente a Bolivia.
El ingreso de los refugiados en forma legal, se dio en su
gran mayoría vía Arica, tenían una visa chilena en tránsito y el ingreso se
efectuó por tren. Hubo contingentes que llegaron, por la misma ruta, hasta
Sacaba, Cochabamba, mientras que el transporte era pagado por el Hicem. Otros
judíos ingresaron por las fronteras con el Perú, también ellos contaban con la
misma visa de “en tránsito para Bolivia”. La mayoría portaba un pasaporte con
una gran letra “J”, en toda una página.
Algunos llegaron primero al Perú por vía marítima,
recorrieron por tierra el tramo hasta el Lago Titicaca perteneciente a ese país
y a Bolivia y desembarcaron en el Puerto de Guaqui.
Reacción de la población, la prensa, el escándalo
Si hacemos un examen retrospectivo en cuanto a la
inmigración judía, se detectan con claridad los cambios de actitud en una buena
parte de la población, que los recibió de la mejor manera y hasta con
curiosidad.
Este artículo resume así:
“Primero todos esperaron y ansiaron su llegada, se creía que
traían al país métodos de trabajo modernos, que se dedicarían a la industria
productiva unos y otros a roturar el campo... en cambio se pusieron a disputar
el sitio a los pequeños comerciantes, a los artesanos... más aún se dedicaron a
instalar sitios de insana diversión, donde hoy se malogra buena parte de la
juventud y en el que el feliz propietario especula desenfrenadamente ”
“El sentimiento para con los inmigrantes fue pasando a ser hostil... hoy
exacerbado profundamente... pedimos al Sr. Presidente solucionar este asunto...
la falla está en la imprevisión de su llegada... el pueblo está indignado...
Antes que se manifieste esto violentamente mediante hechos que es mejor
prevenirlos con oportunidad” (La República 30/5/40.)
A fines de 1939, Emilio Sarmiento y Alberto Estenssoro
Alborta denunciaron ante el presidente Busch haber descubierto un negociado de
venta de pasaportes y cartas de nacionalización para judíos en Europa. Este
negociado estaba conectado con esferas administrativas de La Paz. El problema
se hizo público y asumió ribetes de escándalo y, a raíz del mismo, el Canciller
Eduardo Diez de Medina se vio obligado a renunciar, así como otros altos funcionarios
involucrados de la embajada y consulado bolivianos en París.
El arribo de los ̒agricultores, que en realidad se ocuparon
de copar el pequeño comercio en manos de nativos que protestaron por la
usurpación de sus medios de trabajo, generó el problema social. Este hecho fue
utilizado políticamente, los involucrados en la venta de visas argumentaron que
la oposición al gobierno les negaba asilo en una posición racistas, antisemita
y que ellos eran lo contrario. Este situación generó, a su vez, una ardiente
polémica en la prensa. En 1940, el debate llegó a las Cámaras y se acusó al ex
canciller de “prevaricato, soborno, cohecho, malversación y extorsión”.
La cuestión que al principio se originó por el malestar
social doméstico derivó en un ardoroso antagonismo político. El naciente
partido denominado Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), se identificó
con el clamor popular y formaron la oposición, por lo que fue catalogado de
antijudío y racista.
La prensa se vio involucrada en una bola de nieve que iba
cobrando cada vez mayor volumen. Así, el periódico de la derecha “Ultima Hora”,
fue calificado como el vespertino judío del oficialismo y, “La
Calle”, vinculado al nacionalismo emergente, como el matutino nazi de
la oposición.
Mientras tanto, en las Cámaras, varios parlamentarios
defendieron a los judíos, como el HH. Demetrio Canelas, quién manifestaba:
“Que Bolivia siga ayudando humanitariamente a una raza
perseguida, despojada de sus bienes, de sus derechos y de su hogar”.
Por otro lado el HH. Carlos Salamanca sostenía:
“Que mientras no se regule la migración con una ley
especial, se suspenda su ingreso al país ”. Por su parte, el HH. Roberto
Prudencio argumentó en contra del asilo, en estos términos: “Estos
elementos cuando no pueden salir de una nación, viven en ella pero sin conexión
espiritual... sino que viven en forma internacional. No conocen ni les interesa
conocer las necesidades, ni el progreso, ni la historia del país donde viven,
ni aportan ningún benefìcio a su economia. No es pues esta raza la que debe
poblar nuestro territorio, nosotros necesitamos hombres que se arriesguen en
nuestro suelo, a ser verdaderamente bolivianos, a hacer tradición de amor a
nuestra patria, a laborar por nuestro progreso y nuestra cultura ”.
En mayo de 1940, el comisario de inmigración decretó la
suspensión indefinida del visado para inmigrantes judíos. Sin embargo, el
proyecto de ley no fue finalmente ratificado por el Legislativo. En 1942, la
Cámara de Diputados, por 41 votos contra 24, aprobó un proyecto de ley
tendiente a prohibir la inmigración de “negros, mongoles y judíos”. Dicho
proyecto fue anulado por los senadores que censuraron tal discriminación. En
marzo de 1943, el gobierno dio el visto bueno para visar a un centenar de niños
judíos.
Si bien para muchos bolivianos el problema del
negociado de visas fue un reprochable escándalo, para los judíos de ayer y
de hoy, tuvo una connotación totalmente opuesta. Ellos estuvieron y están
eternamente agradecidos a aquellas personas que les facilitaron como
fuese, la visa o pasaporte a la vida, la cual no tiene precio. Así,
en esta viña del Señor y en esta historia tan relativizada por las posiciones,
los corruptos devienen héroes. Todo depende del color del cristal con que se
mire y desde dónde.
La revisión de los periódicos de la época nos demuestra cuán
dividida estaba la prensa y a qué grado llegó su carga política plagada de
filias y fobias. Se sobrecargaron las tintas y se enardecieron los ánimos, se
esgrimió el argumento de que los inmigrantes contaban con múltiples profesiones
y ocupaciones y en realidad no se dedicaban a la agricultura como se habían
comprometido sino a quitar el trabajo a los nativos.
El periódico La Calle, afanoso en borrar su imagen
tendenciosa publicó:
“No comulgamos con el antijudaismo... hoy recurso politico
(nazi) para acabar con la acción de la inteligencia y la cultura humanas.,
judíos los más grandes cerebros de la humanidad” Y sigue: “Tres millones de
bolivianos oro trajo la migración hasta hoy a nuestro país... deberá
seleccionarse la calidad profesional de los inmigrantes... debería preferirse
al elemento campesino, no al que busque en la buhonería una fácil ventaja ”
(La Calle 9/10/38.)
A principios de 1940, bajo la presión de la legación alemana
en La Paz, el gobierno clausuró el periódico judío Juedisch Rundschau, cuya
publicación no habría de reanudarse sino siete años más tarde. En el curso de
ese año cundió la agitación nazi, instigada por los agentes del Tercer Reich.
Periódicos como El Diario, que antes había adoptada la causa de los inmigrantes
judíos, se volvió antisemita. Durante las reuniones que debatía la Cámara de
Diputados sobre el problema de los visados y la participación en ello de
Eduardo Diez de Medina, la barra de la Cámara gritaba a coro “abajo los
judíos”. Las paredes de las calles paceñas se vieron empapeladas de carteles
antisemitas.
En el frontis del Club Alemán se leía un gran cartel con la
siguiente nota: “No se aceptan ni perros ni judíos”. En el Colegio Alemán, se
lucía una bandera con la “svástica”, se celebraba el cumpleaños de Hitler y los
alumnos de ese establecimiento, tenían la obligación de componer poesías
alusivas al Führer. Sin embargo, su director Herr Rudolf, protegió a la única
alumna judía-alemana, para que no sufriera ningún tipo de discriminación, en el
colegio a su cargo.
Transcribimos la tendenciosa nota del periódico La Calle:
“Pese a la impiedad y la herejía una muchacha boliviana contraerá nupcias con
el judío de Nazaret”. (Estos matrimonios mixtos no fueron pocos). Una connotada
intelectual boliviana de la clase alta se casó con un judío de su misma
condición, el hecho provocó una serie de comentarios no siempre positivos,
entre la conservadora sociedad paceña. Otro judío-austríaco apellidado Flavel,
dueño de una tienda de telas llamada “Danubio”, al quedar viudo se casó con su
empleada, una mujer de pollera.
Mientras tanto, en esos mismos días, Hitler había decretado
la disolución de los actuales matrimonios entre arios y judíos, so pena de que
el cónyuge ario sea considerado judío.
En julio, se arrestaron a varios oficiales bolivianos del
Ejército y otros funcionarios, bajo la acusación de haber planeado un golpe de
estado nazi. El ministro alemán Ernst Windler fue declarado persona no grata y
se lo deportó. Se clausuraron los periódicos La Calle y el Inti, por haber
iniciado la propaganda antisemita y sus responsables fueron encarcelados. El
otro brazo de la prensa, representado por los periódicos La Razón, La Noche y
Ultima Hora, editaban sendos artículos en defensa de los semitas.
La germanofilia y la judeofobia de una parte de la
población de esa época disminuyeron notablemente. Como bien apunta Magnus
Mórner, “Los Latinoamericanos tienden a interpretar acumulación en términos
biológicos. Ellos han ya digerido una variedad sorprendente de variedad de
gente y esa su capacidad de absorción incluye a los judíos ”.
El 6 de abril de 1943, una parte del periódico La Razón
anuncia que el presidente de Bolivia había decretado la movilización en todo el
país, ya que se declaró la guerra a los países del eje.
“Considerando: Que la movilización integral, permitirá
intensificar la producción e impulsar las obras viales, relacionadas
directamente con la defensa continental y el futuro desarrollo industrial
boliviano” (La Razón 8/4/43.)
Para el 30 del mismo mes, se congelaron los fondos de los
súbditos del eje residentes en el país. “Los bancos comerciales de la República
recibieron órdenes de bloquear sus cuentas corrientes y los valores fiduciarios
que tenían en depósito”.
Poco a poco el racismo tendió a debililtarse pero no
desapareció. Se hizo subyacente y amparado por elementos pro-nazis, el mismo
que no llegó a provocar ningún tipo de violencia que pusiera en peligro la vida
los judíos o su quehacer cotidiano.
Solidaridad a la grey
Son hasta hoy reconocidos como héroes, dentro de la
comunidad judía, los que una vez a salvo en Bolivia, hicieron todo lo posible
para que otros y especialmente sus parientes, lograran huir a tiempo de Europa.
Generalmente lo consiguieron, y muchas veces por medios ilícitos.
De hecho muchas novias, padres, hermanos e hijos,
recibieron, desde esta lejana tierra desconocida y extraña, la ansiada ayuda.
Como la de aquel romántico semita Jacobo Chotiner, “que valiéndose por medios
fraudulentos hizo ingresar a la señorita Josefina Olgauer, tramitado por él, el
pasaporte... falsificando la firma de la mencionada, según parece en documentos
bancarios, para hacer ver que poseía la cantidad suficiente en divisas,
requerida por la ley, sin cuyo requisito no era procedente el visado de
ingreso. Se halla preso... con autocabeza de proceso, fundado en el artículo
637 y siguientes del Código Penal y el Art. 8 de la ley de noviembre de 1940. (La
República 5/7/41)
En este caso, la ley tenía que ser cumplida, pero hubo la
gran mayoría que no pasó por esa vigilancia.
Oro parte reporta que se les negó la libertad provisional a
Max Sittenfel y Jorge Jacoby, acusados de falsificación de nada menos que, “la
firma del ministro de Inmigración y, por soborno para la obtención del sello de
aquella repartición”. (La República 8/5/40)
Algunos bolivianos que vivieron en esa época afirman que se
debe a los judíos el haber institucionalizado las coimas a las autoridades
bolivianas. La ley del “todo vale” se constituía en algo totalmente válido y
legal ante el peligro. Por lo tanto, la coima, el cohecho, la fragua de
documentos de todo tipo se convirtieron en tabla de salvación.
Violencia
Ciertos judíos fuera de razón y de justicia, ejercitaron
actitudes censuradas por la población. En esa época turbulenta, sobre todo por
los amargos recuerdos de la gran primera guerra, enfervecida por las pasiones
de un radicalismo secante sito en la Europa Central y transmitido por
centenares de agentes a todo el mundo, los emigrantes eran presa de obsesiones,
neurosis, miedos, amarguras, venganzas y delirios que atormentaban sus noches y
perseguían sus días. Nada hay que justifique la violencia pero quizás la
explique, en alguna medida, este universo de tensiones que a veces estalla sin
control y obliga al humano a obrar de manera desenfrenada.
Hubo casos de violencia no sólo verbal sino de hecho contra
autoridades, funcionarios públicos, ciudadanos bolivianos. También entre los
mismos judíos, hechos que llegaron hasta el asesinato. Tempranamente para las
migraciones, ya en 1937, se juzgaba a un tal Salomón Litman por la muerte de
Andrés Liberman. Otro, un tal Martín Rapp, acusó a un pariente suyo, Markus
Kammermman, “de locura para quedarse con su dinero, la policía de
seguridad... lo examinó médicamente, el fallo fue que gozaba de completa
salud... el picaro fue puesto bajo rejas. (La República 12/7/40)
También se ejerció contra ciudadanos bolivianos de a pie.
Transcribimos esta nota:
“No es la primera vez que la prensa tenga que referirse a
los constantes atropellos que vienen cometiendo los falsos “agricultores”...
Hoy debemos condenar el cobarde atropello... por un judío, quién agredió en forma
torpe y despiadada a una menor de 15 años en la Colón esquina Recreo... lo que
motivó la decidida intervención de los circundantes... se pide a las
autoridades policiales tomen medidas ejemplarizadoras contra estos elementos
que abusan de la hospitalidad generosa que les brinda nuestro suelo” (La
República 15/6/40)
Otra forma de violencia era, sin lugar a dudas, la
explotación a obreros nacionales, especialmente de mujeres que trabajaban en
pequeñas y medianas industrias pertenecientes a judíos, con jornadas de trabajo
de más de 8 horas diarias (En la Casa Tod de Confecciones, las empleadas salen
a la una de la tarde y a la diez de la noche. Cuando se protestó, respondieron
que hay otras fábricas donde salen más tarde aún. ¿Dónde están los inspectores?
La República 24/7/40.), que iban contra las disposiciones legales vigentes (si
se quejaban al Ministerio de Trabajo eran automáticamente retiradas de su
fuente de trabajo). Contratos por sólo 89 días, situación que no les permitía
acogerse a las leyes de protección social. Bajísimos salarios y también acoso y
abuso sexual (“Caso ocurrido en la Fábrica de Confecciones Americana, con una
costurerita abusada por el judío propietario... El padre de la víctima presentó
demanda de desahucio e indemnización contra F. Knopfmacher, junto a
certificados médicos... el judío ofreció una transacción de 2.000 Bs.” La
República 22/10/42.).
Casos de estafadores: “Son varias las denuncias ante las
autoridades de la División de Investigaciones... escoltado desde Corocoro el
Judío David Reich, quién ha consumado dos estafas, una a Don. A. Peñaranda por
2.500, y 3.000 Bs. a la Sta. Ocampo (La República 29/8/40)
La vivienda
En efecto, la ciudad de La Paz, primer punto de arribo, no
estaba preparada para recibir a tal cantidad de personas. Los escasos
propietarios alquilaban sus viviendas, dada la gran demanda, a precios
increíblemente elevados. En casas estrechas y hasta en una sola habitación se
hacinaron varias familias que al juntar sus recursos, podían pagar una renta
mayor, desplazando a los inquilinos bolivianos.
El barrio que recibió a mayor cantidad de refugiados fue en
primer lugar, la zona Central, luego del Barrio de Sopocachi, Miraflorcs, donde
funcionaba el Colegio Ingavi con alumnos judíos en su gran mayoría.
¿En qué ciudades se radicó la mayoría? Lo hicieron en La Paz
y Cochabamba principalmente. Una por ser la sede de gobierno, la más grande,
donde había mayor oportunidades de trabajo y, la otra, por el clima. También se
asentaron en Tarija, donde en un momento dado fueron dos judíos los que
ocuparon el poder local, el uno como Prefecto de departamento y el otro como
Alcalde del pueblo. Otros se trasladaron a Santa Cruz y hubo aquellos que
prefirieron los centros mineros.
El comercio
Los judíos comerciantes trajeron una serie de novedades. Por
ejemplo, la modalidad de vender en las calles, con sus mercancías a cuestas
para ofrecerlas de casa en casa aceptando inicialmente y sin garantía una
pequeña cuota de pie con el compromiso de parte del cliente de pagar lo
restante en cómodas cuotas mensuales, implantando así el conveniente “crédito”
antes desconocido, una suerte de microfinanciera unipersonal y privada.
Desde entonces, se constituyeron en parte del paisaje urbano
los puestos ambulantes de “hot-dogs” al paso, producto de las nuevas fábricas
de embutidos y salchichas, como por ejemplo “La Paceña” de la familia Dorfler.
Peleteros y sastres de profesión se dedicaron a la
confección de abrigos y ropa cosida por tallas y en serie. Un rubro interesante
fue la industria de corbatas.
Tiendas de abarrotes, cafés, restaurantes, hoteles no sólo
en la ciudad sino en provincias como el Hotel Hamburgo de Coroico, aparecieron
de la noche a la mañana. También abrieron novedosos “Night Clubs” o “Boites”.
Extranjerismos como la palabra “taxi”, antes se les nombraba
“auto de alquiler”, también fueron parte del lenguaje cotidiano.
¿Traían dinero?
Los judíos que en su lugar de origen habían tenido fortuna,
o un buen pasar, la gran mayoría cruzaron el Océano sin casi nada. Unos cuantos
pudieron o tuvieron la oportunidad de sacar dinero y joyas, otros llegaron con
muy poco dinero y los más lo hicieron, como ellos mismos reconocen “parados”,
pero con muchísima capacidad para en un corto período de tiempo, hacer dinero.
La solidaridad de su grey, también en ese caso, jugó un
papel muy importante. Al recién llegado que no contaba con dinero, ni con
vivienda, se le donaba su primer casimir para que lo vendiera y a partir de eso
de lo “soltaba a la calle” para que se ganara la vida. También se le daba
alojamiento temporario, no importaba cuántas familias pudieran entrar en una
habitación. El semita que ya poseía una empresa empleaba a sus paisanos, como
es el caso de la Sra. María Schrroeder, quién contrató a Erwin Leidinger
(sastre de profesión), para hacer el recorrido al volante de una movilidad a su
Hotel Hamburgo, en la localidad de Coroico. Este hecho provocó la encolerizada
protesta de los choferes profesionales que cubrían ese tramo. Inmediatamente
surgió la amenaza de huelga y la protesta de la prensa, así, la Sra. Schrroeder
anuló el contrato al desocupado.
Otros empleados, los más desafortunados, vagaban por las
calles como pordioseros, hasta poder conseguir trabajo remunerado.
La industria
La industria textil adquirió impulso en manos y voluntad de
los judíos y fue la anticipación de consistentes esfuerzos como los de la línea
Batt de la familia Iberkleid que hoy en día no sólo abastece la demanda
nacional sino que se dedica a la exportación de excelentes tejidos de algodón.
Otro ejemplo es la tabacalera, instalada originalmente por el judío ruso
Enrique Kavlin, que abrió la “Casa Kavlin”, primera en el rubro de todo lo que
incumbe a la fotografía. Se abrieron embotelladoras de aguas minerales como la
Huancapampa y Següencoma.
Talleres de carpintería en general y mueblerías, mecánicas
de instrumentos de precisión, así como rejerías, puertas y ventanas de metal,
de alfombras y de colchones fueron establecidos con esfuerzos como los del
judio húngaro Labator que instaló una fábrica de maquinaria para la elaboración
de listón, alambrado y otros productos de metal. El año 1943, se organizó una
feria exposición industrial auspiciada por la Sociedad de Protección a los
Inmigrantes Israelitas, en la cual se instalaron instrumentos de alta precisión
como microscopios, instrumentos de óptica, artículos eléctricos, mecánicos y
tapices.
También los “gringos jeringos”, como algunos los llamaban
por la rima de las dos palabras, trajeron una nueva moda en el vestir, falda
más corta para las mujeres y colores más alegres y claros.
Ciencia, tecnología y arte
Así como se insertaron en el comercio, lo hicieron también,
en menor escala, en la vida cultural y científica. Un digno ejemplo es el del
Dr. Roberto Herzemberg, geólogo y químico, que trabajaba para la empresa minera
de Mauricio Hoschild y descubrió como producto de sus pesquisas, un nuevo
mineral, el que fue registrado con el nombre de Herzenbergita (Sn-s2), en la
nomenclatura universal. El mismo científico se hizo célebre, asimismo, por su
rara habilidad en el diseño de estampillas que enriquecieron la filatelia
nacional. Otro judío minerálogo ocupó el decanato de la Facultad de Minería de
Oruro y la docencia por muchos años, fue el ingeniero Jorge Knoepfelmacher.
También se contó con prestigiosos médicos como Germán
Hirsch, que en la década de los 40 ocupaba la cátedra de ginecología y
obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad Francisco Xavier de
Chuquisaca, y que fundó el primer Instituto de Can-cerología en el país. El Dr.
Guillermo Muller, ginecólogo, administró su propia clínica en La Paz. Años más
tarde, figuró con luz propia la Dra. Ruth Tichauer, internista de renombre,
quien atendía gratuitamente a las personas de escasos recursos, en un
consultorio al lado de la Iglesia del Gran Poder (antigua), y que después de
jubilarse, realizaba viajes bisemanales a la localidad de Puente Villa en
Yungas, donde realizaba la misma loable labor. A su muerte, muchísimas fueron las
personas agradecidas que lloraron su partida.
Otros galenos que se quedaron en el país y realizaron una
excelente labor, fueron los doctores: Alenjandrovic, Lublin, Herber
Waltersphiel, gran internista, Kelemberger, Asencio Rebon, Wenger, patólogo de
primera, que luego de un tiempo se fue a radicar a Venezuela, Max Bieber en el
campo de la fisioterapia, Julio Meier que se fue al Brasil posteriormente, Dr.
Katz y otros.
Un verdadero aporte en el campo de la arqueología, sin lugar
a dudas, fue el provisto por el judío alemán Arturo Posnasky, quien por muchos
años se desempeñó como director del departamento de arqueología y paleontología
de la Universidad Mayor de San Andrés, mientras investigaba el origen del
hombre americano. Es notorio, asimismo, el abundante material bibliográfico
publicado por su persona.
Su profesionalismo y su aporte a la cultura boliviana fueron
reconocidos en aquella época. El Dr. Posnasky, fue nombrado Delegado de Bolivia
en el Congreso de Americanistas a llevarse a cabo en Lima (agosto de 1939).
Para tal efecto, se resolvió pagar sus gastos de representación y transporte.
En el área de la cultura, figuraron importantes literatos
como Gert Konitzer y músicos como Erick Eisner y Hugo Landesmann. Estos
últimos, dirigieron la Orquesta Sinfónica Nacional y otros, que posteriormente
tuvieron la batuta o un instrumento en la orquesta.
Un capítulo aparte se merece el bibliófilo, editor y
bolivianista, Don Werner Guttentag, quien se constituye en un significativo
aporte para la cultura boliviana.
El Judío minero
Un judío que tuvo éxito en la minería fue sin lugar a dudas
Mauricio Hochschild de origen alemán, quien luego tendría un papel protagónico
con la gran migración de 1939. Hochschild llegó durante la Primera Guerra
Mundial y vivió en Bolivia más o menos 35 años. Junto a Carlos Víctor Aramayo y
Simón Patiño, constituyó el grupo de los tres más grandes mineros de estaño en
el país. Fueron llamados desde entonces “los barones del estaño”.
A la muerte de Hochschild acaecida en París en 1965, su hijo
heredó la cantidad de mil millones de dólares. Producía el 30% del estaño
boliviano. (El Diario 14/6/65)
La colonia agrícola
Se debe a Hochschild la implantación de una colonia agrícola
en el Nor-Yungas paceño cerca a la localidad de Coroico. Del costo total del
proyecto, él pagó US$ 200.000; el resto correría a cargo de la Corporación
Económica de Refugiados (Socobo) y de la reunión de los colonizadores hasta
hacer un total de US$ 338.150.
El plan calculaba que hasta fines de 1940 se podrían
establecer unas 250 familias. Sin embargo, para 1943, apenas llegaron 42
familias. Seis años después, tan sólo unos cuantos colonos permanecían en la
región.
El intento que no había sido planeado ni por el gobierno ni
por los judíos, no tuvo éxito. Fue un completo fracaso. Ello se debió a
múltiples factores, como el hecho de que la mayoría de los colonos no eran
agricultores y que el acceso a la región era de mucho riesgo porque los caminos
eran angostos, sinuosos y al borde del precipicio, en los que era casi
imposible el cruce de dos carros en sentido contrario. El poco tráfico
vehicular sólo permitía la alternativa de un ingreso a lomo de mula.
Por otro lado, el terreno no era apto para la agricultura
por ser muy escarpado en declive, prácticamente sin planicies para el sembradío
sistematizado, con pocas posibilidades de producir una amplia variedad de
productos, los cítricos y la coca para el consumo tradicional de los campesinos
y unas cuantas hortalizas. La región era insana por la extrema humedad y los
mosquitos, proclive a la malaria. Por otro lado, la falencia de colegios para
los niños en edad escolar se constituyó en otro problema. Pese a ello, los
mismos colonos se encargaron de transmitir a sus hijos algún tipo de
información y formación consistente en el desarrollo de sus valores culturales
ancestrales, las ciencias sociales y humanísticas. Inclusive hubo un grupo de
músicos que enseñaba a tocar algunos instrumentos. Todos ellos tuvieron
libertad de practicar su religión, como lo hacían los que radicaban en las
ciudades bolivianas.
La encuesta que realiza Sonia Herzemberg a 16 personas que
vivieron en la colonia, es valiosa (muchos datos de las misma están siendo
utilizados en este capítulo), ya que algunos conservaban diarios personales de
sus vivencias, muchos han fallecido, otros volvieron a emigrar a otros países y
son muy pocos los que se quedaron en Bolivia. El cuestionario registra una
amplia gama de respuestas, entre ellas, hay las que oponen los extremos dentro
de una posición casi maniqueista. Hay personas que opinan que allí
experimentaron un verdadero infierno, época que no quieren ni siquiera
recordar. Hay otras que consideran que, en ese paraíso, pasaron los días más
felices de su existencia y recuerdan esos momentos de paz en contacto con la
naturaleza y libres del terror nazi que les tocó vivir en sus países de origen.
Colonia que cultivaba la armonía y la amistad allí tuvieron sinceros amigos que
conservaron no sólo en ese momento, sino hasta hoy en día.
Entre los miembros de esa comunidad se registraron colonos
de diversas nacionalidades como ser alemanes, austríacos, húngaros,
checoslovacos y polacos. Entre los judíos alemanes, que eran la mayoría, se
encontraba un sobrino de Henry Kissinger.
El gobierno se esforzó para poblar regiones de gran
potencial en el campo de la agricultura. Un primer intento fue el envío de
siete familias rumano-judías al Ichilo. Pero allí tampoco el Estado estaba en
condiciones de construir una mediana infraestructura que pudiera facilitar su
estadía; el proyecto, quedó en nada.
A manera de conclusiones
Creemos oportuno hacer unas previas deducciones. Primero,
abordaremos una inicial etapa con las primeras y segundas generaciones. Por lo
general, la conformaron personas más conservadoras y reservadas.
Esos judíos no se cohesionaron en un sólo bloque, entre
ellos hubo diferencias culturales, de nacionalidad, económicas y de linaje.
Fueron pocos los que se integraron, de alguna manera, a la
sociedad boliviana, salvo por los casos de matrimonios mixtos.
Formaron su propia comunidad o comunidades, enigmáticas y
distantes.
Si bien en un primer momento instalaron pequeñas y medianas
industrias de todo tipo, ello no significó un verdadero aporte para la
industrialización del país. Los demás comerciantes se quedaron con las
importaciones para cubrir un mercado interno. En el campo de la cultura y la
ciencia, hubo mayor actividad y provecho para el país.
En el segundo grupo están las terceras y cuartas
generaciones que son el resultado de un proceso. En ellas se percibe una mayor
y mejor integración al quehacer nacional en su conjunto.
Se ha visto algunos casos de apellidos judíos en altos
cargos políticos, como ser ministros de Estado y otros, los hay de derecha,
centro e izquierda, de acuerdo al partido en que militen. También se cuenta con
jóvenes judíos asesores de la cob (Central Obrera Boliviana).
En el campo económico, han logrado construir cadenas de
supermercados y sucursales de transnacionales en el área de alimentos.
Las nuevas generaciones están más identificadas con el país,
hablan un idioma común, el castellano, y no son pocos los que hablan la lengua
materna, pero son contados los que aprendieron el hebreo. Los matrimonios
mixtos son frecuentes, sin que ello implique necesariamente la pérdida de su
religión.
Absolutamente no existe ninguna prueba que judios,matarnos llegarán a la América colonial, llegaron cuando la segunda guerra mundial.
ResponderEliminarTodo Español que llegaba lo hacía por barco con permiso de la Corona y se pueden leer los archivos con nombres y apellidos,profesion,origen.
Esta historieta de marranos en América es algo que los judíos Argentinos se inventaron.
Todos los chapetones y criollos eran, son Católicos.
Bolivia abrió la puerta a los judíos refugiados que huían de discriminación, la heroína es que en Bolivia ellos descriminaban y preferían la compañía de ex Nazis por ser Alemanes que los Bolivianos, la mayoría se fue a Argentina y los que se quedaron fueron los que eran intelectuales,no religiosos que se acumularon.
Fue mejor ,calidad en vez de cantidad.
Los judíos alemanes descriminaban también contra las 2 familias Polacas.