TESTIMONIO DE FROILÁN JUSTINIANO PINTO HÉROE BENIANO DE LA GUERRA DEL CHACO

Foto: Froilan Justiniano durante la Guerra del Chaco.
Este artículo fue publicado en la Revista Pueblo de Leyenda, No 2. Trinidad, Beni, Bolivia, Junio de 2009.

Es realmente para mí un honor y doy gracias a DIOS el poder estar presente en esta conferencia en representación de mis camaradas de armas que aún están vivos y por aquellos que por el peso de los años se nos adelantaron a la mansión del olvido, pero fundamentalmente por aquellos que dieron sus vidas en la defensa de la patria y se quedaron en las candentes arenas y chaparrales del Chaco.
Haciendo recuerdo de mi juventud allá por los años 30, cuando tuve 19 años me fui a prestar el servicio militar junto con mi hermano Antonio que tenía 18 años, nuestro servicio militar lo hicimos en el Chapare, tumbando montes para hacer caminos para llegar de esa región a Cochabamba, los primeros meses los compartí con los dinamiteros haciendo volar parte de los cerros para hacer la sendas, luego sacar madera para hacer galpones para el campamento de los que realizarían un puente colgante sobre el Río San Antonio para pasar por SALSIPUEDES para poder llegar a Cochabamba; el 6 de agosto del 1931 en el cuartel, como era costumbre, todos los años se realizaba el sorteo entre todos los soldados del cuartel en el cual salí sorteado, me entregaron la libreta de servicio militar, cuatro día después de planear con mi hermano mi regreso a Trinidad, mi hermano Antonio se quedó a cumplir los dos años de servicio militar y luego viajó con el regimiento Padilla de Zapadores a la Zona de Operaciones donde falleció.
Al poco tiempo ya se sabía de las diferencias con Paraguay y el enfrentamiento armado, pero había un decreto que los benianos no participarían en la guerra con Paraguay por su escasa población, recién el 1933 se realizó el reclutamiento de la reservas militares del Beni por ser una necesidad urgente; me presenté el 12 de noviembre de 1933 al igual que muchos benianos, de San Javier nos vinimos a Trinidad a presentarnos, por nombrar a algunos: Maximiliano Semo, los Jou, Gualiani, Atipobo, Victoriano Montero, de mis familiares Rodolfo Pinto, Pedro Rodal, mi hermano Antonio, Mariano Pinto, y Viador Pinto, que dejó sus estudios de medicina en Santiago de Chile para venir a enrolarse en el ejército para la defensa del Chaco y muchos otros que en este momento no vienen a mi memoria.
Recién se nota el problema de vías de comunicación para el traslado de los contingente; el problema era llegar a Santa Cruz lo más rápido y seguro, un primer destacamento se
fue por la ruta de Cochabamba “Sal si puedes”
, ruta muy peligrosa y larga, por esta ruta durante el viaje murieron más de treinta soldados por la inclemencia del tiempo, ya que su indumentaria no era la apropiada. Fue por esa triste situación que se pensó salir de Puerto Ballivián, río Mamoré, río Ichilo y salir a Puerto Grether y llegar al primer pueblo de Santa Cruz, este segundo destacamento navegamos en las lanchas Parabaná, San Antonio, y nos dejaron en las orillas del río Ichilo, de ahí cruzamos un arroyo que en ese tiempo se llamaba la Víbora, hicimos callapos de troncos y ramas para cruzar los equipos y algunos compañeros que no sabían nadar, al día siguiente a las once de la mañanallegamos aPuertoGrether, nos esperaban con una turrilada de locro, llovía fuete,copiosamente, comimos refugiándonos en los troncos de los árboles, seguimos viaje por senditas y descalzos por la cantidad de basuras que nos entraban a las botas y nos averiaban los pies hasta llegar a un campamento “el Tacú”, luego seguimos con los pies averiados, cruzamos un río que hoy no recuerdo su nombre, hasta llegar al pueblo San Carlos, la gente del pueblo nos recibieron muy bien, nos alojaron en la iglesia que tenía piso de pachiuba, en la noche, no podíamos dormir por la picazón de los bichos que nos atacaron y nos chuparon la sangre, todos picados y heridos, hubo un muerto, nos curamos tanto las picadas como las heridas de los pies, en diez día ya estábamos bien, nos alistamos para seguir el viaje hasta Portachuelo, fuimos bien recibido a pasar el carnaval con bonitas muchachas.
En el transcurso de esos días ya se notaba enfermedades entre los compañeros la más grave era la disentería, y la viruela, no recuerdo cuantos días estuvimos, luego nos alistamos para seguir a Buena Vista, Montero y Warnes. En Warnes nos quedamos 15 días en espera de que transporten hasta Santa Cruz, querían que continuemos a pie, pero nosotros mantuvimos el pedido de que sea en camión ya que el caminar en la arena lo hacíamos descalzos porque las botas se llenaban de arena, hasta que llegó la columna de camiones para transportarnos hasta la ciudad de Santa Cruz. Fuimos bien recibidos, nos alojaron por El Arenal, habíamos varios enfermos de disentería, yo caí enfermo, estuve muy mal, de apenas, por suerte había hecho amistad con una mujercita de unos 18 a 20 años muy cariñosa y bonita, ella se preocupó de curarme con remedios caseros, almidón tostado, cáscara de naranja, canela y otros ingredientes, así también sus locritos de gallina, de esa forma recuperé rápidamente.
Pasó una semana ya estábamos recuperados, en la espera de ser trasladado a la zona de operaciones, estuvimos unos 15 días en espera y después partimos a las 5 de la mañana rumbo a VILLA MONTES, al llegar a palma sola el camión donde iba yo se fregó el camión de auxilio no pudo componerlo, algunos compañeros regresaron a Santa cruz, nosotros seguimos a la columna a pie, éramos unos 18 soldados, caminamos toda la noche, al amanecer llegamos a un pueblito, Curichi, comimos y descansamos algunos pobladores comentaban “estos benianos van tanapurau, como si fueran a un cumpleaños” a las 4 de la tarde seguimos viaje, caminamos 4 horas y llegamos a un pueblo, Cabezas, empezando a anochecer, dormimos esa noche hasta las 5 de la mañana, seguimos viaje hasta llegar a Río Grande, el río estaba de turbión muy bravo, cruzamos, porque los vaderos eran muy diestros y corajudos, estuvimos tres días hasta que llegaron camiones y embarcamos rumbo a Villa Montes, llegamos a las 12 de la noche, dormimos en la orilla del río, no había casas vacías buscamos a los compañeros, pero estaban en San Antonio.
El recorrido de los contingentes benianos desde que salimos de Trinidad hasta las líneas de operaciones fue muy dura por falta de caminos, podríamos decir que casi el recorrido lo hicimos a rumbo y por referencias de algunos pobladores, pero el valor y la entereza del beniano seguimos adelante para cumplir con nuestra sagrada misión de boliviano la defensa del territorio patrio.
Nos llevaron al lugar de entrenamiento, estuvimos un solo día, luego nos regresaron a Villa Montes y nos equiparon, nos dieron armas, y todo el equipo que portábamos en la guerra, luego nos trasladamos al Fortín Ballivián con un panorama muy bonito, en la banda las argentinas se paseaban, nosotros las saludábamos, nos mandaban besos, pero lamentablemente no podíamos cruzar.
En fortín Ballivián en el destacamento WENDE junto con otros compañeros nos asignaron al REGIMIENTO LANZA 5 º de Caballería, un regimiento muy valiente como el REGIMIENTO CASTRILLO, el Lanza era compuesto por muchos benianos y cruceños, era un regimiento muy temido, participé en muchos combates muy especialmente en el cerco de Cañada Strongest, Campo Santa Cruz, Laguna Loa, Condado, Puesto Q., Carandaití, Picuiba, que fue un desastre para nosotros por la terquedad de los que dirigían las operaciones, Pozos Camatindi, Nanagua, Cerco Algodonal, Retoma de Santa Fe, Quebrada Cuevo, Defensa de Yohay; estos fueron los principales lugares de operaciones en las que participé en el Regimiento Lanza 5º de Caballería.
Llega el armisticio y después la desmovilización, otra odisea para el retorno a su tierra del soldado beniano, recorrer el mismo camino de retorno o buscar donde quedarse a vivir, yo, como la mayoría decidí volver a mi terruño como miles de mis compañero benianos, la desesperación porque no había en qué seamos transportados a nuestra tierra, en esta desesperación algunos decidieron hacer callapos de troncos y se lanzaron a la aventura, por noticias supimos que nunca llegaron a su destino, fueron víctimas de caimanes o se ahogaron por que en los turbiones se deshicieron los callapos.
Al regresar a Trinidad y luego a mi pueblo natal San Javier empezó la otra guerra “El hambre”, había escasez de alimentos por falta de manos de hombres para el trabajo agrícola, ya que en estas tierras solo quedaron niños, ancianos y mujeres, el Beni aportó a la Guerra del Chaco con mayor porcentaje de combatientes de acuerdo a su población, y no como dijo un mequetrefe colla la vez pasada, que los benianos no teníamos derecho a reclamar nada de los beneficios del petróleo y el gas.
Me fui a mi propiedad, “El Tejere”, apenas tenía un machete viejo y hacha, no teníamos más herramientas, había escasez de semilla de arroz y maíz para la siembra y empezamos la dura batalla por la supervivencia alimentaria…
Como en mi caso que me tocó vivir, este fue el aporte de miles de hombres benianos a la contienda del Chaco y también de muchas mujeres benianas que prestaron servicio como enfermeras en los centros médicos militares.
Después del armisticio del 14 de junio del 1935, unos de los términos en la conclusión dela guerra “sin vencedores ni vencidos” pero nuestra patria tuvo una gran pérdida territorial, pasada la guerra se encarga a la Argentina conformar una comisión de marcadora de límites, pese a que este país supuestamente era neutral, apoyó económicamente y logísticamente a Paraguay.
El mes pasado en la firma del documento final de demarcación de límites con el Paraguay ente los presidentes Morales y Lugo, sus declaraciones de nuestro Presidente Morales y el Canciller Choquehuanca más fueron alegoría al acto firmado al calor político del momento, tal vez lo hicieron por demagogia o por desconocimiento de la historia del soldado boliviano que participó en la contienda, este ejercito compuestos por collas, cambas y chapacos que dio inicio al despertar político y social de Bolivia.

Trinidad, junio de 2009.

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