Del libro: Historia de la Cruz Roja Boliviana 1917 – 2007 / Editorial Quatro
Hnos. // Dibujo: Uniformes del Ejército boliviano utilizados en la batalla del Alto de
la Alianza.
Sin embargo, este ejército no tenía organizados sus servicios sanitarios ni de
auxilio a los heridos y enfermos. Además, no contaba con un reglamento
sanitario y, por tanto, no estaba preparado para encarar una guerra, según señala
Gregorio Mendizábal Lozana en su obra “Historia de la Salud Pública en
Bolivia”.
El ejército salió de La Paz el 16 de abril y llegó a Tacna el 30 de abril de
1879. Una vez en esa ciudad alquiló una casa para atender a los enfermos y
heridos. El 10 de mayo de 1879, el presidente Daza ordenó la organización de
ambulancias en toda la República. Luego de la retirada de Camarones, las tropas
aliadas lograron derrotar a las chilenas en la batalla de Tarapacá. Sin
embargo, a pesar de la victoria, retrocedieron hasta Arica, población a la que
llegaron después de una marcha de 18 días. Es entonces que se tiene la primera
noticia de Ignacia Zeballos, la primera enfermera boliviana que portó un
brazalete de la Cruz Roja y que, en ese entonces, se encontraba prestando sus
servicios en las ambulancias del ejército. En su informe elevado al Ejército,
Zeballos dice:“Puesta a órdenes del Gral. Daza me señala todos los cuarteles
para que ejerza el papel de enfermera al que voluntariamente me había
sometido…..El Gral. Pérez (Juan José) se propuso organizar el Hospital
Militar….Cuando llegaron a Arica los heridos de Tarapacá, el General me expresa
que era necesario llevar la insignia de la Cruz Roja para poder ser admitida.
El Cirujano Mayor del Ejército, Dr. Donato Doria Medina me entregó el brazal
con la neutral insignia…Doce días asistí a los heridos con los que regresé a
Tacna juntamente con las ambulancias, a la amenaza de un bombardeo por la
escuadra bloqueadora… Hacía 10 meses que prestaba mis servicios gratuitamente y
mi subsistencia se hallaba a merced de la generosidad de varios jefes del
ejército…
En las batallas de Iquique, Pisagua, San Francisco y Tarapacá la atención a los
heridos había estado a cargo de las llamadas “rabonas”. Zenón Dalence subraya
que “la carencia de ambulancias en nuestro ejército motivó que los heridos
quedaran abandonados en el campo de batalla a la piedad de los vencedores….La
creación de un cuerpo de ambulancias y depósito de inválidos del ejército era
la satisfacción de una necesidad vivamente sentida por todos”.
Sin embargo, algunos documentos señalan que Andrea Bilbao Rioja fue la primera
enfermera voluntaria en la guerra. Según los mismos, su padre se enroló en el
ejército y ella, con tan sólo 15 años, marcho tras él.“Testimonios de
combatientes de las diversas batallas libradas en la guerra del Pacífico
cuentan de su presencia y su valor en las batallas del Alto de la
Alianza,Tarapacá y Arica. Se la vio en el bombardeo chileno a Pisagua, serena y
estoica pese a la muerte de su padre, circular entre los heridos dándoles
ánimo, conteniendo sus lágrimas…”
La Sanidad Militar del Ejército boliviano se creó casi un año después de la
movilización de éste a Tacna, mediante Decreto Supremo emitido por el
Presidente de la República, Narciso Campero, y por el Ministro de Guerra,
Belisario Salinas, el 22 de febrero de 1880, pocos meses antes de la batalla
del Alto de la Alianza. Sin embargo, este reglamento no logró ejecutarse en la
campaña porque Bolivia se retiró de la guerra luego de la derrota del 26 de
mayo de 1879.
El Comité Directivo de la Sanidad Militar se dedicó a trabajar en la
organización de los cuadros de la Cruz Roja, formuló presupuestos de compra de
materiales, reclutamiento y entrenamiento de personal.
Sin embargo, la desorganización y la carencia de medicamentos y vituallas que
padecía el ejército, indujo a que el gobierno solicitara a colaboración de la
población. La prensa paceña hizo eco del llamamiento y exaltó los valores
humanitarios de la Cruz Roja. El 7 de mayo de 1880, se organizó, en La Paz, el
Comité de Ambulancia. Esta organización estuvo bajo la presidencia del Obispo
Juan de Dios Bosque y Ventura Farfán, quien tenía la misión de recibir y
remitir a Tacna las contribuciones en especies. El tesorero era Heriberto Gutiérrez
quien se encargaba de administrar las contribuciones en dinero.
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