Publicado por Juan Alberto Quiroz Maida. / Este fragmento fue extraído de la nota
elaborada el año 2004 por el Sr. Cnl. DEM. José Luis Frías Cordero, cuando
tenía el grado de Capitán.
Perteneció a la promoción del Colegio Militar del Ejército, "Tres pasos al
frente".
En tiempos de paz ocupó el cargo de Edecán del presidente, Gualberto Villarroel
López. Moriría junto al presidente ese fatídico 21 de Julio.
"En el palacio de Gobierno, al aterarse de la evolución de estos
acontecimientos, los amigos y políticos que se encontraban junto a Villarroel
le avonsejaron protegerse, porque ha esas altueas consideraban acertadamente
que ya todo estaba perdido y le ofrecen acompañarlo en su salida de Palacio,
poco después se presentan los Aviadores paea llevar a Villarroel a la base de
El Alto, durante media hora le ruegan abandonar Palacio advirtiéndole que
peligraba su vida. El presidente responde: "Que me maten, pero no abandono
palacio", al mismo tiempo que autoriza a sus seguidores a marcharse y
proteger sus vidas. El secretario Uría y su Edecán Ballivián en un acto de
lealtad y sacrificio deciden acompañarlo, algunos de sus colaboradores logran
salir por la puerta principal, otros como Murillo, Arce, Inofuentes, Nogales,
Barrero Cardona y Maldonado escapan por el trecho hacia la calle Potosí.
La turba con apoyo del Regimiento Loa logra el control de la Plaza Murillo,
rompiendo la puerta principal, inician el asalto al Palacio de Gobierno,
mientras tanto en la planta baja, en la oficina que ocupaba Villarroel, el
Capitán Ballivián en un acto de desesperación optó por cubrir con su cuerpo la
puerta de acceso donde se encontraba Villaroel, tratando de evitar la muerte de
su Presidente, en esta actitud Heroica es que el Edecán recibe através de la
puerta una ráfaga de ametralladora que le produce la muerte, posteriormente el
Presidente Villarroel también es victimado por la turba, que enardecida toma
los cuerpos de las víctimas escaleras arriba hasta el segundo piso, para
arrojarlos desde un balcón sobre la calle Ayacucho, sus cuerpos ensangrentados
fueron arrastrados por la calzada hasta la plaza Murillo para colgarlos en un
poste de luz frente al Palacio de Gobierno.
El cadáver de Ballivián presentaba un aspecto macabro, pues tenía los
intestinos fuera, que colgaban horriblemente a causa de la ráfaga de
ametralladora que le había abierto el abdomen.
Después de varias horas de estar colgados, los cuerpos de los mártires, fueron
trasladados a la morgue del hospital general. Gracias a la gestión de Monseñor
Mojainky pudieron darles Cristiana Sepultura.
El Capitán Ballivián cuando se le presentó la oportunidad de escapar, repitió
la frase: "UN CAPITÁN NO ABANDONA EL BARCO, CUANDO ÉSTE, SE ESTA
HUNDIENDO", frase que actualmente se encuentra grabada en bronce en el
mismo poste de luz en el que fue colgado. En ese poste de luz Waldo Ballivián
erigió un estandarte a la lealtad. No le tentaron los forados de la huída en ninguna
dirección, ya que estaba consciente que no podía, ni debía abandonar a la
persona que le había otorgado toda su confianza al nombrarlo su Edecán y sabía
por tanto, que vivir sin sentido, es un oscuro modo de morir, por eso
permaneció en el Palacio de Gobierno en espera de la turba enardecida al lado
de su Presidente.
El leal Capitán recibió ascenso postumo al grado de Mayor, su nombre se bordó
en estandartes, se escribió en mármol para nominar una calle del barrio de
Sopocachi, se colocó un Busto con su rostro en el patio de Honor del Colegio
Militar, el Regimiento Escolta Presidencial por su acto de lealtad hacia su
presidente de la República ostento su nombre por dos décadas (Regimiento de
Caballería "Waldo Ballivián").
Actualmente la Unidad de Seguridad Presidencial (U.S.P) lleva su nombre.
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