Por: Juan Alberto
Quiroz.
El Teniente Rosendo Villa era de origen humilde, hijo del pueblo, no poseyó
pergaminos de nobleza. Nacido en una apartada provincia de la Patria, se educó
en la escuela de su pueblo.
Fue hijo natural de Ricardo Villa y Dolores Aldayus, naturales de Sucre y de
origen mestizo.
Villa había nacido pues en Zudañez, el 25 de febrero de 1905. Llevado por su
natural inclinación a la carrera de las armas, ingreso al Colegio Militar el 1º
de enero de 1920, a la edad de 15 años.
Se graduó como subteniente el 26 de febrero de 1924, y fue destinado al
Regimiento Loa 4º de Infantería.
Un año más tarde paso como instructor a la Escuela de Clases de reciente
creación.
Al estallar la Guerra, Villa pudo cumplir su deseo de exterminar a los
invasores de su Patria. Pues cuando supo las atrocidades que los paraguayos
cometieron con el infortunado Sbtte. Arévalo en Laguna Chuquisaca. Había
exclamado varias veces lleno de cólera: “ya se encontrarán conmigo esos
bandidos”.
Por eso al marchar al Chaco preparaba a sus hombres desde el camino, contaba
sus municiones, alistaba sus armas y trazaba planes de venganza.
Villa había salido de la ciudad de Oruro, juntamente con la juventud Orureña de
los contingentes de 1930 al 32, que formo el bizarro 14º de infantería.
En Muñoz, a donde Villa había llegado comandando la primera compañía, el Jefe
del Cuerpo de Ejército había dispuesto quedarse a cargo de la sección tanques,
en vista de que dicho oficial conocía el manejo y conducción de estas máquinas
de Guerra.
Empero, anoticiada su tropa de esta determinación, se presenta por conducto de
los clases ante el Jefe Supremo y le expresa respetuosamente que su deseo era
marchar al frente conducida por Villa, ya que dicho oficial, a más de ser
enérgico, sabia alentar a los soldados y tratarles como camaradas.
El General asintió a esta solicitud. El 8 de septiembre, Villa repartía a su
tropa las municiones, disponiendo se cargasen las bandas de ametralladoras, y
el 9 en la mañana partía en dirección de Arce.
En este fortín se oían ya las detonantes de los cañones que atacaban y
defendían Boquerón. El Comandante de la División arenga a las tropas y después
de hacer una nueva repartición de municiones, se organiza
la columna de 180 hombres que, bajo las órdenes del Mayor Lairana, salía a las
6 de la mañana del día 10 con rumbo a Yujra y luego a Boquerón.
Llegado al campo de batalla, Villa alienta a sus hombres; empuña su arma
gloriosa y con ella abate centenares de enemigos. Los macheteros y la Escuela
Militar paraguaya caen segadas ante el empuje del héroe y de los suyos, hasta
que al fin rinde la vida a la edad de 27 años, después de haber entregado su
nombre a la historia y al juicio de la posteridad.
Como había duda, empero, de que Villa hubiera muerto, ya que se le creía unas
veces en Boquerón y otras en poder del enemigo, su muerte fue confirmada días
después tanto el por el Tcnl. Marzana, quien dijo “murió como un valiente en
los campos de Boquerón”.
Extraído del libro "Los elegidos de la Gloria" Tcnl. Julio Diaz Arguedas.
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