GUERRA DEL CHACO - EL CADETE NÚÑEZ DEL PRADO MURIÓ TAPANDO SU HERIDA CON UNA MANO Y DISPARANDO CON LA OTRA


Por: Marco A. Flores Nogales. // Foto: Soldados Bolivianos en el monte Chaqueño, haciendo los preparativos para el "rancho" del día. / Gentileza de la Flía. de Miguel Ayoroa. – Publicado por: Víctor Meden‎ en Memorias de la guerra del chaco.

Cuando estalló la Guerra del Chaco en 1932, muchos bolivianos patriotas sin dudarlo se presentaron en los cuarteles, para ser reclutados y marchar a la línea de fuego. Pero, sin duda los más entusiastas fueron los cadetes del Colegio Militar, chiquillos que por vocación querían ser soldados de la Patria.
Con el espíritu joven y el corazón lleno de patriotismo los jóvenes bolivianos se vistieron con el uniforme militar.
La guerra con el Paraguay convulsionó el país. Los más desesperados en partir a la guerra eran los cadetes, y así fue, cientos de muchachos fueron enviados a la línea de fuego, como ocurrió con José Núñez del Prado, valiente soldado que por su coraje desenfrenado supo ganarse el respeto de sus compañeros.
Dicen que en la guerra la muerte es una compañera inseparable de los soldados, ronda sus temores, vive con ellos en las trincheras y se lleva a los corazones más valientes.
Para un joven como Núñez del Prado, su máxima aspiración fue defender su país, antes que pensar en sí mismo. Saber que el día que partió de la estación del ferrocarril y despedirse de sus seres queridos, tal vez sería la última mañana que abrazaría a su madre, que secaría las lágrimas de la mujer que le dio la vida con sus manos de niño que pronto se convertirían en la de un hombre al empuñar su fusil.
Así partió el cadete a la guerra, nunca volvió, murió como muchos otros jóvenes, pero con el deber cumplido. Hoy sólo nos queda de él una vieja fotografía y el relato de su compañero de armas que relató a la Semana Gráfica los últimos minutos de vida de Núñez del Prado.
Esos segundos demuestran el inmenso amor por Bolivia y que el sacrificio de la vida misma no significa nada ante el orgullo de morir abrazado por la bandera nacional.

RELATO

Está de vuelta del frente de operaciones y ha visitado nuestra mesa de redacción el conocido deportista, Alfredo Casales, natural de Sorata que fue herido dos veces.
Conseguí mi primera herida en la retoma de Alihuatá y la segunda en los últimos combates de Condado, nos dice Casales. Pero, es digno de tomar en cuenta, -agrega- la actitud del valiente teniente coronel Jacinto Reque Terán, personalmente dirigió aquellos ataques al enemigo.
Evacuado en el hospital de Villa Montes, durante el tratamiento cumplí con mi deber patriótico, como masajista de dicho hospital, y encontrándome completamente sano, voluntariamente me enrolé a un Regimiento que partía a la línea de fuego. Tomé parte de las acciones de XX, y nada quiero decir sobre los formidables caracteres que asumieron nuestros heroicos soldados y oficiales que escribieron en esas oportunidades, las mejores páginas de esta guerra.
Empero estoy convencido que el triunfo será nuestro, especialmente hoy, pues existe una excelente organización en todas las secciones de etapas tanto en retaguardia como en vanguardia. La opinión pública debe conocer con todos sus detalles, el sacrificio de los auténticos héroes que rinden sus vidas en aras de los ideales más grandes del hombre.
Particularmente quiero referirme a la muerte del joven cadete José Núñez del Prado, quién combatía con todo valor a la cabeza de su sección, en el contra ataque del enemigo, en el sector izquierdo.
Gravemente herido consiguió incorporarse y tratando de contener con una mano la sangre que brotaba de sus heridas, disparó con la otra su pistola hasta quemar el último cartucho.
Yo lo vi gravemente herido, en el estómago, consiguió incorporarse y conteniendo con una mano la sangre que brotaba a borbollones, disparó con la otra su pistola hasta quemar su último cartucho.
¡Pilas cobardes, no corran! gritaba continuando el asalto a las posiciones enemigas y alentando a sus soldados. Recorrió así una larga distancia y cayó cuando sus labios balbucían un último ¡ VIVA BOLIVIA!.
Así murió este héroe entre héroes, la tarde del 16 de septiembre del año en curso (1934).
Cuando lleno del ardiente heroísmo -repito- una bala lo hirió, había caído detrás de unos matorrales. Escuché decirme “che Casales, ven a arrastrarme, me han herido. Yo le dije que ya voy y me espere. Arrastrándome me dirigí a cumplir con este deber, cuando una nueva descarga del enemigo también me tiró por tierra.
“Me han herido también no puedo seguir le grité”.
Entre tanto se realizaba la conversación las balas enemigas habían destrozado el valeroso corazón del cadete Núñez del Prado. Pude arrastrarme poniéndome fuera del radio de acción del enemigo, pero el cadáver de José Núñez del Prado quedó en manos del enemigo ¡qué escarnios habría pasado!.
Por disposición del Comando Superior en Campaña, ha sido denominado el puesto del Comando del Destacamento con el nombre de este valiente soldado defensor del Derecho y la Justicia de nuestra causa. Así mueren los bravos soldados de Bolivia.

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