Por: Freddy Céspedes Espinoza. // Tomado de: http://boliviaturnews.blogspot.com/2017/12/claudio-san-roman-y-luis-gayan-contador.html
Cae la noche y un constante aguacero detiene mi marcha por
la Calle Potosí y Yanacocha en La Paz, allí sigue en pie una maciza casona
republicana, con ventanales opacos de principios del siglo XX y vetustos
balcones que cuelgan peligrosamente hacia la calle.
Parece que este edificio, nunca tuvo color, tal vez nadie
sintió apego ni se sintió atraído por ella, desde joven hasta vieja;
siempre lució igual, sin color ni sonrisa sin amor.
Ingreso a ella y continúa la lluvia con
un viento que me estremece, de rato en rato por los
fuertes truenos que caen en la cordillera y se amplifican
en la profundidad de la ciudad.
Cada rayo ilumina la ciudad, menos esta casa, que está
completamente cerrada por sus cuatro lados, siempre estuvo así, prisionera de
los gritos internos.
Me deslizo por un zaguán que
conecta al patio casi cuadrado; observo las habitaciones
de la planta baja y alzo la cabeza con temor hacia
el primer y segundo piso que mantienen sus corredores y
balcones de hierro forjado que permanecen fríos, sólidos y apáticos a mi
presencia.
Estoy en la casa más abominable del pasado movimientista,
imagino en cada espacio un murmullo inusual de gente que corre
por sus escaleras, escucho los tiros aislados de la lejanía
y duele ver a tanta gente asustada
que ingresa a ella por razones políticas, los han
capturado.
Me doy un respiro profundo, cierro los ojos y los
vuelvo abrir. Están en frente mío y bien formados los agentes del
Control Político del MNR.
En medio del patio un hombre, muy moreno, algunos lo tildan
de negro, cuello grueso y robusto, tiene poco cabello, está
casi calvo, tienen una voz que estremece todo el ambiente y arenga a sus
subordinados con palabras durísimas de tinte cuarteril.
Están también Luis Gayán Contador, antiguo mercenario
Chileno que sirvió en la Guerra del Chaco y segundo en la jerarquía. A lado
Ademar Menacho obeso pero fuerte como un oso, y aburrido de la
arenga del jefe Claudio San Román.
Luego observo a Jorge Orozco Lorenzety, René Gallardo
Sempértegui, Oscar Arano Peredo, Mario Zuleta, José Soria
Galvarro, Raúl Gomez, Andres Herbas Ramallo y otros que conformaban
ese grupo de agentes y milicianos que están a las órdenes de San Román.
Es el aparato de represión mejor organizado de la Bolivia
contemporánea, dejando muy atrás a otros, que siempre existieron en
nuestra historia, sean democráticos
o dictatoriales, y que les permitió a los presidentes,
respirar por más tiempo en el poder.
El jefe, es San Román, entrenado por el FBI en
las técnicas de persecución humana, de martirizar y castigar
con violencia extrema especialmente a sus
enemigos políticos, los falangistas.
Fue el creador de la policía política organizada
en Bolivia y supo fusionar con otras técnicas de tortura de la
Checka rusa y la Gestapo alemán; además modernizaron los
sistemas de control de archivos de
seguimiento, ficheros para el manejo de la
información precisa, de cada ciudadano, de asociaciones,
sindicatos, empresarios, comerciantes o
cualquier militante del partido o de la oposición. Nadie
se salvaba. Todo estaba perfectamente organizado y con un presupuesto altísimo
que salía del Estado, a través del ítem: “Gastos Reservados”.
“ San Román y Control Político recibía directamente los
fondos asignados en el presupuesto General de la Nación, además de otras sumas
extraordinarias que la Corporación Minera de Bolivia debía entregar
cuando se presentaba alguna emergencia” .
LLENAR DE PRESOS LAS CÁRCELES
Para San Román tener las cárceles llenas era su mayor
satisfacción, a mayor cantidad de presos, mayor el
presupuesto y solía enfadarse cuando no tenía carne para torturar.
“Solía gritar a sus
esbirros profesionales, que a su
retorno, quería ver por lo menos algunos dientes de los presos en el
piso”.
“Las sumas que manejaba San Román eran impresionantes. “
Baste anotar que el periodo del año 1964 se asignaron al capítulo de
Gastos Reservados 232 mil millones de bolivianos, que eran manejados casi
íntegramente por San Román, y que hay que agregar 52 millones que
recibía para pago de sueldos mensuales a los milicianos; 3500 dólares mensuales
de ese entonces que nunca fueron explicados y otros 1000
dólares más, también mensuales, que se le entregaba directamente,
por orden expresa del presidente de la república.”
Pero volvamos al patio de la Casona. Todos los que estaban
formados en el patio recibieron un entrenamiento en violación de
correspondencia, escuchas telefónicas, seguimiento personal
constante, técnicas de tortura sofisticadas y criolla con el único
fin de proteger al Estado del MNR. Además todos habían regresado de
la guerra del Chaco y amaban disparar por cualquier motivo.
ESTA CASONA ES ATERRADORA
“La planta baja está íntegramente destinada a
las celdas para los presos, existiendo en una de ellas un recinto subterráneo
destinado al castigo de los detenidos que, por su estado de salud, ya no podían
soportar tormentos más violentos”.
El segundo piso albergaba algunas oficinas y algunas celdas;
pero, principalmente estaba destinado a las salas de tortura, como
la llamada cámara de gases, por ejemplo, donde eran
encerrados aquellos elementos que se resistían a revelar sus
presuntos secretos. Allí se utilizaban gases lacrimógenos, gases fétidos, gases
vomitivos hasta gases que provocaban la risa destrozando el sistema
nervioso, que desesperan y martirizan a la víctima,
llegando inclusive hasta enfermarla gravemente.”
“En otra sala de regulares proporciones, existían varios
aparatos destinados al castigo de los detenidos rebeldes o reacios a contestar
adecuadamente las preguntas que se les hacían”.
“El potro del tormento, una máquina conocida desde el
medioevo para atormentar a los presos; el “ chanchito” cuyas horribles
consecuencias eran heridas de vidrio roto en el pecho y en la cara de la
víctima; las “roldanas” que se aplicaban atando al detenido de los pies y
estirándole de los pies mediante un fierro que era pasado debajo de
los brazos, utilizando un sistema de cadenas y roldanas”.
Con estos tres sistemas de tortura, se obtenían generalmente
los resultados apetecidos, pues a cualquiera le resulta en extremo difícil
soportar por mucho tiempo los agudos dolores que su aplicación provoca. Existía
además un cuarto especial, conocido como el” Cuartito Azul”, que
estaba revestido de cemento, para “bañar” al preso que se desmayaba o que
evidentemente no podía soportar castigos peores.
Allí se le baldeaba intermitentemente y, por fin, se lo
dejaba toda la noche, desnudo o semidesnudo, el cuartucho que
tenía agua hasta cierta altura”.
“Finalmente, el tercer piso estaba destinada a almacenar y
revisar toda la correspondencia que se sustraía de correos , así como todos los
libros y folletos, que calificados como propaganda comunista o falangista por
el experto español Francisco Lluch Urbano.
Las cartas, eran secuestradas en
valijas de las dependencias postales. Había en este piso,
igualmente, un corredor aparentemente para las prácticas de tiro de los agentes
del Control Político; pero que con mucha frecuencia servía para
simular fusilamientos, causando en las víctimas de tan inhumana comedia graves
alteraciones nerviosas y hasta síquicas”.
El Control político inició sus actividades en 1953 con un
total de 150 agentes, que poco a poco fueron en aumento hasta llegar en 1964 a
600 aproximadamente, sólo en La Paz y sin contar confidentes, y soplones que no
ganaban sueldos, aunque sí recibían jugosas comisiones las
prostitutas, los peluqueros, los lustrabotas, taxistas y otros, por
ser ellos, los escuchas y delatores contra
potenciales enemigos del gobierno.
SEÑOR GAYÁN, CAYÓ UN FALANGISTA.-
“ A las 11 de aquel mismo día, yo, Hernán Landivar Flores,
fui sacado de mi celda y llevado ante Gayán. Al ingresar a su oficina lo
encontré sentado detrás de su escritorio.
Inmediatamente me di cuenta que sobre él, con
solo mirarlo, que la leyenda de terror que sobre él corría en el
pueblo boliviano era cierta.
Al primer golpe de vista uno comprendía estar ante un
degenerado. Era sencillamente repulsivo. Con un ojo desviado, la mirada fría
del único ojo que se fijaba en uno, era trágico. Parecía un poseído.
Al levantarse de su asiento su figura me pareció grotesca.”
“Hombre corpulento de más de 1 metro con 80 centímetros y
cien o más kilos de peso. Sus ojos tenían una aureola roja de hombre
habitualmente aficionado al alcohol. Su tufo era asqueroso y salía de su cuerpo
un olor repugnante. Tenía colgado del cuello un tirante especial del cuál
pendía una cachiporra de goma con la punta emplomada”.
“El Chileno Luis Gayán Contador fue contratado por la
llamada revolución nacional, de pésimos antecedentes, fichado en su
propia patria por robos y crímenes y dado de baja del Cuerpo de Carabineros de
Chile con ignominia, para torturar a los bolivianos.”
¿Niega usted ser amigo del señor Unzaga?
-No, no niego, soy su amigo y lo estimo muchísimo, pero no
sé dónde se encuentra.
“Luego Gayán suavizó la voz , se sentó y me dijo: “ El
presidente Paz Estenssoro es magnánimo y le promete que olvidará sus
trajines subversivos si usted nos indica dónde se
encuentra el señor Unzaga y Ambrosio García . Le daremos un cargo en el
Consulado de Bolivia en Buenos Aires y dos millones de bolivianos. ¿Acepta
usted? No pierda esta ocasión que es la única salvación que le queda. Piense en
su mujer y sus hijos …! Pueden quedar sin padre!.
“Me es imposible indicarle el domicilio del Sr. Unzaga ni de
García porque no sé dónde viven. Nadie puede confesar lo que no
sabe. Además aun cuando lo supiera no se lo diría, pues no nací delator”.
“Gayán saltó de su asiento y se lanzó sobre mí . Caí al
suelo por supuesto al recibir el impacto de semejante mole. Traté de
levantarme y no lo conseguí. Me dio un pisotón en el estómago y
quedé desmayado. Volví en mí al recibir un chorro de agua fría en la
cara. Cuando trataba de incorporarme, Gayán se echó sobre mí, puso sus rodillas
sobre mi vientre y con sus dos manazas asquerosas me tomó de la
cabeza y comenzó a golpearla contra el suelo. Yo pensé que no
resistiría un minuto más. Luego con una brutalidad
increíble introdujo sus dedos pulgares en mis ojos y me
los iba oprimiendo lenta y despiadadamente.
Yo no veía estrellas, veía venir la muerte, sentía un sudor
frío y un desvanecimiento que me iba anestesiando el alma. El dolor
era desesperante, el torturador no cesaba de decir:
“Dónde está el señor Unzaga….Unzaga… Unzaga, dónde está? Y
me arrojaba a las narices su hedor y su saliva.
“Cuando volví en mí, me encontraba completamente desnudo y
con las manos atadas. Gayan estaba solo y me contemplaba con mirada siniestra.
Luego tomó unos aparatos que no alcancé a precisar, pero que parecían
castañuelas, me agarró con ellos los testículos y me los fue oprimiendo poco a
poco, brutalmente. Fue terrible aquello. Nunca había sufrido dolor más grande.
Me retorcía, me desmayaba, volvía a recuperar el sentido para seguir
sufriendo la misma tortura y oír las mismas inquisiciones : “¿ Dónde está
Unzaga…. Unzaga y al final García,…García?”.
“Sus palabras ya no tenían felizmente sentido para mí. Saciado
ya de haberme torturado y sin haber conseguido la delación que perseguía
, Gayán volvió a llamar a sus ayudantes y les ordenó : “ llévenlo al
Panóptico y si no habla mátenlo” y dirigiéndose a su principal
secuaz Jorge Rioja, le dijo: “ Tú me respondes de este carajo”. Las torturas
siguieron en el Panóptico……
LA VIDA DE SAN ROMÁN
Nació en el Valle de Carasa, hoy Santiváñez, en
el Departamento de Cochabamba. Su niñez fue oscura y fue criado por un tío
que de acuerdo a las fuentes, lo ocupaba para hacer los mandados y cargar
pesados bultos del mercado”.
De una infancia vacía de amor, ya
joven, con la necesidad de independizarse de su duro pasado, vino a La Paz y se
enroló en la escuela de Clases, que esa vez quedaba en San Jorge.
Partió como cabo al Chaco, volvió con
el grado de sargento reenganchado en el Ejército. Nada
promisorio en su ascenso y como militar de baja graduación, tuvo que
dar cumpliendo a los diferentes destinos en Bolivia.
Durante el gobierno de Gualberto Villarroel en 1943, su
paisano José Escobar le ofreció un cargo en el Departamento de
Investigación Especial.
Desde allí se le abrió el horizonte promisorio pese a ser
semi-letrado y comenzó a obrar con astucia y viajar becado a los
EE.UU, ya tenía el grado de teniente de Ejército. Allí, afinaron sus
atributos personales por el Federal Burou Investigation FBI.
“´Aprendió el arte de acosar al ser humano, darle caza, y
sobre todo, los infalibles métodos de tortura para hacerle hablar y confesar”.
Era todo un profesional.
En 1946 fue colgado Villarroel en la Plaza
Murillo y quedaron el MNR y Razón de Patria
desarticulados, pero lo peor, que sucedió; le dieron de Baja del
ejército.
San Román, solicitó ser reincorporado al ejército y le
negaron. También se dirigió a la policía con su título del FBI y
tampoco lo aceptaron. Fue soplón del Departamento segundo del Ejército, estuvo
en el panóptico de San Pedro como preso en 1949. Fue tildado de informante
dentro la cárcel y salió para desaparecer.
“Naturalmente al producirse el triunfo movimientista en
Abril de 1952, San Román fue uno de los primeros en aparecer mezclándose entre
los revolucionarios, y por supuesto demandando su cuota parte en la repartija
de situaciones”.
Se hizo reincorporar al ejército, también restituir
los sueldos de los años perdidos por la baja, y así se encaramó de a poco en la
difícil lucha de ganarse loas del Ministro de Gobierno Federico Fortún, a
fuerza de brutalidad, inteligencia y sagacidad.
“ Curawara de Carangas palomita, testigo de mis horrores,
ciento por ciento me han de pagar”
Así coreaban los falangistas torturados en la calle Potosí,
luego trasladados al panóptico y luego a los campos de concentración
de Coro Coro, Catavi, Uncía y los más peligrosos para el gobierno a Curawara, cerca
al nevado Sajama donde las temperatura suele bajar hasta 25 grados bajo cero.
San Román fue el creador del Control Político y durante doce
años fue una dependencia funesta y temida en la que se cometieron
todos los excesos y se hollaron todos los derechos
bajo su dirección, alma y cerebro de la
organización”.
Fuentes:
San Román. Biografía de un verdugo. Sin autor.
Infierno en Bolivia: Hernán Landivar Flores, 1965.
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