Por: Guillermo Mejillones Quispe / Parte de su tesis de investigación para
optar el título de Licenciatura en Historia. UMSA / Marzo de 2017. // Foto:
posición de mortero boliviano. Guerra del Chaco - entre 1934/35 Foto de Kurt
Severin / ullstein bild a través de Getty Images.
En mayo de 1927, la Compañía Marconi había firmado un contrato con el Estado
boliviano para hacerse cargo de la administración de correos y telégrafos en
toda la República. Tras asumir la responsabilidad, luego de meses de trabajo se
dieron serios reclamos respecto a los manejos de la Compañía. Los
trabajadores se quejaban de los salarios adeudados, debido a problemas
financieros de la entidad.
El representante de la Compañía Marconi Mr. Henry Dobinson, no tardo en
manifestarse públicamente respecto a los manejos de la Compañía. El 17 de
noviembre de 1928, el Sr. Dobinson exponía la situación en un artículo
publicado el matutino El Diario donde manifestaba que: “(...) el origen de la
mala situación, era el grave desequilibrio entre los ingresos de correo y
telégrafos, y los gastos que estos servicios demandan”. El problema de la entidad era el déficit financiero en la que se encontraba desde que se había
hecho cargo.
Los ejecutivos de la Compañía inglesa habían elevado diversas propuestas
escritas ante el Supremo Gobierno y entidades del ramo como el Ministerio de
Fomento y Comunicaciones con el fin de solucionar el déficit financiero de la
administradora de correos y telégrafos.
Había sido discutido el tema por autoridades del gobierno con la firme
convicción de rescindir el contrato. El Ministro de Comunicaciones, el 15 de diciembre
de 1928, en una nota publicada en el periódico El Diario exponía los
fundamentos por la que no debía considerarse las proposiciones de la Compañía
Marconi respecto a su administración y el déficit y su continuidad. Entre los
cinco puntos planteados por el Ministro de Comunicaciones, el quinto punto
exponía en las siguientes líneas: “Tenemos dificultades con todos los países
que nos rodean y principalmente con el Paraguay: entregar a una Compañía
extranjera los secretos de sus comunicaciones seria exponer al país a un
desastre”.
Muchas autoridades nacionales coincidían con ese sentir y reflexionaron
respecto al papel que jugaba la Marconi y la administración de correos y
telégrafos en toda la República. Se había entregado una repartición estatal de
comunicaciones de mucha importancia a una compañía extranjera para su
administración. Los problemas que se iban agudizando con el Paraguay obligaron
a los gobernantes que una entidad de esa característica no debía estar en manos
extranjeras.
En ese contexto, se comenzó a conocer de comentarios en la población civil en
calles y plazas respecto al espionaje que estaba realizando la Compañía Marconi
a favor del Paraguay. En consecuencia, el tema no tardo en tratarse por las
autoridades nacionales. En Sesión Reservada de la H. Cámara de Diputados del 15
de diciembre de 1928, el honorable Téllez Reyes,
expresaba y decía: “(...) deseo llevar a su conocimiento un hecho conocido por
la opinión pública, respecto a que empleados superiores de la Marconi, están
comprometidos en ciertos manejos de espionaje; como la República en estos
momentos tiene sus diferencias con el Paraguay, es lógico suponer que esos
empleados estén al servicio de dicho país”.
En ese ínterin, se había formulado una denuncia contra los empleados superiores
de la Compañía Marconi por actos de espionaje. El principal sindicado fue el
Sr. Kearney (este señor había vivido varios años en el Paraguay) administrador
de la Marconi, quien tenía una relación con un irlandés. Este último se había
interesado en obtener datos relacionados con el movimiento de tropas en el
Chaco, para lo cual “se había dirigido al Estado Mayor General por medio de su
abogado y representante, expresando que la Marconi para hacer su servicio de
comunicaciones en el Chaco, necesitaba que se le informe acerca del número de
tropas que Bolivia tenía en cada uno de los fortines del S.E.”. En tal sentido,
el Estado Mayor no había dado respuesta a la pregunta formulada por el
representante de la Marconi.
Es indudable que los altos funcionarios de la Marconi, conocían el número de
armamento que había llegado a Bolivia. Los empleados de la Marconi se habían
visto fallido en sus averiguaciones ante el Estado Mayor General y que la
interceptación de varios mensajes reservados, determinó a que uno de los
empleados nacionales de dicha Compañía, se apresuraba a denunciar a Kearny como
a espía al servicio del Paraguay.
El Estado Mayor, anoticiado de estos hechos y previa prolija investigación,
hizo comparecer al administrador Kearny, quien permaneció preso algunos días,
habiendo sido puesto en libertad mediante influencias que se pusieron en juego.
El Estado Mayor comprobó el espionaje denunciado. Un empleado nacional,
sorprendió a un irlandés en conversaciones confidenciales con Kearny sobre un
vasto plan de espionaje, plan que fue puesto en ejecución hasta por los
abogados de la Marconi, los que naturalmente fueron cómplices de los planes de
la Compañía, que trataban de averiguar nuestras efectivos en los fortines del
Chaco, valiéndose del pretexto como de servir mejor nuestras comunicaciones con
el sudeste. Por consiguiente, eso impulso la intervención del Estado Mayor
General. Quedando completamente fallida las andanzas para realizar espionaje a
favor de Paraguay.
Se ha visto que en entidades estratégicas como la de telégrafos y correos eran
blancos de estos agentes externos, peor aun cuando estos tienen problemas
financieros, son presa fácil para el espionaje externo. Los empleados
superiores con sueldo adeudados cayeron fácilmente ante los ofrecimientos de sumas económicas considerables para conseguir información
para fines de inteligencia. Como también, se puede denotar que es común
encontrar a extranjeros metidos en trajines de espionaje, ya que, estos no
sienten identidad por una nación donde residen. En este tipo de acciones de
espionaje el dinero juega un factor decisivo para reclutar agentes y ponerlos
ante el servicio de cualquier causa.
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