(Por Diego Martínez Estévez)
Lo que se leerá a continuación, es una de las centenares de pruebas que dan
cuenta que Bolivia, a lo largo de la Guerra del Chaco, se enfrentó al mismo
tiempo contra dos países: Argentina y Paraguay.
La Argentina, mejor dicho, empresarios privados convertidos en gobernantes –
uno de ellos el propio Presidente general Pedro Justo - con grandes capitales
invertidos en tierras bolivianas detentadas por el Paraguay, emplearon todo el
poder estatal para involucrarse en esta guerra y así, salvaguardar sus intereses,
porque de recuperar Bolivia tan vasto territorio sembrado de mate, el derribo
de centenares de miles de árboles para obtener durmientes de ferrocarril y
tanino y criando miles de cabezas de ganado, aquellos empresarios lo perderían
todo. También esperaban apoderarse de Tarija y parte del Departamento de
Chuquisaca y Santa Cruz, productoras de petróleo.
A este interés privado obedece el Decreto Supremo reservado, emitido en fecha 9
de febrero de 1932 (antes que la guerra estallara), por el general Pedro Justo,
disponiendo que su gobierno le apoyaría al Paraguay en caso de estallar la
guerra. Ni los propios paraguayos esperaban recibir semejante apoyo, que no
sólo se limitó al campo logístico militar, financiero y diplomático, sino, al
campo de Operaciones, Inteligencia y de Personal. En el campo de Operaciones,
el Estado Mayor argentino se encargó de planificar las operaciones militares
paraguayas, como se lee en varios artículos del suscrito posteados en este
sitio y respaldados en todos los casos, con la bibliografía pertinente
particularmente de autores paraguayos y autor argentino.
Baste decir, que las FF.AA. argentinas, para provocar su entrada directa en
guerra contra Bolivia, dislocaron en la orilla derecha del Río Pilcomayo a 10
mil hombres, desde donde también espiaban los movimientos del ejército
boliviano con anteojos de campaña y sus aviones de reconocimiento. Lo propio,
efectuaban disparos a la orilla nuestra aguardando alguna reacción.
Sobre el vastísimo apoyo logístico brindado al Paraguay por su aliada la
Argentina, se encuentra registrado en los cuatro frondosos libros publicados
por los paraguayos Vicente Rivarola (padre e hijo).
Uno de esos apoyos, es la información periodística que se observa en imágenes y
que paso a transcribirlas:
“ARMAS PARA LA ARGENTINA”.
“Un telegrama que exige explicación”.
“La United ha transmitido el siguiente telegrama que aparece en algunos diarios
de la fecha de ayer”.
“WASHINGTON, septiembre 22. (UNITED).- La United Press obtuvo hoy estadísticas
oficiales demostrativas del incremento que experimentaron las exportaciones de
armas a la Argentina, desde que comenzó la Guerra del Chaco”.
“Además de las 606 ametralladoras y 10.000 revólveres y pistolas que fueron
embarcados para la Argentina en 1933, según lo declaró un funcionario del
departamento de comercio en la audiencia de ayer ante la comisión investigadora
que preside el Senador Nye, se exportaron 8.849.000 cartuchos metálicos y 3.000
granadas de fusiles, así como otras municiones, por valor de 6.000 dólares”.
“Contra las 606 ametralladoras exportadas en 1933 a la Argentina, sólo se
embarcaron ocho en 1932 y seis en 1931”.
“Los funcionarios del departamento de comercio manifestaron que era imposible
saber el destino final de ese material, o si parte del mismo había sido
reexportado al Paraguay”.
“Los documentos oficiales que indican el consignatario, son confidenciales”.
“Esperamos que el gobierno se apresurará a explicar la veracidad de la
gravísima denuncia contenida en el telegrama, pues así lo exige la seriedad de
la posición argentina en los conflictos sudamericanos. Si el gobierno a raíz de
la investigación norteamericana sobre adquisiciones de armamentos ha formulado
declaraciones públicas, tendientes a restablecer la verdad, es evidente que
siguiendo la misma conducta procederá a poner las cosas en su lugar, a raíz del
telegrama que publicaron grandes diarios de esta capital”.
Esta información periodística es del 24 de septiembre de 1934. O sea, la
adquisición fue efectuada meses antes, posiblemente para armar a nuevos
contingentes que serían empleados en las batallas de Conchitas, Condado I y Condado
II. En estas acciones, parte de ese armamento cayó en poder de las unidades
bolivianas que se defendían en el gran frente de Ballivián. Para ser empleados
en las dos últimas batallas citadas, en mayo de ese año – 1934 – en Buenos
Aires fueron reclutados 3 mil mercenarios y fueron conducidos en 44 vagones de
tren, hasta Formosa. Esta información fue proporcionada a la Legación
Diplomática boliviana, por uno de los militares argentinos que prestaban sus
servicios en el Estado Mayor de Buenos Aires; ocupaban puestos claves al
interior de esta organización, a quienes por sus servicios de espionaje, les
eran semanalmente cancelados con ciertas sumas de dinero.
Retomando el caso del telegrama. Esta adquisición de material bélico por el
gobierno argentino, con destino final al Paraguay, no fue la única vez que se
realizó. En otra oportunidad anterior, lo adquirieron de Europa. Por supuesto
que los recurrentes reclamos de nuestra Legación Diplomática ante el gobierno
argentino sobre estas adquisiciones y otras actividades argentinas encubiertas,
no merecieron respuesta.
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