Por: Oscar Cordova.
Ingresó al Colegio Militar en enero de 1914, en octubre de 1917, ascendía al
grado de Subteniente y era destinado al regimiento Sucre 2° de Infantería, de
guarnición en la Capital. Desde abril hasta septiembre del año 31, fue
destinado Jefe de Batallón del regimiento Florida 12 de Infantería.
Estallada la guerra, le vemos marchar con la 3a. División desde Bogado e
Ingavi hasta Camacho, donde habíase concentrado la División para emprender sus
operaciones bélicas sobre Corrales, Loa, etc. Primero como jefe de Batallón y
luego como comandante del regimiento Florida, había tomado parte en la defensa
del Fortín Florida, el 25 de julio de 1932; en la conquista de Bogado, el 15 de
septiembre del mismo año; defensa y contraataque de Corrales, el 30 de enero de
1933; luego combatiendo desde el l ° de enero hasta el 24 de febrero, a lo
largo del camino Corrales, Betty y Toledo; en los ataques a Toledo, del 25 al
27 de febrero del 33, en las acciones de Betty y Corrales, en marzo y abril del
33; luego en los ataques a Fernández, después en Campo Ingavi, nuevamente en
Betty y, por último, otra vez en Corrales. A mediados del 33, su regimiento
había sido trasladado al sector del I Cuerpo de Ejército, y Manchego comenzó a
luchar, siempre bravo y entusiasta, en Bullo y Gondra, en el primero de estos
puntos había actuado como comandante de Destacamento. En septiembre del mismo
año, había sido ascendido al grado de Teniente Coronel, “por méritos de
guerra”, y en noviembre pasaba como adscrito a la 7a. División. En enero de
1934, fue destinado como Jefe de Estado Mayor de la 4a. División, último de los
cargos que desempeñó, pues el 20 de junio su alma de guerrero y de patriota
volaba al cielo de la inmortalidad.
La muerte del Jefe heroico había causado consternación no sólo en el ejército,
sino también en todos los ámbitos de la nación. La prensa de todo el país le
dedicó extensos artículos necrológicos, haciendo resaltar sus virtudes cívicas
y militares, así como refiriendo algunos episodios y anécdotas de su vida. Uno
de ellos, publicado en “La Unión" de Santa Cruz, narra el siguiente
episodio: “Caído en una emboscada juntamente con dos soldados chiquitanos, en
poder de fuerzas paraguayas, preguntaron sus soldados a Manchego: qué hacemos
mi jefe, ¿disparamos? Manchego, impertérrito, contestó: disparen. Y los pilas,
que creían que se refería a que los soldados se pondrían en precipitada fuga,
dejando a su jefe, cayeron atravesados por las balas chiquitanas, pues aquellos
ante la contestación del jefe, dispararon sus armas contra los paraguayos y
salvaron a su jefe que desde entonces no perdió ocasión para celebrar a los
chiquitanos y declarar que son de los mejores entre los mejores soldados de
Bolivia”.
También en las esferas del Gobierno, había causado profunda impresión la muerte
del glorioso Héroe; pues el Ministro de Guerra, dirigiéndose telegráficamente
al General en Jefe, le decía: “Señor Presidente República, profundamente
impresionado por dolorosa como heroica muerte de Teniente Coronel Francisco
Manchego, caído en gloriosa acción de hoy, le confiere ascenso póstumo a grado
de Coronel.— Al enviar mi palabra de pésame al Ejercito, le pido ordenar sean
remitidos los restos del heroico Jefe para rendirle los honores que
merece". Por su parte, el Jefe del I Cuerpo de Ejército, significando su
condolencia por la muerte de su más decidido y entusiasta colaborador, se
dirigía a la madre de Manchego, mediante el siguiente telegrama: “Ballivián, 22
de junio de 1934. — Epifanía Figueroa v. de Manchego. — La Paz. — Comando, jefes,
oficiales y tropa I Cuerpo, conmovidos irreparable pérdida Tcnl. Francisco
Manchego, ruégole aceptar su profunda condolencia. — Murió en pleno combate y a
la cabeza de sus tropas, escribiendo una gloriosa página en la historia de
Bolivia. —Para usted respetable señora, madre de dos héroes caídos en el campo
de batalla, será eterna la gratitud de la Patria. —Cnl. Toro”. Manchego fue un
profundo patriota, - un patriota de verdad, y murió como.
Y confirma aun mayormente sus preocupaciones en la muerte y en el más allá,
cuando días antes de su inmolación, el 3 de junio, pronunciaba un discurso ante
un grupo de Jefes y Oficiales, y decía entre otras cosas: “Si el destino me ha
deparado la muerte, será combatiendo con mis bravos soldados de la 4a. División,
con esos valientes que han dado pruebas de valor y sacrificio”. Y así fue.
Manchego rendía tributo a la gloria algunos días más tarde poniéndose a la
cabeza de sus “queridos soldados”, como simple granadero, asaltando las
posiciones enemigas. Por eso, cuando se inhumaban sus queridos despojos, que
fueron llevados a la ciudad que le viera nacer, y antes de que desaparecieran
bajo la loza funeraria, uno de sus soldados que había formado en el bizarro
regimiento Florida, decía despidiendo al invicto Jefe: “Todos tus hijos del
regimiento Florida, al saber tu heroica muerte, con el corazón henchido de
dolor, pensamos que Bolivia ha perdido uno de sus más aguerridos y pundonorosos
Jefes, y nosotros tus fieles soldados del Florida, que fuimos testigos
presenciales de tu valor, sentimos perderte para siempre; pero vivirás
eternamente en nuestros corazones”.
A las 17 horas del 29 de junio, eran conducidos los restos de Manchego en medio
de una enorme muchedumbre que quiso testimoniar el homenaje postrero al Gran
Defensor del Chaco, encabezada por el Presidente de la República y sus
Secretarios de Estado.
(LA GUERRA CON EL PARAGUAY — Coronel Julio Diaz A.)
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