Las tropas bolivianas, reclutadas en su mayoría de los centros demográficos más
densos eran collas en un elevado porcentaje; provenían de las mesetas
altiplánicas, donde la vista se hunde en la infinidad de la pampa árida, fría y
seca hasta toparse con las cimas de los Andes y sus riscos o de las hondonadas
de los valles al amparo de las rocas donde crecía una bucólica vegetación. El
soldado boliviano sentía el suelo chaqueño como parte de la heredad nacional en
virtud de una entelequia, pues distaba totalmente de su escenario real. Por
otra parte, la instrucción militar impartida en la conscripción se había
concebido y desarrollado siempre para zonas montañosas en la hipótesis de un
casus bellis en la frontera con Chile. No existía tampoco el intenso acicate
vital de la lucha por lo intrínsecamente suyo: su familia, su hogar, su paisaje
espiritual y físico en esencia.
(EMILIO SARMIENTO - MEMORIAS DE UN SOLDADO DE
LA GUERRA DEL CHACO) cortegosky©
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