Por: Alejandro C. Tarruella, periodista, escritor, es autor
de los libros “Guardia de Hierro. De Perón a Bergoglio”, “Envar Cacho El Kadri.
El guerrillero que dejó las armas”, entre otros. // Infonews, 15 de febrero de 2018.
Klaus Barbie, oficial alemán de las SS, fue conocido como
“El carnicero de Lyon” por el crimen de un gran número de judíos en Francia,
muchos de ellos niños. Al finalizar la guerra, la CIA lo reclutó y
habilitó su huida para que no fuera juzgado sus tropelías.
En Bolivia donde colaboraría con la dictadura de René
Barrientos Ortuño y con el golpe de García Meza en 1980, en el que actuó de
modo decisivo la dictadura del general Videla, responsable del asesinato del
ministro de Minas del gobierno del general Alfredo Ovando Candia, Marcelo
Quiroga Santa Cruz.
Klaus Barbie fue quien armó a “los novios de la muerte”, una
suerte de Tres A boliviana integrada por militares argentinos a
quienes conducía un hombre de la inteligencia, el coronel Alberto Valín. A ese
núcleo paramilitar, se unieron por esos años elementos de la Unión Mundial de
Nacionalsocialistas y el Círculo Español de Amigos de Europa. También, paraban
en el Café del Club La Paz con esos núcleos, los terroristas italianos Stefano
Delle Chiaie, Emilio Carbone y Pierluigi Pagliae, veteranos de los atentados de
trenes de Bolonia y Piazza Fontana.
Por el Café del Club La Paz, frecuentado a fines de los años
70 por círculos clandestinos de extrema derecha afiliados a la Unión Mundial de
Nacionalsocialistas, pasaron militantes de la organización neofascista española
Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE), más los terroristas italianos
Stefano Delle Chiaie, Emilio Carbone y Pierluigi Pagliae, implicados en los
atentados de la estación de trenes de Bolonia (85 muertos) y el de Piazza
Fontana (17 muertos), lo que indica que cuando el Che llegó a La Paz, era un
centro del fascismo internacional ligado a la OTAN y la CIA. Delle Chiaie,
Carboen y Pagliae, se sumaron a “Los novios de la muerte”1 hacia 1980, que creó
Barbie. Es improbable que el Che supiera del entramado internacional que
existía en Bolivia a su llegada a La Paz.
Por estos días, se supone que Klaus Barbie, “El
carnicero de Lyon”, tuvo un singular protagonismo operativo en la captura del
comandante Che Guevara amparado por los Estados Unidos. Ese país lo había
“legalizado” una vez que acabó la segunda guerra mundial e incluso lo utilizó
para investigar a la URSS, donde por esos días moraba Stalin. Un cineasta
británico Kevin Macdonald, revelaría en su documental “Myenemy senemy”, el
papel de los Estados Unidos en la “recuperación” del agente nazi para sus
políticas de inteligencia internacional.
Nikolaus Barbie, nació el 25 de octubre de 1913 en en
Bad-Godesberg, Bonn. Fue el propio Hitler que lo llevó a las Juventudes
Hitlerianas y en 1935 al “Sicherheitsdienst” (SD), el sector del partido nazi
especializada en espionaje y contrainteligencia, de donde pasó a las SS y luego
a la Gestapo, la policía secreta del führer. Barbie pasó a Lyon, Francia, como
jefe de la Gestapo en 1942 cuando tenía 21 años. Allí tenía que lidiar en el
régimen de Vichy con la Resistencia francesa que conducía desde el exilio en
Londres, Charles De Gaulle, y dirigía en Francia, el mítico Jean Moulin. El
Consejo Nacional de la Resistencia, en la que militó el escritor Albert Camus,
saboteaba la actividad de los ocupantes alemanes con acciones militares
exitosas. Contra ellos y la población judía, se la tomó Barbie.
“EL CARNICERO DE LYON”
Lo llamaron “El carnicero de Lyon” luego de asesinar a Jean
Moulin, y capturar a 44 niños judíos del orfanato de Izieu. Había
asesinado a más de 4 mil prisioneros, torturar a miles de franceses y
enviar más de 7 mil personas a campos de concentración en Alemania. El mismo
Heinrich Himmler lo felicitó por sus fechorías.
Derrotado el nazismo, poco se supo de él hasta 1947 cuando
Estados Unidos lo reivindicó en un informe histórico y lo utiliza para
perseguir a comunistas alemanes. “Es un hombre honrado, tanto a nivel
intelectual como en lo personal, sin nervios ni miedos. Un anticomunista
declarado y un idealista del nazismo que cree que sus ideas fueron traicionadas
por los nazis que estaban en el poder”, lo definió Robert S. Taylor, de la
contrainteligencia norteamericana en Europa. Lo declaró anticomunista y no
nazi, en un artilugio para su defensa. Así, fue protegido y empleado de
los servicios de contraespionaje del Ejército de Estados Unidos (CIC) ,2 y
trabajó para ellos en Alemania de 1947 a 1951.
Luego, Allan A. Ryan Jr, ayudante del Fiscal General de los
EE.UU, reafirmó su rol: “Si Klaus Barbie estaba a su disposición, era eficaz,
leal y fidedigno […] emplearlo correspondía a los mejores intereses
norteamericanos del momento”. Así, Barbie pasó a ser un agente norteamericano.
De nada valieron los intentos de los franceses de hallarlo para llevarlo a la
justicia y en 1951, amparado por la ayuda yanqui, se embarcó en Génova para
América del sur. Barbie, su mujer y dos hijos, arribaron a Bolivia el 23
de abril de 1951. Allí, a el apellido de Altman por el del rabino de su
pueblo natal, y comenzó a dirigir una serrería en La Paz. Protegido por
gobiernos e inteligencia, incluso la norteamericana, logró en en 1957 la
ciudadanía boliviana que rechazó reclamos de Francia incluso apelando a con
cartas contra su extradición del presidente de facto Banzer en 1972 y luego, un
laudo de la Corte Suprema de Justicia de Sucre, que data de 1974, que lo hacía
un ciudadano protegido libre de toda sospecha.
EL CHE EN BOLIVIA
El 7 de noviembre, cuando el Che hizo su primer viaje a Bolivia, no imaginó jamás que un nazi al servicio de los Estados Unidos, sería uno de sus verdugos. Barbie revistaría como Teniente Coronel del ejército de ese país. Tim Weineren su libro “Legacy of Ashes”, reconocería que la CIA no tenía idea de donde estaba el Che cuando lo informó el presidente de facto, René Barrientos Ortuño. Weirner estableció que Barrientos comunicó al embajador Douglas Henderson, que estaban siguiendo al Che en Bolivia. Allí comenzó la colaboración de Estados Unidos. Barrientos aceptaría asesoramiento y formación por parte de militares norteamericanos entrenaran a 640 Rangers, unidad de élite antiguerrillera. Barbie fungía en Bolivia como presidente de la Sociedad Naviera del Estado, Transmarítima, que tenía un solo barco, y era asesor de los Servicios de Inteligencia de Bolivia.
En el libro “Devil's Agent: Life, Times and Crimes of Nazi
Klaus Barbie”, se da a conocer que se recurrió entonces a un teniente coronel
apellidado Altmann. McFarren e Iglesias lo supieron por una entrevista con
Álvaro de Castro, uno de los “confidentes de Barbie”. Revelaron además que
Klaus “Altmann mantuvo varias reuniones con funcionarios yanquis involucrados
en la captura del Che Guevara, según Castro, quien también dijo que Estados
Unidos estaba interesado en el consejo de Barbie como resultado de su experiencia
en la caza de combatientes de la Resistenciadurante la Segunda Guerra Mundial”,
expresaron. Kevin Macdonaldexpuso que De Castro, le confía que “Altamann se
reunió con el mayor Shelton, el comandante de la unidad de los Estados Unidos”
para darle «consejos sobre cómo luchar contra esa guerra de guerrillas”. Tomaban
su experiencia contra judíos y franceses como base para la acción en Bolivia.
Años después, cuando Barbie fue detenido luego del golpe de García Meza, y
deportado a Francia donde se lo juzgó, aún se desconocía su rol en la represión
al Che Guevara, pero en ámbitos castrenses se lo conocía como un colaborador de
la CIA.
En esa faena, había sido colaborador de Roberto “Toto”
Quintanilla, amigo íntimo, a quien asesoró en la búsqueda del Che. Dos años
después, el 9 de septiembre de 1969, Quintanilla asesinó a “Inti” Peredo,
sobreviviente de la guerrilla del Che, en un “baño de sangre”, luego de
torturarlo violentamente bajo métodos que tomó de Barbie. Inti era el líder del
Ejército de Liberación Nacional (ELN). El 25 de enero de 1983, el gobierno del
presidente Siles Suazo deportó a Barbie a Francia donde sería juzgado en julio
de 1987.
Recientemente, Adys Cupull y Froilán González (ex embajador cubano en Bolivia)
presentaron el libro “El asesinato del Che en Bolivia”, donde hacen nuevas
revelaciones acerca del crimen, en particular de las últimas horas del
comandante. En él hacen un particular reconocimiento al general Alfredo Ovando
Candia, el presidente que nacionalizó la Gulf y llevó al ministerio de minas a
Marcelo Quiroga Santa Cruz.
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