Por: José Antonio Loayza Portocarrero publicado en: SIGLO Y CUARTO, Documentos
Históricos el 5 de marzo de 2018.
Es extraño saber que alguien haya dado una conferencia en la Casa de la Cultura
de Oruro sobre la vida pública del Sr. Patiño, sin conocer su vida. Como es
extraño entender que los biógrafos oficiales de Patiño, Manuel Carrasco, autor
de: Simón I. Patiño, Un prócer industrial; y Charles F. Geddes, autor de:
Patiño, rey del estaño. Hayan presentado una falsísima información biográfica
en la desesperada misión de crear una historia “oficial” para que esta se
yuxtaponga sobre el quebranto y nuestro maltrecho país, sólo para eludir la
angurrienta historia del Superestado. Finalmente es extraño que ninguno de los
nombrados haya sabido que Patiño tenía dos hermanos. Hoy me referiré a Ernesto
Quiroga, tal y como me la relataron, y sin el apresamiento de que “Los
sentimientos y subjetivismos forman parte del derecho a la libre expresión pero
no tienen autoridad para anular el valor de prueba de los testimonios”, cuáles
pruebas, ¿la de Geddes, que por ser biógrafo de Patiño, es creíble así haya
escrito sin reparos ni recaudos testimoniales una historia a la medida que le
convenía al magnate? Parecería que la sombra de Patiño aun es una evitación de
la verdad.
Pero iré al tema. En el Arzobispado de Cochabamba, cursan estos documentos: El
primer hermano de Simón Patiño fue Octavio, nació el 13 de enero de 1858, según
el libro bautismal de ese año a fojas 141, en la Parroquia de San Pablo de
Capinota. Hijo de Julián Abasto y María Patiño.
El segundo en nacer fue Simón, el 1 de junio de 1860, según figura en el libro
bautismal Nº 15 fojas 63 de Santivañez, hijo de Julián Abasto y María Patiño.
El tercero se llamó Ernesto, no se halló el certificado de bautismo, quizás
para evitar constancia de que su padre era cura, pero encontré el certificado
de matrimonio en el libro 8 Pág. 12, donde indica que Ernesto se casó el 21 de
diciembre de 1916, y era hijo de Benjamín Quiroga y María Patiño, quien tuvo a
su hijo a sus 36 años. Es de éste hermano de quien hablaré.
El año 1861, llegaron de Potosí a Cochabamba, los esposos Pio Gonzales Quiroga
y María Santos Saavedra, junto a sus hijos el cura Daniel; las hijas y las
maestras de instrucción Matilde e Inés; y el cura Benjamín, quien primero
sirvió en la iglesia de Carasa y desde 1864 en la Parroquia de la Compañía de
Jesús de Cochabamba, cuando celebró la boda de don Nataniel Aguirre, hijo de
Miguel María de Aguirre, Ministro de Hacienda, y de Dña. Margarita Achá, hija
del Gral. José María Achá, Presidente de Bolivia y doña Gertrudis Antezana.
El doctor Julián Abasto, Notario de fe pública en Quillacollo, mantenía una
relación adúltera con María Patiño y de esta relación nació Octavio.
Posteriormente se enteró de los amores incestuosos entre María y su primo de
cuya relación nació Simón, y del idilio sacrílego con el cura Benjamín, de cuyo
romance nació Ernesto; por estas causas, Julián se separó y le quitó a su hijo
Octavio.
En 1900, cuando Patiño descubrió la veta que asombrosamente lo convirtió en el
tercer millonario del mundo, abrió sus oficinas en Oruro, Chile y Europa,
mientras su hermano Ernesto trabajaba según conforme a lo acordado con Juan
Roth, encargado de la oficina Oruro; Alberto Nanetti, administrador de La Salvadora;
Halkyer, el contador; Nicolás Tomé, el mensurista; y en los asuntos legales con
los doctores Atiliano Aparicio, Zoilo Rivera y José Antezana, de Oruro;
Wenceslao Alba y Alfredo Sologuren de Potosí; Arturo Loayza de La Paz; Juan de
la Cruz Delgado de Colquechaca; y Samuel Céspedes de Chayanta. Este fue el
grupo operador de Patiño en los primeros años. Posteriormente Ernesto retornó a
Cochabamba y se ocupó de la construcción de Pairumani, la Empresa de Luz
Eléctrica, la Empresa de Tranvías, la de cerveza, y otras como la edificación
del Banco Mercantil. En sí, articuló, relacionó y representó, todas las tareas
de Patiño en su ausencia, unas veces ayudando en la construcción de la empresa
minera, o destruyendo las amenazas legales en San Pedro de Buena Vista, o
galopando por la inmensidad de las pampas con la cara barbuda su chambergo y su
poncho, o frenando en una balacera a los esbirros de Artigue para proteger a la
familia de Albina en aquellos tiempos donde la fuerza era fundamental para
ganar los pleitos.
Estos y otros datos no conocidos me los contó la nieta sobrina de Patiño, doña
Ana María Quiroga; y con un dejo de gozo y añoranza, me relató cómo se casaron
sus padres. Estas fueron sus palabras:
Una noche de lluvia llegó mi tío Simón adonde mi papá Ernesto, aquí en la calle
España, y le dijo:
—Ernesto, estoy empapado de lluvia y tú de tristeza. He conocido a los tristes
de dinero, a los tristes de nada y de todo, pero nunca me confundo, y por lo
presente, reconozco a los tristes por amor… ¿Concepción verdad?
—Sí, es ella —dijo Ernesto entrelazando sus dedos− Tú sabes que es mi prima e
hija de mi tía Matilde. Qué hago Simón. Andamos enamorados cinco años, desde
1916…
—Vi la fotografía que le enviaste en 1911, cuando tenías 30 años, posando junto
a un hermoso caballo con una dedicatoria que dice de parte de tu
"hermano". Pero qué esperas: ¡Cásate!
—Los curas Francisco Pierini e Indalecio Ledesma, darían el grito al cielo...
No olvides que ellos la excluyeron a doña Adela Zamudio de las actividades
católicas y femeninas por su actitud liberal, sólo por haber publicado su poema
¿Quo vadis? Si me caso, mandarán a las matronas de la sociedad católica y al
regimiento Abaroa, como le hicieron a ella en 1904.
— ¡Bah, son primos en segundo grado! ¡Ignora las formalidades y no te
mortifiques, líbrate de los prejuicios sociales, cásate!
— ¿Tú estás de acuerdo? —preguntó Ernesto−. Si lo estás, juro que no pensaré
dos veces.
—Ernesto, si le recuerdas a un ángel su pecado con un argumento de moral, en
latín: "Argumentum ad hominem". Aceptará lo dicho para no reñir con
las Escrituras. Ahora, si alguien habla del cura y su hijo, ¡la moral ardería!
Deja que yo maneje este argumento y tú prepara la boda.
21 de diciembre de 1916. Ernesto G. Quiroga Patiño de 34 años, hijo natural de
Benjamín G. Quiroga y de María Patiño, contrajo nupcias con Concepción Ocampo
Quiroga de 23 años, hija legítima de Romualdo Ocampo y Matilde Quiroga. La boda
se realizó en la casa de la novia, fueron testigos Simón I. Patiño y Filomena
Quiroga, representante de Albina Patiño. El matrimonio lo celebró y bendijo con
la palmatoria en la mano, Francisco Pierini.
—Simón —preguntó Ernesto con curiosidad−, ¿le referiste a Pierini tu
"Argumentum no sé qué"?
—No fue necesario —respondió Simón−, el "Argumentum ad valorum", fue
más sugestivo.
Francia 1927. Pasaron once años. Simón la buscó a Albina que estaba en el
oratorio del Chateau Valrose, y la encontró llorando junto a un retrato como
aferrándose al dolor, protestó que la vida no se puede comprar con dinero y se
paró frente al Sagrado Corazón de Jesús para alcanzarle a Simón una carta de
ribetes negros. Simón la abrió:
—... ¡No, no puede ser Albina, no puede ser! ¡Ernesto, dime que mienten, que no
es cierto! ¡Tú no puedes morir, dijiste que haríamos la villa para que tus
hijos y los míos gocen junto a nosotros! ¡Me dijiste hermano, confía, porfía,
nuestra fe es más luciente que el sol! ¡No puedes morir Ernesto!...
—Simón. —dijo Albina, alisando la carta−, Ernesto fue muerto con varios
disparos en Pairumani...
Nunca se supo quién o quiénes fueron los asesinos, sólo se supo que le
dispararon cuando bajaba a Vinto. La tarea de averiguarlo se fueron diluyendo y
las conjeturas sobre los motivos del crimen, también. Ernesto sufrió un tiempo
las heridas y murió el 24 de abril, dejó a Cecilia y a sus cinco hijos, entre
ellas a la menor Ana María, de apenas unos meses.
Don Ernesto G. Quiroga, fue sepultado tres días después, a las cuatro de la
tarde. Hoy sus restos reposan en el Cementerio General: 2ª fila de la sección
F, bloque 34, nicho 8508. No en el mausoleo de Patiño como era el deseo de los
dos hermanos.