Por E. Jorge Abastoflor Frey / 13 de noviembre de
2019.
Es 13 de noviembre de 1932, los soldados bolivianos del
Regimiento “Sucre” avanzan por el campo con cautela. La jornada anterior, 12 de
noviembre, han tenido su bautismo de fuego apenas unas horas después de haber
llegado al sector de “Kilómetro 7”. Ahora realizan la limpieza del campo,
recogiendo el material que han abandonado las tropas paraguayas luego de otro
fallido intento de tomar por asalto las trincheras bolivianas. Ahora, los del
“Sucre”, también son parte de esta increíble historia.
La situación es crítica para Bolivia a fines de 1932. El
Ejército paraguayo ha completado su movilización general, elevando sus
efectivos hasta 16.000 hombres, que ya están operando contra las posiciones
bolivianas. Mientras tanto, Daniel Salamanca, Presidente de Bolivia, ha
detenido al grueso de los refuerzos que iban hacia el Chaco Boreal en las
ciudades de Tupiza y Tarija. Salamanca cree que la paralización de la
movilización evitará el escalamiento del conflicto, pero se equivoca. La guerra
entre Paraguay y Bolivia ya se ha desatado.
La retoma paraguaya del Fortín “Boquerón” ocurrida el pasado
29 de septiembre había ocasionado una ruptura crítica del dispositivo militar
boliviano y demandaba la concentración de las escasas tropas bolivianas que se
encontraban en el frente. A principios de octubre las tropas bolivianas
debieron evacuar y concentrar los combatientes bolivianos que se encontraban
ocupando los Fortines “Toledo”, “Corrales”, “Fernández”, “Platanillos”, “Loa” y
“Bolívar”. El resultado: Sólo pudieron reunirse 1.780 combatientes. (Díaz
Arguedas)
La concentración de las tropas bolivianas se produjo en el
sector comprendido entre los Fortines “Castillo” y “Yujra”. Ante la evidente
inferioridad numérica y material el Comando boliviano ordenó que se trabaje en
posiciones defensivas, mientras se esperaba la llegada de refuerzos. Pero los
refuerzos que esperan… no van a llegar.
El día 05 de octubre el Ejército paraguayo tomó contacto con
las tropas bolivianas en el Campo de la Mula Muerta y se desató el combate.
Durante un par de días, los combatientes bolivianos contuvieron el avance
paraguayo, pero estaban a punto de ser envueltos igual que había pasado en
Boquerón. No había alternativa: se ordenó su repliegue hasta el sector del
Fortín “Arce”.
Pero el inexorable avance paraguayo terminó por ocasionar
que Fortín “Arce” caiga en manos paraguayas el día 22 de octubre.
Entonces, asomó la desagracia. Dos batallones de tropas
bisoñas, cayeron en la desmoralización y se desorganizaron arrastrando a otros
soldados consigo. Tomaron el camino hacia el Fortín Saavedra y se lanzaron
hacia allá sin hacer caso de nada. El Comandante paraguayo, José Félix
Estigarribia, lo sabía. Era el momento de dar la estocada final al Ejército
boliviano.
Estigarribia ordenó un enérgico ataque para destruir a los
bolivianos que se retiraban en desorden. El ataque, al concretarse con éxito,
también dejaría a la Séptima División boliviana completamente aislada. Así, la
Guerra del Chaco quedaría finiquitada antes de que concluyese el año de 1932.
Pero los combatientes bolivianos que se replegaban
desorganizados, no estaban abandonados. En esforzada maniobra, los Regimientos
“Loa”, “Campero” y “Lanza”, bajo el mando del Mayor Germán Jordán, se
desplegaron en los flancos y la retaguardia de sus camaradas para resguardar su
repliegue, evitando su aniquilación.
Entonces, el Ejército paraguayo experimentó el agotamiento
de sus suministros, especialmente agua. Cuando parecía que esta contingencia
detendría el avance paraguayo, llovió torrencialmente. La naturaleza se ponía
del lado del Paraguay y esto le permitía al Comando paraguayo continuar su
hostigamiento sobre las posiciones bolivianas. La consigna del Comando
paraguayo era ¡Perseguir y destruir!
En Fortín “Alihuatá”, los oficiales bolivianos trataron por
todos los medios de reorganizar a los soldados desmoralizados, pero no había
forma de detener esta marea humana. En tan desesperada situación, el Coronel
Enrique Peñaranda, extenuado y enfermo, se dirigió a los combatientes
bolivianos, no ya para apelar a su razón sino para desafiar su patriotismo. Con
la banda de música interpretando el himno nacional, Peñaranda sentenció:
“(…) es mejor morir de cara al enemigo, que volver al hogar
con la vergüenza en el rostro. Quienes quieran acompañarme, un paso al frente.”
(Querejazu)
Respondieron al llamado de la Patria 1008 combatientes de
los Regimientos “Loa”, “Campero”, “Lanza” y “Campos”. Esto era lo que quedaba
de la Cuarta División. Sólo quedaba saber si esta fuerza era lo suficientemente
brava para detener al Ejército paraguayo.
Evacuado Peñaranda, el Comando recayó en el Teniente Coronel
Bilbao Rioja, que ordenó que este contingente de voluntarios bolivianos tome
posición en un amplio campo abierto, situado a siete Kilómetros al norte de
Fortín Saavedra. Bilbao Rioja había escogido este estratégico lugar de
“Kilómetro 7” para montar la defensa porque por allí pasaba el camino que
conectaba a Fortín “Alihuatá” con Fortín “Saavedra”. Además, el lugar estaba
salpicado de “islas” de vegetación que brindarían protección a los
combatientes.
Bernardino Bilbao Rioja ordenó la construcción de dos líneas
paralelas de trincheras, en el espacio comprendido entre el campo abierto y el
bosque. La extensión de cada línea de trincheras era de 10 Kilómetros. (Díaz
Arguedas) La idea era brillante, pero requería que cada uno de los voluntarios
cavase 20 metros de trinchera, con el enemigo en su aproximación final. El día
25 de octubre, está por caer Fortín “Alihuatá” en manos paraguayas y no
tardarían en llegar hasta las inconclusas trincheras bolivianas.
Sonó el teléfono de campaña en el Fortín boliviano
“Saavedra”. El operador contestó y escuchó: ¡Atención!¡Cuidado! Pero no es en
castellano que se realiza aquella advertencia, ¡Es en quechua! El operador
desconfía por un momento, pero finalmente contesta también en quechua: ¿Quién
es? Entonces, se desarrolla una conversación completamente en quechua. Quien
hizo el contacto fue el músico boliviano Jesús Arze Quinteros, que le advierte
al operador de Saavedra que la línea por la que hablan ha sido intervenida por
los paraguayos. Arze informa que el Ejército paraguayo ya se dirige hacia
Saavedra. Los defensores de “Kilómetro 7” serán completamente arrollados porque
aún no han terminado de hacer sus trincheras.
En esas circunstancias, el músico boliviano tiene una idea:
Arze le propone al operador de Saavedra que ambos se hagan pasar oficiales
superiores bolivianos, que definen una maniobra sobre el Fortín paraguayo
“Fernández”, en la retaguardia del Ejército paraguayo. Así lo hicieron y
tuvieron esta falsa conversación en castellano, con los paraguayos escuchando.
El Comandante paraguayo, Estigarribia, fue inmediatamente informado y tomó la
decisión de desviar su avance para enfrentar el supuesto ataque. Esta artimaña
retrasó al Ejército paraguayo apenas lo suficiente para que los bolivianos de
“Kilómetro 7” concluyan su atrincheramiento. (Sánchez Guzmán)
Construir aquellas trincheras fue una hazaña de ingeniería
militar y de fortaleza rayana en lo sobrehumano. Mientras se realizaban los
trabajos, Bernardino Bilbao Rioja, recorría las trincheras animando a los
soldados; no tenía la oratoria de Peñaranda, pero contagiaba su energía
arengando con una sencilla pero poderosa frase: ¡No Pasarán!
No habría descanso para los extenuados cuerpos de los
soldados bolivianos. El ataque paraguayo comenzó el día 05 de noviembre. Los
1008 defensores bolivianos resistieron los enérgicos asaltos frontales
paraguayos, rechazándolos todos.
Pero la verdadera intención del Ejército paraguayo era la de
envolver el ala derecha boliviana. En ese extremo de la línea boliviana se
sostuvo su posición a sangre y fuego, pero la obstinación paraguaya sólo pudo
ser frenada y repelida llegando a lucha cuerpo a cuerpo. (Díaz Arguedas)
Después de cinco días de feroz combate, el ataque del
Ejército paraguayo fue derrotado. Entonces, Bernardino Bilbao Rioja percibió
que las críticas pérdidas sufridas por los paraguayos les obligaban a esperar
refuerzos. ¡Era una oportunidad! El Comandante boliviano reorganizó a sus
hombres y rápidamente pasó a la ofensiva. Los soldados paraguayos y sus Jefes
no alcanzaron a anticipar la reacción boliviana y fueron sorprendidos por el
asalto a sus posiciones.
Un millar de soldados bolivianos había detenido férreamente
la ofensiva de todo el Ejército paraguayo y luego lo había hecho retroceder.
El Ejército boliviano se había salvado. La Cuarta División
boliviana se había ganado un nombre para la posteridad: ¡La Brava Cuarta!
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Fotografía: Cuadro: Fragmento de mural de la Academia Boliviana de Historia Militar. La Paz
- Bolivia
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