DOS FECHAS CLAVES - 10 Y 18 DE MAYO - QUE SELLARON LA ALIANZA TOTAL ENTRE ARGENTINA Y PARAGUAY PARA HACERLE FRENTE A BOLIVIA.
(Por Diego Martínez Estévez)
EL CONTEXTO.
La carta que se leerá más abajo, es una de muchísimas que a lo largo de los tres años que duró la campaña militar del Chaco, intercambiaron el Plenipotenciario paraguayo Vicente Rivarola acreditado ante el gobierno de Buenos Aires con el Presidente Eusebio Ayala.
A este intercambio epistolar responde el libro titulado CARTAS DIPLOMÁTICAS, cuya tapa se observa adjunto a este artículo. Estas cartas que son muchas, llenaron 411 páginas de este libro.
Una de esas cartas – la que se leerá más abajo - fue remitida por Rivarola al Presidente Ayala el 27 de mayo de 1933, esto fue, nueve días más tarde cuando la Argentina, oficialmente ante la comunidad internacional, se declaró PAIS NEUTRAL.
Antes de esta declaratoria – el 10 de mayo de 1935 - Paraguay le declaró la guerra a Bolivia.
Bolivia, a través de su Cancillería, venía desde los días de la batalla de Boquerón (septiembre de 1932), reclamándole al gobierno argentino por su solapada tarea de apoyar militarmente al Paraguay y simultáneamente, saboteando el libre tránsito por territorio argentino, de las cargas bolivianas, rompiendo así su estatus de neutralidad varias veces manifestada a los representantes diplomáticos nuestros.
Para de una vez por todas evitar dichos reclamos, ambos gobiernos – de la Argentina y Paraguay – se pusieron de acuerdo del siguiente modo:
Paraguay le declararía la guerra a Bolivia y así lo hizo el 10 de mayo de 1933; enseguida, la Argentina se declararía país neutral y así también lo formalizó ocho días después, el 18 de mayo. Los detalles sobre estos acuerdos, también han sido registrados en otra carta epistolar intercambia entre los nombrados arriba.
Al declararse neutral, de inmediato la Argentina cerró toda su frontera con nuestro país. A las pocas semanas, muchos soldados bolivianos comenzaron a morir de hambre o, debido a la drástica disminución de sus defensas orgánicas, sus heridas producidas por proyectiles, por picaduras de mosquitos o garrapatas y pulgas, al no sanar, se fueron gangrenando, provocándoles también la muerte. En el libro titulado VILLAMONTES, del general Juan Lechín Suárez, se lee que los muertos por enfermedades en toda la guerra fueron 16.500; esto es, 6.500 más que las producidas directamente en combate (entre muertos y heridos).
Hasta antes de este cierre de fronteras, el Ejército de Bolivia se proveía de distintos puntos comerciales de la banda argentina. Ahora, con esta medida tan extrema, se vio obligado a montar una larguísima cadena de abastecimiento desde el interior del país, particularmente desde los valles de Cochabamba y regiones altiplánicas, A partir del cierre fronterizo, los artículos alimenticios y de sanidad, debían recorrer una distancia promedio de 1.700 kilómetros de distancia.
Lo que se leerá a continuación, son apenas tres páginas de 421 de los que consta este libro, en todas hace referencia de muchos asuntos de alianza entre ambos países y también de la intervención del gobierno chileno en contra de Bolivia, como en el caso de esta carta que hace referencia al “Acta de Mendoza”, por medio del cual, Argentina y Chile pretendían someter a Bolivia a sus propios criterios de deslinde del territorio en disputa.
Aclarar que este libro fue publicado por el hijo del Plenipotenciario citado; pero también este diplomático publicó tres frondosos tomos titulados MEMORIAS DIPLOMÁTICAS, que tratan sobre la alianza militar y política de su país con la Argentina y también sobre sus gestiones realizadas en Santiago de Chile y que dio lugar al espionaje y otras tareas muy importantes en contra de Bolivia, desplegadas por el Mapocho.
Al parecer, por los cometarios que se leen en esta página desde varios años atrás, la casi totalidad de los ciudadanos paraguayos no tienen conocimiento sobre la existencias de estos cuatro libros, publicados por sus propios compatriotas.
Para los bolivianos, es muy importante leer cuando menos en en toda su extensión, esta carta (una entre muchísimas), que desde Buenos Aires le remite al Presidente paraguayo, su Ministro Plenipotenciario Vicente Rivarola.
CARTA REMITIDA.
Buenos Aires, Mayo 27 de 1933
Señor Doctor Eusebio Ayala
Presidente de la República
ASUNCIÓN
Estimado Presidente y amigo:
El doctor Gerónimo Zubizarreta me manifestó a su llegada que Ud. Le había dado el encargo de decirme averiguase cómo sería aplica la neutralidad por este Gobierno y le comunicara mis impresiones. Le contesté que extrañaba la pregunta desde que, en numerosos telegramas a la Cancillería y en cartas personales a Ud., había anticipado desde meses atrás que ella sería rigurosa para Bolivia y benévola para nosotros. Le referí que en una de mis cartas a Uds., había expresado que la neutralidad argentina, llegado el momento, no solamente sería rigurosa para Bolivia, sino que se la aplicaría hasta con rabia, que aquí se estaba cansado de los bolivianos y les tenía ganas.
Y ahora que se ha producido el decreto respectivo y ha llegado el momento de ver cómo se aplica la neutralidad argentina, debo hacerle relación de las gestiones que he venido realizando sobre el particular y comunicarle mis impresiones. No creo que los hechos desvirtúen mis predicciones anteriores; aparte de la utilidad de documentar la buena amistad argentina para nosotros para que, si algunos la desconocen en el presente, la posteridad la agradezca noblemente.
Días antes de producirse el decreto, manifesté al ministro de Guerra coronel Manuel A. Rodríguez, que me inquietaba conocer cómo iría a aplicar el Gobierno argentino la neutralidad una vez declarado por nosotros el estado de guerra. Me contestó que “n forma conveniente y ventajosa”. Le dije que no lo entendía, aclarándome, entonces: en forma “conveniente”, en el sentido de no dejársele pasar nada a Bolivia y “ventajosa”, en el sentido de hacer todo lo posible en favor del Paraguay. Para esto, me agregó, se hará que los ferrocarriles del Estado dificulten por todos los medios los transportes para Bolivia, moviendo los vagones de un lugar a otro antes de hacerlos llegar a destino, allá a las cansadas, que se suprimirían estaciones y se disminuirían servicios, con el mismo fin, todo lo cual resultaría fácil tratándose de líneas oficiales, servidas por el Estado. Me dijo, por último, que por la frontera del Pilcomayo no pasaría a la zona ocupada por Bolivia “ni los pájaros” y que, por el Norte, por excepción y para calmar las protestas del Gobierno boliviano se le dejaría pasar algunas cosas.
De aquí mi insistencia en la conveniencia y oportunidad de que se le decretase el estado de guerra apenas se dieran a conocer las notas de Argentina y chile contestando la insolencia boliviana y se pusiera fin a la mediación derivada del Acta de Mendoza.
Producido el decreto por nosotros, me apresuré a pedir al ministro de Marina, contraalmirante Pedro S. Casal, su opinión sobre cuál será la actitud argentina frente a la neutralidad, todo en el deseo de confirmar mis impresiones anteriores y de asegurarme en cuanto a su efectividad. El ministro Casal, después de conversar con el Presidente Justo, el ministro de Relaciones y otros colegas, me dijo0 textualmente: “En la apariencia se observará la neutralidad más estricta y rigurosa para ambos beligerantes; pero, en la práctica, no solamente seguirán las cosas igual que antes para el Paraguay, sino que, si es necesario, se le ayudará con mayor eficacia”.
El ministro de Relaciones, al día siguiente de dictarse el decreto de neutralidad y en presencia de los doctores Isidoro Ruiz Moreno y Luis Podestá Costa, me invitó a considerar los medios discretos para evitarse que la neutralidad nos perjudicase, ya que, en la apariencia, ella sería estricta y rigurosa para los dos países en guerra. Con toda claridad me dijo que era su propósito ayudarnos facilitando esos medios “discretos”. Después de una entrevista de cerca de dos horas, me recomendó discutiera el punto con los doctores Ruiz Moreno y Podestá Costa y, concretamente, cuando fuera necesario.
Entretanto, se recibió en la Cancillería una consulta telegráfica del Cónsul argentino en AMBERES sobre cómo tenía que proceder en los casos de visaciones consulares de documentos referentes a adquisiciones militares para el Gobierno del Paraguay. El cónsul es un señor Mujía Linares, de origen boliviano, naturalizado argentino. Inmediatamente me visitó en la Legación el doctor Ruiz Morenos, por encargo del doctor Saavedra Lamas, para prevenirme la situación y expresarme la conveniencia de que suspendamos todo embarque para el Ministerio de Guerra en el puerto de Amberes, por lo menos hasta que el cónsul nombrado sea trasladado a otra parte, como seguramente se hará. De aquí mi telegrama al Doctor Rojas, en ese sentido.
Siempre por recomendación del ministro Saavedra Lamas y de acuerdo con Ruiz Moreno y Podestá Costa, visité al director de Aduanas, doctor Pinero, para considerar con él los procedimientos que en adelante había que seguir en el trasbordo y embarque por este puerto, de materiales para el Gobierno de Asunción. Para esto había conversado con él, con anterioridad, el doctor Saavedra Lamas.
El doctor Pinero me expresó que las cosas continuarían como antes de la declaración de neutralidad, pero que debían cambiarse los procedimientos; que debían documentarse todas las operaciones aduaneras con verdadera solicitud, de manera a tener las cosas en condiciones de responder en forma a cualquier pedido de informes o reclamación que se presentaran. Es así, me dijo que ya les hemos negado el trasbordo de los proyectiles llegados para su Gobierno por el vapor “Solón”, sin que esto signifique que no puedan llegar a su destino. Y discutiendo los medios para hacer esto posible, le pedí me permitiera llamar por teléfonos al señor Luis Dodero, desde que su compañía sería la encargada de cumplirlos. Me consintió y llamé al señor Dodero, quien al rato estuvo con nosotros.
Después de considerar varios medios, se llegó a lo siguiente: Que pediría el reembarco para un puerto neutral de las cargas consistentes en materiales de guerra para el Paraguay, cuyo pedido la Aduana despacharía de conformidad. Se designaría luego un guarda de suficiente confianza, encargado de dar cumplimiento a la orden de reembarco, quien se trasladaría a la rada, donde esos materiales se encontrarían en una lancha, a la que tienen que ser descargados por lo mismo de no poder entrar al puerto, y dando por cumplida la orden sin haberlo sido), dejaría la carga libre para seguir viaje directo para Asunción. En el mismo acto, el director llamó a nuestra presencia a su secretario, un señor Pintos, para darle el encargo de atender personalmente cualquier pedido mío, consintiendo el director en que un señor Torres, de la compañía Mianovick, a quien también llamamos para que participara de la conversación, fuera quien se entendiera con el señor Pintos.
El despacho de los proyectiles llegados por el “Solón” se hizo sin ningún tropiezo, por el procedimiento acordado, según me informó el señor Dodero. La misma chata “Pampa”, que lleva dichos proyectiles, pasará por los arsenales de Marina de Zárate, para cargar mil proyectiles de cañón Schnneider 75, que quedaron de una adquisición de cuatro mil balas de cañón que hice por encargo del ministro de Guerra. Y en lo sucesivo, creado el interés, se procederá en igual forma.
No creo, pues, que se pueda aspirar a una neutralidad más benévola. El doctor Zubizarreta, a quien hice conocer personalmente algunas cosas relacionadas con cuanto le informo, supongo que le pondrá al corriente de lo mismo. Esto, naturalmente, al sólo y único objeto de que se conozca, en su momento, la amistad de este Gobierno para nosotros.
Misión del doctor Zubizarreta. Este distinguido compatriota, de cuya visita me congratulo como paraguayo, le informará detalladamente de los resultados de su misión y del éxito alcanzado en su realización. Yo seré, pues, parco en mis informes.
El ministro Saavedra Lamas lo recibió con toda cordialidad y, apenas conoció el objeto de su viaje, en el acto se interesó por que se entrevistar con el presidente Justo y el ministro de Hacienda, siendo así que al siguiente día tuvieron lugar ellas. En esa visita el doctor Zubizarreta expresó al doctor Saavedra Lamas que el Paraguay esperaba una neutralidad benévola de parte del Gobierno argentino. El doctor Saavedra Lamas, que es sin duda alguna un habilísimo diplomático, le contestó con toda elegancia, dándole entender que así se haría.
El presidente Justo lo recibió al doctor Zubizarreta con igual cordialidad. Después de expresarle que se interesaría personalmente por el éxito de su gestión, repitiéndole su interés y sus simpatías por el Paraguay, nos manifestó que la neutralidad sería rigurosa para Bolivia, que el ministro de Guerra, amigo de Ud., me dijo, dirigiéndoseme, entiendo que ya conversó con Ud. Al respecto (se refirió, indudablemente, a la conversación de que le informo en esta carta). Agregó el presidente, que con medidas administrativas oportunas se dificultarían los transportes para Bolivia.
El ministro de Hacienda, doctor Hueyo, inmediatamente se interesó por la gestión del doctor Zubizarreta, diciendo que el presidente le había recomendado el asunto. En el acto llamó al vicepresidente de la comisión de Control de Cambios, doctor Pérez, y cuando éste llegó lo puso en contacto con nosotros, recomendándole el asunto, diciéndole en nuestra presencia que el presidente tenía interés en que se atendiera el pedido del Paraguay. En ese momento dije al doctor Zubizarreta: “Aquí el ministro Hueyo me ha dado repetidas pruebas de su amistad y buena disposición para nuestro país”. El doctor Hueyo contestó: “Si no fuera así no sería argentino”.
Al día siguiente, cuando el doctor Zubizarreta discutió con la comisión de Control el objeto de su misión, los miembros tuvieron la nobleza y lealtad de confesar que ellos hallaban necesario el mantenimiento de la medida cuya derogación pedía el Gobierno paraguayo, por las consideraciones técnicas y de orden práctico que expusieron; pero que, siendo deseo del presidente justo y del ministro de Hacienda que se acceda al pedido mencionado, lo considerarían con la mejor voluntad. Desde este momento se tuvo la seguridad de que misión del doctor Zubizarreta daría el resultado buscado, como efectivamente sucedió.
En conversación personal que mantuve con el presidente Justo, en su casa particular, de cuyo resultado le informaré por separado, éste me refirió que, después de la visita del doctor Zubizarreta, lo había llamado al doctor Pereda, vicepresidente de la comisión de Control de Cambios, su amigo personal, para hacerle presente y pedirle que lo hi8ciera a la comisión, que tenía interés político, como gobernante, de que se accediera al pedido del Paraguay. Aquí, pues, tiene Uds., por otra vez más, el verdadero amigo de nuestro país.
Sin otro motivo, le renuevo mi cordial y afectuosa amistad.
Vicente Rivarola.
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