Este artículo fue publicado originalmente en La H Parlante, el 5 de mayo de 2020.
"ME TEMBLABAN LAS RODILLAS"
En diciembre de 1963, cuatro norteamericanos fueron capturados por mineros de Siglo XX. Uno de ellos era el voluntario del Cuerpo de Paz, Robert Fergerstorm. Contamos con su relato publicado un miércoles 18 de diciembre en un periódico de Honolulu, Hawai, hasta donde regresó tras estar 11 días como rehén de un sindicato minero boliviano, por primera vez controlado por comunistas. Acá lo resumimos.
La radio entrega la noticia. Federico Escóbar e Irineo Pimentel, dirigentes de Siglo XX han sido detenidos y recluidos en una celda. El gobierno de Paz Estenssoro los acusa de sedición.
En Catavi, a la hora de la cena, Bloot, Martin y Fergerstorm se dan por enterados. Sin darle mayor relevancia al hecho, siguen conversando sobre dónde construir escuelas en los centros mineros. Entienden que la educación salvará a las masas obreras de la pobreza.
De pronto escuchan cómo un camión se detiene a pocos metros de la puerta. La calle se llena de voces y gritos. Cuando Bloot, el anfitrión de sus compatriotas, se asoma, un grupo numeroso de mineros irrumpe en el lugar. Varios dedos apuntan a Martin. "Él es de la embajada". Los rehenes son llevados en un jeep del sindicato al edificio de dos pisos situado en la vecina Siglo XX. Salen de la zona protegida e ingresan al territorio "comunista".
Aquella primera noche deben dormir sobre los bancos de madera. Al día siguiente, Juan Lechín, el vicepresidente de Bolivia, está en el lugar. Viene a rescatarlos. Desde ese momento, una sucesión de falsas esperanzas los mantendría ocupados. El péndulo va de un extremo al otro. Las tropas militares y los milicianos merodean la zona amenazantes, las amas de casa mineras rechazan las súplicas de Lechín y se colocan como cuerpo de vigilancia. Comienza a brotar la camaradería entre secuestrados y secuestradores, partidas de ajedrez, charlas llenas de risa e ingenio, inglés, español, quechua.
Las asambleas se organizan y dispersan. El gobierno quiere intervenir con la fuerza bruta, huele a masacre, el embajador Hernderson presiona en todos los niveles de decisión. Fergerstorm cuenta que las rodillas le tiemblan al escuchar las detonaciones de dinamita. Comprueba aliviado que sus estremecimientos pasan desapercibidos en medio de los ajetreos. Piensa en su novia, la boliviana Teresa Rivero de solo 18 años. Él tiene 27 y ha decidido quedarse en este país que ahora lo retiene. Su novia acaba de salir bachiller.
Al regresar a Estados Unidos es muy claro: "Los mineros son buenas personas, no los juzgo por ser izquierdistas". Tras una corta estadía navideña con sus dos hermanos y sus padres en Hawai, Fergerstrom solo piensa en retornar a Bolivia. Quiere terminar las escuelas, ser ingeniero y mudarse a Siglo XX.
LOS CUATRO REHENES
Acá finalizamos, por ahora, la cobertura tardía a la toma de cuatro rehenes norteamericanos ocurrida en diciembre de 1963 en Bolivia. Fueron retenidos en el segundo piso del sindicato minero de Siglo XX durante 10 días. El vicepresidente Juan Lechín Oquendo convenció a los mineros, reunidos en la plaza, de que los liberaran. Lo hicieron a cambio de nada.
Los trabajadores exigían canjear a los extranjeros por sus dirigentes Federico Escobar e Irineo Pimentel, arrestados por el gobierno del MNR.
Pudimos identificar a los rehenes gracias a una nota del diario Spokesman Review de Washington. En la foto, de izquierda a derecha, aparecen Thomas Martin, 27 años, Michael Kristula, 41, Robert Fegerstorm, 27, y Bernard Rifkin, 52.
Tom y Mike eran funcionarios de la agencia de informaciones de los Estados Unidos. Bernard, el más veterano, empleado de USAID y Bob, voluntario del Cuerpo de Paz. Solo éste último regresó a Bolivia para casarse con una boliviana.
El Cuerpo de Paz fue creado por el gobierno de Kennedy en el marco de su política de ayuda al Tercer Mundo. Bolivia fue uno de los primeros países en recibir a los voluntarios, muchos de ellos, jóvenes médicos o ingenieros que se distribuían por el mundo desde 1961.
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