LA HISTORIA DE CÓMO TARIJA SE INCORPORÓ A BOLIVIA, CONTRA VIENTO Y MAREA

 



Urgente.bo, La Paz, 03 de diciembre de 2020. ( Por:Ramiro Duchén Condarco)


El departamento de Tarija, último en incorporarse a Bolivia —y lo más importante y destacable—por voluntad propia, paradójicamente, es, en la actualidad, uno de los más preteridos, pese a su vasto potencial económico y humano.


Los tarijeños lucharon denodadamente por formar parte del Alto Perú, y desvincularse de las Provincias Unidas del Río de La Plata, inclusive contra los inexplicables deseos y órdenes del propio libertador Simón Bolívar (1783-1830), quien instruyó, en su momento, al Mariscal Antonio José de Sucre (1795-1830) que ese territorio fuera considerado inexcusablemente como parte de las referidas Provincias Unidas que se convertirían, al poco tiempo, en la República Argentina.


En ese proceso, jugaron un papel muy importante Francisco Burdett O’Connor (1791-1871), militar irlandés que se unió al Ejército Libertador y ocupó importantes posiciones en el mismo, como la Jefatura de Estado Mayor, quien, además, eligió a Tarija como su residencia definitiva, luego de contraer matrimonio con Francisca Ruiloba Echevarría, una dama del lugar, y de cuya unión surgió una distinguida familia tarijeña;[1] y Eustaquio, el Moto Méndez (1785-1849), figura legendaria de la guerra de la independencia que conformó y comandó la republiqueta de Tarija con significativas victorias sobre el ejército español; “otras actuaron en las cercanías de Tarija, como la de R. y M. Rojas y F.[rancisco Pérez] de Uriondo [1784-1822]”.[2]


“Como guerrillero —explica  Z. Basss Werner—  organizó su republiqueta en torno a S. Lorenzo, encabezando una partida de montoneros al servicio de la causa de la independencia: participó en las batallas de Suypacha, Tucumán (4-IX-1812) y Salta (19-III-1813), pero también sufrió derrotas, como en Canasmoro (VII?), Chocloca (2-VIII) y Guerrawayq'u  (14-X-1816); en XII?-1816 sitió al Gral. [José de la] Serna en Tarija [1770-1832], levantando el cerco sólo a cambio de la suspensión del tributo indígena; su participación también fue decisiva en la batalla de La Tablada, aunque [Gregorio] Aráoz de la Madrid [1795-1857] no lo reconoció justamente”.[3]


“Las guerrillas —en términos de Charles Arnade— representaron a las clases humildes (indias, mestizas o blancas), la mayoría de sus jefes pereció en la lucha y los sobrevivientes no tuvieron lugar en el proceso que culminó en la independencia (con la sola excepción de J. M. García Lanza)”, y la del Moto Méndez —añadimos para rectificar la afirmación de Arnade—  cuya actuación continuó en la república hasta su fallecimiento [1849] en defensa del gobierno de Manuel Isidoro Belzu (1848-1855).


Por ello, Bass Werner pone de relieve que “proclamada la república [el Moto Méndez], militó en el bando tarijeño proboliviano (1826); por todos sus servicios [Simón] Bolívar le dio el grado de coronel. Poseyó un sinnúmero de propiedades rurales ganaderas a lo largo y ancho del territorio tarijeño; estuvo casado, primero con Salomé Ibarbol; al morir ésta, con Estefanía Rojas. Con [Otto Felipe] Braun [1798-1869], combatió a los caudillos salteños en Iruya”.[4]


Antes de continuar, es importante hacer referencia al apodo con que Méndez era conocido: el Moto. El prolífico historiador tarijeño Elías Vacaflor Dorakis explica de la siguiente manera cómo este ilustre guerrillero de la independencia perdió su diestra, a tiempo de aclarar la verdad histórica sobre el particular, más allá de mitos y leyendas:


“A Eustaquio Méndez Arenas —dice por lo mismo Vacaflor Dorakis— se le cortó la mano derecha por órdenes expresas de don José de la Serna, General en Jefe de las Tropas del Rey en el Alto Perú. Quién ejecutó dicha orden, fue el Cnel. Antonio Vigil, Comandante de los ‘Húsares de Fernando VII’, a fines de agosto de 1818 luego de derrotar y atrapar a Méndez en una escaramuza. Por lo tanto, es incorrecto e inexacto decir que Méndez perdió una de sus extremidades superiores: primero, al haberse caído del caballo; segundo, que le picó una víbora y; tercero, que él se cortó voluntariamente luego de haber ofendido a su Madre. Asimismo, es incorrecto e inexacto aseverar que Méndez perdió su mano durante la Batalla de ‘La Tablada de Tolomosa’ […], ello sucedió a fines de agosto de 1818 entre ‘Itaú’ y ‘Caraparí’, en la frontera Sudeste de la Provincia de Tarija”.[5]


Pero ahora, luego de cerrar ese paréntesis, retomemos el hilo narrativo y veamos, paso a paso, desde la fundación de Tarija, cómo ocurrió ese lento y accidentado transitar hasta su incorporación definitiva a Bolivia:


LA FUNDACIÓN Y LOS PRIMEROS AÑOS


Fue el virrey del Perú Francisco Álvarez de Toledo (1515-1582) quien autorizó la fundación de la Villa de San Bernardo de la Frontera en el Valle de Tarija, al capitán Luis de Fuentes y Vargas (1530?-1598) que se hizo efectiva el 22 de enero de 1574, e inmediatamente asumió su gobierno, cargo en el que permaneció varios años; al ser despojado de él, retornó a Chuquisaca, donde falleció.


Este personaje arribó “al Perú en 1556; pasó a La Paz y Potosí, en cumplimiento de diversas comisiones de gobierno. Se constituyó en afortunado minero de Potosí. En 1560 recibió comisión para pacificar y poblar la prov. de Chichas, de la que llegó a ser Corregidor.[6] Se empeñó en la edificación de Tarija y de Tupiza, “con el fin de contener las invasiones de los chirihuanus”.[7] Con esto logró integrar de mejor manera “la región andina meridional”.[8]


Tiempo después, el 1 de noviembre de 1614, la región del Gran Chaco se incorporó al Corregimiento[9] de Tarija a instancias del entonces virrey del Perú, Juan de Mendoza y Luna (1571-1628), Marqués de Montesclaros, quien ejerció ese virreinato entre 1607 y 1615.[10]


TANTAS IDAS Y VENIDAS…


Más de un siglo después, en septiembre de 1772, una real cédula determinó que el río Pilcomayo, que recorre el Chaco hasta Asunción del Paraguay estaba situado, en su integridad, en el territorio del corregimiento de Tarija.


El historiador Luis Mariano Guzmán, explica que “el Alto Perú, que formaba parte del vireinato del Perú, fue separado de él por real cédula de 8 de agosto de 1776 é incorporado al de Buenos Aires. Estaba compuesto de las cuatro provincias de Charcas, la Paz, Potosí y Santa-Crvz./ La estension y los límites de la provincia de Charcas, eran los mismos que los del arzobispado, siendo Chuquisaca ó la Plata, su capital, en la que tenia su asiento la Audiencia. La de la Paz, tenia la misma estension que el obispado, y ademas los 'partidos de Lampa, Carabaya y Azángaro. La de Potosí comprendía los partidos de Porco, Chayanta, Atacama, Chichas, Lipez y Tarija. La de Santa-Cruz, ademas de los límites del obispado de su nombre, comprendía el distrito de Cochabamba./ Los territorios de Mojos y Chiquitos, que también hacían parte del Alto Perú, estaban sometidos á reglamentos especiales y dependían inmediatamente de la audiencia de la Plata”.[11]


De esta forma, se transfirió el Corregimiento de Tarija al nuevo Virreinato del Río de La Plata, y en 1780 el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo (1719-1799) instituyó —excluyéndolo del mencionado Corregimiento—, el gobierno político de Tarija.[12]


“Desde 1782 —dice Z. Bass  Werner— el Corregimiento de Tarija se convirtió en Partido[13] o Subdelegación de la Intendencia[14] de Potosí, abarcando el Chaco en su integridad, la Prov. de los Chichas de Nueva Chocaya (hoy llamadas Méndez, Avilés, Arce y O'Connor)”.[15] Sin embargo, al cabo de tres años fue creado el Partido de Tarija, retirándolo del de Chichas, cuya capital fue fijada en la villa de San Bernardo de Tarija.[16]


En el inicio del siglo XIX, y bajo el reinado de Carlos IV de España (1748-1819), llamado “el Cazador” se emitieron dos cédulas reales fechadas en 17 de febrero de 1807 mediante las cuales se ordenó desmembrar “el partido de Tarija de la intendencia de Potosí y del arzobispado de Charcas e incorporarlos a la intendencia de Salta del Tucumán y al obispado de Salta”.[17] Esa incorporación se hizo efectiva casi un año después, el 24 de marzo de 1808, según ilustra el historiador tarijeño Elías Vacaflor.[18]


En el ínterin, “…el 25-VII-1807 el pueblo se levantó y proclamó su libertad, elevando su protesta ante el Rey por esta transferencia jurisdiccional, declarando «rotunda y solemnemente» su independencia y constituyéndose en forma democrática en gobierno soberano. De hecho, su posición marginal y la ambigüedad de la situación le permitió vivir hasta 1810 fuera de la situación antigua y de la nueva”.[19]


Sin embargo, siete años después, concretamente en octubre de 1814, Gervasio Antonio de Posadas (1757-1833), que a la sazón dirigía las Provincias Unidas del Río de la Plata “separó de la intendencia de Salta del Tucumán a la nueva Gobernación intendencia del Tucumán”.[20]


Sin embargo, una vez que triunfó la emancipación, “Tarija no figuró en la Asamblea Deliberante ni, por tanto, en la Declaración de Independencia de 6-VIII-1825; pero, por impulso del Gobernador B. Trigo, el 6-VI-1825 ya había pedido su reincorporación a Charcas, enviando tres diputados que la representaran; la petición fue rechazada, alegando que las Provincias del Río de la Plata no se habían manifestado en forma efectiva”.[21]


INEXPLICABLE COMPORTAMIENTO DEL LIBERTADOR


El preclaro historiador Enrique Finot, por su parte,  al comentar el papel que le cupo desempeñar a Simón Bolívar en este ingrato asunto, en el que intervino una representación diplomática de las Provincias Unidas del Río de La Plata que pretendía restablecer la soberanía de esas provincias sobre Tarija, añade lo siguiente:


“Si esta misión estuvo dirigida directamente al Libertador en su simultáneo carácter de jefe de Colombia y del Perú —agrega seguidamente el ilustre historiador cruceño—, otra gestión de los plenipotenciarios argentinos, planteada el 25 de octubre de 1825, se refería concretamente a un asunto altoperuano, en el que Bolívar se vio en el caso de intervenir. Se trataba de la cuestión de Tarija, territorio cuya devolución reclamaban dichos plenipotenciarios, alegando que había pertenecido a la provincia de Salta. Reconociendo el fundamento de la solicitud, el Libertador ordenó la entrega de Tarija, sin averiguar mayores antecedentes y sin contar con la actitud del distrito disputado, que pedía su incorporación a Bolivia y que se rebeló contra la determinación. El caso creó un conflicto que duró muchos años y que sólo tuvo solución más tarde, mediante la celebración de un tratado. Pero a raíz de aquellos sucesos —añade—, el congreso de 1826 desautorizó a Bolívar en estos explícitos términos: ‘La representación nacional desconoce los actos y niega la ratificación a las negociaciones porque haya sido desmembrada la provincia de Tarija del territorio del Alto Perú, hoy República Boliviana’”.[22]


Lo que más llama la atención en este asunto es la incomprensible actitud del Libertador al negar la incorporación de Tarija a la recién fundada República de Bolivia… aún más, al haber sido nominada como la “Hija Predilecta del Libertador”. Solo la notable visión política del Mariscal de Ayacucho intercedió para solucionar —aunque temporalmente el asunto— a favor de Bolivia, porque el tema solo fue zanjado definitivamente al promediar el siglo XIX, como veremos más adelante.


Camacho dice, por lo mismo, que “el Libertador, no obstante, por un exceso de deferencia, que mal se aviene con la justicia, accedió á la demanda argentina, hasta que el pueblo de Tarija protestó por una revolucion armada contra esta determinación, y envió sus diputados al Congreso de Chuquisaca el año 26, el cual desaprobó la solución dada por el libertador á este conflicto internacional”.[23]


SUCRE ANEXA TARIJA A BOLIVIA


“La presidencia constitucional del general Sucre —sostiene Enrique Finot— se inauguró con dificultades graves, que presagiaban desastres para el porvenir. Desde antes de asumirla, el Gran Mariscal de Ayacucho había tenido que afrontar la suspensión de relaciones con la República Argentina, que en todo ese año se había negado a reconocer la independencia de Bolivia y a recibir oficialmente a su plenipotenciario D. José Mariano Serrano [1788-1852], bajo el pretexto de la cuestión de Tarija, que se había puesto sumamente vidriosa, pero en realidad como una consecuencia de la hostilidad declarada contra Bolivia por el gobierno de Buenos Aires —explica el ya citado historiador—, quizá a causa de la frialdad con que Bolívar y Sucre recibieron, en 1825, el pedido de auxilio contra el Brasil. El hecho fue que el gobierno de Chuquisaca ordenó el retiro de su representante ante el de Buenos Aires, que solamente había sido aceptado en calidad de agente confidencial”.[24]


Francisco Burdett O’Connor, en sus Memorias, rescata los siguientes hechos sobre este particular asunto que puso a Sucre en una situación incómoda con respecto al Libertador, cuyas órdenes y voluntad, finalmente desacató en beneficio de la recién fundada República de Bolivia: “El General Sucre, apenas recibió el parte —dice este esclarecido militar irlandés—, me hizo llamar, y con la comunicación en la mano: ‘He ahí, me dijo, una novedad muy desagradable para mí, por ser en directa oposición a lo dispuesto por el Libertador; además que estos pronunciamientos no suenan bien en países recientemente libertados. A fin de que semejantes desórdenes no se extiendan a las Provincias limítrofes de Chichas y Cinti, importa que Ud., Coronel, que ha recorrido y reconocido todas esas fronteras, se marche inmediatamente a situarse en algún punto dominante que elija, para poder vigilar sobre la tranquilidad pública…”.[25] Así lo hizo O’Connor.


NARRACIÓN DE BURDETT O’CONNOR, ACTOR Y TESTIGO


“A mi arribo a Tarija —dice— encontré allí de Gobernador al Coronel Trigo, que acababa de regresar de Chuquisaca, adonde había ido a verse con el Gran Mariscal de Ayacucho, acompañado de los dos diputados que se habían nombrado en Tarija el día del pronunciamiento para el Congreso de Chuquisaca./ Parece que hubo oposición a recibir a la diputación tarijeña en el Congreso, y sí sólo a la Provincia de Tarija bajo la protección de Bolivia, mediante un tratado de límites con la Confederación Argentina […] Muy pronto recibí una comunicación del Presidente de la República, en la que me manifestaba que había negociado un tratado de límites con el Presidente de la Confederación Argentina, don Bernardino Rivadavia [1780-1845], y que me había nombrado jefe de la Comisión delimitadora por parte de Bolivia. En tal virtud, me decía, que no teniendo mucho de que ocuparme en Tarija, me dedicase a recorrer y reconocer con prolijidad toda la línea divisoria, fijándome en una línea mejor y más recta, porque había visto en los mapas que la Rinconada de Salta, por ejemplo, estaba cerca de Talina, en la Provincia de Chichas; y que las quebradas de Antofagasta y Santa María, ambas perteneciendo a Bolivia  y desembocando en el desierto de Atacama, tenían sus cabeceras en las inmediaciones de las Provincias argentinas de Córdova y Tucumán; y que le parecía bien ver modo de enderezar estas líneas, cediendo y exigiendo recíprocamente./ Este era en verdad un trabajo algo fuerte; pero lo verifiqué, y no tuve dificultad alguna en decir al Presidente, a mi regreso del reconocimiento, que me parecía el medio más acertado para evitar posteriores cuestiones en este litigio sobre límites proponer al Gabinete de Buenos Aires que: todo el territorio meridional desde la confluencia del Río Bermejo con el Paraguay y hacia el Poniente hasta la Costa de Atacama, se declarase territorio neutral, bajo la protección de las dos partes contratantes; pero después de enderezar la línea divisoria actual, que está muy mal tirada”.[26]


El propio O’Connor añade seguidamente: “Continuaba yo en Tupiza con mi División. El primer correo del mes de Mayo de 1825 me trajo una nota del General Sucre, incluyéndome original  una representación elevada ante él por algunos vecinos de la Provincia Tarija en la que se quejaban contra su Gobernador  y pedían se les nombre otro. Esta representación tenía un decreto marginal puesto por el General Sucre en estos términos: ‘El Coronel Fancisco Burdett O’Connor se impondrá de la presente solicitud, se dirigirá a Tarija, y si halla mérito en ella, en uso de las facultades amplias que se le tienen conferidas, mudará al Gobernador de esa Provincia, nombrando otro en su lugar’”.[27]


“El caballero a quien yo había nombrado Gobernador, era el Señor Don Bernardo Trigo, uno de los vecinos más influyentes y distinguidos de la Provincia”.[28]


“Después, la Provincia de Tarija en masa, proclamó solemnemente su reincorporación al Alto Perú (26 de Agosto de 1826), separándose de las provincias argentinas a las que había sido agregada, separándola de la Intendencia de Potosí, por la Real Cédula de 1807 para formar un obispado con Salta. Pero, aunque las Provincias del Río de La Plata habían estado mucho tiempo independientes del Reino de España, Tarija estaba siempre ocupada por las armas del Rey, hasta que yo la liberté —enfatiza O’Connor—. Sin embargo, cuando el General [Juan Antonio Álvarez de] Arenales [1770-1831] regresó de Chuquisaca, sin esperar la resolución del General Bolívar, y se apersonó en Tarija, depuso al Gobernador que yo dejé, y nombró en su lugar al doctor [Juan Felipe de] Echazú [1790-1875]”.[29]


“Aunque el Cabildo ratificó el 26-VIII la decisión de 6-VI-1825 (haciendo llegar, por voto unánime, al Presidente [Antonio José de] Sucre la solicitud de reincorporación a la República), las autoridades argentinas se volvieron a apoderar de la región; y en una acción desesperada por ganarse la simpatía tarijeña, el 11-XII-1826 el Congreso General Constituyente rioplatense resolvió elevar a rango de Provincia (equivalente a Dpto.) la ciudad de Tarija y su territorio adyacente; pero la opinión pública local manifiesta que «Prefiere desaparecer de la tierra, antes que dejar de ser boliviana». Por fin, el 7-XI-1826 Sucre envió una carta a G.[regorio] Funes [1749-1829] comunicándole la reincorporación de Tarija a Bolivia; Funes respondió a Sucre el 18-XI, informándole del retiro de los representantes bolivianos en Buenos Aires y tomando nota de la reincorporación de Tarija a Bolivia. El 24-IX-1831 el Presidente [Andrés] Santa Cruz creó el Dpto. de Tarija, que por entonces era el más extenso del país”.[30]


GUERRA POR TARIJA


El conflicto por Tarija fue mucho más allá… Es así que hacia 1827, el entonces gobernador de Buenos Aires, “Manuel Dorrego [1787-1828], envió a Francisco Ignacio Bustos como su representante en Bolivia para intentar canjear Tarija por la Puna de Atacama”,[31] intento que fue rechazado categóricamente por el gobierno de Bolivia.


El Mariscal Andrés Santa Cruz había creado en 1836 la confederación Perú-Boliviana, alianza que causó temores enfermizos en Chile, Argentina y Colombia, que veían en el estado confederado un peligro inminente para la sobrevivencia de cada una de ellas, esencialmente porque se trataba de un Estado fuerte que podría —según su visión— intentar expandir sus dominios y adquirir un rol preponderante en la geopolítica americana.


Así, “el 19 de mayo de 1837, ante las incursiones de tropas de la Confederación Perú-Boliviana en las provincias de Salta y Jujuy, Rosas declaró la guerra a esa confederación”.[32]


En efecto, Juan Manuel de Rosas (1793-1877), que gobernó despóticamente Argentina entre 1835 y 1852, ordenó a su ejército invadir territorio boliviano, intromisión que finalmente fue repelida por el ejército nacional comandado por Otto Felipe Braun (1798-1869) en Montenegro (24 de junio de 1838), situado en la serranía del mismo nombre, a orillas del río Bermejo, y que por muchos años dejó en el limbo la solución definitiva de la llamada “cuestión de Tarija”, pero de hecho significó, en la práctica, el fin con la guerra iniciada por Argentina contra el ejército confederado.


La Confederación, sin embargo, estaba condenada a desaparecer, y es así que “el 20 de enero de 1839 las fuerzas chilenas lograron la victoria en la Batalla de Yungay, luego de la cual la Confederación Perú-Boliviana se disolvió [… y sólo 90 días después] el 26 de abril de 1839 el gobierno argentino terminó oficialmente la guerra”.[33] La separación de la Confederación entró en vigencia a los 120 días, el 25 de agosto de 1839, esto es, ocho meses después de la referida batalla.


Sólo en 1858 fue firmado el denominado Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación entre Bolivia y Argentina, en virtud del cual “se comprometen las dos Repúblicas contratantes a no recurrir jamás al funesto medio de la guerra; ni a emplear otras medidas hostiles, en el caso de que se suscite desgraciadamente entre ellas, cualquier motivo de queja y desavenencia que altere sus buenas y fraternales relaciones.


Art. 33. Las dos repúblicas contratantes convienen en aplazar la demarcación de sus respectivos límites territoriales, para una época en que la real observancia de este Tratado, llegue a asegurar definitivamente sus mutuas y francas relaciones de amistad y comercio”.[34]


Un año después, en 1859, el gobierno argentino, aún mantenía la esperanza de anexarse Tarija, pues aseguraba tener derecho sobre ese territorio; pasaba por alto que por expresa e indeclinable voluntad de sus habitantes pasó a jurisdicción boliviana.


Posteriormente, en 1865 y 1868 se suscribieron nuevos tratados, sin que pudieran ser ratificados por los respectivos congresos. En 1889, 1891 y 1893 se sentaron las bases de la solución definitiva a la cuestión de Tarija, la cual, fue zanjada en 1904 y los límites definitivos entre ambos estados, fueron fijados en 1925, con lo que se dio fin a este engorroso asunto que, en su momento, enfrentó a dos pueblos hermanos.


OTROS APUNTES DE BURDETT O’CONNOR


A continuación transcribimos textualmente varios apuntes de O’Connor que guardan relación con el tema tratado en estas líneas:


“El camino de Tupiza a Tarija, muy escabroso particularmente desde Suipacha. Cuando llegué a las alturas que dominan el fértil valle de Tarija, me parecía que me hallaba en las nubes; las altas y azules crestas de los cerros parecían islas rodeadas por el mar, y la cuesta llamada del Inca, por la cual bajé, demasiado larga, empinada y escabrosa. Desde el pie de esta me hallaba ya en la hermosa llanura…”.[35]


“Pasé todo el mes de octubre en Tarija, con la Legión Peruana. Llegó el correo del 14 de noviembre y me trajo dos notas oficiales del General Sucre; en la una de ellas ordenándome, por disposición del Libertador, desocupar inmediatamente la plaza de Tarija, por haber  cedido dicha provincia al Gobierno Argentino, en el arreglo hecho con su Legación encabezada por el distinguido General argentino don Carlos María de Alvear [1789-1852], y despachar la Legión Peruana a Potosí…”. [36]


“Pero nuestro trabajo se interrumpió repentinamente con la llegada de un correo extraordinario de Tarija, que traía la noticia de un pronunciamiento verificado en esa Provincia el 26 de Agosto, del destierro del Gobernador argentino [Mariano de] Gordaliza [1778-1835] y de su incorporación a Bolivia. El pueblo tarijeño había nombrado ese mismo día dos diputados al Congreso de Chuquisaca, y Gobernador de la Provincia al Coronel Bernardo Trigo [Espejo (1789-1848)]”.[37]


“A mi arribo a Tarija encontré allí de Gobernador al Coronel Trigo, que acababa de regresar de Chuquisaca, adonde había ido a verse con el Gran Mariscal de Ayacucho, acompañado de los dos diputados que se habían nombrado en Tarija el día del pronunciamiento para el Congreso de Chuquisaca./ Parece que hubo oposición a recibir a la diputación tarijeña en el Congreso, y sí sólo a la Provincia de Tarija bajo la protección de Bolivia, mediante un tratado de límites con la Confederación Argentina […] Muy pronto recibí una comunicación del Presidente de la República, en la que me manifestaba que había negociado un tratado de límites con el Presidente de la Confederación Argentina, don Bernardino Rivadavia, y que me había nombrado jefe de la Comisión delimitadora por parte de Bolivia. En tal virtud, me decía, que no teniendo mucho de que ocuparme en Tarija, me dedicase a recorrer y reconocer con prolijidad toda la línea divisoria, fijándome en una línea mejor y más recta, porque había visto en los mapas que la Rinconada de Salta, por ejemplo, estaba cerca de Talina, en la Provincia de Chichas; y que las quebradas de Antofagasta y Santa María, ambas perteneciendo a Bolivia  y desembocando en el desierto de Atacama, tenían sus cabeceras en las inmediaciones de las Provincias argentinas de Córdova y Tucumán; y que le parecía bien ver modo de enderezar estas líneas, cediendo y exigiendo recíprocamente./ Este era en verdad un trabajo algo fuerte; pero lo verifiqué, y no tuve dificultad alguna en decir al Presidente, a mi regreso del reconocimiento, que me parecía el medio más acertado para evitar posteriores cuestiones en este litigio sobre límites proponer al Gabinete de Buenos Aires que: todo el territorio meridional desde la confluencia del Río Bermejo con el Paraguay y hacia el Poniente hasta la Costa de Atacama, se declarase territorio neutral, bajo la protección de las dos partes contratantes; pero después de enderezar la línea divisoria actual, que está muy mal tirada”.[38]


“Por la tarde regresaron juntos todos los miembros del Cabildo a mi alojamiento, y en esta visita toda su conversación fue sobre el estado de la Provincia y los deseos de todo su vecindario de pertenecer al Alto Perú y a sus Libertadores…”.[39]


A MODO DE CIERRE


Como se puede apreciar, la cuestión de Tarija, cuya solución demoró muchísimos años —en realidad poco menos de un siglo—, fue uno de los peores momentos en la habitualmente cordial relación boliviano-argentina, toda vez que el conflicto llevó a ambos pueblos, inclusive, a enfrentarse en el campo de batalla.


Sin embargo, al final, primó el indeclinable deseo de los tarijeños de pertenecer a Bolivia, contra los intereses de la Argentina.


FUENTES CONSULTADAS


Libros y folletos


 


Arze, José Roberto. Diccionario biográfico de Bolivia. Figuras centrales en la historia de Bolivia. (Épocas colonial y precolonial). Los Amigos del Libro, La Paz-Cochabamba, 1991. P. 227 P.


Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario histórico de Bolivia. Dos tomos. Grupo de Estudios  Históricos, Sucre, 2002.


Camacho, José María. Historia de Bolivia. Sexta edición, Lakermance hermanos y Cª, editores, La Paz, 1917. P. 56.


Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia. Ensayo de  interpretación sociológica. Séptima edición. Gisbert & Cia, La Paz, 1980.


Guzmán, Luis Mariano. Historia de Bolivia. Segunda edición, Cochabamba, 1883.


Klein, Herbert. Historia de Bolivia. De los orígenes al 2010.  4ta. Edición aumentada y corregida. Librería Editorial G.U.M., 2011. P. 57.


O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos de Francisco Burdett O’Connor. De la Orden de Libertadores de Venezuela, Cundinamarca y Perú. Coronel del Ejército Libertador de Colombia y General de División de los del Perú y Bolivia. González y Medina, Editores propietarios, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, 1915. 462 P.


Vacaflor Dorakis, Elías. Entrevista a Eustaquio Méndez Arenas. Tarija, 2007. 45 P.


Artículos en Diccionario histórico de Bolivia:


Arnade, Charles. “Republiquetas”. En Barnadas (Dir.). Diccionario…


Barnadas, Jopep. “Partido”. En Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario…


Barnadas, Josep. “Intendencias”. En Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario…


Bass Werner, Z. “Tarija, cuestión internacional de”. En Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario…


Bass Werner, Z. “Méndez, Eustaquio”. En Barnadas (Dir.). Diccionario…


Honores, R. “Corregimiento”. En Barnadas, Josep (Dir.) Diccionario…


 


Webgrafía:


“La cuestión de Tarija”.  https://es.wikipedia.org/wiki/Cuesti%C3%B3n_de_Tarija Recuperado el 5 de septiembre de 2020

 

[1] Entre sus descendientes destacan talentosos intelectuales como: Alberto O’Connor d’Arlach (  ?  -1902), Tomás O’Connor d’Arlach (1853-1932), Amable O’Connor d’Arlach (1888-1973), Octavio O’Connor d’Arlach (1890-1979), Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach (1936-   ).


[2] Arnade, Charles. “Republiquetas”, en Barnadas (Dir.). Diccionario histórico de Bolivia.  Grupo de Estudios  Históricos, Sucre, 2002.


[3] Bass Werner, Z. “Méndez, Eustaquio”, en Barnadas (Dir.). Diccionario…


[4] Bass Werner, Z. “Méndez, Eustaquio”... en Barnadas, Josep. (Dir.) Diccionario…


[5] Vacaflor Dorakis, Elías. Entrevista a Eustaquio Méndez Arenas. Tarija, 2007.


[6] Arze, José Roberto.  Diccionario biográfico boliviano. Tomo 5, Los Amigos del Libro, La Paz…


[7] Camacho, José María. Historia de Bolivia. Sexta edición, Lakermance hermanos y Cª, editores, La Paz, 1917. P. 66.


[8] Klein, Herbert. Historia de Bolivia. De los orígenes al 2010.  4ta. Edición aumentada y corregida. Librería Editorial G.U.M., 2011. P. 57.


[9] Corregimiento: “Circunscripciones territoriales establecidas desde el s. XVI sobre la base de las Alcaldías Mayores del derecho castellano; se mantuvieron vigentes hasta la creación de las *intendencias a fines del s. XVIII. En los primeros momentos que siguieron a la conquista las autoridades crearon Alcaldías Mayores (p. ej. en, Nicaragua); pero a medida que la colonización se fue expandiendo por América del Sur se establecieron los corregimientos (en muchos casos, circunscripciones menores que las Alcaldías. Mayores de Centroamérica). Estos corregimientos, por lo general tenían su sede en las ciudades de españoles más importantes de una gobernación, capitanía general o virreinato (en Charcas, p. ej., La Plata, La Paz, Cochabamba, Tumina, Tarija y Oruro ya nacieron como corregimientos). El propósito de las autoridades fue establecer, según el modelo metropolitano, contrapesar el poder municipal de los cabildos con una autoridad de nombramiento real, que también controlara sus decisiones judiciales (civiles y criminales) y políticas: esta función aparece muy clara en la historia de Potosí. Cuando la Corona decidió extender su influencia al mundo rural, creó los corregimientos de indios con el fin de atender las demandas judiciales de la población indígena y de limitar las audiencias por litigantes andinos”. [Honores, R. “Corregimiento” en Barnadas, Josep (Dir.) Diccionario…].


[10] Cf. “La cuestión de Tarija”. https://es.wikipedia.org/wiki/Cuesti%C3%B3n_de_Tarija Recuperado el 5 de septiembre de 2020.


[11] Guzmán, Luis Mariano. Historia de Bolivia. Segunda edición, Cochabamba, 1883. P. 12.


[12] Cf. “La cuestión de Tarija…”.


[13] Partido: “En la estructura administrativa colonial, la creación del sistema de intendencias se dio nuevo nombre (o el de subdelegación) a los antiguos territorios de los corregimientos o provincias de indios; no hubo un número fijo sino que varió en cada intendencia. En Charcas, la de S. Cruz de la Sierra tuvo ocho; las de La Plata y Potosí, seis; y la de La Paz, sólo cinco. Adquirieron importancia política


en la fundación de la República cuando el Decreto de Sucre (LP, 9-11-1825) los tomó como circunscripciones electorales para la constitución de la Asamblea Deliberante” [Barnadas, Josep. “Partido” en Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario…].


[14] Intendencias: “Institución administrativa y unidad territorial coloniales creadas dentro de la amplia reforma colonial de Carlos III; tenía sus antecedentes en Francia de donde importó Felipe V; otro propósito de su creación fue remediar los abusos de los Corregidores y que provocaron  los levantamientos de 1780-1781. Su implantación en América fue paulatina: Cuba (1764), Luisiana y Venezuela (l 776), Río de la Plata (1782), Perú (1784), Nueva España (1786) y Chile (1787). […] El concepto central que orientó las funciones de los titulares de esta nueva institución fue lograr una mayor eficiencia fiscal; pero junto al ramo o 'causa' de Hacienda, los intendentes gozaban de amplias competencias en otros tres campos: 'policía' (visitas e informes, salubridad, educación, cartografía...), 'justicia' (reglamentos de los subdelegados y comisarios subdelegados, alcaldes pedáneos...) y 'guerra' (estado y necesidades de las fuerzas armadas, veteranas y milicianas)”. [Barnadas, Josep. “Intendencias” en Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario…].


[15] Bass Werner, Z. “Tarija, cuestión internacional de”. En Barnadas, Josep (Dir.). Diccionario....


[16] Cf. “La cuestión de Tarija…”.


[17] “La cuestión de Tarija…”.


[18] Vacaflor Dorakis, Elías. Entrevista…


[19] Bass Werner, Z. “Tarija…”.


[20] “La cuestión de Tarija…”.


[21] Bass Werner, Z. “Tarija…”.


[22] Finot, Enrique. Nueva historia de Bolivia. Ensayo de  interpretación sociológica. Gisbert & Cia, La Paz, 1980. P. 195.


[23] Guzmán, Luis Mariano. Historia de Bolivia. Segunda edición, Cochabamba, 1883. P. 69.


[24] Finot, Enrique. Nueva historia… P. 200, 201.


[25] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos de Francisco Burdett O’Connor. De la Orden de Libertadores de Venezuela, Cundinamarca y Perú. Coronel del Ejército Libertador de Colombia y General de División de los del Perú y Bolivia. González y Medina, Editores propietarios, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, 1915. P. 219.


[26] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 220, 221.


[27] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 179, 180.


[28] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 182.


[29] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 185.


[30] Bass Werner, Z. “Tarija…”.


[31] “La cuestión de Tarija”. 


[32] “La cuestión de Tarija”.


[33] “La cuestión de Tarija”.


[34] “La cuestión Tarija”.


[35] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 180.


[36] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 189.


[37] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 218, 219.


[38] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 220, 221.


[39] O’Connor, Francisco Burdett. Recuerdos… P. 182.

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