La constitución de la confederación Perú-Boliviana representaba al entender de los Gobiernos de Chile y Argentina una amenaza para sus intereses. Tras la derrota del Ejército argentino en Montenegro, zarpó de Valparaíso una división chilena con observadores peruanos en septiembre de 1837, al mando del Almte. Blanco Encalada con el propósito de destruir la Confederación Perú-Boliviana.
El convoy que conducía por mar la expedición chilena hizo escala en Iquique y luego en Arica, a donde llegó el 25 de septiembre para después continuar al Norte.
El 29 fondearon los barcos en Islay, punto en el que se ordenó el desembarque de las tropas. Para acelerar el de desembarco se dispuso que la caballada fuera desembarcada en Huata, Quilca y Ananta. En Huata una de las goletas chocó con las rocas y se fué a pique, perdiéndose, por consiguientemente gran cantidad de caballos, repuestos, calzados, vestuario, armas y herraduras.
El plan del Almirante Blanco Encalada era introducirse a Arequipa al tener conocimiento que Santa Cruz, en la creencia de que los chilenos se presentarían en el Norte del Perú, había reforzado fuertemente la guarnición de Lima y que tenía la mayor parte de sus efectivos entre Jauja y Ayacucho. Por otro lado, sabía que Santa Cruz había destacado parte de su Ejército a la frontera argentina. De ahí que, calculando debilitadas las guarniciones del Sur del Perú, el Jefe chileno había decidido apoderarse de Arequipa donde creyó no encontrar gran resistencia, para luego trasladarse a Puno.
"El plan de Blanco se basaba, además, en que si Santa Cruz llamaba las fuerzas que tenía en Bolivia para llevarlas contra él, se vería obligado a abandonar la frontera argentina; creyó, asimismo, en la posibilidad de reembarcarse y dirigirse al Norte del Perú si los confederados trasladaban sus fuerzas de esta zona hacia el Sur”.
También el General Blanco creía seguro el éxito del ejército argentino que debía atacar al mismo tiempo que las tropas perú-chilenas de Arequipa, sin haber organizado en lace o comunicaciones entre ambos ejércitos para operar de acuerdo y.conjuntamente en ambos teatros de operaciones.
Una vez desembarcado el Ejército de Blanco Encalada, emprendió marcha el 5 de octubre hacia Arequipa destacando una vanguardia formada por el Batallón "Valdivia" y por 25 jinetes al mando del general Castilla, la cual tuvo que combatir en el trayecto con partidas de montoneros.
Sufriendo toda clase de penalidades por la falta de recursos y la hostilidad de los habitantes, llegó el Ejército chileno a Challapampa el día 12, desde donde se dirigió a la ciudad, donde el general La Fuente se proclamó Jefe Supremo de la República(peruana). Mientras los chileno-peruanos atravesaban por situaciones difíciles, sufriendo hambre, desnudez, cansancio y otras mil penurias, los confederados habían concentrado en los alrededores de Puquina un Ejército de cinco mil hombres, a órdenes directas de Santa Cruz, quien había destacado desde Lima a la División Vigil para que cortase las comunicaciones del enemigo con su escuadra. Vigil ocupó el puerto de Camaná.
La proximidad de ambos Ejércitos, situados en Arequipa y Puquina, respectivamente, dió lugar a escaramuzas sin importancia; pero la situación de los invasores se hacía cada vez más difícil ante la inminencia de un ataque de su enemigo. Tampoco podían retirarse a sus barcos, y su repliegue, sin elementos, y acosados en su retaguardia por la vanguardia confederal, era imposible.
PAUCARPATA
Fue en esta situación que se produjo la inexplicable proposición de Santa Cruz para entrar en conferencias de paz, después de haber hecho una demostración de fuerza el 14 y 15 de noviembre.
El 17 de noviembre se entrevistaron Santa Cruz y Blanco Encalada, ratificando el tratado, por medio del cual se permitía reembarearse al Ejército invasor en sus buques con todas sus armas en el término de seis días, y llevar consigo a los expedicionarios peruanos.
"Santa Cruz procedió con magnanimidad concediendo todo lo que pedía el rendido, para "demostrar al mundo" su pacifismo, y para conquistar, con este generoso perdón, la buena voluntad de Chile".
El gobierno chileno desconoció este acontecimiento, indicando que, el Gral. Blanco Encalada se había extralimitado en sus atribuciones.
De esa manera se reiniciaron las hostilidades; movilizando una fuerza chilena de 7000 hombres al mando del Gral. Manuel Bulnes. FASTOS MILITARES DE BOLIVIA, CNL. JULIO DIAZ A.
Recopilación: Juan Alberto Quiroz.
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