SOBRE LOS ABUSOS Y EXCESOS DE CASTELLI Y EL PRIMER EJERCITO AUXILIAR EN CHARCAS (parte I)

 



El primer ejercito auxiliar en penetrar en las provincias altas, estaba bajo el comando de un abogado de nombre Juan José Castelli, quien en su juventud había sido estudiante en la famosa Universidad de San Francisco Xavier, en Chuquisaca. Su fuerza entró al Alto Perú (Charcas) en octubre de 1810.

El 25 de noviembre de 1810, después de una derrota inicial y luego una sorprendente victoria, el ejército argentino entró a Potosí, la más importante ciudad del Alto Perú. Después de la victoria de Suipacha, el elemento patriota de Potosí había tomado la ciudad y el ejército victorioso de Castelli ingreso en medio de entusiastas partidarios. Chuquisaca, la capital de la audiencia, habíase pronunciado solo días antes por Buenos Aires. Los guerrilleros habían liberado Cochabamba y La Paz  también salió a favor de Buenos Aires. Parecía como si las provincias altas fueran libres y habían aceptado el nuevo orden del Virreinato del Rio de La Plata. Pero Castelli probo ser el peor hombre, porque el “Tenia alma de un tirano”.

Castelli cometió otro error, más sangriento que el primero (El primero había sido el poner al ex Virrey Liniers y algunos de sus asociados al frente de una cuadra de fusileros, condenados a muerte por traición. Liniers era un gran héroe en las mentes y corazones de la gente del Alto Perú. Liniers fue quien los había salvado de las invasiones inglesas de 1806. El pueblo provincial de Charcas, aislado en sus montañas y selvas, pensaba que querrían imponer sobre ellos la odiosa “doctrina del Calvinismo”. Liniers vino a ser el oído de todo el pueblo de Charcas). Arresto al Presidente de la audiencia de Charcas, Vicente Nieto, y lo condenó a muerte conjuntamente con el venerable Intendente de Potosí, Francisco Paula Sanz, y el general José de Córdova. Aunque los tres eran realistas, ninguno era odiado por el pueblo, y la sentencia de muerte era innecesariamente severa. Paula Sanz era la más querida figura de Charcas. Había gobernado Potosí por veintidós años, y su conducta en el cargo durante este lapso había sido irreprochable. Los diez meses de servicio del presidente Nieto en el Alto Perú no fueron brillantes, pero no había causado ningún terror.

En adición, el ejército auxiliar vino aquedar más como un cruel vencedor que como un aliado libertador. Durante la noche los soldados vagaban libremente por las oscuras y angostas calles de Potosí, demostrando irrespetuosidad para con los ciudadanos de la ciudad. Una noche fue asesinado Francisco Lacoa por algunos soldados de quienes quisieron apropiarse de su elegante capa de fantasía. Un señor Terán fue despojado de cuanto poseía cuando algunos argentinos fueron a requisar su casa. Un cierto Faustino Velarde fue atacado en medio de la calle, y una vez muerto fue despojado de todo y su cadáver desnudo dejado en la calle. Otro ciudadano fue muerto a sangre fría con un sable, sin ninguna razón. Los soldados de la unidad auxiliar demostraron poco respeto por las mujeres de Potosí, y quien viniera en su defensa , era muerto sin merced. Potosí vino a temer y odiar a los argentinos y cuando, el 22 de diciembre de 1810, Castelli y su ejército partieron para Chuquisaca, el pueblo sintió profundo alivio porque la noche de pesadilla había llegado a su fin. Las semillas de odio hacia los argentinos habían sido sembradas.

Aunque los rumores de su conducta prepotente en Potosí habían llegado a la capital, y el asesinato de Nieto, Sanz y Córdova había sido visto con horror, el ejército auxiliar fue recibido espléndidamente. Pero Castelli no perdió un momento para subyugar la ciudad a su gobierno arbitrario. Inmediatamente interfirió en el gobierno de la ciudad nombrando un cabildo de su propia elección. Decidió quienes ocuparían todos los puertos importantes. El 5 de enero de 1811. Castelli emitió una violenta proclama en la cual restringió todas las garantías políticas y judiciales. Todo el que se opusiese al ejército auxiliar seria declarado traidor y responsable ante una corte marcial. Nadie podía hablar contra el gobierno de Buenos Aires; hacerlo sería un “crimen de primera magnitud”. Cualquiera que denunciase a quienes emitieran una opinión contra el gobierno y el ejército argentino seria recompensado. Debido a esto muchos distinguidos ciudadanos fueron arrestados embarcados a Argentina. No satisfecho con esto el 8 de febrero el comandante argentino emitió una aún más violenta proclama en la cual prometió que cualquiera que se opusiese en palabras o acción seria condenado militarmente por el más alto crimen y ejecutado. Castelli también anuncio varias reformas  radicales políticas y sociales, las cuales eran muy avanzadas para ese tiempo. El comandante argentino quiso honestamente mejorar la suerte de los indios y librarlos de toda servidumbre.

Para alivio de la capital, Castelli y su ejército abandonaron en marzo para ponerse en avance al norte de la frontera del Virreinato de Lima. Ocuparon Oruro y La Paz, en esta última ciudad él y su secretario, Bernardo Monteagudo, ultrajaron los profundos sentimientos religiosos de los habitantes ignorando las observancias de la semana santa. Después Castelli firmo un armisticio de 40 días con el general realista José Manuel de Goyeneche, fijando las posicione de los ejércitos más o menos a lo largo de la frontera que separaba ambos virreinatos. Pero Castelli no fue leal a su palabra y lentamente, en violación del armisticio avanzo la línea más al norte. 

Goyeneche contesto con un ataque por sorpresa y derroto al ejército auxiliar en Huaqui (o Guaqui) el 20 de junio de 1811. 

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Después de esta derrota se vendría un terrible episodio que más adelante les contaremos.


Fuente: La Dramática Insurgencia de Bolivia - Charles W. Arnade / Librería Editorial G.U.M. // Imágen: J.J. Castelli


// Historias de Bolivia .

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