Por: Julio Peñaloza / La Razón, 19 de septiembre de 2020.
Las dos primeras décadas del siglo XXI están marcadas por la
rotunda imposición de las llamadas redes sociales y la posverdad que es en
realidad la mentira reelaborada desde las sofisticadas técnicas de persuasión a
través de la que se opera la introducción de contenidos a escenarios mediáticos
con el propósito de malversar la realidad y la historia, y de configurar
estructuras mentales congraciadas con un orden establecido gestado desde los
centros de influencia cultural occidental hasta lo que se llaman periferias,
allá donde los índices de pobreza e indicadores económicos negativos
manifiestan las grandes desigualdades que caracterizan al mundo .
A las redes sociales se ha trasladado el debate ciudadano de
la diversidad temática que caracteriza la condición y la actividad humana. La
frontera entre la vida privada y la vida pública ha dejado de existir y el
respeto por la dignidad como valor fundamental para la convivencia, ha
sido pulverizado por esa especie de judicialización ejercida en contenidos que
abarcan desde el vestuario que se elige a diario hasta las decisiones políticas
que cada ciudadano y ciudadana toman, sea en las urnas, en sus prácticas
cotidianas, en su compromiso o indiferencia con el prójimo, en su adhesión o
rechazo a ciertos preceptos y causas políticas, sociales, económicas,
culturales y religiosas.
Cuando se produjo el Cerco de La Paz en 1781, Facebook,
Twitter, Instagram o Youtube estaban muy lejos de existir y a tres siglos de
perpetrado el sanguinario descuartizamiento de Túpac Katari, el hecho está
débilmente registrado en la actualidad a través de los portales de internet —lo
mismo que sucediera cuando todavía el libro era la única fuente histórica
formal—, como autoría de Francisco Tadeo Diez de Medina, auditor de guerra
español, oidor y alcalde de la ciudad en dos oportunidades, que fuera dueño y señor
de las dos casonas situadas, a media cuadra del Palacio Quemado, en la calle
Comercio entre Socabaya y Yanacocha de la ciudad de La Paz, restauradas y
acondicionadas para lo que hoy son el Museo Nacional de Arte y la Villa de
París. Diez de Medina fue quién sentenció en una de sus grandes residencias,
con la pena capital al líder indígena:
“Después de muerto, para público escarmiento, su cabeza fue
enviada a la ciudad de La Paz. Allí estuvo colgada durante tres días en el Alto
de K’illik’illi (hoy mirador de Villa Pabón). Y lo propio ocurrió con sus
extremidades: su brazo derecho fue enviado al pueblo de Achacachi; el
izquierdo, a Sicasica; la pierna derecha, a Caquiaviri; y la izquierda, a
Chulumani. Además, se ordenó que el tronco del cuerpo se mantuviese en la horca
y después fuese reducido a cenizas, las cuales fueron echadas al viento para
que no quede ninguna huella física de Julián Apaza. Toda esta ordenanza fue
cumplida a cabalidad.” (1)
Buena parte de la historia oficial —por supuesto que también
insertada en internet y en las redes sociales— tampoco se encarga de reflejar
lo siguiente:
“Se dice que la casona restaurada, ubicada en plena esquina
de la plaza de Peñas, pertenecía a Joseph de Santa Cruz Villavicencio, padre de
Andrés de Santa Cruz y Calaumana, impulsor de la Confederación Perú-Boliviana.
Sabemos que Julián Apaza y sus seguidores fueron traicionados por un antiguo
aliado, Tomás Inga Lipe, en cercanías a Peñas. Fue Joseph de Santa Cruz quien
trasladó a Túpac Katari y a sus compañeros a la ciudad de La Paz para que sean
juzgados por su rebelión contra la corona española.” (2)
Túpac Katari o Julián Apaza fue el primer gran líder
boliviano cuando Bolivia todavía se encontraba lejos de ser fundada como
República, al que se le arrebató la vida por defender derechos humanos
elementales como la libertad, la autodeterminación, la soberanía, o más simple
que eso, el derecho a existir sin yugos, opresión, controles políticos, y
esclavitud económica, con una extraordinaria conciencia sobre la persistente
afirmación de la identidad de los habitantes originarios de estas tierras
brutalmente colonizadas con la cruz, la espada y la Biblia durante casi cuatro
siglos. Su impronta, gracias a los enjuagues de historiadores conservadores, se
exhibe en calidad de pieza valiente de hora cívica, pero sin itinerario vital
estudiado a fondo: Era un indio al que mataron de la manera más brutal por los
pecados de ser indio y rebelarse ante los españoles.
La cruel manera en que le fue quitada la vida a Katari es el
primer antecedente fundamental que marcará, en el discurrir histórico de
nuestro país, a quienes se persiguió, encarceló, torturó, desapareció y asesinó
por razones de dominación política en Bolivia, lo mismo que a su compañera de
vida, Bartolina Sisa, quién también fue físicamente eliminada a través
del ahorcamiento y sobre la que Servicios en Comunicación Intercultural
(SERVINDI) dice lo siguiente:
“Julián Apaza (Túpac Katari), que luego se convertiría en el
esposo de Bartolina Sisa, también fue parte del comercio de la coca, luego de
estar dos años en el trabajo forzado en la mita en las minas de Oruro. En uno
de sus tantos viajes y frecuentando los mismos lugares, se conoce con Bartolina
Sisa.
Bartolina fue descrita por algunos historiadores como una
mujer aguerrida que dominaba el kurawa (onda) y el fusil. Sabía montar caballo,
era joven y de piel morena, atractiva, esbelta y de ojos negros, y muy
inteligente.
Mientras que Julián Apaza era un hombre de buenas
condiciones físicas y una inteligencia notable.
En 1772, ya casados, tuvieron el primero de sus cuatro hijos
(tres varones y una niña). Según el historiador Alipio Valencia Vega, el primer
hijo fue capturado en Perú por el brigadier Sebastián Segurola, en 1783, y se
cree que posteriormente fue asesinado. Los otros llegaron a sobrevivir y
cambiaron de nombres y apellidos.” (3).
Esta es parte de la significativa historia invisibilizada
por el conservadurismo aliado a intereses foráneos que pusieron los ojos, y
muchas veces las balas, los cañones, los tanques y los aviones de guerra, para
penetrar la economía nacional a través de controles al “pensamiento subversivo”
de diversas características, que con el transcurrir de la primera mitad del
siglo XX se fueron sofisticando en métodos expresados en el violentamiento de
mentes y cuerpos de aquellos que siempre se situaron en la vereda de la
resistencia popular, de la autodeterminación como imperativo moral y social, de
la defensa de las riquezas del suelo propio como base material destinada a la
subsistencia, en síntesis, en el escenario de la vida digna de quienes ya eran
bolivianas y bolivianos, que ha trascendido de generación en generación y que
combatieron con sus convicciones ofrendando tantas veces sus vidas, contra los
aliados a intereses vinculados a los imperios mundiales y a las transnacionales
que son las que en buenas cuentas gobiernan el mundo: El capital financiero, la
industria armamentística, las industrias de los alimentos, de los
fármacos, de las sustancias controladas, de los combustibles, hasta la
industria del espectáculo en sus variadísimas y numerosas expresiones. Vaciados
de nuestros contenidos históricos, reducidos a fugaces homenajes de plazuela,
registrados en páginas de textos escolares superficiales y esquemáticos, los
que debieran ser héroes o referentes de vida son simple y llanamente indios
revoltosos que se resistían a vivir sometidos a la Mita (4) en el occidente
minero de la plata y el estaño del país, y al Habilito (5) en el oriente, en la
zona Amazónica rica en goma y castaña.
En consecuencia, la primera gran violación, sostenida por
décadas, a los derechos humanos en Bolivia, cuando el concepto
institucionalizado de esos derechos era inexistente, está
relacionada con la conculcación al derecho que tienen los ciudadanos a estar
debidamente informados, en el amplio espectro que va desde las noticias
vehiculadas por los medios de comunicación hasta los contenidos escolares y
universitarios con los que las nuevas generaciones van construyendo su
imaginario social, en el que no caben las que podríamos llamar versiones
alternativas de los distintos hitos coloniales y republicanos que han
desembocado en el último tiempo en la fundación del Estado Plurinacional de
Bolivia que arrastra la herencia de la memoria a través del falseamiento de la
historia popular, del desdibujamiento de la importancia de los desmembramientos
de nuestra original extensión territorial, de las luchas, levantamientos, e
insurrecciones de “los de abajo”, de la culpabilización y criminalización de
las movilizaciones masivas en calles y carreteras, a los designios de
“oscuras fuerzas” (léase, campesinos, obreros, comunismo y socialismo)
destinadas a intentar acabar con la libertad y la democracia cuando el mundo, a
mediados del siglo XX, arribaba a tiempos de la Guerra Fría y la
bipolaridad por el control del planeta tuvo enfrentados a los Estados Unidos de
América y a la Unión de la Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) librando
batallas por la penetración ideológica y territorial de tierras y territorios en
la periferia del cosmos, según lo señala la geopolítica: Asia, África y América
Latina.
Invasiones e imposiciones ideológicas, la instalación
de la Cortina de Hierro en el este europeo, la guerra en Vietnam, las
dictaduras militares controladas directamente por el poder político imperial
estadounidense, forman parte de esta historia en la que los contenidos de una
pretendida democracia única y perfecta se transmitieron a través de todos los
grandes dispositivos tecnológico- culturales de masaje cerebral en niños y
jóvenes de todas las latitudes, a través del cine, la televisión, el
deporte y todo cuanto pudiera ser utilizado para ocupar el tiempo libre y
recreativo de la “gente común” de las ciudades, desinteresada por los asuntos
nacionales de la política, y por supuesto que ahora, desde hace aproximadamente
una década con gran fuerza, a través de las redes sociales que han empoderado
la cotidianidad de las llamadas clases medias que se expresan diariamente a
partir de sus estructuras mentales neocolonizadas.
No considerar el Sistema-Mundo (6) para encarar las razones
primigenias que en 1948 dieron lugar a la aprobación de la Declaración
Universal de los Derechos Humamos es no asumir que, como dijera Hobbes en su
Leviatan (7) “el hombre es el lobo para el hombre”, que la humanidad ha
caracterizado su existencia en la lucha por dominadores y dominados,
explotadores y oprimidos, burgueses y proletarios, terratenientes y campesinos.
La necesidad de la existencia de unos preceptos relacionados con el respeto a la
vida y a la dignidad, que se traducen en derechos en distintos órdenes que la
actividad humana ha confirmado, conforme la ciencia, la tecnología y en general
el progreso tal como lo conocemos en este siglo XXI, se manifiestan en saltos
cualitativos sorprendentes que han complejizado el funcionamiento de un planeta
al que además, en el último tiempo, la devastación de la naturaleza, la
depredación de la llamada Madre Tierra en lo que deberíamos denominar agresión
Norte-Sur, se añade como problemática mundial, vinculada a los derechos que los
hombres y las mujeres tienen sobre las bondades que la naturaleza les
provee. Es en esta amplia lógica de sistema que utilizo los ejemplos de
Túpac Katari y Bartolina Sisa como hito significativo de persecución-represión
y violencia política en esta parte del mundo, entonces organizada en el Alto y
el Bajo Perú.
Hay aproximadamente entre doscientos ochenta y trescientos
términos y conceptos que conforman el universo conceptual de los derechos
humanos en el mundo. De todos ellos, una gran mayoría son permanentemente
violados en todos los contextos socioculturales de naciones y continentes. Se
trata de la paradójica contradicción de un mundo con una inagotable capacidad
para simplificar tiempos y espacios a través de la electrónica y la
transfronterización de datos, para hacernos la vida cotidiana más sencilla y
funcional, y al mismo tiempo, con una misión articulada por los poderes
económico-financieros, políticos y religiosos para que nada cambie en términos
de correlación de fuerzas, esto es, que los ricos concentren cada vez más en
esas pocas manos lo que van produciendo a costa de los pobres condenados por
los siglos de los siglos a repartirse las migajas. Se trata del capitalismo
transnacional regido por un puñado de potencias que no llegan a la decena y han
hecho del monetarismo, el mecanismo que rige el sistema sobre el cual hemos
sido obligados a someternos a la acumulación desenfrenada de la riqueza
material que nos informa que el Dios planetario por antonomasia en tiempos de
internet y satélites que todo lo almacenan y vigilan, se llama Dinero y que la
búsqueda de amasar y amasar más de él, es la adicción más nociva y devastadora
con los valores humanos con los que nacieron hombre-mujer.
Es en este marco de comprensión que debemos abordar los
trayectos históricos de la Persecución y Represión Política en Bolivia,
asumiendo a nuestro país como una más de las naciones dependientes y
subdesarrolladas a lo largo y ancho de casi toda su existencia, que sometieron
su identidad y destino con la facilitación de sus agentes locales de turno
gobernantes, empresarios, banqueros– a las imposiciones del capitalismo que ha
sabido introducir los tentáculos de la injerencia política, condicionando todo
lo que supuestamente pudiera beneficiarnos desde los centros económicos
poderosos, al sometimiento de la República a la voracidad por la apropiación de
nuestros recursos naturales renovables y no renovables que significaron despojo
y saqueo durante la segunda mitad del siglo XIX con la presencia política de
los conservadores en el gobierno —Narciso Campero Leyes, Gregorio
Pacheco Leyes, Aniceto Arce Ruiz, Mariano Baptista Caserta, y Severo Fernández
Alonso— ; y todo el siglo XX, a partir de la llegada de los liberales a las
esferas del poder presidencial —José Manuel Pando, Ismael Montes Gamboa,
Eliodoro Villazón Montaño y José Gutiérrez Guerra—, con intereses
económicos concretos que los mantuvieron con los cordones umbilicales
invariablemente conectados a Londres y Washington.
Citas
(1) y (2) ”La casa donde se sentenció a Túpac Katari”.
Esteban Ticona Alejo. Diaro La Razón de La Paz, Bolivia, 16 de junio de 2018
(3) Servicios de Intercomunicación Intercultural (SERVINDI).
www.servindi.org. Lima, Perú, 2016
(4)y(5) La Mita en el occidente y el Habilito en el oriente
de Bolivia, fueron los sistemas prevalecientes servidumbrales con los cuales
los indígenas en tiempos de la Colonia y las primeras décadas de la República
fueron sometidos a la explotación económica que se traducía en pagos miserables
y en especies por los trabajos desempeñados.
(6 )La perspectiva del sistema-mundo, también conocida como
economía-mundo, o teoría, enfoque o acercamiento analítico de los
sistemas-mundo (expresión original en inglés World-systems approach) es un
desarrollo de la crítica postmarxista que intenta explicar el funcionamiento de
las relaciones sociales, políticas y económicas a lo largo de la historia en el
planeta Tierra. Es una teoría historiográfica, geopolítica y geoeconómica con
gran vigencia y aplicación en las relaciones internacionales
(7) l Leviathan, en inglés, o Leviatán, como se conoce popularmente, es seguramente la obra más importante y trascendental del filósofo, político y pensador inglés del siglo XVII, Thomas Hobbes. Haciendo referencia y escribiendo con espléndida maestría, el autor hace referencia al monstruo bíblico más temido para explicar y justificar la existencia de un Estado absolutista que subyuga a sus ciudadanos. Escrito en el año 1651, su obra ha sido de gran inspiración en las ciencias políticas y, paradójicamente, en la evolución del derecho social.
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