"...CAPITÁN CASTRILLO TU NOMBRE VIVIRÁ EN EL EJÉRCITO
DE BOLIVIA MIENTRAS HAYA EJÉRCITO..."
La personalidad del Mayor José Agustín Castrillo, se alza
luminosa después de haber brillado en forma fugaz, como astro de primera
magnitud en la constelación de los héroes cuyos nombres engalanan hoy, las
páginas de la epopeya del Chaco, al haber ofrendado el tributo de su vida a la
Patria a través de grandes sacrificios, por lo cual, se hace digno de figurar
en las primeras páginas de la Historia de Bolivia.
Nació el 28 de agosto de 1901 en La paz, hizo sus primeros
estudios en el colegio "Ayacucho", y los concluyó en el
"Instituto Americano", a los 17 años de edad ingresó al Colegio
Militar de Ejército, el año 1922, cuando estaba a punto de concluir sus estudios
y cumplir sus anhelos, los últimos cursos del Colegio Militar fueron
clausurados por incidentes de ordén político. Durante cuatro años permaneció
cunfundido en medio de la masa ciudadana, añorando el uniforme y la vida
militar a los que había llegado a profesar gran afición y cariño, hasta que al
fin el Presidente Siles, que pudo rectificar algunos errores e injusticias
cometidas por su antecesor, dispuso que los cadetes expulsados tan injustamente
fuesen reincorporados, y Castrillo pudo volver al Colegio Miltar" en 1926.
Entregado nuevamente al estudio con todo el entusiasmo y
voluntad juvenil, fué acreedor en muy poco tiempo al grado de Brigadier, y el
10 de mayo de 1927 obtenía al fín las insignias de Subteniente del arma de
caballería, después de haber experimentado durante ocho años muchas
viscicitudes.
Era el mes de Agosto de 1932, cuando se dirigía al Chaco
conduciendo la caballada de su regimiento. Llegado a Villa Montes su primera
diligencia fué hacer su testamento para luego dirigirse a los campos de
batalla, resuelto a perder la vida en cumplimiento de su deber. Quería disponer
de sus ahorros para asegurar la educación de sus hijos y hacer unos legados; y
una noche ante la luz de un lampión, en el despacho de un Juez Parroquial hizo
su últimas disposiciones, con arreglo a las leyes militares en Campaña.
Después de haber combatido ferozmente en las primer acciones
de la campaña, con distinguida participación en Boquerón. Había llegado el
aciago 18 de junio de 1933, fué en las tricheras de Gondra. Un día de calma
completa Castrillo iba de un lado a otro en el sector defendido por su
regimiento "Loa", en compañía de un estafeta, observando las
trincheras sin sufrir fatiga alguna. Se detenía para charlar con su tropa
animándole siempre. De pronto una bala le atraviesa el cuello cortándole la
aorta. Castrillo que no quiso seguir los consejos de su estafeta pidiéndole se
cubriera durante sus caminatas, se apoya en el tronco de un árbol y luego cae
al suelo bañado en sangre. Su estafeta trata de auxiliarle, pero pocos minutos
después expira el gran soldado....
Aquella tarde de su muerte el cuerpo del héroe es enviado a
Fortin Saavedra, en un ataúd fabricado con cajas de munición, después de haber
sido envuelto en un mosquitero a manera de Sábana Santa y junto al cual se
había puesto en una pequeña bandera nacional descolorida esta inscripción:
"La Cuarta División, a su héroe máximo el Capitán José
A. Castrillo.- Campo Gondra, 18 de junio de 1933".
El cadáver fue depositado en una humilde pieza durante
algunas horas para luego ser enviado a Muñoz donde fué sepultado la tarde del
19 en vista de que el mal tiempo impidió su traslación en avión a La Paz. El
entierro fué sencillo a la vez que imponente debido al profundo pesar y emoción
incontenible sentido por todos los que presenciaron aquel lúgubre cuadro. Jefes
y Oficiales, la Guardia del Comando y hasta los heridos y enfermos que podían
caminar, acompañaron los restos del glorioso caído hasta la última morada. Aquí
el general en Jefe, General Kundt, pronunció emocionado, valorando las virtudes
cívi
cas y militares de Castrillo, una corta oración fúnebre,
cuyas frases salientes fueron:
"Capitán Castrillo tu nombre vivirá en el Ejército de
Bolivia mientras haya Ejército. El Chaco no produce otras flores que estas,
silvestres, sencillas, como es grandiosa la sencille, del monumento de tu vida
de patriota máximo". Dejó caer luego sobre la tumba un pequeño ramo de
flores silvestres, mientras una descarga de fusilería apagaba el último eco de
sus palabras y algunos aviones evolucionaban rindiendo el último homenaje al
Gran Capitán.
Los restos de Castrillo descansaron en Muñoz hasta el mes de
diciembre de 1933 en que fueron trasladados a Ballivian. Más tarde en febrero
de 1934, fueron conducidos por el aviador Chacón a La Paz, donde sus restos
fueron inhumados en la Sección de hombres notables después de rendirle los
máximos honores por el pueblo y el Ejército, como homenje de admiración y
gratitud a la figura gloriosa del gran Castrillo que fué ascendido póstumamente
al grado de Mayor.
Tal fué el Héroe Máximo de la Cuarta División Boliviana, que
en vida supo ejercer gran ascendiente sobre sus subordinados aún en las horas
de mayor congoja e inquietud, por su fuerza de voluntad y sin abatirse ante las
viscicitudes de la guerra.
Cuantas veces el heroíco Castrillo ha debido ver fracasados
los planes propios al experimentar algún revés. Cuantas veces en sus noches
largas insomnes, al notar las deficiencias propias para luchar contra un
enemigo superior en número y en pertrechos de guerra, ha debido considerar
fustrados los anhelos del triunfo y visto inútiles sus esfuerzos y estéril la
sangre derramada por sus compañeros de sacrificio.
Castrillo fué pues, un patriota de verdad y así lo han
confirmado sus hechos. Por ello hoy una unidad del Ejército es la heredera de
su nombre y de su gloria.
Cnl. Julio Diaz Arguedas.
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