Melgarejo. |
Este artículo fue publicado en la revista Nuevos Horizontes
de El Diario, el 30 de mayo de 2017.
Alcides Arguedas una de los valores representativos del
pensamiento nacional en su libro “Historia General de Bolivia” editado en 1922,
al referirse a Melgarejo, dice despectivamente que este funesto caudillo, había
nacido en Tarata, miserable villorrio elevado a rango de ciudad por decreto de
5 de septiembre de 1866 –luctuoso aniversario del combate de la Cantería donde
el tirano hizo fusilar al inspirado bardo don Néstor Galindo– en honor del
“Gran Capitán del Siglo”, título con que le distinguían sus favoritos.
Algunos ciudadanos de Tarata en conocimiento del concepto
emitido por el historiador Arguedas acerca de su tierra natal gracias al
comedimiento de uno de esos doctores “tumba leyes” que les mostró la parte
pertinente de la obra, se reunieron en la plaza principal de la población y
deliberaron respecto a la sanción que debía aplicar al escritor paceño que
había tenido la osadía de dar el calificativo de villorrio a la ínclita ciudad
de Tarata de rancia estirpe española.
Después de que se pronunciaron varios discursos pletóricos
de indignación lugareña, uno de los exaltados, opinó por que se queme el
ejemplar adquirido de la discutida “Historia General de Bolivia” públicamente,
y así se hizo como en los tiempos de la Inquisición, en medio del aplauso y la
gritería del populacho enfurecido.
Como si este auto de fe aplicado inmisericordemente al libro
de Arguedas no hubiese sido suficiente para satisfacer el instinto primitivo de
los iniciadores y ejecutores de ese acto de barbarie contra la cultura, aquel
ilustre historiógrafo, fue declarado persona ingrata a Tarata que debido a una
de esas humoradas de Melgarejo, había sido erigido por ese mismo decreto (5 de
septiembre e 1866), en departamento compuesto de las provincias de Cliza,
Mizque y Tarata con su capital Melgarejo. A la caída de aquel tirano
sanguinario (15 de enero de 1871) concluyó la vida efímera del flamante
departamento.
El escritor Arguedas, sabedor de lo ocurrido con su Historia
y en un grupo de intelectuales en La Paz, expresó: “Cuando don Arturo Oblitas
en su novela “Marina” dijo que en “Tarata sonora villa meridional donde al
doblar uno la calle, corre el riesgo de topar con un Eurípides o un
Demóstenes”, nadie se molestó de la frase y al contrario, parece que les gustó
a los inefables tarateños la comparación hecha con el poeta trágico y con el
orador griego y por eso no cobraron represalia alguna contra el novelista
cochabambino. En cuanto al castigo que ha sufrido mi libro, ello, es una prueba
más de que no se ha extinguido aún en nuestro pueblo el nefasto melgarejismo.
En verdad hay exageración en considerar como un miserable
villorrioa Tarata que es una ciudad intelectual de limpia prosapia castellana
al decir del Dr. Casto Rojas, uno de los maestros del periodismo nacional.
Tarata, es la tierra legendaria de patricios y héroes que vio nacer en su
regazo tibio al general Esteban Arze, el valeroso guerrillero de la
independencia, a Víctor M. Ustaris, el héroe de Boquerón en la guerra del
Chaco, al ilustre obispo de Cochabamba, monseñor Jacinto Anaya, convencional
del 80 y enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante la Santa Sede,
a Melchor y Mariano Ricardo Terrazas, jurisconsulto y estadista el primero y el
segundo literato de nota, autor del libro “El sitio de París”.
Nota tomada del libro “Hechos e imágenes de nuestra
historia” de Benigno Carrasco.
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