FRANCISCO O’CONNOR B.

 

Francisco O’Connor

Elías Vacaflor Dorakis. / publicado el 5 de octubre del 2019 en el diario Nuevo Sur.

Sus padres fueron: Roger O’Connor y Wilhamena Bowen. Nació en el Condado de Cork (Reino de Irlanda), el 12 de junio de 1791 y falleció a la edad de 80 años en la Ciudad de Tarija el 5 de octubre de 1871. Dictó su testamento el 17 de enero de 1860.
Habiendo cumplido 28 años de edad, a inicios de julio de 1819 abandonó su pueblo y; con el Grado de Teniente Coronel 2° Jefe del Regimiento de Lanceros de la Legión Irlandesa, se embarcó desde Dublín rumbo a Venezuela, donde llegó a la Isla de Margarita para alistarse a las órdenes de Simón Bolívar, a quien recién conoció personalmente a inicios de marzo de 1824. Junto al Libertador Bolívar, participó en pos de la liberación de Venezuela y Cundinamarca (Colombia). Posteriormente organizó un Batallón en Panamá y; desde allí, en octubre de 1823 partió rumbo al Alto Perú al mando de la Segunda División Auxiliar del Perú (Callao). Fue incorporado al Ejército de Antonio José de Sucre (Huaraz), y allí fue designado como Jefe del Estado Mayor General y; en esa condición, participó de la Batalla de Ayacucho (Perú), 9 de diciembre de 1824, donde las tropas Patriotas al mando de Antonio José de Sucre vencieron a las tropas Realistas del Virrey del Perú Don José Álvarez de la Serna e Hinojosa.
Sucre con su Estado Mayor y las tropas libertadoras, se dirigieron desde Ayacucho hasta Huamanga (Perú), y allí estuvieron pocos días. En ese pueblo, el Libertador Sucre tras un intercambio de opiniones con el Cnel. Francisco O’Connor, lo borró de la lista para ascensos a General por la victoria de Ayacucho. Luego partieron rumbo a Cusco donde arribaron el 19 de diciembre y permanecieron varios días en organizar las tropas para su ingreso al Alto Perú. Para ese cometido, el Libertador Sucre en consideración y consciente de los méritos y disciplina militares del irlandés, le envió una escueta nota acompañada por un pliego de instrucciones. Por la importancia y significado de este gesto que enaltece la persona y autoridad de Antonio José de Sucre y; el respeto que éste profesó por su subordinado, interesa conocer el texto de dicha nota:
Señor Coronel: Estando para emprender la campaña del Alto Perú y deseando se termine ella con toda la gloria de las armas libertadoras, como hasta aquí, he elegido a U.S. para que encargándose de la dirección de las últimas operaciones, complete nuestros triunfos. Sucre. A.S.S. el Coronel Francisco Burdett O’Connor, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Unido Libertador.
De esa manera y circunstancias, el Ejército Libertador al mando del Gral. Sucre y con el Cnel. O’Connor como Jefe del Estado Mayor General, partió de Cusco rumbo a Puno a inicios de enero de 1825, donde arribaron a mediados de dicho mes. En dicha ciudad, el Libertador Sucre recibió, conoció y se entrevistó con el Dr. Casimiro Olañeta, sobrino y ex secretario privado del Gral. Pedro Antonio Olañeta, último baluarte del Ejército español en el Alto Perú. Luego de cruzar el Río Desaguadero, frontera arcifinia entre el Bajo Perú (hoy Perú), y Alto Perú (hoy Bolivia), el Ejército Libertador se dirigió a la Ciudad de La Paz donde el Mariscal de Ayacucho conoció y se entrevistó con el célebre guerrillero patriota el Cnel. José Miguel Lanza. Allí también conoció al Gral. Aguilera, sanguinario realista que asoló el oriente del Alto Perú y asesinó al patriota argentino Ignacio Warnes.
Habiendo recibido todo tipo de explicaciones, experiencias, lecturas e interpretaciones personales sobre la situación reinante en la Ciudad de La Paz y la sicología colectiva en el Alto Perú después de las victorias patriotas en Junín (agosto, 1824), y particularmente en Ayacucho (diciembre, 1824), el Libertador Sucre, una gran militar y estadista, consciente de la gravedad de la situación y con la determinación de dar una pronta solución a tan grande problema, determinó la elaboración y promulgación de un decreto cuyo contenido y alcances netamente políticos, habrían de provocar el rotundo rechazo y molestia del Libertador Simón Bolívar y; además, un sismó cuyo epicentro fue precisamente la Ciudad de La Paz, donde diez y seis años atrás (16 de julio de 1809), se encendió la primera llama por la emancipación del Alto Perú. Esa determinación, fruto de sesudo análisis de todos los ámbitos de la vida altoperuana, concibió la idea de la necesidad del nacimiento de un Estado soberano a base de las cuatro Provincias del Alto Perú. Con el mismo sentimiento, O’Connor también hizo lo suyo. Así lo manifiesta el irlandés en sus célebres “Recuerdos” (1895). Es decir, ambos extranjeros –léase un americano y un europeo- concibieron que la única solución a los problemas reinantes y lógica consecuencia de las victorias patriotas y la derrota del Ejército españoló en 1824, era la creación de un nuevo Estado soberano en Sudamérica.
De esa manera, Sucre promulgó el Decreto el miércoles 9 de febrero de 1825, mediante el cual se convocó a los pueblos de las cuatro Provincias del Alto Perú a participar de una asamblea a realizarse en Oruro el próximo mes de abril a través de diputados a ser elegidos de acuerdo a la población de cada una de ellas. Por último y; por razones de sana conveniencia, los desacuerdos entre los Libertadores Bolívar y Sucre fueron limados y se impusieron los razonamientos del Libertador Antonio José de Sucre. Por lo tanto, el verdadero y único creador y arquitecto de la naciente república de Bolivia, fue el Mariscal de Ayacucho, don Antonio José de Sucre y ningún otro.
Con ese conjunto de problemas en mente, el Ejército Libertador partió de La Paz rumbo a Oruro a mediados de febrero de 1825 para presentar combate al último baluarte de la Corona de España en el Alto Perú: el Gral. Pedro Antonio Olañeta. Antes de ingresar a dicha ciudad el Cnel. O’Connor fue interceptado por un individuo que puso en sus manos un paquete y un expediente. O’Connor ordenó la prisión de dicho solado y sometido a interrogatorio. El aludido personaje –de apellido Eccles, de origen alemán y soldado del Ejército español- debía cumplir una misión: envenenar al Libertador Sucre y al Gral. Lanza. Por precisas instrucciones del Gral. Pedro Antonio Olañeta, cobraría la suma de diez mil pesos por la muerte de Sucre y; otros seis mil, por la muerte de Lanza. Al día siguiente O’Connor brindó detallado informe al Libertador, quien dispuso un sumario. De esa manera, se frustró el primer magnicidio en el Alto Perú.
Luego de realizar otras diligencias, Sucre dispuso la marcha del Ejército Libertador hacia Potosí. Después de cabalgar algunos kilómetros, llegaron a Challapata y; desde allí, se dirigieron hasta Condocondo, donde debían encontrarse Sucre y O’Connor. En el trayecto, de acuerdo a O’Connor (Memorias, 1895), se suscitó un hecho relevante e histórico entre él y Casimiro Olañeta. El detalle, que ofrece nuestro personaje histórico, dice:
“…al poco rato de entrar en marcha, encontré a don Casimiro Olañeta, parado a caballo en el camino. Se dirigió a mí, al verme, diciéndome: Señor Coronel, me he quedado aquí ex profesamente, a esperarlo a Usted para que conversemos un rato. He estado hablando con el General Sucre sobre su decreto dado en La Paz, sobre nuestra futura suerte en este Alto Perú y sobre nos convendría más agregarnos al Bajo Perú o a la República Argentina, y deseo conocer la opinión de Usted Coronel en este asunto que nos interesa mucho.
Yo tenía conmigo los mapas del país por donde transitaba y me hallaba bien informado de su historia y sus antecedentes, y le contesté: doctor Olañeta, sí este país del Alto Perú ofrece tantos recursos más adelante, hacia el sud, hasta La Quiaca, como se encuentra desde la Abra de Santa Rosa, que entiendo ser su verdadera demarcación por el norte, yo no veo ve por qué razón tenga necesidad de agregarse ni al Bajo Perú ni a la República Argentina.
El doctor Olañeta no me dio tiempo para explicarme más, picó su caballo y se fue a golpe tendido en alcance del General Sucre.
Por la noche llegué a Condocondo, acuartele los Cuerpos de mi División y luego me dirigí al alojamiento del General Sucre a darle parte de mi llegada sin novedad de la División. Entré, pero antes de hablarle, todos los que allí se encontraban se levantaron de sus asientos y se dirigieron a abrazarme, llamándome a una voz, fundador de la nueva república…”
Fruto de esta interesante y sugestiva conversación, podremos en otra oportunidad profundizar su análisis y concluir con puntos de vista sinceros y saludables para la historiografía nacional.
Luego de ardua y prolongada marcha del Ejército Libertador, éste hizo ingreso a la Villa Imperial el 29 de marzo de 1825, donde se encontraba el Gral Pedro Antonio Olañeta y; que al conocer el arribo de las tropas al mando de Sucre, ordenó abandonar la ciudad para dirigirse a Tupiza y recibir allí el apoyo militar para enfrentarse al Ejército Libertador.
Sucre y sus tropas, permanecieron pocos días en Potosí. Por instrucciones de Sucre, el Cnel. O’Connor al mando de una División, un regimiento y un batallón partieron rumbo a Tupiza en busca de Olañeta. Sin embargo, a pocos kilómetros, un chasqui enviado por el caudillo chicheño Tcnel. Carlos Medinacelli, le hizo entrega de un pliego –oficio- haciéndole conocer que el pasado 1 de abril de 1825 el Gral. Pedro Antonio Olañeta había muerto en un motín en su tropa acantonada en Tumusla. Ante semejante noticia, O’Connor ordenó retornar a Potosí para informar a Sucre y hacerle conocer el Parte de Medinacelli. De esa manera, el último baluarte militar de España en el Alto Perú, sucumbió sin que ambas tropas –patriota y realista- se hayan enfrentado y disparado un solo disparo. Días después, por instrucciones del Gral. Sucre abandoné Potosí para dirigirme a Cotagaita. En el camino, nos cruzamos con las tropas del patriota Cnel. Urdininea escoltando al temible y perverso comandante español Cnel. Manuel “Barbarucho” Valdez y su tropa, llevándolos en calidad de prisioneros a Cotagaita. Así terminó la Campaña del Alto Perú.
A mediados de abril de ese año de 1825, estando en Cotagaita el Cnel. O’Connor se encontró con Medinacelli y Urdininea. Asimismo, conoció a los capitanes Sebastián Agreda y al tarijeño José María Avilés (Regimiento Dragones Americanos), ejemplar militar que luego ascendió a General del Ejército de Bolivia y muy allegado al Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz Villavicencio y Calahumana, Presidente Provisional y Constitucional de Bolivia. José María Avilés, murió en Lima (Perú), envenenado en 1838.
Días después O’Connor con su tropa se dirigió a Tupiza donde se encontró con el Gral. Juan Antonio Álvarez de Arenales, Gobernador Político y Militar y Capitán General de la Provincia de Salta (Provincias del Río de La Plata), que se dirigía a Potosí para entrevistarse con el Gral. Sucre. Acantonó sus tropas y desarrolló todas las actividades militares de rigor y dispuso varias órdenes a sus subalternos. Ante la necesidad de alimentos para sus tropas, dispuso que el Tcnel. Fergunson (inglés), se traslade hasta la Ciudad de Tarija para adquirir todo lo necesario. De esa manera, Fergunson fue el primer militar inglés y componente del Ejército Libertador que ingresó a territorio tarijeño en esa época de nuestra historia.
Desde Oruro se dirigió a Tupiza (Potosí), y la ocupó en abril de 1825 y constató el fin de la dominación española en territorio del Alto Perú al enterarse del asesinato del último Virrey en el Alto Perú, el Brigadier Pedro Antonio de Olañeta, el 1 de abril de 1825 en Tumusla.
A inicios de mayo de 1825, la vida del Cnel. O’Connor iba a tener un giro inesperado. Por instrucciones precisas brindadas por escrito desde Potosí por el Gral. Antonio José de Sucre, se le ordenó trasladarse a la Ciudad de Tarija para constatar personalmente los reclamos elevados ante Sucre por dos personalidades tarijeñas: Bernardo Trigo Espejo y Eustaquio Méndez Arenas. El texto, rotundo:
“…El Coronel Francisco Burdett O’Connor se impondrá de la presente solicitud, se dirigirá a Tarija, y si halla mérito en ella, en uso de las facultades amplias que se le tienen conferidas, mudará al Gobernador de esa provincia, nombrando a otro en su lugar…”
Es decir, a pesar que el territorio de Tarija no pertenecía al Alto Perú, sino, a las Provincias del Río de La Plata y; por lo tanto, ni Sucre, ni O’Connor ni ninguna otra autoridad civil ni militar podían entrometerse en asuntos de otro Estado, así sucedió.
Por lo tanto, A partir de ese mes de mayo de 1825, la vida del Gral. O’Connor estará íntimamente vinculada a la Historia de Tarija. En esa dinámica, el viaje que hizo a Tarija lo hizo acompañado de su ayudante, y un sirviente y; su estadía tuvo decisiva influencia en la designación del Cnel. Bernardo Trigo Espejo como Teniente de Gobernador de Tarija en reemplazo del abogado tarijeño y pro argentino Dr. José Felipe de Echazú, dando así inicio a una relación compleja y tensa entre los Gobiernos de la naciente República de Bolivia y las Provincias Unidas del Río de La Plata y; que a partir de octubre de ese año 1825, la situación alcanzó ribetes de un verdadero conflicto diplomático internacional pues el Libertador Simón Bolívar mantuvo varias entrevistas con Miguel Díaz Vélez y Carlos de Alvear, Miembros de la Legación del Gobierno del Río de La Plata para discutir varios temas y; uno de ellos, la Cuestión Tarija.
Por lo tanto, el Gral. O’Connor se constituye en uno de las personalidades más comprometidos con la idea del Libertador Sucre de crear un nuevo Estado soberano a base del territorio denominado Alto Perú y; en esa dinámica, oponerse para que el territorio de Tarija siga formando parte de las Provincias del Río de La Plata tal cual lo dispuso el rey de España el 17 de febrero de 1807 el Rey Carlos IV cuando mediante Real Cédula se creó la Intendencia Gobernación de Salta y la inclusión del vasto territorio de Tarija dentro de dicha jurisdicción, separándola de la de Potosí. En ese contexto histórico, el pueblo de Tarija fue protagonista de la Guerra de la Emancipación durante quince años (1810 – 1825), y su territorio escenario de tan cruenta guerra.
Desde la promulgación del Decreto de 9 de febrero de 1825 por Antonio José de Sucre convocando a las cuatro provincias del Alto Perú a una Asamblea, en la Villa de Tarija –formando parte del Río de La Plata- comenzaron a gestarse dos corrientes: la proargentina, encabezada por el Dr. José Felipe de Echazú y; la proboliviana, encabezada por Bernardo Trigo Espejo y apuntalada Francisco O’Connor y; muy especialmente, por el Libertador Antonio José de Sucre. Este proceso, tiene como fecha icónica el Cabildo Abierto de 26 de agosto de 1826 mediante el cual el pueblo tarijeño renunció de facto a la jurisdicción de las Provincias del Río de La Plata y exigió su reincorporación a la naciente República de Bolívar, hecho que concluyó definitivamente el 19 de noviembre con la promulgación de la Constitución Política de Bolivia y el reconocimiento de Tarija como Provincia de Bolivia. Por lo tanto, desde fines de 1826 el pueblo tarijeño -de manera voluntaria- decidió anexarse a la República de Bolivia y; de esa manera, la línea de su historia cambió radicalmente con manifestaciones hasta hoy polémicas.
De esa manera, el Cnel. Francisco O’Connor decidió radicarse en Tarija. Adquirió un bien inmueble y; posteriormente, el 2 de mayo de 1827 ante el Provisor y Vicario General Dr. Baltazar de Arce y el Cura Fernando Marín de la Santa Iglesia Matriz de Tarija, el Gral. Francisco O’Connor Bowen contrajo matrimonio con Francisca Ruyloba Echevarría, hija de Juan Ramón Ruyloba y Dolores Echeverría.
El texto de la Partida de Matrimonio, dice:
En esta Santa Iglesia Matriz de la Ciudad de Tarija a los dos días del mes de mayo de mil ochocientos veinte y siete. El Señor Provisor y Vicario General Doctor Baltazar de Arce, desposó según el de Nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana, al Señor Comandante General Francisco Burdett O’Connor, natural de la Gran Bretaña, soltero, con Doña Francisca Ruyloba, soltera, vecina de esta ciudad, hija legítima de los ciudadanos Juan Ramón Ruyloba y Dolores Echevarría, tomado el mutuo consentimiento de que recíprocamente fueron preguntados, siendo testigos los ciudadanos José María Aguirre y María Josefa Ruyloba de esta ciudad. Para que conste, lo firmo Fernando Marín.
Fruto del matrimonio O’Connor Ruyloba, nacieron varios hijos que a temprana edad fallecieron (Carolina y Horacio), sobreviviendo únicamente Hercilla, que nació en la Ciudad de Tarija el 21 de noviembre de 1832 y; que 1852, contrajo nupcias con Charles Adolphe Adhemar d’Arlach (nacido en 1827 en Avignon, Francia), que se desempeñaba como Secretario de la Legación Francesa en Bolivia. Padrino de esta boda fue el Presidente Manuel Isidoro Belzu. De dicho matrimonio nació Tomas Carlos Ademar d’Arlach O’Connor en marzo de 1853 y bautizado el 4 de noviembre del mismo año y; que falleció en la misma ciudad el 9 de diciembre de 1932 a la edad de 79 años.
Concluida la Guerra entre Argentina y Brasil (con la firma del Tratado de Paz en septiembre de 1828), todas las provincias argentinas se sumieron en una Guerra Civil y se dividieron entre Unitarios (Liga del Interior, creada a mediados de 1830), y Federalistas (Liga del Litoral, creada a inicios de 1831), y sus máximos caudillos fueron: Juan Manuel de Rosas (Provincia de Buenos Aires), Estalisnao López (Provincia de Santa Fe), y Facundo Quiroga (Provincia de La Rioja). Después de la victoria de las tropas al mando del caudillo Facundo Quiroga sobre las tropas del Gral. Gregorio Araoz de la Madrid (Unitario) en el Combate de La Ciudadela (Tucumán, 13 de noviembre de 1831), determinó el encumbramiento de los primeros en Tucumán y Salta. El 2 de diciembre de 1831 la Junta de Representantes de Salta y los delegados de Quiroga, firmaron el Convenio de Paz que constaba de nueve artículos, siendo el 1° el más radical, pues señalaba que “…todos los jefes y oficiales que combatieron contra la causa de los pueblos salieren del país…”. Razón por la cual, prominentes políticos salteños Unitarios como Puch, Hoyos, Zorrilla y los hermanos Gorriti (Juan Ignacio, Isabel y José Ignacio Gorriti), tuvieron que huir junto a sus familias y asilarse en la algunas ciudades de Bolivia, previa aceptación del Presidente Santa Cruz. Para su cobijo y protección se les dio precisas instrucciones de asilo, residencia y comportamiento. El Gral. José Ignacio con su esposa e hijas buscaron asilo en la Ciudad de Tarija, donde arribaron a fines de noviembre de 1831. En ese contexto y circunstancias, los esposos José Ignacio Gorriti y Feliciana Zuviría (casados en Salta en 1802), partieron desde esa ciudad el 14 de noviembre de 1831 y se dirigieron a Tarija. Entre sus hijos, figura Juana Manuela quien a fines de febrero de 1832 conoció a Manuel Isidoro Belzu, y contrajeron nupcias el 19 de agosto de 1832. Testigo de dicho matrimonio, fue precisamente el Cnel. Francisco O’Connor. Juana Manuela Gorriti, contaba con 14 años de edad y; el Cap. Manuel Isidoro Belzu, diez años mayor.
En fecha 8 de diciembre de 1831, el Gral. Francisco O’Connor mediante correspondencia informó al Vicepresidente Velasco que de todos los militares que están emigrando desde la Argentina escapando de la dictadura de Rosas, se está elaborando una nómina en la que se indicará: rango y lugares de nacimiento. Además, le hace conocer que S. E. Andrés de Santa Cruz, instruyó no dejarlos pasar más allá de Tupiza y; que la Provincia de Tarija, será el límite con preferencia. Asimismo, por nota de 10 de diciembre de 1831 le hace conocer que en notas anteriores dirigidas a los Coroneles Medinacelli y Arraya y; al Gobernador de Tarija -léase Manuel Fernández Vacaflor-, por instrucciones del Presidente Santa Cruz, los emigrados argentinos no deben tomar contacto con las tropas bolivianas. Por último por oficio de 4 de enero de 1832 le dice que el Presidente Santa Cruz suspendió el tratamiento de las propuestas de Manuel Fernández Vacaflor de crear el 1º Regimiento de la Guardia Nacional en esa Provincia, hasta que éste le haga llegar las listas nominales del 1º Batallón del que Fernández Vacaflor será Primer Jefe y esté incluido el Cnel. José María de Aguirre Hevia y Vaca.
Con la decisión de tratar el proyecto de ley presentado al H. Congreso Nacional por el Cnel. Gabino Ibáñez y Cnel. José María de Aguirre Hevia y Vaca, diputados por la Provincia de Tarija a inicios de julio de 1831, el Presidente Santa Cruz comprometido por asumir una determinación histórica y reivindicatoria para el pueblo tarijeño, el 24 de septiembre de 1831 promulgó la Ley de creación del Departamento de Tarija.
Para el tratamiento de todos esos asuntos de Estado, el Presidente Santa Cruz tenía un hombre de entera confianza: Manuel Fernández Vacaflor, militar de carrera y parte del círculo íntimo. Nació a fines de 1795 en el Partido de Cinti (hoy Camargo)
Fernández Vacaflor, fue designado como el primer Gobernador de la Provincia de Tarija y sus funciones asignadas de acuerdo a la Ley promulgada por Andrés de Santa Cruz el 28 de septiembre de 1831 (Título II, Capítulo Único, Numerales del 57º al 79º)
Meses después, más concretamente en 1832 se iniciaron los problemas políticos entre Bolivia y Argentina. El Teniente Gobernador de Jujuy José María Fascio (militar de nacionalidad española), convocó al pueblo a Cabildo Abierto y; ante el Juramento efectuado el 18 de noviembre de 1834, quedó proclamada la autonomía de Jujuy de Salta. De esa manera, Fascio fue nombrado Gobernador Provisional y; ante la situación planteada, la Legislatura de Salta el 2 de diciembre de 1834 reconoció la autonomía de Jujuy, días después, tropas jujeñas al mando de Fascio invadieron Salta y; el 13 de diciembre, se realizó la Batalla de Castañares. Triunfante la tropa rebelde, se consolidó la autonomía jujeña. El 27 del mismo mes José María Fascio fue elegido como primer Gobernador de la Provincia, cargo que desempeñó hasta su renuncia a fines de febrero de 1835.
De esa manera, el territorio de Jujuy (Federalista), se separó de la Provincia de Salta (Unitaria), y; este asunto tan delicado, fue atribuido a la política exterior del Gobierno de Andrés de Santa Cruz, bajo el argumento que Jujuy buscaba incorporarse a Bolivia, generando un conflicto de límites que derivó en un conflicto militar entre la Confederación Perú – Boliviana a la cabeza de Andrés de Santa Cruz con la Confederación Argentina bajo la conducción del Dictador Juan Manuel de Rosas.
El 9 de mayo de 1836 se creó la Confederación Perú-Boliviana y; las Provincias del Río de La Plata sufrían la Dictadura de Juan Manuel Rosas que, entre otras cosas hizo conocer al Presidente Andrés de Santa Cruz sus reclamos sobre Tarija. Para esa Misión, Rosas encomendó a Pedro Felipe Cavia, quién estando en Salta hizo conocer a su Gobierno que Santa Cruz rechazó la solicitud de entrevista y no quiso recibirlo. Ante esta delicada situación, se rompieron las relaciones argentino-bolivianas y; el Gobierno de Rosas, mediante Decreto declaró la Guerra a Bolivia el 19 de mayo de 1837.
Rosas designó General en Jefe al Gral. Alejandro Heredia y emitió órdenes de invadir la Ciudad de Tarija. El Gral. Gregorio Paz, ocupó militarmente la frontera de Tarija e incursionó por el Río Itaú (hoy Municipio de Caraparí, Provincia Gran Chaco), y se dirigió hasta San Diego y San Luis (hoy Provincia O’Connor). Por su parte, Andrés de Santa Cruz el 17 de agosto del mismo año emitió el “Contra Manifiesto” e impartió órdenes precisas movilizando el Ejército boliviano.
Tomando los recaudos necesarios, el Gobierno de Andrés de Santa Cruz a través del Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Mariano Enrique Calvo, defendió las posesiones de Bolivia sobre el territorio de Tarija e inmediatamente designó al Gral. Otto Felipe Braun (Kassel, Alemania, 1798), como Comandante General del Ejército del Sur y ordenó la reorganización del Ejército en el Departamento de Tarija. Y de esa manera, se organizó el Batallón Méndez al mando del Cnel. Eustaquio Méndez Arenas y; el Prefecto de Tarija Cnel. Bernardo Trigo Espejo, se puso bajo el mando del Gral. Francisco O’Connor y del Tcnel. Sebastián Estenssoro.
El Batallón Méndez junto a las tropas de los Coroneles Fernando Campero, Manuel Dorado y Bernardo Trigo procedieron a su organizaron desde febrero de 1838. A mediados de mayo, partieron desde la Ciudad de Tarija en busca de las tropas argentinas al mando del Cnel. Gregorio Paz. Por otro lado, las tropas del Gral. O’Connor acamparon en San Blas en las afueras de la Ciudad para resguardarla ante el posible ingreso de las tropas invasoras. A mediados de junio de ese año arribó a Tolomosa el Gral. Otto Felipe Braun al mando del Batallón Socabaya y; de inmediato se reunió con O’Connor en San Blas y juntos se dirigieron a la Ciudad de Tarija.
El Cnel. Paz y su Estado Mayor al conocer el sistema de defensa que el Ejército boliviano había desplegado, determinó dirigirse con sus tropas por el Sur hasta el pueblo de La Concepción (hoy Uriondo, Capital de la Provincia Avilés del Departamento de Tarija), y; desde allí, hasta el caserío de Padcaya (hoy Capital de la Provincia Arce), para llegar hasta el curso del Río Bermejo y descender hasta Santa Victoria (hoy Provincia de Salta) En la madrugada del 24 de junio de 1838 tropas bolivianas al mando del Gral. Braun, Francisco O’Connor, Timoteo Raña, Sebastián Agreda, Bernardo Trigo, Eustaquio Méndez, Sebastián Estenssoro y Fernando Campero, después de cruzar el Rio Cuyambuyo, se enfrentaron y derrotaron a las tropas argentinas en la Batalla de Montenegro, en la Cuesta del Espinillo, muy cerca de Padcaya, poniendo fin al último intento argentino de recuperar el territorio de Tarija por la fuerza de las armas, territorio que a fines de 1826 habían perdido debido a los desaciertos del Gobernador de Salta Juan Antonio Álvarez de Arenales y; particularmente de los dos Tenientes de Gobernadores de Tarija -Ciriaco Díaz Vélez y Mariano de Gordaliza-, designados desde Buenos Aires y Salta (Dramática Incorporación de Tarija a Bolivia, Elías Vacaflor Dorakis, 2008). La Confederación Perú Boliviana fue disuelta el 25 de agosto de 1839.
En el 184° aniversario del fallecimiento de nuestro personaje histórico (5 de octubre de 1871), ofrecemos este breve trabajo para expresar nuestro reconocimiento, admiración y homenaje póstumo a este gran ciudadano irlandés que escogió a Tarija como segunda Patria y; a ella, brindó su vida, sueños y lucho por su progreso y bienestar y; dejó brillante descendencia que es ejemplo de amor y dedicación por Tarija, tal el caso de su primer nieto, el Dr. Tomas O’Connor d’Arlach (autor de la letra del Himno Tarijeño), y su bisnieto, Octavio O’Connor d’Arlach (autor del estudio histórico del Escudo de Tarija)
Como testimonio de nuestro sincero respeto, ofrecemos a los lectores del Nuevo Sur, el texto de la Partida de Defunción del Gral. Francisco O’Connor, que por primera vez verá la luz pública de su amada Tarija:
En el año del Señor de mil ochocientos setenta y un en seis de octubre, se sepultó con oficios solemnes y Cruz Alta en la Capilla del panteón de esta Matriz de Tarija el cuerpo mayor del Ilustre Benemérito General Francisco Burdett de O’Connor de ochenta años al parecer natural del reino de Irlanda y vecino en esta ciudad más de cuarenta años, marido de la Señora Francisca Ruyloba. Murió Sacramentado y; para que conste, Yo el Cura lo certifico y firmo. Bernabé Quintanilla
Transcripción a cargo de Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2 de junio de 2012), de la Partida Original existente en el Archivo Parroquial de la otrora Iglesia Matriz de Tarija (hoy Catedral), bajo el título de: Libro Parroquial en el cual se sientan las Partidas de Entierros en el Panteón de esta Ciudad y en el enterratorio de la Vice Parroquia de Tolomosa – Empieza a correr desde veinticinco de mayo del año de 1869 a 1874 – Siendo Cura Rector de esta Santa Iglesia Matriz Don Bernabé Quintanilla.

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