Francisco O’Connor |
Elías Vacaflor Dorakis. / publicado el 5 de octubre del 2019
en el diario Nuevo Sur.
Sus padres fueron: Roger O’Connor y Wilhamena Bowen. Nació
en el Condado de Cork (Reino de Irlanda), el 12 de junio de 1791 y falleció a
la edad de 80 años en la Ciudad de Tarija el 5 de octubre de 1871. Dictó su
testamento el 17 de enero de 1860.
Habiendo cumplido 28 años de edad, a inicios de julio de 1819 abandonó su
pueblo y; con el Grado de Teniente Coronel 2° Jefe del Regimiento de Lanceros
de la Legión Irlandesa, se embarcó desde Dublín rumbo a Venezuela, donde llegó
a la Isla de Margarita para alistarse a las órdenes de Simón Bolívar, a quien
recién conoció personalmente a inicios de marzo de 1824. Junto al Libertador
Bolívar, participó en pos de la liberación de Venezuela y Cundinamarca
(Colombia). Posteriormente organizó un Batallón en Panamá y; desde allí, en
octubre de 1823 partió rumbo al Alto Perú al mando de la Segunda División
Auxiliar del Perú (Callao). Fue incorporado al Ejército de Antonio José de
Sucre (Huaraz), y allí fue designado como Jefe del Estado Mayor General y; en
esa condición, participó de la Batalla de Ayacucho (Perú), 9 de diciembre de
1824, donde las tropas Patriotas al mando de Antonio José de Sucre vencieron a
las tropas Realistas del Virrey del Perú Don José Álvarez de la Serna e
Hinojosa.
Sucre con su Estado Mayor y las tropas libertadoras, se dirigieron desde
Ayacucho hasta Huamanga (Perú), y allí estuvieron pocos días. En ese pueblo, el
Libertador Sucre tras un intercambio de opiniones con el Cnel. Francisco
O’Connor, lo borró de la lista para ascensos a General por la victoria de
Ayacucho. Luego partieron rumbo a Cusco donde arribaron el 19 de diciembre y
permanecieron varios días en organizar las tropas para su ingreso al Alto Perú.
Para ese cometido, el Libertador Sucre en consideración y consciente de los
méritos y disciplina militares del irlandés, le envió una escueta nota
acompañada por un pliego de instrucciones. Por la importancia y significado de
este gesto que enaltece la persona y autoridad de Antonio José de Sucre y; el
respeto que éste profesó por su subordinado, interesa conocer el texto de dicha
nota:
Señor Coronel: Estando para emprender la campaña del Alto Perú y deseando se
termine ella con toda la gloria de las armas libertadoras, como hasta aquí, he
elegido a U.S. para que encargándose de la dirección de las últimas
operaciones, complete nuestros triunfos. Sucre. A.S.S. el Coronel Francisco
Burdett O’Connor, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Unido Libertador.
De esa manera y circunstancias, el Ejército Libertador al mando del Gral. Sucre
y con el Cnel. O’Connor como Jefe del Estado Mayor General, partió de Cusco
rumbo a Puno a inicios de enero de 1825, donde arribaron a mediados de dicho
mes. En dicha ciudad, el Libertador Sucre recibió, conoció y se entrevistó con
el Dr. Casimiro Olañeta, sobrino y ex secretario privado del Gral. Pedro
Antonio Olañeta, último baluarte del Ejército español en el Alto Perú. Luego de
cruzar el Río Desaguadero, frontera arcifinia entre el Bajo Perú (hoy Perú), y
Alto Perú (hoy Bolivia), el Ejército Libertador se dirigió a la Ciudad de La
Paz donde el Mariscal de Ayacucho conoció y se entrevistó con el célebre
guerrillero patriota el Cnel. José Miguel Lanza. Allí también conoció al Gral.
Aguilera, sanguinario realista que asoló el oriente del Alto Perú y asesinó al
patriota argentino Ignacio Warnes.
Habiendo recibido todo tipo de explicaciones, experiencias, lecturas e
interpretaciones personales sobre la situación reinante en la Ciudad de La Paz
y la sicología colectiva en el Alto Perú después de las victorias patriotas en
Junín (agosto, 1824), y particularmente en Ayacucho (diciembre, 1824), el
Libertador Sucre, una gran militar y estadista, consciente de la gravedad de la
situación y con la determinación de dar una pronta solución a tan grande
problema, determinó la elaboración y promulgación de un decreto cuyo contenido
y alcances netamente políticos, habrían de provocar el rotundo rechazo y
molestia del Libertador Simón Bolívar y; además, un sismó cuyo epicentro fue
precisamente la Ciudad de La Paz, donde diez y seis años atrás (16 de julio de
1809), se encendió la primera llama por la emancipación del Alto Perú. Esa
determinación, fruto de sesudo análisis de todos los ámbitos de la vida
altoperuana, concibió la idea de la necesidad del nacimiento de un Estado
soberano a base de las cuatro Provincias del Alto Perú. Con el mismo
sentimiento, O’Connor también hizo lo suyo. Así lo manifiesta el irlandés en
sus célebres “Recuerdos” (1895). Es decir, ambos extranjeros –léase un
americano y un europeo- concibieron que la única solución a los problemas
reinantes y lógica consecuencia de las victorias patriotas y la derrota del
Ejército españoló en 1824, era la creación de un nuevo Estado soberano en
Sudamérica.
De esa manera, Sucre promulgó el Decreto el miércoles 9 de febrero de 1825,
mediante el cual se convocó a los pueblos de las cuatro Provincias del Alto
Perú a participar de una asamblea a realizarse en Oruro el próximo mes de abril
a través de diputados a ser elegidos de acuerdo a la población de cada una de
ellas. Por último y; por razones de sana conveniencia, los desacuerdos entre
los Libertadores Bolívar y Sucre fueron limados y se impusieron los
razonamientos del Libertador Antonio José de Sucre. Por lo tanto, el verdadero
y único creador y arquitecto de la naciente república de Bolivia, fue el
Mariscal de Ayacucho, don Antonio José de Sucre y ningún otro.
Con ese conjunto de problemas en mente, el Ejército Libertador partió de La Paz
rumbo a Oruro a mediados de febrero de 1825 para presentar combate al último
baluarte de la Corona de España en el Alto Perú: el Gral. Pedro Antonio
Olañeta. Antes de ingresar a dicha ciudad el Cnel. O’Connor fue interceptado
por un individuo que puso en sus manos un paquete y un expediente. O’Connor
ordenó la prisión de dicho solado y sometido a interrogatorio. El aludido
personaje –de apellido Eccles, de origen alemán y soldado del Ejército español-
debía cumplir una misión: envenenar al Libertador Sucre y al Gral. Lanza. Por
precisas instrucciones del Gral. Pedro Antonio Olañeta, cobraría la suma de
diez mil pesos por la muerte de Sucre y; otros seis mil, por la muerte de
Lanza. Al día siguiente O’Connor brindó detallado informe al Libertador, quien
dispuso un sumario. De esa manera, se frustró el primer magnicidio en el Alto
Perú.
Luego de realizar otras diligencias, Sucre dispuso la marcha del Ejército
Libertador hacia Potosí. Después de cabalgar algunos kilómetros, llegaron a
Challapata y; desde allí, se dirigieron hasta Condocondo, donde debían
encontrarse Sucre y O’Connor. En el trayecto, de acuerdo a O’Connor (Memorias,
1895), se suscitó un hecho relevante e histórico entre él y Casimiro Olañeta.
El detalle, que ofrece nuestro personaje histórico, dice:
“…al poco rato de entrar en marcha, encontré a don Casimiro Olañeta, parado a
caballo en el camino. Se dirigió a mí, al verme, diciéndome: Señor Coronel, me
he quedado aquí ex profesamente, a esperarlo a Usted para que conversemos un
rato. He estado hablando con el General Sucre sobre su decreto dado en La Paz,
sobre nuestra futura suerte en este Alto Perú y sobre nos convendría más
agregarnos al Bajo Perú o a la República Argentina, y deseo conocer la opinión
de Usted Coronel en este asunto que nos interesa mucho.
Yo tenía conmigo los mapas del país por donde transitaba y me hallaba bien
informado de su historia y sus antecedentes, y le contesté: doctor Olañeta, sí
este país del Alto Perú ofrece tantos recursos más adelante, hacia el sud,
hasta La Quiaca, como se encuentra desde la Abra de Santa Rosa, que entiendo
ser su verdadera demarcación por el norte, yo no veo ve por qué razón tenga
necesidad de agregarse ni al Bajo Perú ni a la República Argentina.
El doctor Olañeta no me dio tiempo para explicarme más, picó su caballo y se
fue a golpe tendido en alcance del General Sucre.
Por la noche llegué a Condocondo, acuartele los Cuerpos de mi División y luego
me dirigí al alojamiento del General Sucre a darle parte de mi llegada sin
novedad de la División. Entré, pero antes de hablarle, todos los que allí se
encontraban se levantaron de sus asientos y se dirigieron a abrazarme,
llamándome a una voz, fundador de la nueva república…”
Fruto de esta interesante y sugestiva conversación, podremos en otra
oportunidad profundizar su análisis y concluir con puntos de vista sinceros y
saludables para la historiografía nacional.
Luego de ardua y prolongada marcha del Ejército Libertador, éste hizo ingreso a
la Villa Imperial el 29 de marzo de 1825, donde se encontraba el Gral Pedro
Antonio Olañeta y; que al conocer el arribo de las tropas al mando de Sucre,
ordenó abandonar la ciudad para dirigirse a Tupiza y recibir allí el apoyo
militar para enfrentarse al Ejército Libertador.
Sucre y sus tropas, permanecieron pocos días en Potosí. Por instrucciones de
Sucre, el Cnel. O’Connor al mando de una División, un regimiento y un batallón
partieron rumbo a Tupiza en busca de Olañeta. Sin embargo, a pocos kilómetros,
un chasqui enviado por el caudillo chicheño Tcnel. Carlos Medinacelli, le hizo
entrega de un pliego –oficio- haciéndole conocer que el pasado 1 de abril de
1825 el Gral. Pedro Antonio Olañeta había muerto en un motín en su tropa
acantonada en Tumusla. Ante semejante noticia, O’Connor ordenó retornar a
Potosí para informar a Sucre y hacerle conocer el Parte de Medinacelli. De esa
manera, el último baluarte militar de España en el Alto Perú, sucumbió sin que
ambas tropas –patriota y realista- se hayan enfrentado y disparado un solo
disparo. Días después, por instrucciones del Gral. Sucre abandoné Potosí para
dirigirme a Cotagaita. En el camino, nos cruzamos con las tropas del patriota
Cnel. Urdininea escoltando al temible y perverso comandante español Cnel.
Manuel “Barbarucho” Valdez y su tropa, llevándolos en calidad de prisioneros a
Cotagaita. Así terminó la Campaña del Alto Perú.
A mediados de abril de ese año de 1825, estando en Cotagaita el Cnel. O’Connor
se encontró con Medinacelli y Urdininea. Asimismo, conoció a los capitanes
Sebastián Agreda y al tarijeño José María Avilés (Regimiento Dragones
Americanos), ejemplar militar que luego ascendió a General del Ejército de
Bolivia y muy allegado al Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz
Villavicencio y Calahumana, Presidente Provisional y Constitucional de Bolivia.
José María Avilés, murió en Lima (Perú), envenenado en 1838.
Días después O’Connor con su tropa se dirigió a Tupiza donde se encontró con el
Gral. Juan Antonio Álvarez de Arenales, Gobernador Político y Militar y Capitán
General de la Provincia de Salta (Provincias del Río de La Plata), que se
dirigía a Potosí para entrevistarse con el Gral. Sucre. Acantonó sus tropas y
desarrolló todas las actividades militares de rigor y dispuso varias órdenes a
sus subalternos. Ante la necesidad de alimentos para sus tropas, dispuso que el
Tcnel. Fergunson (inglés), se traslade hasta la Ciudad de Tarija para adquirir
todo lo necesario. De esa manera, Fergunson fue el primer militar inglés y
componente del Ejército Libertador que ingresó a territorio tarijeño en esa
época de nuestra historia.
Desde Oruro se dirigió a Tupiza (Potosí), y la ocupó en abril de 1825 y
constató el fin de la dominación española en territorio del Alto Perú al
enterarse del asesinato del último Virrey en el Alto Perú, el Brigadier Pedro
Antonio de Olañeta, el 1 de abril de 1825 en Tumusla.
A inicios de mayo de 1825, la vida del Cnel. O’Connor iba a tener un giro
inesperado. Por instrucciones precisas brindadas por escrito desde Potosí por
el Gral. Antonio José de Sucre, se le ordenó trasladarse a la Ciudad de Tarija
para constatar personalmente los reclamos elevados ante Sucre por dos personalidades
tarijeñas: Bernardo Trigo Espejo y Eustaquio Méndez Arenas. El texto, rotundo:
“…El Coronel Francisco Burdett O’Connor se impondrá de la presente solicitud,
se dirigirá a Tarija, y si halla mérito en ella, en uso de las facultades
amplias que se le tienen conferidas, mudará al Gobernador de esa provincia,
nombrando a otro en su lugar…”
Es decir, a pesar que el territorio de Tarija no pertenecía al Alto Perú, sino,
a las Provincias del Río de La Plata y; por lo tanto, ni Sucre, ni O’Connor ni
ninguna otra autoridad civil ni militar podían entrometerse en asuntos de otro
Estado, así sucedió.
Por lo tanto, A partir de ese mes de mayo de 1825, la vida del Gral. O’Connor
estará íntimamente vinculada a la Historia de Tarija. En esa dinámica, el viaje
que hizo a Tarija lo hizo acompañado de su ayudante, y un sirviente y; su
estadía tuvo decisiva influencia en la designación del Cnel. Bernardo Trigo
Espejo como Teniente de Gobernador de Tarija en reemplazo del abogado tarijeño
y pro argentino Dr. José Felipe de Echazú, dando así inicio a una relación
compleja y tensa entre los Gobiernos de la naciente República de Bolivia y las
Provincias Unidas del Río de La Plata y; que a partir de octubre de ese año
1825, la situación alcanzó ribetes de un verdadero conflicto diplomático
internacional pues el Libertador Simón Bolívar mantuvo varias entrevistas con
Miguel Díaz Vélez y Carlos de Alvear, Miembros de la Legación del Gobierno del
Río de La Plata para discutir varios temas y; uno de ellos, la Cuestión Tarija.
Por lo tanto, el Gral. O’Connor se constituye en uno de las personalidades más
comprometidos con la idea del Libertador Sucre de crear un nuevo Estado
soberano a base del territorio denominado Alto Perú y; en esa dinámica,
oponerse para que el territorio de Tarija siga formando parte de las Provincias
del Río de La Plata tal cual lo dispuso el rey de España el 17 de febrero de
1807 el Rey Carlos IV cuando mediante Real Cédula se creó la Intendencia
Gobernación de Salta y la inclusión del vasto territorio de Tarija dentro de
dicha jurisdicción, separándola de la de Potosí. En ese contexto histórico, el
pueblo de Tarija fue protagonista de la Guerra de la Emancipación durante
quince años (1810 – 1825), y su territorio escenario de tan cruenta guerra.
Desde la promulgación del Decreto de 9 de febrero de 1825 por Antonio José de
Sucre convocando a las cuatro provincias del Alto Perú a una Asamblea, en la
Villa de Tarija –formando parte del Río de La Plata- comenzaron a gestarse dos
corrientes: la proargentina, encabezada por el Dr. José Felipe de Echazú y; la
proboliviana, encabezada por Bernardo Trigo Espejo y apuntalada Francisco
O’Connor y; muy especialmente, por el Libertador Antonio José de Sucre. Este
proceso, tiene como fecha icónica el Cabildo Abierto de 26 de agosto de 1826
mediante el cual el pueblo tarijeño renunció de facto a la jurisdicción de las
Provincias del Río de La Plata y exigió su reincorporación a la naciente
República de Bolívar, hecho que concluyó definitivamente el 19 de noviembre con
la promulgación de la Constitución Política de Bolivia y el reconocimiento de
Tarija como Provincia de Bolivia. Por lo tanto, desde fines de 1826 el pueblo
tarijeño -de manera voluntaria- decidió anexarse a la República de Bolivia y;
de esa manera, la línea de su historia cambió radicalmente con manifestaciones
hasta hoy polémicas.
De esa manera, el Cnel. Francisco O’Connor decidió radicarse en Tarija.
Adquirió un bien inmueble y; posteriormente, el 2 de mayo de 1827 ante el
Provisor y Vicario General Dr. Baltazar de Arce y el Cura Fernando Marín de la
Santa Iglesia Matriz de Tarija, el Gral. Francisco O’Connor Bowen contrajo
matrimonio con Francisca Ruyloba Echevarría, hija de Juan Ramón Ruyloba y
Dolores Echeverría.
El texto de la Partida de Matrimonio, dice:
En esta Santa Iglesia Matriz de la Ciudad de Tarija a los dos días del mes de
mayo de mil ochocientos veinte y siete. El Señor Provisor y Vicario General
Doctor Baltazar de Arce, desposó según el de Nuestra Santa Madre Iglesia
Católica, Apostólica, Romana, al Señor Comandante General Francisco Burdett
O’Connor, natural de la Gran Bretaña, soltero, con Doña Francisca Ruyloba,
soltera, vecina de esta ciudad, hija legítima de los ciudadanos Juan Ramón
Ruyloba y Dolores Echevarría, tomado el mutuo consentimiento de que
recíprocamente fueron preguntados, siendo testigos los ciudadanos José María
Aguirre y María Josefa Ruyloba de esta ciudad. Para que conste, lo firmo
Fernando Marín.
Fruto del matrimonio O’Connor Ruyloba, nacieron varios hijos que a temprana edad
fallecieron (Carolina y Horacio), sobreviviendo únicamente Hercilla, que nació
en la Ciudad de Tarija el 21 de noviembre de 1832 y; que 1852, contrajo nupcias
con Charles Adolphe Adhemar d’Arlach (nacido en 1827 en Avignon, Francia), que
se desempeñaba como Secretario de la Legación Francesa en Bolivia. Padrino de
esta boda fue el Presidente Manuel Isidoro Belzu. De dicho matrimonio nació
Tomas Carlos Ademar d’Arlach O’Connor en marzo de 1853 y bautizado el 4 de
noviembre del mismo año y; que falleció en la misma ciudad el 9 de diciembre de
1932 a la edad de 79 años.
Concluida la Guerra entre Argentina y Brasil (con la firma del Tratado de Paz
en septiembre de 1828), todas las provincias argentinas se sumieron en una
Guerra Civil y se dividieron entre Unitarios (Liga del Interior, creada a
mediados de 1830), y Federalistas (Liga del Litoral, creada a inicios de 1831),
y sus máximos caudillos fueron: Juan Manuel de Rosas (Provincia de Buenos
Aires), Estalisnao López (Provincia de Santa Fe), y Facundo Quiroga (Provincia
de La Rioja). Después de la victoria de las tropas al mando del caudillo
Facundo Quiroga sobre las tropas del Gral. Gregorio Araoz de la Madrid
(Unitario) en el Combate de La Ciudadela (Tucumán, 13 de noviembre de 1831),
determinó el encumbramiento de los primeros en Tucumán y Salta. El 2 de
diciembre de 1831 la Junta de Representantes de Salta y los delegados de
Quiroga, firmaron el Convenio de Paz que constaba de nueve artículos, siendo el
1° el más radical, pues señalaba que “…todos los jefes y oficiales que
combatieron contra la causa de los pueblos salieren del país…”. Razón por la
cual, prominentes políticos salteños Unitarios como Puch, Hoyos, Zorrilla y los
hermanos Gorriti (Juan Ignacio, Isabel y José Ignacio Gorriti), tuvieron que
huir junto a sus familias y asilarse en la algunas ciudades de Bolivia, previa
aceptación del Presidente Santa Cruz. Para su cobijo y protección se les dio
precisas instrucciones de asilo, residencia y comportamiento. El Gral. José
Ignacio con su esposa e hijas buscaron asilo en la Ciudad de Tarija, donde
arribaron a fines de noviembre de 1831. En ese contexto y circunstancias, los
esposos José Ignacio Gorriti y Feliciana Zuviría (casados en Salta en 1802),
partieron desde esa ciudad el 14 de noviembre de 1831 y se dirigieron a Tarija.
Entre sus hijos, figura Juana Manuela quien a fines de febrero de 1832 conoció
a Manuel Isidoro Belzu, y contrajeron nupcias el 19 de agosto de 1832. Testigo
de dicho matrimonio, fue precisamente el Cnel. Francisco O’Connor. Juana Manuela
Gorriti, contaba con 14 años de edad y; el Cap. Manuel Isidoro Belzu, diez años
mayor.
En fecha 8 de diciembre de 1831, el Gral. Francisco O’Connor mediante
correspondencia informó al Vicepresidente Velasco que de todos los militares
que están emigrando desde la Argentina escapando de la dictadura de Rosas, se
está elaborando una nómina en la que se indicará: rango y lugares de
nacimiento. Además, le hace conocer que S. E. Andrés de Santa Cruz, instruyó no
dejarlos pasar más allá de Tupiza y; que la Provincia de Tarija, será el límite
con preferencia. Asimismo, por nota de 10 de diciembre de 1831 le hace conocer
que en notas anteriores dirigidas a los Coroneles Medinacelli y Arraya y; al
Gobernador de Tarija -léase Manuel Fernández Vacaflor-, por instrucciones del
Presidente Santa Cruz, los emigrados argentinos no deben tomar contacto con las
tropas bolivianas. Por último por oficio de 4 de enero de 1832 le dice que el
Presidente Santa Cruz suspendió el tratamiento de las propuestas de Manuel
Fernández Vacaflor de crear el 1º Regimiento de la Guardia Nacional en esa
Provincia, hasta que éste le haga llegar las listas nominales del 1º Batallón
del que Fernández Vacaflor será Primer Jefe y esté incluido el Cnel. José María
de Aguirre Hevia y Vaca.
Con la decisión de tratar el proyecto de ley presentado al H. Congreso Nacional
por el Cnel. Gabino Ibáñez y Cnel. José María de Aguirre Hevia y Vaca,
diputados por la Provincia de Tarija a inicios de julio de 1831, el Presidente
Santa Cruz comprometido por asumir una determinación histórica y
reivindicatoria para el pueblo tarijeño, el 24 de septiembre de 1831 promulgó
la Ley de creación del Departamento de Tarija.
Para el tratamiento de todos esos asuntos de Estado, el Presidente Santa Cruz
tenía un hombre de entera confianza: Manuel Fernández Vacaflor, militar de
carrera y parte del círculo íntimo. Nació a fines de 1795 en el Partido de
Cinti (hoy Camargo)
Fernández Vacaflor, fue designado como el primer Gobernador de la Provincia de
Tarija y sus funciones asignadas de acuerdo a la Ley promulgada por Andrés de
Santa Cruz el 28 de septiembre de 1831 (Título II, Capítulo Único, Numerales
del 57º al 79º)
Meses después, más concretamente en 1832 se iniciaron los problemas políticos
entre Bolivia y Argentina. El Teniente Gobernador de Jujuy José María Fascio
(militar de nacionalidad española), convocó al pueblo a Cabildo Abierto y; ante
el Juramento efectuado el 18 de noviembre de 1834, quedó proclamada la
autonomía de Jujuy de Salta. De esa manera, Fascio fue nombrado Gobernador
Provisional y; ante la situación planteada, la Legislatura de Salta el 2 de
diciembre de 1834 reconoció la autonomía de Jujuy, días después, tropas jujeñas
al mando de Fascio invadieron Salta y; el 13 de diciembre, se realizó la
Batalla de Castañares. Triunfante la tropa rebelde, se consolidó la autonomía
jujeña. El 27 del mismo mes José María Fascio fue elegido como primer
Gobernador de la Provincia, cargo que desempeñó hasta su renuncia a fines de
febrero de 1835.
De esa manera, el territorio de Jujuy (Federalista), se separó de la Provincia
de Salta (Unitaria), y; este asunto tan delicado, fue atribuido a la política
exterior del Gobierno de Andrés de Santa Cruz, bajo el argumento que Jujuy
buscaba incorporarse a Bolivia, generando un conflicto de límites que derivó en
un conflicto militar entre la Confederación Perú – Boliviana a la cabeza de
Andrés de Santa Cruz con la Confederación Argentina bajo la conducción del
Dictador Juan Manuel de Rosas.
El 9 de mayo de 1836 se creó la Confederación Perú-Boliviana y; las Provincias
del Río de La Plata sufrían la Dictadura de Juan Manuel Rosas que, entre otras
cosas hizo conocer al Presidente Andrés de Santa Cruz sus reclamos sobre
Tarija. Para esa Misión, Rosas encomendó a Pedro Felipe Cavia, quién estando en
Salta hizo conocer a su Gobierno que Santa Cruz rechazó la solicitud de
entrevista y no quiso recibirlo. Ante esta delicada situación, se rompieron las
relaciones argentino-bolivianas y; el Gobierno de Rosas, mediante Decreto
declaró la Guerra a Bolivia el 19 de mayo de 1837.
Rosas designó General en Jefe al Gral. Alejandro Heredia y emitió órdenes de
invadir la Ciudad de Tarija. El Gral. Gregorio Paz, ocupó militarmente la
frontera de Tarija e incursionó por el Río Itaú (hoy Municipio de Caraparí,
Provincia Gran Chaco), y se dirigió hasta San Diego y San Luis (hoy Provincia
O’Connor). Por su parte, Andrés de Santa Cruz el 17 de agosto del mismo año
emitió el “Contra Manifiesto” e impartió órdenes precisas movilizando el
Ejército boliviano.
Tomando los recaudos necesarios, el Gobierno de Andrés de Santa Cruz a través
del Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Mariano Enrique Calvo, defendió las
posesiones de Bolivia sobre el territorio de Tarija e inmediatamente designó al
Gral. Otto Felipe Braun (Kassel, Alemania, 1798), como Comandante General del
Ejército del Sur y ordenó la reorganización del Ejército en el Departamento de
Tarija. Y de esa manera, se organizó el Batallón Méndez al mando del Cnel.
Eustaquio Méndez Arenas y; el Prefecto de Tarija Cnel. Bernardo Trigo Espejo,
se puso bajo el mando del Gral. Francisco O’Connor y del Tcnel. Sebastián
Estenssoro.
El Batallón Méndez junto a las tropas de los Coroneles Fernando Campero, Manuel
Dorado y Bernardo Trigo procedieron a su organizaron desde febrero de 1838. A
mediados de mayo, partieron desde la Ciudad de Tarija en busca de las tropas
argentinas al mando del Cnel. Gregorio Paz. Por otro lado, las tropas del Gral.
O’Connor acamparon en San Blas en las afueras de la Ciudad para resguardarla
ante el posible ingreso de las tropas invasoras. A mediados de junio de ese año
arribó a Tolomosa el Gral. Otto Felipe Braun al mando del Batallón Socabaya y;
de inmediato se reunió con O’Connor en San Blas y juntos se dirigieron a la
Ciudad de Tarija.
El Cnel. Paz y su Estado Mayor al conocer el sistema de defensa que el Ejército
boliviano había desplegado, determinó dirigirse con sus tropas por el Sur hasta
el pueblo de La Concepción (hoy Uriondo, Capital de la Provincia Avilés del
Departamento de Tarija), y; desde allí, hasta el caserío de Padcaya (hoy
Capital de la Provincia Arce), para llegar hasta el curso del Río Bermejo y
descender hasta Santa Victoria (hoy Provincia de Salta) En la madrugada del 24
de junio de 1838 tropas bolivianas al mando del Gral. Braun, Francisco
O’Connor, Timoteo Raña, Sebastián Agreda, Bernardo Trigo, Eustaquio Méndez,
Sebastián Estenssoro y Fernando Campero, después de cruzar el Rio Cuyambuyo, se
enfrentaron y derrotaron a las tropas argentinas en la Batalla de Montenegro,
en la Cuesta del Espinillo, muy cerca de Padcaya, poniendo fin al último
intento argentino de recuperar el territorio de Tarija por la fuerza de las
armas, territorio que a fines de 1826 habían perdido debido a los desaciertos
del Gobernador de Salta Juan Antonio Álvarez de Arenales y; particularmente de
los dos Tenientes de Gobernadores de Tarija -Ciriaco Díaz Vélez y Mariano de
Gordaliza-, designados desde Buenos Aires y Salta (Dramática Incorporación de
Tarija a Bolivia, Elías Vacaflor Dorakis, 2008). La Confederación Perú
Boliviana fue disuelta el 25 de agosto de 1839.
En el 184° aniversario del fallecimiento de nuestro personaje histórico (5 de
octubre de 1871), ofrecemos este breve trabajo para expresar nuestro
reconocimiento, admiración y homenaje póstumo a este gran ciudadano irlandés
que escogió a Tarija como segunda Patria y; a ella, brindó su vida, sueños y
lucho por su progreso y bienestar y; dejó brillante descendencia que es ejemplo
de amor y dedicación por Tarija, tal el caso de su primer nieto, el Dr. Tomas
O’Connor d’Arlach (autor de la letra del Himno Tarijeño), y su bisnieto,
Octavio O’Connor d’Arlach (autor del estudio histórico del Escudo de Tarija)
Como testimonio de nuestro sincero respeto, ofrecemos a los lectores del Nuevo
Sur, el texto de la Partida de Defunción del Gral. Francisco O’Connor, que por
primera vez verá la luz pública de su amada Tarija:
En el año del Señor de mil ochocientos setenta y un en seis de octubre, se
sepultó con oficios solemnes y Cruz Alta en la Capilla del panteón de esta
Matriz de Tarija el cuerpo mayor del Ilustre Benemérito General Francisco
Burdett de O’Connor de ochenta años al parecer natural del reino de Irlanda y
vecino en esta ciudad más de cuarenta años, marido de la Señora Francisca
Ruyloba. Murió Sacramentado y; para que conste, Yo el Cura lo certifico y
firmo. Bernabé Quintanilla
Transcripción a cargo de Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2 de junio de 2012),
de la Partida Original existente en el Archivo Parroquial de la otrora Iglesia
Matriz de Tarija (hoy Catedral), bajo el título de: Libro Parroquial en el cual
se sientan las Partidas de Entierros en el Panteón de esta Ciudad y en el
enterratorio de la Vice Parroquia de Tolomosa – Empieza a correr desde
veinticinco de mayo del año de 1869 a 1874 – Siendo Cura Rector de esta Santa
Iglesia Matriz Don Bernabé Quintanilla.
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