Por: Marciana Soliz Roca / e-mail: msoliz@edadsa.com.bo / Publicado en el
periódico El Día de Santa Cruz el 19 de Octubre, 2014.
Cada 13 de octubre, Juan Carlos Vaca trata de alejarse de toda su realidad y encerrarse en su cuarto para esperar que el día pase lo más rápido posible. Sus temores y traumas aún lo invaden a 38 años de aquella pesadilla ocurrida en el año 1976, aquella que le hizo perder toda su familia y quedarse solo y como Dios lo trajo al mundo, sin nada.
Fue un miércoles, por esta misma fecha a las 13:30 cuando él se aprestaba a
entrenar con la selección cruceña de fútbol en la cancha del barrio Pedro
Rivera, allí escuchó a un amigo decir las palabras que le iban a marcar toda su
vida: "Un avión se cayó en el estadio y toda tu familia a muerto".
"Me lo dijeron así, de plano, sin más ni más y yo sentí morir por dentro,
una sensación en todo el cuerpo, es la misma que siento cada vez que llega este
día. Mis heridas aún no han sanado y creo que jamás volveré a ser el
mismo".
Si bien el hombre logró superarse física y económicamente después de la
tragedia, se resigna a llenar el vacío que lleva con la familia que llegó a
conformar. "Hoy siento en mis hijos el calor humano y familiar que no
tuve, a causa de esa tragedia", señala.
Un hecho apagó la vida de centenares de inocentes. Juan Carlos fue una de las
víctimas del accidente aéreo más trágico que haya tenido Bolivia a lo largo de
toda su historia, un avión estadounidense Boeing 707 se estrelló en la zona sur
del estadio Ramón "Tahuchi" Aguilera, en ese entonces llamado Willy
Bendeck, llevándose todo lo que había por delante incluyendo la vida de al
menos 150 personas, que se encontraban en la zona, entre ellas su madre, que
estaba embarazada, su padrastro y sus seis hermanos.
"Fue terrible, porque habían jóvenes entrenando y en la piscina, mientras
casi una centena de amas de casa y niños esperaban para abastecerse de
querosén", relata Luisa Chila, quien vivió la angustia de ver a sus dos
hermanos (Germán y Zacarías Chila) padecer ante las llamas. "Germán no
tuvo la misma suerte de Zacarías, quien logró sobrevivir, fue una pesadilla que
enlutó no solo a nuestra familia sino a todo el país que vivió uno de los
accidentes más crueles y dolorosos, pues la gente murió quemada y en muchos
casos no se pudo reconocer los cuerpos de muchas víctimas que fueron enterradas
en fosas comunes en el cementerio La Cuchilla", dice la mujer.
La peor tragedia cruceña hizo noticia internacional. De acuerdo con los datos
de los diarios de la época, el Boeing 707 despegó del aeropuerto El Trompillo a
las 13:32, el mismo era comandado por el piloto W. Baldwin, quien viajaba
acompañado de tres tripulantes estadounidenses.
Se conoce que a los pocos minutos de decolar del aeropuerto empezó a descender
bruscamente, una de sus alas destruyó el segundo piso del colegio Plácido
Molina (también llamado Julio A. Gutiérrez), donde además funcionaba la
experimental de la Normal Enrique Finot, atrás del estadio.
A pocos metros, la aeronave terminó estrellándose. Las llamas, los fierros y la
sofocante humareda acabaron con la vida de más de un centenar de personas que
esperaban, como todos los días, comprar querosén en un pequeño surtidor
instalado en la vereda del campo deportivo.
Al recordar la escena, Mario Urzagaste, se muestra nostálgico y hasta dice
haber preferido correr la suerte de su madre, quien murió en el hospital San
Juan de Dios al no soportar las quemaduras. "Yo hacía la cola y ella me
relevaba. Justo la dejé, me cambié para irme al colegio aunque pude ver desde
el micro aquella humareda, que observé pero no di importancia, fue después que
me enteré que fue cerca al estadio, corrí imaginándome lo peor porque mi madre
estaba en la zona junto a mi hermanita, tuve la suerte de encontrarlas porque
mi madre llegó al hospital viva y a mi hermana solo la reconocieron por un
monedero que llevaba en la mano", señala.
Una de las hipótesis que se barajan del accidente es que el avión no recorrió
toda la pista antes de alzar vuelo por lo tanto, no alcanzó la velocidad
suficiente. Otras versiones aseguran que la nave transportaba gasolina de
contrabando y por eso tenía sobrecarga.
Archivo. Un día después del hecho, el diario El Comercio, tituló "La
tragedia enluta Santa Cruz", en el que brinda los pormenores del dolor y
el drama de al menos 154 familias.
"He visto con mis propios ojos criaturas víctimas de un destino cruel e
implacable que muchas veces se ensaña con seres inocentes", fueron las
palabras del entonces presidente Hugo Banzer Suárez.
También se conoce que el Gobierno departamental de la época emitió tres días de
duelo en la ciudad, ante la tragedia misma que fue noticia internacional,
siendo Estados Unidos, uno de los primeros países en pronunciarse con ayuda a
los damnificados.
Cualquier ayuda o consuelo no evitaba el sufrimiento de centenares de familias
que aún sienten el dolor que les dejó el siniestro. "Son muchos los años
que han pasado, pero el dolor sigue siendo el mismo. Recuerdo como si fuera
ayer que la gente buscaba desesperada y entre las cenizas a sus familiares,
aunque solo se podía ver un ambiente negro", dice el hombre que hoy evita
pasar por el lugar de los hechos para no recordar el macabro accidente.
"Fueron momentos crueles y dramáticos de ver a la gente gritar
desconsolada en busca de sus familiares.
Solo quedó el humo negro y el dolor en todo el país. Mucha gente no logró ser
identificada por las quemaduras".
Mario Urzagaste
Doliente
"Busqué en mis hijos el calor que perdí; aunque nada hace olividar aquel drama.
Cada 13 de octubre para mí es un día negro y trato de alejarme de la realidad
para que pasen las horas, el miedo y el dolor me invaden, no lo puedo
evitar".
Juan Carlos Vaca
Doliente
Siniestros
Tragedias aéreas en Santa Cruz
Hace pocos días en una fecha similar en la zona de El Trompillo dos militares
murieron al caer la avioneta en que viajaban por causas que serán investigadas.
En agosto pasado, otros dos militares de la FAB fallecieron al estrellarse la
avioneta en que viajaban desde La Paz hacia Santa Cruz.
Un mes antes, una avioneta militar Beechcraft Baron cayó en el altiplano
boliviano cuando realizaba un vuelo de prueba, dejando un saldo de dos
uniformados heridos. Los siete primeros meses del año fueron registrados 19
incidentes aéreos, la mayoría al momento de aterrizar y en el departamento de
Santa Cruz, según un reporte de la Dirección General de Aeronáutica Civil
(DGAC). Uno de los últimos siniestros ocurrió el 3 de noviembre en Riberalta,
Beni, con el saldo de ocho muertos.
La categorización de los siniestros aéreos es de accidentes, incidentes graves
e incidentes; en la primera categoría están nueve casos, mientras que en la
segunda dos y en la tercera ocho. En total 11 casos ocurrieron en aeropuertos y
pistas de Santa Cruz; cinco en Beni; uno en Pando; uno en La Paz y otro en
Cochabamba, según los datos.
Avionetas Cessna de la década del 60, 70 y 80 están involucradas en el reporte
de sucesos, que establece que 11 fueron al momento del aterrizaje, cuatro en el
despegue, cuatro en fase de aproximación, tres en ruta, uno en vuelo rasante,
uno en vuelo de instrucción y otro en rodaje.
Según reporte en 2012 fueron registrados 24 accidentes, la mayoría en Beni y
Santa Cruz. El resto están distribuidos entre Pando, Cochabamba, Sucre, La Paz
y Tarija.
Razones para la caída de un avión
Fases de vuelo
La parte del vuelo en la que se producen más muertos es el despegue, pero en
especial, la carrera de despegue. Después vendría el aterrizaje, siendo la
aproximación final la que tiene más mortalidad.
Además del vuelo estabilizado (a velocidad de crucero), la subida de flaps y la
aproximación inicial. El descenso el que tiene menor tasa de mortalidad.
Causas
El 50% de los accidentes se debe a un error del piloto, el 22% a un error
mecánico, el 12% a causas climatológicas, el 9% a un sabotaje y el 1% a otras
causas. El estudio se realizó con más de 1.800 accidentes reales.
Mortalidad según asiento
Muchas personas creen que los pasajeros que se encuentran en la zona del ala
tienen más posibilidades de vivir, pues según las estadísticas, no.
El 49% de los pasajeros situados en la parte delantera sobreviven,
frente al 56% del ala y el 69% de la cola. Por lo que es la zona de la cola la
más segura para sentarse.
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