Su ingreso a la zona de combate y su intervención en la batalla de Boquerón... (GUERRA
DEL CHACO).
DIA 18 (septiembre de 1932)
Otra vez nos sorprende el día con los preparativos de ataque, debemos abrir el
camino a Boquerón. Empezamos el avance; el calor es desesperante, nuestros
organismos ya no resisten más, durante el trayecto van cayendo varios
compañeros nuestros rendidos por la fatiga. Nuestra primera línea choca con el
enemigo, otra vez el tableteo de las ametralladoras y los hayes de los heridos,
se toma algunos prisioneros, volvemos a asaltar las posiciones enemigas, pero
la sed nos ahoga, ya no se puede resistir más y en eso encontramos un pequeño
charco de agua, es nuestra salvación, con que desesperación nos lanzamos a
aplacar la sed, alguien dice que podría estar envenenada, pero a quien le
importa, ya nadie teme a la muerte, seguimos adelante, encontramos en las posiciones
paraguayas gran cantidad de galletas, conservas, puros e infinidad de prendas,
ha vuelto el entusiasmo a nosotros y de pronto escuchamos una voz que dice
¡allá esta Boquerón! Y nuestras miradas divisan el fortín ansiado, pero no es
necesario entrar en él, sino protegerlo y en las inmediaciones tomamos
posiciones, el enemigo está atufado y desmoralizado y aprovechamos esta
situación, empezamos a hacer bajas en sus filas, están muy cerca de nosotros y
observo claramente cómo van cayendo escuchando sus alaridos y sus quejas,
también siento por ellos pues acaso no son tan humanos como nosotros, ellos
también cumplen un deber para con su patria, pero hay que matarlos, cuantos más
mueran nuestra victoria y vida será más segura.
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