Sabedor Sainz de que Félix Avelino Aramayo, el rico minero del sur, político y
representante diplomático en Inglaterra, había llegado a Bolivia, fue a su
encuentro en la estación de Poopó. Le explicó que la montaña de Llallagua daba
señales de encerrar mucha riqueza, pero que para explotarla había que mecanizar
los sistemas de laboreo y que para ello se necesitaba mucho dinero. Los
adelantos que le hacía su firma "Aramayo Franke", a cambio de entrega
de barrilla, no eran suficientes por mucho que la deuda pasaba ya de los 60.000
bolivianos.
Félix Avelino Aramayo aceptó dar más crédito, pero a condición de que la mina
estuviese administrada por un hombre de su confianza. Se eligió a José Juleff.
Se le fijó un sueldo de 300 bolivianos mensuales con un bono adicional de 25
centavos por cada quintal de barrilla producido. Sainz mantuvo la gerencia
general a medias con su hermano Néstor Ballivián.
Juleff fracasó y fue substituido por Silverio Chávez, con una remuneración de
100 bolivianos al mes y "cebada para su mula todos los domingos". El
horario de trabajo era similar al de las demás minas en el país. Los obreros
ingresaban a las galerías a las 6 y 30 de la mañana en verano y a las 7 en
invierno y salían 12 horas después. Su actividad era de 10 horas efectivas.
Tenían un descanso de media hora en la mañana para el "acullico" o
masticación de coca, otro igual a media tarde con el mismo objeto, y de una
hora a medio día para una merienda. En la empresa "Sainz - Martínez"
se trabajaba de día y de noche. La "punta nocturna" entraba a la mina
a las 6 y 30 de la tarde por otras 12 horas.
Las instrucciones al capataz o laborero Demetrio Bellot decían: "Usted
dirigirá los trabajos del interior de la mina, teniendo a sus órdenes las dos
puntas. Debe ingresar al interior por lo menos dos veces cada día y más si hay
necesidad y permanecer dentro de la mina por lo menos dos horas cada vez. Dará
parte de cualquier ocurrencia al Jefe de Cancha. El resto de su tiempo lo
ocupará dirigiendo las labores del ingenio. Su sueldo será de 20 bolivianos
semanales". El "canchero" Manuel Sarrio tenía la obligación de
vigilar la cancha durante todo el día, así como la pulpería, la reja (no
dejando entrar a ningún extraño), pasar lista a las dos puntas y hacer
planillas semanales. Su sueldo era de 16 bolivianos por semana. Los jefes de
punta Juan Manuel López y Rigoberto Pérez percibían 12 bolivianos
semanales.
En el periódico "El Comercio" de Cochabamba, con la firma de Filipo,
se comentó en los siguientes términos lo que era el trabajo del más importante
de los obreros mineros en diferentes minas de estaño: "El barretero, que
es el que más gana, recibe 2 bolivianos en este año de 1897. Trabaja 10 horas a
cientos de metros de profundidad, haciendo orificios en rocas de granito para
colocar 4 6 5 explosivos de dinamita. Aspira polvos metalíferos que le
destrozan los pulmones con la silicosis. Trabaja semi desnudo con agua que ?e
gotea al cuerpo. Desciende centenares de metros por peligrosas escaleras
verticales. Avanza a gatas por piques que amenazan derrumbarse a cada momento.
Está expuesto a las alzas o a que un tiro de dinamita equivocado lo haga volar
en pedazos. No ve la luz del día y se mueve alumbrado por una opaca y
amarillenta lámpara de sebo. Su ropa se convierte en andrajos por la acción
ácida de la copajira. Carece de aire y de espacio. De los dos bolivianos de su
jornal, emplea 60 centavos en comprar tres tiros de dinamita, 10 centavos en
guía, 25 centavos en cebo para su lámpara, 10 en coca, 10 en pan, 5 en
cigarrillos y 20 en vino o aguardiente. Total 1.40. Le quedan 60 centavos para
alimentar y vestir a su familia".
El joven médico Jaime Mendoza, que trabajó en Uncía a principios de este siglo,
describió varios aspectos del trabajo minero en su primera obra literaria,
"En las tierras del Potosí". Refiriéndose al aspecto exterior de la
montaña de Llallagua expresó: "El gran cerro mostraba sus profundas
arrugas, que denunciaban su vejez. Enormes farellones hacían contraste con
aquellas arrugas, empinándose como gigantescas verrugas. Y en las rugosidades y
en los farellones, en los flancos y en las pendientes agujeros junto a los
cuales había montones de tierra y rocas: las bocaminas "La Blanca" y
"La Azul"... Las palliris... mujeres sentadas sobre el suelo helado,
formando grupos pintorescos, vestidas de trajes policromos, inclinaban la
espalda y movían con monótona regularidad uno de los brazos armando de un
martillo que hacían caer sobre los trozos de piedras metalíferas que sostenían
con el otro brazo. Su oficio consistía en reducir a diminutos pedazos los
grandes trozos que los mineros extraían del interior de la mina. Había entre
ellas viejecitas cuyas manos temblorosas esgrimían el martillo con torpeza...
Había mozas de arrogante aspecto, pero siempre sucias, trabajando por lo
general con aire de mala gana. Había aun chiquillas de diez a doce años... Las
más llevaban los dedos vendados y mostrando al aire feas llagas... Unas estaban
con la espalda cubierta, a manera de abrigo, de rebozos rojos, verdes,
amarillos o de otros colores. Otras no llevaban más que una manteleta inmunda o
algunos andrajos sobre el cuello. Todas tenían el rostro pintarrajeado por el
polvo ... Formaban grupos de figuras grotescas ... Junto a ellas había niños de
pocos años o meses, también con la cara empolvada y las cabecitas envueltas en
pañuelos ennegrecidos... con los miembros ateridos por el castigo del viento y
el frío".
En agosto de 1897 Sainz escribió a Félix Avelino Aramayo que había retornado a
Londres: "Los trabajos siguen bien. He estado entregando 800 quintales de
barrilla a su casa de Challapata. Desde octubre quiero normalizar una entrega
mensual de 1.000 quintales. Cuando estuvo usted en Uyuni, mi socia doña Rufina
Martínez estaba desesperada por vender su parte en nuestra sociedad. Después ha
continuado en el mismo empeño y hay un chileno Ossa, que creo representa a un
sindicato, que está interesado. Usted me ofreció ayuda para esa adquisición.
Como tengo prioridad en caso de enajenación, doña Rufina me estrecha
exigiéndome que le compre de una vez. Sus últimas condiciones son: 15.000
bolivianos al contado y 20.000 por armadas en dos años. He aceptado contando
con la promesa de su firma. Le suplico ordenar a su casa de Uyuni que me
entregue los 15.000 iniciales. Pagaré un interés del uno por ciento mensual que
cancelaré con entregas extras de 50 quintales de barrilla por mes".
Aramayo impartió las instrucciones pertinentes. Sainz compró la parte de Rufina
Martínez y se convirtió en único dueño de la "Compañía Minera
Llallagua". En carta a su cuñada Victoria Pacheco de Ballivián le expresó:
"Estamos trabajando como machos de carga, de día y de noche, sin descanso.
Está a punto de concluirse el ingenio. Si las cosas salen bien se pagarán las
deudas a todo el mundo y con cuanta usura se quiera, pero si fracasamos
quedaremos hundidos en la miseria. Ahora estoy sumamente pobre".
En 1899, el ingeniero Julio Knaudt, que visitó la empresa Llallagua, la
describió así: "Las cinco pertenencias de Sainz se llaman
"Quismsachata", "Realenga", "San José Grande",
"San José Chico" y "Esperanza". Son 57 hectáreas con más de
15 vetas buenas de estaño. La mejor veta es la "Blanca', con varios ramos.
Su ancho es de 50 centímetros a un metro y su ley de 33 por ciento. El socavón
principal tiene 370 metros de largo, de los cuales 270 tienen rieles para carros
metaleros. En este sector trabajan 40 a 50 obreros que sacan 200 quintales
diarios de mineral, que producen 50 quintales de barrilla de 62 a 70 por ciento
de ley. También se está trabajando "Quimsachata" con un socavón de
110 metros. Se tiene una lumbrera o chimenea abierta hasta la superficie del
cerro para ventilación. "San Bartolomé" es otra veta poderosa. No se
puede trabajar más por falta de maquinaria. A media legua de la mina
"Blanca" está el ingenio de Cancañiri donde se concentran los minerales
de modo rudimentario. Tiene poca agua. Todo se hace a mano. La molienda es por
medio de guimbaletes. Por toda máquina hay dos "shygers", dos mesas
giratorias y un caldero de vapor en buen estado. Hay otro ingenio abajo,
Catavi, más chico y menos importante. El traslado del mineral de los socavones
al ingenio se hace en llamas, pagándose 10 centavos por cada 110 libras. Si se
llegan a mecanizar la mina y el ingenio se podrá aumentar y aún triplicar la
producción. Los edificios de la mina y el ingenio son incapaces. En el pueblo
de Llallagua están los almacenes y hay casas regulares donde está la
administración y las habitaciones de los dueños y los empleados superiores. La
barrilla se la traslada en llamas hasta la estación de Challapata en 3 ó 4
días. Se paga 80 centavos por cada 110 libras. En ciertas épocas del año no hay
suficientes llameros y la barrilla se acumula en los almacenes por miles de
quintales. El valor de la empresa se calcula en 250.000 libras esterlinas. Los
gastos de explotación son de 15.000 bolivianos mensuales y los de transporte
10.000. La utilidad líquida que produce hoy es de 50.000 bolivianos al
mes".
Con 50.000 bolivianos mensuales de utilidad líquida Pastor Sainz era hombre
rico. La pobreza de más de medio siglo quedaba vencida al fin. Pagó sus deudas,
incluyendo las de Félix Avelino Aramayo y Rufina Martínez. Su bonanza económica
coincidió con el triunfo del Partido Liberal en la guerra civil de 1899. La
contienda lo sorprendió en Sucre. Se le encomendó que negociase la rendición e
ingreso a la ciudad de las tropas chuquisaqueñas que volvían derrotadas de los
dos Cruceros. Tomó parte en la convención celebrada en Oruro ese mismo año, en
la que se eligió Presidente de la República a su amigo José Manuel Pando.
Dirigió los debates de la segunda parte del cónclave.
No eran todavía 60 años de existencia, mas el cansancio parecía de siglos. Su
salud estaba desgastada. Había llegado la hora de descansar de tanto
movimiento, agitación y zozobra. Alentó y ayudó a su hermano Néstor Ballivián,
que lo había ayudado a manejar la empresa durante los últimos cuatro años, a
que diera satisfacción a su antojo de hacer un viaje a Europa en 1900. Le
encomendó que buscase capitalistas en París y los interesase en la compra de la
mina.
Dejó a su hijo Néstor Sainz a cargo de la mina y él se radicó en Sucre. Hizo un
vergel de la finca "Peraspampa", ubicada a pocos kilómetros de la
ciudad. Compró otras propiedades urbanas y rústicas. Encargó maquinaria para
instalar una fábrica de azúcar, alcohol de caña y licores de guayaba,
chirimoya, naranja, plátano y otras frutas, en su hacienda del río Chico,
llamada "El Chaco". Hizo donaciones con generosidad ilimitada. Costeó
los estudios de 70 huérfanos en el Colegio Don Bosco. Hizo venir a un artista
de Italia para que dorase los interiores de la catedral. Compró uniformes para
los guardias de la policía. Contribuyó con mil libras esterlinas para la
estatua al Mariscal de Ayacucho levantada en el centro de la Plaza 25 de Mayo.
Atendió pedidos de limosna de gentes e instituciones de beneficencia de Sucre,
Cochabamba, La Paz y Oruro. A un pedido de un señor Martín Caballero le
contestó: "Apreciado amigo: Deploro su situación y más aún que hubiera
llegado a inspirarle ideas de suicidio. Omitiendo reflexiones morales que las
dejo a su propia conciencia, acudo en su auxilio con un pequeño socorro de 20
bolivianos y la oferta que va a continuación. Como usted sabe, el Senado ha
otorgado un premio pecuniario a todo el que enseñe a leer y escribir a los
indios, a razón de 20 bolivianos por cada persona que haga tal aprendizaje.
Deseo contribuir a un fin tan laudable y humanitario, a la vez que facilitar a
usted una situación de desahogo. Le ofrezco el empleo de maestro de primeras
letras de los indios de mi finca de Tipoyo, a fin de que pueda usted obtener el
premio nacional mencionado en escala de alguna consideración. Le pagaré 20
bolivianos mensuales y le daré el usufructo de una huerta de la que pueda sacar
fruta y legumbres para su despensa, con la condición de un buen comportamiento
que moralice a la desgraciada raza indígena. A la primera queja de los indios o
al menor abuso tendré el sentimiento de llamar a otra persona para
reemplazarlo".
Cuando Antonio Quijarro, plenipotenciario boliviano en Buenos Aires, le hizo
conocer su preocupación por el abandono del Chaco Boreal y el peligro de la
penetración paraguaya, le ofreció "su voluntad, su tiempo y la mitad de su
fortuna" para salvar ese jirón de la patria con un camino de Sucre al río
Paraguay. A uno de sus amigos predilectos, Federico Bueno, que le preguntó qué
se sentía al ser hombre tan rico, le obsequió un cheque por una gruesa suma,
diciéndole: "Experiméntalo por ti mismo". Bueno sacó el dinero del
banco y al día siguiente volvió a depositarlo en la cuenta de Sainz, avisando a
éste: "¡Qué cosa horrible! Al sentirme poseedor de una fortuna no he
podido dormir ni respirar tranquilo. ¡Prefiero la pobreza!". Dio su
apellido y acogió en su casa a una hija y dos hijos naturales, tratándolos con
los mismos mimos que a su hija y a sus dos hijos legítimos. Para festejar el
bautizo de su primer nieto invitó a sus amigos a un suntuoso almuerzo,
recibiéndolos con la pila del patio de su casa llena de champagne.
En 1901 la empresa Sainz tenía 22 empleados y 450 obreros, la de Minchin 13
empleados y 213 obreros y la de Patiño 9 empleados y 176 obreros.
Néstor Ballivián volvió a Bolivia en 1901. Exigió en Llallagua tener las mismas
prerrogativas de antes. Entró en conflicto con Néstor Sainz. Criticó la forma
cómo se estaban conduciendo los negocios. Hizo llegar a Pastor Sainz en Sucre
documentos de venta que cabía acordado con capitalistas franceses.
Pastor Sainz se negó a firmar los papeles porque en ellos figuraba Néstor
Ballivián como dueño de la mitad de la empresa. Este entabló juicio contra su
hermano reclamando su parte para venderla independientemente. Hicieron su
aparición las habituales publicaciones de prensa de estos casos en periódicos
de Oruro, La Paz, Cochabamba y Sucre: En esta última ciudad Pastor Sainz era dueño
del periódico "La Industria".
En enero de 1902 "La Evolución" de Oruro publicó el siguiente
"remitido". "A don Pastor Sainz. Usted me ataca villanamente
puesto que se sirve del anonimato. Yo le voy a contestar siempre con mi firma.
Espere unos días hasta que me pase una fluxión que me imposibilita por el
momento. Néstor Ballivián". A los pocos días el mismo periódico sacó a luz
este artículo: "El señor Pastor Sainz y yo éramos dos hermanos muy unidos.
Criados en la pobreza, casi en la miseria, sólo por los sacrificios
sobrehumanos de nuestra santa y mártir madre, llegamos a ser hombres. Don
Pastor Sainz ha sido un buen hermano para mí, en ocasiones hasta tierno, ¿a qué
negarlo? Yo también he sido un buen hermano para él. En marzo de 1901 llegué de
Europa trayendo una negociación sobre los intereses de Llallagua que importaban
para don Pastor Sainz 10 millones de francos y una importante posición en
París. El objeto de mi venida era sólo llevar los títulos de propiedad, poderes
y demás documentos necesarios... Dos Néstor Sainz, hijo de don Pastor, resolvió
hacerme la guerra. Está arruinando la mina. El mismo don Pastor Sainz podrá ser
bueno para militar, para abogado, para orador, para político o para cualquier
otra cosa, pero no sirve para minero...".
Néstor Ballivián hizo ocupar el ingenio Catavi con gente adicta asegurando que
era suyo. Hizo saber que él lo había descubierto abandonado, cuando pertenecía
a Eudoro Calvimontes, dueño de la mina San Fermín. Eran unas pocas habitaciones
en ruinas cuyo contenido había sido robado de todo lo que tenía algún valor por
los indios del lugar o gente transeúnte. Él le propuso a Sainz hacer allí una
destilería de alcoholes y licores. Sainz aceptó. Se hizo la adquisición del
lugar y por medio de "Aramayo Franke" se pidieron 10 tinas de madera
para fermentación. Las tinas llegaron cuando los trabajos mineros se habían
incrementado y se utilizaron para lixiviación de minerales de plata de la mina
"Dolores" hasta 1899. Simón I. Patiño, que no tenía entonces un
ingenio propio, arrendó Catavi para beneficiar los minerales de "La
Salvadora" trayéndolos en llamas desde la cumbre de la montaña. Cuando
Patiño lo devolvió se continuó usando como ingenio de estaño de la
"Compañía Llallagua" cuando faltaba capacidad en el ingenio Cancañiri.
Los hijos de Pastor Sainz, Juan Manuel y Néstor, con 10 hombres, atacaron el
ingenio Catavi rompiendo puertas y ventanas y recuperaron su posesión,
desalojando a José Quiroz y otros guardianes colocados allí por Néstor
Ballivián.
Ballivián se asoció con Rufina Martínez para entablar otro juicio acusando a
Sainz de haber cometido dolo en la compra de la mina. En un momento dado hizo
proponer una transacción amenazando a su hermano en caso de negativa. Pastor
Sainz escribió al intermediario, José Urquidi: "Si uno tuviera que partir
su fortuna con todo el que lo amenaza de muerte, lucida quedaría la sociedad.
La acción de Ballivián se reduce a la de cualquier malhechor que pide la bolsa
o la vida. Yo contesto ¡la vida!... si él puede tomarla. Si sólo por tener uno
fortuna ha de tener que comprar su vida al primer matón que le salga al paso,
vale más defenderla hasta perderla o salvarla. No puedo, pues, ceder ante las
amenazas de un fratricidio. Si yo hiciese una transacción con Ballivián daría
lugar a que se dudase de mi derecho y de mi honorabilidad. Todo el mundo
creería que Ballivián tenía razón y decía la verdad en sus atroces calumnias y
que yo le estaba tapando la boca con plata. Si alguna vez tuviese la debilidad
de darle algún dinero sería precisamente a condición de que siguiese los
pleitos y de que se patentice de un modo incontestable su sin razón y mi
derecho. Que me gane él su pleito y el de la Martínez y yo quedaré tranquilo y
volveré a la modesta vida de trabajo, sin asesinar a nadie, sin amenazas
siquiera como matón de opereta ... No hace mucho tiempo que rechacé ya otra
proposición de transacción de Ballivián basada en 10.000 o 12.000 libras
esterlinas".
Sainz acabó venciendo en las batallas legales, pero quedó muy amargado de haber
roto relaciones con un hermano al que había querido tanto y con quien estuvo
unido a través de vicisitudes personales y familiares de toda índole. Al
aproximarse el fin del período de gobierno de José Manuel Pando amigos de
Pastor Sainz le pidieron que aceptara la proclamación de su nombre como
candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 1904. Poco
antes había dicho a un amigo: "La mayor desgracia que le puede suceder a
un hombre es ser presidente de Bolivia". Esta vez declaró: "A pesar
de que mis amigos me han hecho la alta distinción de indicar mi nombre para la
presidencia de la nación me he visto obligado a declinarla. Primero, porque no
me creo merecedor de tan elevadísimo como delicado puesto. Segundo, por mi
irrevocable resolución de abandonar en absoluto el candente palenque político
en el que he luchado durante tantos años, sufriendo como el que más los
desengaños que le son consiguientes".
Chile, como una cornisa angosta y alargada, precariamente situada entre la
enorme elevación de los Andes y las profundidades del Pacífico, con un suelo
pobre al lado de vecinos con territorios llenos de riqueza, y con una raza
autóctona indómita y levantisca, no atrajo a colonizadores españoles y de otras
nacionalidades buscadores de la vida fácil o la fortuna rápida. Quienes se
radicaron en Chile tuvieron que sobrevivir por el tesón y la disciplina,
mediante un esfuerzo continuo y razonado. Por eso su clase dirigente, en la que
adquirieron predominio familias vascas e inglesas, no derrochó energías, ni
perdió tiempo, en luchas políticas intestinas, como ocurrió en los otros países
latinoamericanos. Esa clase dirigente en lo interno estableció una tradición de
continuidad constitucional de los gobiernos, en lo internacional ganó
preeminencia naval y comercial sobre sus vecinos del Pacífico, y en lo
económico y militar se valió de su fuerza para adueñarse de todo el litoral
boliviano y de la provincia Tarapacá del Perú, para explotar para sí la enorme
riqueza que estos territorios tenían en guano, salitre y cobre.
Los dos primeros productos dieron inmediata prosperidad a la que fuera la
colonia más pobre de España. Los puertos de los territorios ganados por
conquista progresaron como flores exóticas en la costa desértica. Iquique hizo
llegar hasta su teatro una compañía de ópera, a Sarah Bernhardt, la actriz más
famosa de su tiempo, y se distinguió por ser el lugar de mayor consumo de
champagne por habitante en todo el mundo. Antofagasta adornó su plaza con
pavoreales. Entre 1880 y 1918 las arcas fiscales chilenas recibieron más de 120
millones de libras esterlinas como impuesto por la exportación de salitre. Los
territorios perdidos por Bolivia y el Perú, con sólo un 7 por ciento de la
población de Chile, dieron a este país un 71 por ciento de sus ingresos en
moneda extranjera. Si las sumas percibidas por el Estado eran tan grandes,
puede imaginarse cuán mayores resultaron las utilidades de los propietarios de
las empresas instaladas en Atacama y Tarapacá. Fue posible una gran acumulación
de capital. Santiago y Valparaíso se convirtieron en centros financieros con
bolsa de valores.
El capital chileno se introdujo en varios distritos mineros de Bolivia y echó
los ojos a la zona más rica de estaño. Se sabía que Pastor Sainz, desde su
residencia en Sucre, venía ofreciendo su empresa al mejor postor. Viajó de
Santiago a Llallagua Eleazar Lazaeta, gestor de negocios, representante de
importantes personajes. Iba acompañado de Daniel Felieú, uno de los abogados
más notables de Valparaíso. Entraron en contacto con Néstor Sainz e hicieron
proposiciones de compra del negocio de su padre. Pastor Sainz autorizó a su
hijo el continuar las conversaciones hasta llegar a un acuerdo. Lazaeta hizo
dos viajes más del Altiplano a la costa llevando y trayendo condiciones. Vinieron
con él dos ingenieros para estudiar la mina.
El 14 de marzo de 1906) Lazaeta y Felieú, actuando por un grupo de capitalistas
chilenos, y Néstor Sainz y su abogado Benigno Guzmán, finiquitaron la
operación. El precio de venta de la "Compañía Llallagua" fue
estipulado en 350.000 libras esterlinas (equivalentes a 1.700.000 dólares de
1973) pagaderas 270.000 en moneda inglesa y 80.000 en acciones de la nueva
compañía a formarse.
El periódico "La Tarde" de Oruro comentó: "Es plausible para el
país todo y en especial para el Departamento de Oruro que haya llegado a
realizarse un negocio de tanta magnitud, que abre nuevas vías de progreso a la
industria minera y que indudablemente ha de servir para encauzar capitales
extranjeros hacia la riqueza estañífera de Bolivia". Néstor Sainz repartió
libras esterlinas oro entre el personal de la Notaria donde se firmaron los
papeles. Esa noche invitó a un banquete en el Club Social a los agentes
chilenos y a 30 personajes de Oruro. "La Tarde" volvió a comentar:
"Pocas veces se ha visto en la localidad una fiesta de mayor esplendor y
buen tono".
A los seis días de haber vendido su empresa Pastor Sainz escribió a su amigo
Venancio Jiménez, de Cochabamba: "La venta la he realizado por £ 350.000
(150.000 libras más que El Litoral')... La primera armada del precio ya me ha
sido entregada y la última será el 25 de agosto venidero. Con este capital
fundaré un banco. Tengo, pues, querido amigo, el gran gusto de poner a su
disposición y de la familia toda de ésa, por su autorizado intermedio, mi nueva
situación económica". Al mismo tiempo escribió a su hermano Luis Sainz,
residente en La Paz: "Con este capital he decidido fundar un banco que
asegure el porvenir de tus hijos, que yo siempre he querido como si fueran míos,
y consiguientemente, la tranquilidad de tus últimos años". A su amigo
Joaquín Lemoine, a la sazón cumpliendo una función diplomática en Bruselas, le
manifestó: "Espero que este negocio me pondrá en condiciones de viajar
cómodamente por esos mundos encantados. Ahora me tienes abrumado con las
solicitaciones políticas. Necesito de toda la fuerza de mi voluntad y de toda
la fuerza de mis convicciones en este orden para no dejarme arrastrar por las
turbias aguas de la política electoral. Del sur y del centro me insisten en que
acepte la candidatura presidencial ofreciéndome unanimidad de acción con la
deplorable situación del país, abrumado por el "paceñismo", que es el
cáncer de la administración nacional, esa unanimidad del sur y del centro no
sería imposible, pero con toda seguridad sobrevendría otra vez, con todos sus
horrores, la guerra civil, el gran fratricidio, y esta idea me aterroriza.
Deseo escapar de esta situación como de una cárcel y si no fuera por el negocio
que estoy concluyendo ya me habría ido con la música a otra parte".
La fiel esposa Josefa Guzmán de Sainz murió ese año. Esta nueva pena acabó con
la ya minada resistencia de Pastor Sainz. Falleció al año siguiente sin haber
podido fundar el banco ni viajar a los "mundos encantados" donde
estaba su amigo Joaquín Lemoine. Todo el fruto de sus esfuerzos quedó en manos
de sus hijos Juan Manuel y Néstor y de su hija Narcisa Sainz de Llobet.
Juan Manuel Sainz viajó a Chile con intenciones de multiplicar las acciones que
había heredado. Joaquín Edwards Bello, personaje chileno, recordó muchos años
después en su artículo de "La Nación" de Buenos Aires: "Los
santiaguinos ven panizos explotables en todos los visitantes extranjeros. Por
todas partes se tienden los lacitos sutiles que emplea el santiaguinismo para
pescar algo... Don Juan Manuel Sainz era hombre bien educado, artista y de
sentimientos nobles. Llegó a Chile en 1910. Se alojó en el Hotel Oddo, que
entonces pasaba por el más elegante de la capital. Lo conocí entonces. De
elevada estatura, barba y bigotes negros, muy castellano viejo, jaspeado con
notas de indiano rico, como ser las perlas negras, muy valiosas, en la pechera.
Vestía con elegancia y era galante y romántico. El señor Sainz no sabía lo que
era la Bolsa. No había jugado jamás en ella. Se contagió de la fiebre de
especulación y se puso a transar fuertes cantidades sin firmar las órdenes a su
corredor. En 1914 sus bolsillos estaban vacíos. Le habían montado "una
maquinita" para despojarle". Se cuenta que Juan Manuel Sainz salió de
Santiago de vuelta a Bolivia sin más que la ropa que llevaba, un abrigo al
brazo y un bastón... y 65 bultos de equipaje. En el desembarco en Antofagasta
los 65 bultos se fueron al fondo del mar con el lanchón que los transportaba
del barco al muelle. Sainz llegó a Sucre con sólo su vestimenta y su bastón.
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