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BOLIVIA Y SU IDENTIDAD CHARQUEÑA O CHARQUINA PRE-COLONIAL Y COLONIAL


De Charcas/Alto Perú a la República de Bolívar, Bolivia trayectorias de la identidad boliviana Mtra. Esther Aillón Soria / La Paz – Bolivia. Junio de 2006.

EL NOMBRE COLONIAL: CHARCAS

El actual territorio de Bolivia corresponde en gran medida a la antigua delimitación de la Audiencia de Charcas (1559), cuyo nombre proviene de la denominación étnica de la Confederación Charka. A principios del siglo XVI, esta Confederación estaba compuesta por al menos, siete señoríos: “Charka, Sura, Chuy, Karanka, Qillaka-Asanaki, Q’ara-q’ara, Chicha y Yampara; en los que la lengua aymara era dominante pero no exclusiva: otros grupos minoritarios hablaban pukina, uru-chipaya o uruquilla. Además, los Inka introdujeron la lengua quichua en el área mediante la introducción de colonos forasteros [mitmaqkuna].”1

La nación Yampara, uno de los señoríos de la Confederación Charka, era dueña de los parajes en los cuales se asentaron los primeros españoles en la actual ciudad de Sucre (La Plata), asiento de la Audiencia de Charcas. Aunque convivían dentro de una multiplicidad étnica, los habitantes prehispánicos del lugar eran: “... los Yampara [que] aparecen como los ocupantes originarios de la región: habitaban en torno a unas 12 leguas de La Plata, siendo sus pueblos más conocidos Yotala, Alkantari, Jatun Yampara, Iskana, Qila-Qila y, hacia Potosí, Mataka y Bartola (Tambo Quemado).”2
La Audiencia recibió el nombre de Charcas tomando el nombre de la Confederación, aunque por el lugar de su fundación, pudo haberse llamado Audiencia Yampara pues éste era el grupo originario en el espacio de la ciudad de La Plata (hoy, Sucre) incluso antes de la llegada de los Incas.3 Ello habría reflejado además la temprana alianza de los kurakas (caciques) Yampara con los españoles quienes les cedieron tierras en Wayapajcha (El Guereo) y en Q’unchupata (Plaza de armas), a cambio de cuyo obsequio, los Yampara poseyeron solares en la Plaza Mayor de La Plata (Sucre). Se adoptó, empero, la denominación de la Confederación de los Charkas para nombrar el extenso territorio de la Audiencia de Charcas.
De acuerdo a Joseph Barnadas, el uso histórico de la denominación Charcas designa al menos cuatro sentidos: (1) la Villa y el Obispado de La Plata, (2) la etnia y su hábitat, (3) la Audiencia y su distrito y, (4) el futuro territorio boliviano.4
La demarcación de los límites de la Audiencia de Charcas, en el siglo XVI, no estuvo exenta de conflictos. Como ha mostrado Barnadas, “fue echando raíces para la configuración histórica del grupo humano que se instaló en su territorio, con la consiguiente toma de conciencia gradual de su importancia dentro de la escena peruana.”5
En términos de articulación geográfica, la Audiencia de Charcas se conformó con base en un ideario de orientación hacia Potosí, y de frontera. Más claramente. Los repartimientos sometidos a la mita de Potosí marcaron el eje geográfico Norte-Sur (La Paz-Potosí-La Plata) junto con Cochabamba, al Este. Ese eje congregaba la principal fuerza de trabajo de más de 10 000 mitayos indígenas que asistían anualmente a las labores mineras en el Cerro Rico de Potosí. Durante su estadía, los indios de las 14 “naciones” que asistían allí provenientes desde Quito hasta Charcas, se fundían en una sola experiencia humana (de desarraigo y explotación).6
Quedaban fuera del eje potosino, y en una especie de media luna orientada de norte a sur (de Cobija hasta el actual Chaco boliviano), los territorios amazónicochiquitanos, considerados ignotos y el llamado “peligro chiriguano” hacia el sudeste. Entre Potosí y este territorio de frontera se ubicaban extensas zonas mestizas que articulaban el “mundo potosino/platense” y el “mundo de frontera”.
En consecuencia, la integración charqueña se vivió, por un lado, alrededor del eje minero colonial potosino, de su paisaje económico y humano; y por otro, en términos de frontera y articulación con las tierras bajas del Chaco y la Amazonía. Se producía entonces, una especie de frontera natural que marcaba la producción del territorio pre y pos nacional. Esta configuración espacial, social y ecológica de Charcas ha tenido profundas consecuencias en la representación del ideario de integración nacional y, por supuesto, en la génesis de la identidad boliviana.
A pesar de que a Audiencia de Charcas tuvo un grado de autonomía respecto del Virreinato del Perú, según Barnadas, fue una región colonial que no logró articular una identidad completamente autónoma del Virreinato como fueron los casos, por ejemplo de Chile y Quito.7 Predominó en ella su pertenencia al Perú, entendiendo a éste no como “Lima” sino como el eje articulado por la economía minera de Potosí. Esto se muestra en que el gentilicio “charqueño” casi no se utilizó. Es decir hubo una región Charcas pero no una identificación colectiva alrededor de ella.
Cuando se creó el Virreinato del Río de La Plata (1776), se agregó a la Audiencia de Charcas al territorio de este nuevo Virreinato. Desde entonces, entró en uso la denominación de Alto Perú y Bajo Perú, utilizada principalmente por los rioplatenses para referirse a los habitantes del Alto Perú como “arribeños”, que servía para afirmar que una parte del espacio peruano había pasado a esa pertenencia político-administrativa. A principios del siglo XIX se observó que:
No debe olvidarse que… en las provincias bajas del Virreinato del Río de La Plata, y aún hoy día allí entre el pueblo, se nombraba “Perú” al Alto-Perú, a provincias que durante la dependencia del antiguo Virreinato de Lima, se llamaban en el Perú, “Charcas”.8
Esta diferenciación se mantenía hasta principios del siglo XIX. Perú es una etiqueta que pasa de la Colonia a la República, como ha mostrado Barnadas.9 Es un concepto que nace en siglo XVI, y es más o menos contemporáneo a la creación de la Audiencia de Charcas. Cuando aparece el denominativo Alto Perú, se sella la separación territorial, pero también se reconoce la pertenencia mucho más larga de Charcas, al Perú.
Además de la denominación Charcas/Alto Perú, otra identidad rastreada en el período colonial, fue la relacionada con Potosí, el gran centro minero de plata que articulaba la economía del espacio colonial peruano y la economía-mundo de Europa.

POTOSINOS EN LA CIUDAD-ORBE: LA GENERACIÓN DE UN SENTIDO DE IDENTIDAD LOCAL

Junto con Charcas, han sido sin duda las minas de plata de Potosí las que han generado un sentido de algo en común antes de la independencia. La existencia del Cerro Rico de Potosí y la Villa Imperial del mismo nombre, como el asiento de la ciudad minera más fastuosa e impresionante de América en el siglo XVII y el sostén de la economía-mundo; ha sido uno de los más importantes motivos para reflexionar en torno a la construcción de la identidad en Charcas.
De acuerdo a Barnadas, la existencia de esta ingente montaña de plata con su lugar en el escenario de la economía colonial y los sentimientos de pertenencia y orgullo que esto generó, permitieron la emergencia de una región autónoma con la posibilidad intrínseca de ser nación.
Ya en el siglo XVII, Potosí fue el escenario de la guerra entre vicuñas y vascongados (1612-1641) en la que se enfrentaron vascos y españoles de otras naciones, contra criollos potosinos y españoles anti-vascos (castellanos, andaluces).10 Estos enfrentamientos manifestaron la potencialidad de Potosí como un lugar donde se forjó la diferenciación de identidad respecto de España y dentro del Virreinato.
Potosí, cuya población alcanzó una dimensión comparable a las principales metrópolis europeas de entonces, como Venecia o Ámsterdam, se encuentra en los cimientos de la construcción de un sentimiento propio del suelo.
Particularmente, la monumental obra del criollo potosino Bartolomé de Arzáns Orsúa y Vela (1676-1736) en su Historia de la Villa Imperial de Potosí (1965), es fundacional para comprender este proceso. El literato Leonardo García Pabón, encuentra que Potosí es descrita en esta obra como un universo autónomo, reflejo de una patria chica capaz de producir un proyecto cultural común organizando elementos históricos y sociales en una sola estructura cultural y social.11 La obra tiene el efecto de crear a Potosí como el centro social y cultural más prestigioso de Charcas.
Este espacio económico-cultural fue convertido por Arzáns en femenino al codificar a la Virgen María en una alegoría particular: la Villa Imperial de Potosí. En consecuencia, Potosí es, para este autor, un espacio femenino, fértil y creador de un nuevo sujeto social: “La Villa es tratada como un ser femenino, al que se le atribuyen rasgos maternales y que es el centro del mundo.”12
Así, Potosí, aparece como el lugar de un nuevo orden donde nace el sujeto criollo en medio de tensiones entre el mundo andino y el orden colonial. Una de las formas de reelaboración cultural, que manifiesta los inicios de una construcción de identidad local, fue la expresión multi étnica que se producía en las fastuosas fiestas barrocas potosinas del siglo XVII, particularmente el Corpus Christi. Durante quince días, criollos e indios expresaban su situación histórica: su no pertenencia al mundo español (los criollos) y la expresión de formas rituales que se negaban en la cotidianidad (los indios). De esta manera, las fiestas potosinas articularon la expresión de los criollos potosinos que mostraban pluralidad de capacidades y estirpes en el desfile y los juegos, comparables a los españoles. Pero también los indios encontraron en ellas un espacio de manifestación mostrando la integración de la dinastía inca (la última figura del desfile de los indios era la figura de Atahuallpa) con la vestimenta de los tejidos de cada “nación” india.
La fuerte presencia de Potosí en los cimientos de la construcción de identidad de un lugar propio se proyecta a largo plazo en la construcción del Estado-Nación. El Cerro de Potosí aparece como el símbolo natural capaz de articular una nueva cultura. Además de lograr la diferenciación de España, Potosí, como identidad local se construye como el centro de la vida de la “nación criolla”.
Con el tiempo, Potosí pasa a ubicarse en el centro de los íconos de construcción nacional. El Cerro de Potosí está en el fondo del escudo nacional y en el reverso de todas las monedas a partir de 1825, hasta la actualidad. Es en consecuencia, en la ciudad-orbe potosina donde se produce la primera parte del imaginario de un lugar propio en América, base para la posibilidad de la emergencia de una identidad diferenciada dentro lo americano.
Potosí permitió la emergencia de un sujeto criollo y la diferenciación local frente a España. También permitió el encuentro de las “naciones” indias que asistían a la mita, y que también elaboraron un sentido propio de pertenencia local con un llamado a la dinastía Inca, como veremos en el último apartado.
Peruanos y, desde 1776, alto peruanos comenzaron a vivir un cambio importante a partir de 1809, con el inicio de la guerra de independencia, el tambaleo de las lealtades políticas y los proyectos frente a la crisis política. Precisamente, desde 1809 hasta 1825 se manifestaron identidades transitorias y conflictivas, que ahora pasamos a analizar.

Referencias:
1) PAERSSINEN en: BARNADAS, 2002, p. 507. Los centros urbanos más importantes de la Confederación Charka fueron: Jatun Yampara, Tapacarí (Sura), Macha (Q’ara-q’ara), Sacaca (Charka), Totora y Colquemarca (Karanqa) y Jatun Qillaka (Quillaka-Asanaki).
2) Ana María PRESTA, en BARNADAS, 2002, p. 530.
3) GISBERT, 1982, p. 21.
4) BARNADAS, 2002, p. 508.
5) BARNADAS, 1973, p. 465.
6) La mita minera fue establecida en 1573 por el Virrey Francisco de Toledo como un sistema de trabajo forzado para los indígenas, basado en el relevo de turnos, que venía de la época prehispánica. De un total de 30 provincias, desde Quito hasta Charcas, se escogieron 16 provincias que tenían un clima similar al de Potosí, desde donde eran enviados. Después de un viaje de hasta 100 leguas, muchas veces acompañados de sus familias, 13 500 mitayos llegaban obligatoriamente a Potosí, en turnos de 4 500, cada cuatro meses. Repartidos en grupos de 50, los mitayos ganaban por seis días a la semana (sólo salían del socavón el domingo), alrededor de 40 pesos, pero gastaba más de 100. La mita fue abolida por las Cortes de Cádiz en 1812 pero se practicó hasta la independencia (1825).
7) BARNADAS, 1989.
8) cit, en RENÉ-MORENO, 1991, II, p. 57
9) BARNADAS, 1989.
10) Al respecto ver, Alberto Crespo R. Guerra de Vicuñas y Vascongados. Lima: 1956. La vicuña es un mamífero rumiante originario de la cordillera de Los Andes. Pariente cercano de la llama, el guanaco y la alpaca; es el más pequeño, esbelto, gracioso y ágil, de vista aguda y grandes pestañas. Vive en las mesetas altas y nunca ha sido domesticada. Los “vicuñas” potosinos, para diferenciarse de los vascongados, usaban sombreros hechos del pelo de este animal.
11) Para lograr ese resultado, el autor de la Historia de la Villa Imperial de Potosí, se revela “como un letrado y como un ser libresco: plagiario, cuentista, historiador, escritor funcional, cronista.” El producto es una “escritura historiográfica ficcionalizada”, basada en la introducción de textos historiográficos, la ficción y la tradición oral indígena. GARCÍA PABÓN , 1998.
12) La obra comienza con la siguiente letanía a la ciudad: “La muy celebrada, siempre ínclita, magnánima, noble y rica Villa de Potosí; orbe abreviado; honor y gloria del Perú; emperatriz de las villas y lugares de este Nuevo Mundo; reina de su poderosa provincia; princesa de las indianas poblaciones; señora de los tesoros y caudales; benigna y piadosa madre de ajenos hijos; columna de la caridad; espejo de la liberalidad; desempeño de sus católicos monarcas; protectora de pobres; depósito de milagrosos santuarios; ejemplo de veneración al culto divino; a quien los reyes y naciones apellidan ilustre, pregonan opulenta, admiran valiente, confiesan invicta, aplauden soberana, realzan cariñosa y publican leal; a quien todos desean por refugio, solicitan por provecho, anhelan por gozarla y la gozan por descanso… Pintan a la Villa, en figura de hermosísima y grave doncella, sentada a la falda del Cerro, con riquísimos vestidos, adornando sus sienes imperial diadema, cetro en la diestra, mano puesta sobre el mundo, y con la siniestra tomando barras del rico Cerro unas en pos de otras para ofrecérselas.” cit. en GARCÍA PABÓN, 1998, p. 34.

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