Por: Guillermo Mejillones Quispe - Parte de su tesis de investigación para optar el título de
Licenciatura en Historia. UMSA. La Paz (Bolivia), marzo de 2017. // Foto:
Vehículos armados en bosque seco hasta la zona de combate. 1933/34.(Foto de
ullstein bild / ullstein bild a través de Getty Images)
Siguiendo a Delfín Ichazo en su “Informe sobre el Chaco” publicado en la
Revista Militar de Bolivia en 1927, se conoce que Chile envió una misión
militar para formar y disciplinar su Ejército becando a sus jóvenes en su
Escuela Militar y de Aviación de Argentina. En cuestión de su misión, Delfín
Ichazo se encontraba en Formosa – Argentina en 1922 donde observó que el buque
guardacostas argentino ‘San Martin’, cargado de rifles, ametralladoras y
cañones fueron obsequiados por el gobierno de Chile al Paraguay.
“El gobierno de Chile, que desde la guerra del Pacífico no dejó de vigilar
cualquier apresto militar de Bolivia, conoció con todo detalle el cuadro
completo de los pedidos del contrato Vickers, con determinación de cantidades,
calibres y precios de cada ítem. Conoció también la distribución de las seis
divisiones militares en Oruro, Viacha, Tupiza, Villamontes, Riberalta y Robore,
el número de plazas de que se componía cada una, el nombre de los oficiales, la
cantidad de caballos y mulos, el armamento, etc. (…)”
En 1928, “Con motivo de los sucesos de fortín Vanguardia, el ministro de
Relaciones Exteriores chileno, Conrado Ríos Gallardo, dispuso que toda esta
información [obtenida por sus servicios secretos] fuese facilitada a la
legación paraguaya en Santiago”. A raíz del suceso del fortín Vanguardia, el
canciller chileno había pasado al gobierno paraguayo – por medio del ministro
plenipotenciario paraguayo en Santiago, doctor Vicente Rivarola –, toda la
información del que disponía su gobierno. Esa es la razón por la que una calle
asunceña lleva el nombre del doctor Conrado Ríos Gallardo. El paraguayo Vicente
Rivarola en su Misión Diplomática en Chile entre 1927-1929 logró obtener un
oficio reservado de la Legación chilena en La Paz, sobre las relaciones entre
Chile y Perú en sus líneas se expresa:
“Si (Bolivia) alcanza más tarde un crecimiento y un poder proporcionales a su
extensión territorial, sería el foco de incalculable amenaza y perturbaciones
para la paz continental de América. Porque es un país que vive atormentado por
el delirio de persecución de parte de todos sus vecinos, a quienes culpa de
haber hecho víctima de continuas y enormes desmembraciones territoriales que
tendría que cobrar sucesiva o simultáneamente de Chile, del Perú, del Brasil, del
Paraguay y de la Argentina, pero de nosotros en menor extensión que los demás”
La Legación de Chile en Bolivia siguió muy de cerca sobre todos los aprestos
bélicos de Bolivia. El diplomático chileno Conrado Ríos Gallardo mediante
Circular Confidencial Nº1 del Ministerio de Relaciones Exteriores de su país
sostenía que: desde mediados del año 1927, el Misterio se ocupó de clasificar
las informaciones y documentos relacionados con la cuestión del Chaco. Además
envió instrucciones a los representantes diplomáticos chilenos en La Paz,
Asunción, Rio Janeiro y Buenos Aires para que dedicaran su mayor atención al
problema.
.Estos datos diplomáticos eran compartidos entre las legaciones de los países
vecinos.
Reunir información de la potencialidad bélica de Bolivia era una de sus
principales funciones de la Legación chilena en Bolivia, al margen de las
rutinarias funciones diplomáticas que son inherentes a ese oficio. La
conclusión que había llegado esta legación chilena asentada en la ciudad de La
Paz era muy preocupante, pues, se resume en esta línea: “Bolivia constituye una
amenaza para la paz del continente”. Los países vecinos (Argentina, Chile,
Brasil, Perú, y Paraguay) cruzaban información y no dejaron de observar los
diferentes movimientos diplomáticos, militares, económicos, políticos que se
daban en Bolivia.
“Parece, púes, que tales agregados militares, no solamente se comunicaban
mutuamente impresiones y juicios sobre todo cuanto observaban en Bolivia en
orden a los asuntos de su incumbencia, sino que también intercambian copias de
los pliegos informativos que remitían a sus gobiernos. El agregado militar
brasileño, parece ser el único que no participaba de esta complotacion
informativa”
El paraguayo Vicente Rivarola en su misión en Chile logró obtener datos exactos
sobre la capacidad bélica de Bolivia.
“‘Cuando apenas llevaba un mes en Santiago, ya me había formado un cabal
conocimiento de lo que era Bolivia, de su política interna y externa, de sus
pretensiones respecto a Chile y al Paraguay, de sus planes y posibilidades’,
anota en sus memorias diplomáticas, Vicente Rivarola, plenipotenciario
paraguayo ante el gobierno de la Moneda en 1926 y 1927. Ese conocimiento lo
tuvo porque el canciller Ríos Gallardo le transmitía todos los datos que, por
orden suya, remitía la legación chilena en La Paz. Ya antes el ministro
paraguayo de guerra Riart al leer ante el senado de su país un estudio
minucioso sobre las condiciones militares de Bolivia, afirmó, refiriéndose al
origen de dicho estudio: ‘Pertenece a un agregado militar extranjero y se halla
entre los datos que nos remitió nuestro ministro en La Paz, señor Modesto
Guggiari’”
Chile fue uno de los primeros países en preocuparse al igual que Paraguay sobre
los aprestos bélicos que realizaba Bolivia. Desde la conclusión de la guerra
del Pacífico habían pasado 45 años hasta los primeros choques militares en el
Chaco en 1928. Chile estaba preocupado desde principios de siglo sobre las
políticas de renovación de su ejército.
“El gobierno chileno prestaba mucha atención y estaba al tanto de todos los
preparativos bélicos de Bolivia, pues desde la guerra del Pacífico, controlaba
todo lo que hacía el gobierno boliviano y que podía afectarle en un hipotético
caso. Estaba enterado de las adquisiciones de armas (cantidad, calibres,
precios, etc.), además de la distribución y estructura de las guarniciones
militares en diversos puntos del territorio boliviano (cantidad, jefes,
oficiales, cantidad de armamentos, hasta de mulos y caballos), de empréstitos
realizados por el gobierno del Altiplano”
A raíz del conflicto del Chaco, fue forzoso para Bolivia el tránsito de
armamento por Chile. Esta nación tenía información de primera mano sobre las
principales adquisiciones del material que llegaba a Bolivia.
Se conoció en Chile que Bolivia requería de oficiales para la conducción de la
campaña del Chaco, y se pudo captar un grupo importante de uniformados chilenos
que prestaron sus servicios en el ejército boliviano, atraídos por los sueldos
que se ofrecieron.
Este acto motivo fuertes reclamos en el lado paraguayo y argentino. Con base en
las “Noticias e informaciones telegrafiadas a Asunción” de Vicente Rivarola, se
conoce que a fines del mes de abril de 1934 habían llegado a La Paz el primer
contingente de jefes y oficiales chilenos contratados, donde serían recibidos
poco menos que en andas, según la información proporcionada por el Argentina de
fecha “31 de mayo de 1934. Encargado de Negocios Argentino en La Paz informa
oficiales chilenos fueron recibidos por general Blanco Galindo y numeroso
pueblo”93. Esta incorporación de oficiales chilenos al ejército boliviano fue
vista de diversos enfoques. Unos elevaban sus protestas, pero, vista desde los
servicios secretos, se estaba incorporando al seno del ejército a extranjeros
de quienes no se conocía en lo absoluto. En las guerras europeas los
extranjeros en tiempos de paz ingresaron con fines de filtrar información.
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