Por: Maurice Cazorla Murillo – El Fulgor de Oruro, 17 de
junio de 2018. // Disponible en: https://elfulgor.com/noticia/383/la-tarjeta-esquela-del-soldado-en-la-guerra-del-chaco // Foto: Soldado boliviano en la Guerra del Chaco.
Ya pasaron 83 años del Cese de Hostilidades de la Guerra del
Chaco, ocasión que ambos ejércitos Boliviano y Paraguayo decidieron poner fin a
tres años de enfrentamiento. Pese al tiempo transcurrido, el sentimiento aún
persiste entre los descendientes de quienes acudieron al llamado del país para
prestar su servicio a la Patria. Es preciso comprender, que más allá de
defender un territorio, se tuvo que acudir por convicción nacional por las
ideas políticas germinadas en ese tiempo.
Debemos reconocer el impulso que tuvieron los jóvenes desde
diferentes ámbitos geográficos decidieron tomar el uniforme y recorrer un
espacio completamente desconocido, especialmente para quienes vivían en el
altiplano e incluso la Amazonía, pero es valorado desde todo punto de vista el
sacrificio ya inicial de una travesía para llegar al teatro de operaciones recorriendo
sin exagerar miles de kilómetros.
Aun es difícil concertar criterios entre ambos países
respecto a la historia, el claro ejemplo es la rendición boliviana en Boquerón
para los paraguayos y en el caso nuestro la tregua solicitada a los paraguayos.
Ambos tienen puntos diferentes de difícil acuerdo, pero aun así los pormenores
de la guerra los hacen diferentes. Pasarán los años y será difícil encontrar
espacios comunes de acuerdo.
Sin embargo, aún podemos encontrar entre los tesoros de los
antepasados, cartas, documentos, libretas de desmovilización que nos acercan a
los protagonistas que dejaron sus actividades cotidianas y se marcharon al
frente. Algunos, aprovecharon como inspiración para dejar libremente la pluma y
escribir novelas o cuentos relativos a esta contienda, otros, encontrando
documentos importantes deciden publicar pero siempre con la recomendación de un
análisis contextual al periodo histórico.
Otros, debo decirlo con mucha pena, aprovecharon las
memorias de sus antecesores y decidieron irresponsablemente colocarse como
autores, borrando el sacrificio del autor que estuvo en el frente destinando el
poco tiempo de descanso para escribir unas líneas que después se constituirían
en memorias.
Por todo lo anotado, se encuentra en nuestras manos algunas
cartas que en lugar de terminar en el basurero como muchas otras, deben ser
leídas en su totalidad para comprender el contexto del soldado de la época y
comprender su difícil situación de soldado bajo bandera en un espacio
completamente distinto a su hábitat, cuya añoranza por el terruño solo era
evocado en la noche en los pocos momentos de sueño y de descanso. Lo más
difícil, dejar al amigo o al pariente caído en el campo de batalla, sin ofrecer
una sepultura y dejar que la naturaleza consuma el cuerpo ajeno en ese lar.
Para el soldado en ese tiempo, tenía la opción de escribir
una carta en papel adquirido en la Intendencia, o en los negocios de
Villamontes o de Tarija donde el ejército se encontraba en etapas antes de
cumplir su travesía a los fortines, aunque a veces este material era obsequiado
por la amada antes de partir junto con un lápiz como único instrumento que
delineará las notas que formarán pensamientos de recuerdo. Por otro lado, el
ejército dispuso de tarjetas partir del “Centro de Propaganda y Defensa
Nacional” con el membrete de “correspondencia del soldado”, que una de ellas
tiene la inscripción de “para distribución gratuita”.
En las que llegaron a nuestro poder, tienen consignas
dirigidas al soldado como una comunicación directa del Centro de Propaganda,
una de ellas: “Soldado:- Vuestras madres se enorgullecen de tener hijos que
defienden el patrimonio nacional”, en otro: “Soldado:- Bolivia anhela
únicamente el respeto de sus derechos de soberanía y de su dignidad, y en
cualquier momento el país entero volvería a levantarse en armas si ellos fueren
hollados”; otro: “Soldado:- El chaco es tu heredad, defiéndelo con la voluntad
de vencer”; otro: “Soldado: el centro de Propaganda te acompaña en todo momento
y procura tu bienestar”.
No hemos encontrado mayor referencia de estas tarjetas a
modo de esquela que se entregaban al soldado, su reducido tamaño permitía
escribir en anverso y reverso y entregar como correspondencia al destinatario
desde el Frente de Operaciones. Aparentemente estas estaban orientadas a
comunicar algo muy directo o solicitar algo particular a la familia o a la
amistad.
TARJETA
Para ello, transcribimos una fechada el 4 de noviembre de
1934 y remitida desde Gran Chaco Regimiento “Rocha”, 31 de Infantería 2ª. Compañía.
Esta última información facilitará al destinatario responder mediante
correspondencia y que el servicio de correos identifique la unidad del soldado.
Esta tarjeta se encuentra firmada por Humberto, desconociendo el apellido y
dirigida a la Señora Lucía de Solares en la ciudad de Oruro.
Tomamos la libertad de transcribir la misma: “Mi
querida y extrañada Lucy:.- Tus cartas de fechas 14, 17 y 22 de agosto las
recibí juntas. La del 17, venida por correo ordinario, ha tardado 15 días poco
más o menos, y en realidad, no se puede exigir mayor premura. Tus citadas me
han traído la infausta noticia del fallecimiento de mamá Juana ocurrido el 7
del pasado. Esta lamentable desgracia me ha causado muy honda pena, pues, había
confiado yo en su enfermedad no era de mucha gravedad y en que muy pronto se
restablecería. Infelizmente la realidad ha sido distinta, dura y cruel, como
toda desgracia que no tiene más contundente lógica que la verdad de lo
ocurrido. Nada ni nadie puede detener la mano segadora del destino humano.-
Frente a esto, esposa mía, nada nos queda, sino resignarnos y conformarnos. Tu
y yo, al abrigo del cariño de mamá Victoria , que a los dos y a nuestros
hijitos , a todos por igual nos quiere, sigamos por el camino de la vida con la
misma fe, con el mismo cariño y la misma confianza a que ya estamos habituados.
Recibe mi sentido pésame y mi cariño.- Humberto”.
La esquela que no es muy escueta, nos comparte el
sentimiento de pesar aparentemente por la suegra y añora este soldado que tuvo
salir al frente que a su regreso se encontrarán cobijados por su propia madre.
En el último periodo de la guerra, las generaciones más antiguas de reservistas
tuvieron que partir dejando a sus propias familias, muchas de ellas con hijos.
El deceso lamentable del progenitor, colocaba en la difícil situación a la
mujer de mantener a la familia, por lo cual se optaba a dejar al cuidado de
otras personas o bien a un hogar que ya comenzaban a aparecer para los
“huérfanos de la guerra”. El periodo bélico hacía difícil mantener a niños que
requerían fundamentalmente de alimentos y a veces solo la madre no podría
proveerlo.
Otra tarjeta o esquela está fechada en 30 de noviembre de
1934 y está dirigida a la misma destinataria de la anterior: Lucia de Solares
en la ciudad de Oruro, pero suscrita por otra persona, la misma que
transcribimos: “Mi respetada señora.- La saludo muy respetuosamente, por
lo consiguiente quedando a sus órdenes. Hacen varias semanas tuve la suerte de
tener respuesta, pregunté por don Humberto a su comandante en que me dice estar
bien de salud. Como se encuentra don Humberto en una distancia bastante
considerable que me impide en averiguar por qué de un momento a otro están en
todas partes se debe a esta emergencia que no le doy respuesta inmediatamente,
ahora actualmente no se con franquesa (sic) donde se encuentra, pero en cuanto
tenga datos tendré el gusto en servirla porque siempre estoy en
averiguaciones.- Imagino el sufrimiento que Ud., lleva, tenga seguro que de
rato indispensable llegará a saber, no mande encomiendas hasta saber su
paradero. Le expreso mis saludos, respetuosamente, (Ilegible) Candia”.
De esta última esquela, podemos colegir que el citado
Humberto no fue encontrado o no aparece porque no recibió noticias y la
desesperación de Lucía hizo que se pidiera información de su paradero a toda
instancia posible. La persona que envía la información ambiguamente informa que
de acuerdo a lo dicho por el comandante se encuentra el citado Humberto bien de
salud, pero no confirma pues no se encontró con él; por lo que se ve, entre
Lucía y Humberto existía comunicación fluida pese a la tardanza en la el envío
de correspondencia; sin embargo, aparentemente, por algún motivo la señora
Lucía dejó de recibir noticias.
Por ello, se recomienda no mandar encomienda. Este último
era enviado por las familias, las mismas que contenía en su mayoría, aparte de
cartas que era lo más esperado, algo de ropa interior, si se podía panes o
coca, o algún producto de la zona que no sea perecedero. Estas eran abiertas
ante mucha expectativa del destinatario. Sin embargo, muchas de ellas no
llegaban a su destino, porque el soldado se encontraba desaparecido, caía en
acción o se encontraba evacuado en algún puesto de socorro. Las que no eran
recogidas eran dispuestas.
Nunca supimos que pasó con Humberto Solares y su familia, no
sabemos si volvió de la guerra, si los hijos crecieron con su papá o solamente
la madre después de la guerra. Pero historias como esta eran muy frecuentes en
aquella guerra que consumió toda una generación y marcó para siempre la vida de
los bolivianos.
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