Por Diego Martínez Estévez.
La imagen adjunta es una prueba objetiva de una de las
tantas adquisiciones argentinas de material bélico con destino al Paraguay, en
este caso en EE.UU., denunciado por las propias autoridades estadounidenses.
Futuras adquisiciones los realizará en Europa.
El tránsito obligado era por Montevideo (Uruguay),
supuestamente con destino a Buenos Aires.
Otros informes de índole militar sobre las actividades de
planeamiento que efectuaba el mando militar argentino para su aliado paraguayo,
eran corrientemente transmitidos a la Legación Diplomática boliviana acreditada
ante el gobierno argentino, por dos valiosos espías militares argentinos que
ocupaban puestos claves dentro del Estado Mayor de Buenos Aires. Esta actividad
de espionaje se fue practicando desde el mes de abril de 1934 y desde entonces
y hasta el final de la campaña, las victorias militares bolivianas no se
dejaron esperar, excepto las batallas de El Carmen y Picuiba, cuya autoría
intelectual se disputaron un coronel y un general argentinos, respectivamente.
La siguiente es la transcripción del contenido de la imagen
adjunta a esta nota.
(Notará el lector que las importaciones argentinas de
ametralladoras, en los años 1931 y 1932 eran ínfimas, con relación al siguiente
año)
“LA VANGUARDIA”
Buenos Aires 24 de septiembre de 1934.
Armas para la Argentina.
Un telegrama que exige aclaración.
La United ha transmitido el siguiente telegrama que aparece
en algunos diarios de la fecha de ayer:
WASHINGTON, septiembre 22. /UNITED).- La United Press obtuvo
hoy estadísticas oficiales demostrativas del incremento que experimentaron las
exportaciones de armas a la Argentina, desde que comenzó la Guerra del Chaco.
“Además de las 606 ametralladoras y 10.000 revólveres y pistolas que fueron
embarcados para la Argentina en 1933, según lo declaró un funcionario del
Departamento de Comercio en la audiencia de ayer ante la comisión investigadora
que preside el Senador Nye, se exportaron 8.849.000 cartuchos metálicos y 3.000
granadas de fusiles, así como otras municiones por valor de 6.000 dólares”.
“Contra las 606 ametralladoras exportadas en 1933 a la
Argentina, sólo se embarcaron ocho en 1932 y seis en 1931”.
“Los funcionarios del departamento de comercio manifestaron
que era imposible saber el destino final de ese material, o si parte del mismo
había sido reexportado al Paraguay. Los documentos oficiales que indican el
consignatario son confidenciales”.
Esperamos que el gobierno se apresurará en explicar la
veracidad de la gravísima denuncia contenida en el telegrama, pues así lo exige
la seriedad de la posición argentina en los conflictos sudamericanos. Si el
gobierno a raíz de la investigación norteamericana sobre adquisiciones de
armamentos ha formulado declaraciones públicas tendientes a restablecer la
verdad, es evidente que siguiendo la misma conducta procederá a poner las cosas
en su lugar, a raíz del telegrama que publicaron grandes diarios de esta
capital.
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