Por: Maurice Cazorla Murillo – El Fulgor, 1 de julio de 2018
// Disponible en: https://elfulgor.com/noticia/405/rememorando-la-historia-la-revolucion-del-25-de-junio // Foto: Por esos años el alemán Ernest Röhm (izquierda) estaba
en Bolivia y se lo acuso de dirigir el golpe de estado, Röhm había sido
contratado por el Ejército de Bolivia.
Muchos de los motines militares son denominados
“revoluciones” sin seguir el sentido estricto de la palabra, que a la postre no
son más que levantamientos promovidos por comandantes de guarniciones, muy
típico en el siglo XIX y aún vigente en los primeros cincuenta años del siglo
XX.
En nuestra historia local, destaca uno de muchos que se
gestaron bajo nuestra serranía de Oruro. De ellos, destacamos próxima a la
fecha que transcurrió en la semana anterior referida al 25 de junio de 1930. De
repente, desconocida para la mayoría de la población, sin embargo, merece su
referencia por el impacto que tuvo en la historia nacional.
Dentro el contexto, el Presidente Hernando Siles, que había
tomado el poder luego de las elecciones celebradas en 1926, sin embargo, contagiado
por continuar en el poder, promovió la reelección y como sucedió con su sucesor
Saavedra, no cayó bien en los círculos políticos de la época.
Oruro, en ese tiempo, atravesaba una crisis derivada de la
caída de la bolsa en Nueva York, las empresas mineras habían limitado su
contratación de mano de obra, sin embargo, cantidades ingentes de “pampinos”
invadían la ciudad donde no existía cobijo ni siquiera condiciones de
sobrevivencia en una ciudad de contrastes.
La ciudad de Oruro, que en ese tiempo, se convertía en el
centro económico y político del país, los medios de comunicación marcaban el
pensamiento de la ciudadanía que dependía de la orientación del medio de
prensa.
En esta ciudad se fue preparando un “cuartelazo”, muy al
estilo del siglo XIX, pero vigente aún en los primeros veinticinco años del
siglo XX. Varios militares, consideraron que la solución pacífica con el
Paraguay por el Fortín Vanguardia, no solucionaba la ofensa de ese país al
honor militar, por lo que la respuesta no debía ser diplomática.
Grupo de civiles y militares, organizaron reuniones secretas
preparando el anunciado golpe, entre enarbolando la bandera de los “Antiprorroguistas”
planeando entre sus acciones tomar preso al Prefecto de ese momento el general
Raymundo Gonzales Flor y además tomar el edificio del Estado Mayor, actual
edificio de la Policía Militar en la calle Velasco Galvarro, a cargo de su jefe
el Alemán Ernest Röhm, que fuera además en su país comandante de las fuerzas
SA, muy cercano a Hiltler y que murió ejecutado en 1934.
Los líderes militares de esta operación fueron oficiales del
Regimiento Camacho, quienes se comunicaron con la ciudad de La Paz anunciando
que la plaza de Oruro fue tomada. A modo de diálogo se entabló comunicación con
el Jefe de Estado Mayor, general Hans Kundt informando que quienes se
encontraban a la cabeza de este movimiento eran el general Carlos Blanco
Galindo, coronel José Lanza, coronel Oscar Mariaca Pando, coronel Filiberto
Osorio, coronel Julio Sanjinez y coronel Emilio Gonzales Quint.
Esta comunicación por el único medio tecnológico de la época
disponible como fue el telégrafo, alertó a la guarnición en aquella ciudad y
determinó días después el levantamiento de aquella ciudad que marcó la salida
del Dr. Hernando Siles Reyes, debiendo reconocer que el movimiento comenzó en
nuestra ciudad colocando un gobierno Provisional a la cabeza de una Junta
Militar encabezada por el general Carlos Blanco Galindo.
Sin embargo, este movimiento tuvo caracteres violentos que a
la postre fueron olvidados. Uno de los primeros hechos, fue justamente a partir
de una multitud que organizó una manifestación de apoyo al movimiento militar,
pero no satisfechos con llegar a la plaza y lanzar “vítores”, alguien sugirió a
la muchedumbre ir a la casa del jefe del sector obrero del Partido Nacionalista
don Zenón Aranda.
Tenía una pequeña imprenta, en la esquina de la calle
Cochabamba y Soria Galvarro además de una tienda en la que vendía algunos
objetos. Los exaltados manifestantes atacaron la casa, Aranda buscó refugio
mientras su tienda era saqueada, acompañado de su hermano Sebastián. Dispararon
a la multitud pero soldados del Regimiento Camacho dispararon contra la casa
obligando a ambos hermanos tomar el techo de la casa vecina para huir de la
violenta irrupción contra ellos.
Un soldado disparó cuando intentaba pasar por el techo, y su
cuerpo cayó inerte a la calzada, una mujer munida de una gran piedra que allí
se encontraba la lanzó contra la cabeza del pobre Aranda, ocasionando que la
misma reventara. El cuerpo se lo arrastró utilizando correas de movilidad hacia
la plaza. Insatisfechos por la hazaña, un periodista irresponsablemente instó a
la muchedumbre ir a la casa de Abel Elías Mendizábal que había fungido en el
Partido Nacionalista como Diputado y como Concejal.
Su residencia se encontraba en la calle Soria Galvarro
frente al Edificio del Beaterio, actual Centro de Espiritualidad de las
Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Minutos antes, fue advertido, y logró salvar
su vida trepando el techo de la casa vecina del Beaterio, se topó con la
fundadora de la Congregación la Madre Nazaria quien le ofreció asilo, lo invitó
a meterse dentro una escultura del Calvario que se encontraba en la segunda
planta de un edificio que tenían las Hermanas para sus oficios religiosos.
El Doctor Elías mientras escuchaba que la muchedumbre
atacaba su casa y saqueaban la misma, no la pensó dos veces y agradeció la
acción. La muchedumbre, sin respeto alguno a la Congregación, irrumpió en el
Beaterio, el mayor Reque Terán dirigía la operación ordenando entrar a todas
las habitaciones. Al llegar al amplio Salón llamado “Capitular”, donde se
encontraba oculto en el Calvario el Doctor Elías, le obligaron torpemente a la
Madre Nazaria a confesar donde estaba el doctor Elías, pero como no podía
mentir, hizo el ademán dentro de sus anchas mangas para decir “por aquí no
paso”, en realidad no mentía, porque el ademán hacía entender que no pasó por
sus brazos. Nunca encontraron al Doctor Elías, la turba tuvo que salir
decepcionada por no tener otro “sacrificio”.
Así pasó el levantamiento militar, sin embargo, uno de los
más entusiastas movilizadores de este hecho, fue el oficial Eduardo Zapvcovic
Lizárraga, que meses antes fue diligente organizador en reuniones secretas.
Lamentablemente, un año después falleció extrañamente
atribuida a una enfermedad en el Chaco mientras se encontraba en una comisión
antes de iniciarse la guerra. El Municipio de Oruro nombró una calle en su
honor, pero por lo difícil del apellido, la gente en la actualidad,
reconoce a la calle por su apellido materno “Lizarraga”, siendo en
realidad el apellido “Zapcovic” el que debía figurar en el rótulo de aquella calle.
De esta manera, Oruro fue escenario de este hecho sangriento que cambió
la historia para siempre y determinó el camino para lo que después sería la
esperada Guerra del Chaco.
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