INAUGURACIÓN CAMINO TARIJA – VILLA MONTES

 


 

CRONOLOGÍA HISTÓRICA DE 90 AÑOS DE OLVIDO E INDIFERENCIA 1931 – 2021

Por: ELÍAS VACAFLOR DORAKIS. / Nuevo Sur, 29 de septiembre de 2021

INTRODUCCIÓN

El 2 de agosto de 1927 el Presidente Constitucional Hernando Siles Reyes promulgó el Decreto Supremo de Especificaciones Técnicas a las que se sujetarán las empresas interesadas en participar de la Construcción de Caminos en la República. Asimismo, especifica la necesidad de la construcción del camino Tarija a Villa Montes.

El 29 de abril de 1928, el Ing. Maurice Mollard (Francés), Jefe de la Unidad de Topografía y Vialidad dependiente del Ministerio de Fomento y responsable del estudio de la ruta Tarija – Villa Montes, falleció en el lugar llamado El Cóndor, luego de un accidente de trabajo.

Por Resolución Suprema de 13 de julio de 1928 se aceptó la oferta de 80.000 bolivianos hecha por la Standard Oíl C. Oficina Bolivia para la construcción de caminos en la región petrolera del Sudeste de la República.

Por Decreto Supremo de 19 de julio de 1928 del Gobierno Constitucional de Hernando Siles Reyes, se convocó mediante licitación pública nacional para la presentación de propuestas para la construcción del Camino de Segunda Clase Tarija a Villa Montes en cuatro Secciones de acuerdo a las especificaciones insertas en el Decreto Supremo de 2 de agosto de 1927.

 

Los tramos:

Tarija – Cóndor (km. 0 al 50: 50 kilómetros).- Comprende a su vez dos secciones: en la primera, de Tarija a Santa Ana, el camino existe, pero necesita mejoramiento en gradientes y curvas, mediante variantes nuevas y obras de arte para que la vía sea permanente; en la segunda, de Santa Ana al Cóndor (km. 50), falta la construcción de algunas obras de arte.

El Cóndor – Pajonal (Km. 50 al 105: 55 kilómetros).- Es necesario hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo el trazo: Cóndor, Quebrada del Tambo, Narváez, Angosto de Narváez, Cuesta de Castellanos y Pajonal.

Pajonal – Chiméo (Km. 105 al 160: 55 kilómetros).- Lo mismo que en la sección anterior, se precisa hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo el trazo Pajonal, Cuesta de San Simón, Tacuarandí y Chiméo.

Chiméo – Villa Montes (Km. 160 al 235: 75 kilómetros).- Igual que en la sección anterior, es necesario hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo la ruta Chiméo, Isiri, Angosto del Pilcomayo y Villa Montes.

La longitud total de la obra fue de aproximadamente 260 kilómetros desde Tarija hasta el ingreso a Villa Montes.

Las propuestas deberían presentarse en pliego cerrado al Ministerio de Fomento en la Ciudad de La Paz hasta horas 14:00 del 20 de agosto de 1928. Pasado este término, se procedería a la apertura de las propuestas ante autoridades del Ministerio de Fomento y representantes legales de las empresas concursantes.

Por Resolución Suprema de 10 de octubre de 1928 se aceptó las propuestas presentadas por la Empresa Brozovic y Compañía para la construcción de los tramos primero y tercero (Tarija – Cóndor, Km. 0 al 50 y Pajonal – Chiméo, Km. 105 al 160); y de Víctor Navajas Trigo, para el tramo segundo (Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105), del camino Tarija – Villa Montes.

Por Resolución Suprema de 11 de octubre de 1928 se autorizó la suscripción del Contrato con Víctor Navajas Trigo para la construcción del segundo tramo Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105), del camino Tarija – Villa Montes.

Por Resolución Suprema de 24 de octubre de 1928 se autorizó la suscripción del Contrato con la Empresa Brozovic y Company para la construcción de los tramos primero y tercero del camino de Tarija a Villa Montes (Tarija – Cóndor, Km. 0 al 50 y Pajonal – Chiméo, Km. 105 al 160)

Por Resolución Suprema de 7 de noviembre de 1928 se autorizó al Concesionario Víctor Navajas Trigo a substituir la garantía de ejecución del segundo tramo del camino Tarija – Villa Montes (Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105)

El 26 de noviembre de 1928, en Acto Oficial presidido por el Prefecto y Comandante General del Departamento de Tarija, Cnel. Arturo Núñez del Prado y los Empresarios Brozovic y Mavric, invitados especiales y pueblo en general, se inauguraron las obras para la construcción del camino de automóviles Tarija – Villa Montes.

Mediante Resolución de 6 de febrero de 1929 se subsanó un error en el inciso V de la cláusula 5º (precios unitarios), del contrato suscrito con la Empresa Brozovic y Compañía para la construcción de los tramos primero y tercero del camino Tarija – Villa Montes.

El 6 de febrero de 1929 la Resolución Suprema autorizó proceder a las aclaraciones en la Escritura suscrita con la Empresa Víctor Navajas Trigo de fecha 13 de octubre de 1928 para la construcción del segundo tramo del camino Tarija – Villa Montes.

En la Sesión Ordinaria de la Cámara de Diputados el 19 de octubre de 1929, los Diputados por Tarija Octavio O’Connor d’Arlach y Pino Ichazo, lograron la aprobación de la Minuta de Comunicación dirigida al Poder Ejecutivo (Ministerio de Obras Públicas), para que la Empresa Brozovic Mavric, modifique el diseño original de la Sección Pajonal – Chimeo, concretamente que el camino ingrese a la localidad de Entre Ríos y; desde ahí, se dirija a Chiméo. La Empresa Brozovic Mavric, apoyó la solicitud y procedió al cumplimiento de la Orden de Servicio.

Mediante Resolución Suprema de 25 de marzo de 1930 el Ministerio de Fomento autoriza la ampliación del Contrato suscrito con la Empresa Brozovic y Cía., para los trabajos de la 4° Sección Chiméo – Villa Montes (75 kilómetros), y fija las bases técnicas y económicas a base de la propuesta efectuada por la misma empresa por el monto de 330.000 bolivianos y; también se prevé la construcción de un puente –de 80 metros de luz- sobre el Río Pilcomayo de acceso a la población de Villa Montes.

La Comitiva Nacional para participar del Acto de Inauguración y puesta al servicio público del Camino de Segunda Clase Tarija – Villa Montes, partió el domingo 27 de septiembre de 1931 desde la Plaza Luis de Fuentes y Vargas (así denominada ese año en remplazado de Plaza Andalucía), en 20 automóviles a las 08:00 horas rumbo a Entre Ríos, donde arribaron aproximadamente a las 17:00 horas y fueron recibidos por César Velásquez (Presidente de la Junta Municipal) En horas de la noche los empresarios Brozovic y Mavric ofrecieron una cena a los distinguidos visitantes en instalaciones de la Subprefectura de O’Connor donde fueron recibidos por el Subprefecto Luis Tejada Urquidi.

Luego de pernoctar en Entre Ríos, el lunes 28 de septiembre la Comitiva partió y; a horas 17:00 horas, se procedió al programa establecido. El primer lugar, hizo uso de la palabra el Director General de Obras Públicas Juan Pinilla, luego el Ing. Andrés Mavric y finalmente procedió a la bendición de la obra e Obispo de la Diócesis de Tarija Mons. Ramón María Font. Por lo tanto, en ocasión de conmemorar el Primer Centenario de la Creación del Departamento de Tarija (Ley de 24 de septiembre de 1831, promulgada por el Presidente Constitucional de Bolivia, Andrés de Santa Cruz), en El Angosto del Río Pilcomayo, cerca de Villa Montes, en presencia de los Ministros de Comunicaciones y de Instrucción Pública, Florián Zambrana y Bailón Mercado, autoridades nacionales y departamentales y el Director del periódico tarijeño La Opinión, Carlos Picardo, se inauguró oficialmente el camino carretero Tarija – Villa Montes. En esa ocasión, y por las elevadas temperaturas, falleció durante el Acto el Diputado por el Departamento de Oruro, Eduardo Zapcovic.

Las propuestas originales arrojaron un Presupuesto Total de cinco millones y medio de bolivianos y; se preveía su conclusión hasta el 31 de diciembre de 1929. Lamentablemente, por una serie de factores, particularmente de tipo económico, la carretera fue concluida un año y nueve meses después; es decir, a inicios de septiembre de 1931. La obra, se desarrolló durante los Gobiernos Constitucionales del Dr. Hernando Siles Reyes (1927 – 1931), y Dr. Daniel Salamanca Urey (1931 – 1934) Al momento de la inauguración el Estado boliviano tenía una deuda pendiente de más de 250.000 bolivianos con la empresa Brozovic Mavric Cía. Las empresas que se hicieron cargo de las obras, fueron: Brozovic Mavric Cía., y Juan Navajas Trigo.

Peter Brozovié Vlastelié, nació en Bribira (Croacia), el 14 de octubre de 1900. Hijo legítimo de Vinko Brozovié y Vlastelich Marija. Llegó a Buenos Aires en 1925 junto a otros seis connacionales: Andrés Mavric Barac, Carlos Mavric Barac, Esteban Katunar, Vladimir Tominc y Rafael Vlascovic, y se trasladaron a La Quiaca (Argentina), e ingresaron a inicios de 1926 a Bolivia. Posteriormente, se dirigieron a Oruro para dedicarse a las actividades vinculadas a la minería y la construcción.

Después de concluida la obra del camino Tarija – Villa Montes, Brozovic se trasladó a la Ciudad de Tarija donde contrajo nupcias con Dominga Farfán Maras, y tuvieron cinco hijos: Milton, Zorka, Pedro, Danitza y Lluvitza.

Falleció en la Ciudad de Tarija el martes 13 de septiembre de 1977 y; sus restos mortales, se encuentran en el Cementerio General de la Ciudad de Tarija.

Andrés Mavric Barac, nació en Croacia (1890) Junto a su hermano mayor Carlos Mavric Barac (1873), y un reducido grupo de compatriotas llegaron en 1925 a América del Sur (Buenos Aires, Argentina), e ingresaron a Bolivia por La Quiaca (Argentina) y Villazón (Bolivia), en 1926. Ambos hermanos junto a Peter Brozovié Vlastelié conformaron una empresa constructora legalmente acreditada en Bolivia y participaron en varias licitaciones públicas promovidas por autoridades del Poder Ejecutivo para la construcción de obras públicas de envergadura en el ramo de la infraestructura ferroviaria (Potosí, 1927), y vial (Tarija, 1928)

Su hermano Juan Mavric Barac, nació en Croacia (24/IX/11903), llegó a América del Sur (Argentina), en finales de 1927. Se trasladó a La Paz, donde contrajo nupcias en 1936 con Alcira Aliaga Encinas (La Paz) Se trasladaron a la Ciudad de Tarija e instalaron en el Barrio La Pampa (Avenida Potosí) y; tuvieron cuatro hijos: Jorge (Tarija, 1938), Carlos (Tarija, 1940), Armando (Tarija, 1942), y Ángel (Tarija, 1948) Además importa decir que los hermanos Mavric Barac, después de cumplir sus deberes militares en su país de origen, emigraron a Sudamérica.

Juan Mavric Barac, después de la Guerra del Chaco (1932 – 1935), se desempeñó como Jefe de Vialidad de la Alcaldía de la Villa Montes. Falleció el 7 de marzo de 1990 en la Ciudad de Santa Cruz.

Lucas Mavric Barac, otro hermano del que no pudimos obtener mayores referencias, falleció el 9 de febrero de 1931 cerca de La Galería durante los trabajos finales del tramo a Villa Montes. Sus restos mortales, se encuentran en el Cementerio Viejo de San Antonio, cerca de la Ciudad de Villa Montes. No dejó descendencia.

El Cnel. Arturo Núñez del Prado (Prefecto del Departamento de Tarija), falleció a mediados de junio de 1930 alevosamente asesinado por insurrectos del Partido Comunista de Bolivia que lo emboscaron junto a la tropa del Regimiento de Tarija en el sitio llamado El Salitre (Tarija), frontera sur con Argentina, para dirigirse a la Ciudad de Tarija después de haber saqueado al indefenso pueblo de Villazón.

Ese año de 1931 se inauguraron dos emblemáticas obras: Casa de Gobierno (6 de agosto, actual Edificio de la Gobernación), y el Camino Tarija – Villa Montes. Las autoridades que participaron del Acto de Inauguración, fueron:

Florián Zambrana (Ministro de Comunicaciones)

Bailón Mercado (Ministro de Instrucción Pública)

Juan Pinilla (Director de Obras Públicas – Ministerio de Fomento – La Paz)

Carlos Paz Arce (Prefecto de Tarija, 1931)

Tomas O’Connor d’Arlach (H. Alcalde Municipal de Tarija)

Ramón María Font (Obispo de la Diócesis de Tarija)

Luis Tejada Urquidi (Subprefecto Provincia O’Connor)

Pedro Brozovic Vlastelie (Empresario)

Andrés Mavric Barac (Empresario)

Plácido Sánchez (Presidente Cámara de Senadores de Bolivia)

Juan Navajas Trigo (Empresario Constructor, Tarija)

Arturo Molina Campero (Senador de la República)

Bernardo Navajas Trigo (Senador de la República)

Octavio O’Connor d’Arlach (Diputado Nacional por Tarija)

Julio Pantoja Estenssoro (Diputado Nacional por Tarija)

Eduardo Zapcovic (+ Diputado Nacional por Oruro)

Maurice Mollard (+ Francia)

Chiavella (Italia)

Block (EEUU)

Kelming (EEUU)

Carlos Picardo (Director Semanario La Opinión)

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y HEMEROGRÁFICAS

Las Fiestas del Centenario – De la Ley que elevó a Tarija a la Alta Categoría de Departamento de Bolivia – 1831 – 24 de septiembre – 1931. Edición Pro Centenario Imprenta de J. Mauro López. Tarija, noviembre, 1931

Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia (ABNB) Colecciones de Anuarios Legislativos 1927 – 1932

Archivo Histórico de Tarija (AHT) Colecciones de Anuarios Legislativos 1927 – 1932

Centenario de Creación del Departamento de Tarija 1831 – 1931. Informe de Actividades por la Prefectura de Tarija y la Comisión de Festejos (Tarija, octubre de 1931)

Historia Vial del Departamento de Tarija. Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2011)

Semanario Boletín Antoniano (Tarija, 1919, 1928)

Semanario La Opinión (Tarija, 1922, 1929, 1935)

Periódico El Norte (La Paz, 1930)

Periódico El Diario (La Paz, 1930, 1931)

Periódico Última Hora (La Paz, 1930, 1931)

Periódico La Razón (La Paz, 1931, 1933)

Periódico La Republica (Sucre, 1931)

Entrevistas: Ing. Pedro Brozovic Farfán (Tarija), Prof. Juan Edilberto Rivera Brozovic (Tarija), Armando Mavric Aliaga (Yacuiba), Jorge Mavric Aliaga (Santa Cruz), Juni Villavicencio Mavric (Santa Cruz de la Sierra)

 

IGNACIA ZEBALLOS TABORGA

 


Historias de Bolivia

Ignacia Zeballos Taborga enfermera boliviana que participo en la denominada guerra del Pacifico en sus escritos y testimonios revela dos valiosos datos, como por ejemplo que al inicio de la guerra, ella se encontraba en Puno (Perú), así lo cita Oporto (2022) “Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”.

Zeballos en su testimonio también habla de una hija: “al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”.

Por lo tanto, se puede concluir que Ignacia Zeballos se encontraba en Perú y que dejó una hija para salir en defensa de la integridad nacional.

Datos

Ignacia Zeballos Taborga nació en La Enconada, Santa Cruz, Bolivia el 27 de junio de 1831 y falleció en la ciudad de La Paz, Bolivia el 5 de septiembre de 1904.

El 17 de junio de 1948, el Presidente Enrique Hertzog mediante decreto supremo Nº 1232 instruyó que la Escuela Nacional de Enfermeras de La Paz sea nombrada “Ignacia Zeballos” en honor a esta valerosa mujer.

Sobre la batalla del 26 de mayo

Supuestamente existe un escrito de lo que vio después de la batalla del 26 de mayo, Una publicación del Ministerio de Defensa de Bolivia (2012) lo transcribe de la siguiente manera:

“Al día siguiente me dirigí al lugar donde fue la batalla, llevando carne, pan y 4 cargas de agua, acompañada de dos sanitarios; al pasar por ese lugar y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloró sangre…el cuadro no sólo era de mortandad, tenía un elemento vivo , pero mucho más triste que la figura de los muertos; mujeres vestidas con mantas y polleras descoloridas, algunas cargando una criatura en la espalda o llevando un niño de la mano, circulaban entre los cadáveres; encorvadas buscando al esposo, al amante y quizás al hijo, que no volvió a Tacna. Guiadas por el color de las chaquetas, daban vueltas a los restos humanos y cuando reconocían al que buscaban, caían de rodillas a su lado, abatidas por el dolor al comprobar que el ser querido al que habían seguido a través de tantas vicisitudes, tanto esfuerzo y sacrificio, había terminado su vida allí, en una pampa maldita, de una manera tan cruel, desfigurado por el proyectil polvoriento y ensangrentado, convertido en un miserable pingajo de carne pálida y fría que comenzaba a descomponerse bajo un sol sin piedad y un cielo inmisericorde, ¡Oh Rabona boliviana, tan heroica como los guerreros yacentes!, la más anónima de los héroes anónimas”  (Min. Def. 2012, pp. 18-19)

Bibliografía

Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia (2012) Mujer y FF.AA. en el Estado Plurinacional de Bolivia (P. 18). La Paz: Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia.

Oporto, L.  (24 de abril de 2022). Las heroicas mujeres en la Guerra del Pacífico. Ahora El Pueblo, Suplemento Crónicas, pág. 2 y 3.

 

 

LAS HEROICAS MUJERES EN LA GUERRA DEL PACÍFICO

 


Por: Luis Oporto Ordóñez/Crónicas/ 24 de abril de 2022, Periódico Ahora El Pueblo.


Paralelo al curso de la guerra, el Obispo Juan de Dios Bosque, primer presidente de la Cruz Roja Boliviana, organizó a las matronas de La Paz para reunir insumos para equipar las Ambulancias y bordaron un estandarte para el cuerpo y los enviaron al frente de guerra.

nta Ana procedentes de Italia, el 20 de enero de 1879, para atender a los heridos. “Por un rasgo de exquisita delicadeza, las señoras de la ambulancia “Arequipa” recibieron a nuestros heridos en las camas que de antemano les tenían preparadas. A la mañana siguiente, después de ayudar a la curación, procedieron a distribuirles la dieta y el vino obsequiado por el señor Valdez y a alistarlos del mejor modo posible para la continuación de nuestra marcha”.

Dalence recogió los nombres de Andrea Rioja de Bilbao, Ana M. de Dalence, María N. vda. de Meza y su hija Mercedes, que integraron el cuerpo de ambulancias, atendiendo a heridos, tomando a su cuenta “la lencería, la inspección de cocina y el aseo general de la ambulancia”. Vicenta Paredes Mier y Rosaura Rodríguez, llegaron desde Tocopilla luego de la invasión chilena, y pidieron ser enroladas en la ambulancia, siendo comisionadas como inspectora de cocina y cocinera respectivamente.


IGNACIA ZEBALLOS

Entre ese puñado de mujeres descolló la cruceña Ignacia Zeballos Taborga, quien llegó hasta el frente de guerra, para enrolarse como hermana de la ambulancia sedentaria y después fue transferida a la tercera ambulancia peruana. Su biografía es épica. Nació en La Enconada, Santa Cruz, municipio de Warnes, el 27 de junio de 1831. Contrajo matrimonio en dos ocasiones, enviudó en ambos casos. Luego del fallecimiento de su segundo marido, se trasladó a la ciudad de La Paz y se dedicó al oficio de costurera.
En torno a su figura, se entrelaza la historia y la leyenda. La historia documentada señala que Ignacia Zeballos residía en Puno cuando decidió acudir al llamado de la Patria. Su testimonio es revelador. El 10 de septiembre de 1880, le escribe al presidente Narciso Campero.

“Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”.

Ignacia Zeballos había servido a la ambulancia del Ejército durante más de un año y medio, seis meses como voluntaria, tiempo que dejó un tesoro preciado en la ciudad peruana: “al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”. El intendente de Policía, César Sevilla, entregó la suma con anticipación. El presidente Campero, el 13 de septiembre de 1880, instruyó: “páguese por la caja nacional la suma de doscientos cuarenta bolivianos, a buena cuenta de los haberes que ha devengado”. La orden, luego fue endosada a Lindaura Anzoátegui de Campero quien reembolsó al Intendente de Policía, la suma en efectivo, el 18 de ese mes.

La certidumbre histórica de su propio testimonio revela tres hechos hasta hoy desconocidos: a) Que en la época de la invasión del Litoral, residía en Puno (Perú); b) Que tenía una hija tierna, producto de su segundo matrimonio; y c) Que se identificaba como “viuda de Blan”.


LA ‘RABONA’: AGUERRIDA COMPAÑERA, ESPÍA TEMERARIA Y CARIÑOSA MANCEBA

En Bolivia, las ‘rabonas’ bolivianas acompañaron a sus hombres al frente de batalla. Otro grupo de mujeres participó en el frente de guerra cumpliendo tareas en las ambulancias del Ejército, entre ellas destaca la figura de Ignacia Zeballos. La valiente y temeraria actuación de la niña Genoveva Ríos, rescató la tricolor nacional, en un heroico episodio. Finalmente, ante la ausencia forzada de los hombres, en el interior de la República, miles de mujeres quedaron a cargo del hogar y tomaron bajo su responsabilidad la organización de kermeses para la recaudación de fondos y trabajos de beneficencia.

¿Quiénes eran aquellas mujeres aguerridas, llamadas despectivamente ‘rabonas’? Joaquín de Lemoine, la caracteriza como “una mestiza, baja de estatura, de formas turgentes, facciones incorrectas, tez cobriza, cabellera de ébano, cortada al nivel de la nuca, y de tal modo desgreñada que suele cubrir su rostro pálido, ajado, como el velo de la viudedad, de la inocencia”, cuya vestimenta era muy llamativa: “azul, acampanada y corta pollera de bayeta, rebociño rojo, sostenido en el hombro por un topo (prendedor) de bronce; pañuelo de vivísimo color envuelto en la cabeza a la manera de un turbante turco o de coiffure de campesina napolitana; zapatilla rebajada”.

Se transportaban siguiendo a sus hombres, destinados a la carrera militar por largos años, algunos de por vida: “allá van cabalgadas en acémilas y asnos, llevando pendientes, tanto por detrás y por delante, como por uno y otro costado, útiles de cocina, comestibles, arreos harapientos de viaje, un niño de pechos a la espalda, un kepi en la cabeza, un fusil en la maleta, una fornitura en la cintura o una bayoneta en la mano”. Sus roles eran diversos. Servían como espías, haciendo labor de inteligencia, para advertir a su hombre de su destino, pero sobretodo, para atenderlo en su necesidad: “Han sido las primeras en saber el orden del día (…) Pero de lo que sí se cuidan es de tomar la delantera a las fuerzas militares, para esperar cada una su soldado respectivo en la jornada, con el desayuno formado de cuanto han podido plagiar en el camino. Rateras de oficio. Si se han demorado en la tarea, el soldado las castiga a golpes de sable, o si han andado listas, les da por premio su enfurruñado silencio.

Semeja a la negra esclava bajo el látigo del amo (…) Al primer toque de corneta continúa el ejército su marcha. La mujer besa la mano de su adorado tormento, y sigue tras él”. Eran, también, mancebas, amantes dispuestas a todo, prestas a saciar escondidos deseos en el vivac: “acurrucadas en el suelo, la cabeza empolvada, forman abigarrados grupos en torno de fogatas. Aquí un pabellón de armas; allí el cuadro que forma una banda de música tocando un aire militar a la luz de unos cuantos faroles, más allá un grupo de banderas. Enjambre de carpas distribuidas sin simetría. Los fogariles se apagan, y la oscuridad los reemplaza. Al toque del tambor batiente, el silencio desaloja al bullicio. La multitud (hombres y mujeres) revuelta se refugia bajo las alas del sueño, es un harem al aire libre, un serrallo sin eunucos. Y en premio de ello, si el rapto fue el principio de su amor, el abandono será el fin”.


VIUDAS DE POS – GUERRA Y MUJERES DE LA ÉLITE

Hilaria Trujillo, vecina de Potosí, esposa del sargento 1° David Pardo del Batallón “Sucre” 2° de Línea, acompañó a su marido y lo asistió en el combate del Alto de la Alianza, donde aquel perdió la vida. La viuda se refugió en La Paz, donde llegó venciendo el desierto, e imploró mediante carta de 8 de julio de 1880, dirigida al ministro de Guerra, Belisario Salinas, “se le pague los sueldos devengados de su marido de los meses de marzo, abril y mayo”. El Ministro le pidió que demostrara su condición y ella identificó y rogó a los jefes del sargento Pardo que atestiguaran. Dignos militares declararon por escrito: “éste combatió en el Alto de la Alianza donde lo vio muerto tendido en el suelo. Hilaria Trujillo lo ha acompañado en toda la campaña y vivían hace muchos años ilícitamente, le consta que ésta es pobre y sin recursos de ninguna clase, y al mismo tiempo forastera y le consta que estuvo impago por sus haberes últimos”.

Luciana Lastra, natural de Potosí, viuda del cadete César Pimentel, acudió al Ministro de Guerra el 3 de julio de 1880, para solicitarle el pago de sueldos devengados de los meses de marzo, abril y mayo, afirmando que: “después de cinco años de servicio ininterrumpido a la Patria [el cadete César Pimentel] ha muerto en el combate que hubo lugar el 26 de mayo último en el campo de la Alianza, dejándome a mí en lejanas tierras y sin amparo alguno”. El comandante Ayoroa, suscribe el 9 de julio, que: “es justo el reclamo que hace la mujer de César Pimentel que murió en defensa de la Patria”. El sargento 2° Felipe Núñez, afirma que “la presentante lo ha acompañado al finado durante toda la campaña y en ella ha tenido dos hijos menores de edad”, hecho que el cura rector de la Catedral, presbítero Marcelino Ortiz, expide los certificados de bautismo de Mariano y Enrique. Ante la falta de respuesta, Luciana Lastra acude al presidente Narciso Campero. Con insensibilidad innombrable, el ministro Belisario Salinas, el 10 de agosto, “ordena que la ocurrente se haga discernir el cargo de curadora de menores”. La mujer acude al Juez Instructor, quien le otorga la calidad de curadora de menores. Finalmente, el presidente Campero ordena a la caja nacional se pague “el valor que arroja la liquidación”, el 15 de septiembre de 1880. Luciana Lastra, al igual que otras viudas de guerra, cobró la ínfima suma de 18.40 Bs.

Las esposas de los comandantes cobraban la tercera parte de los haberes de sus esposos, de manera expedita, como Adelaida de Camacho que recibió 80 Bs., o Paula Prieto, madre del comandante José Ruiz, a la que se autorizó entregar la suma de 150 Bs. El caso de Casimiro Corral, ministro plenipotenciario en Ecuador es ilustrativo, pues se le autorizó entregar a su esposa la suma de 100 Bs. mensuales.


LUJO Y BOATO EN MEDIO DEL DRAMA

En esos álgidos y turbulentos meses, luego de la derrota del Ejército Unido en el Campo de la Alianza, la poetisa Lindaura Anzoátegui, esposa del presidente Narciso Campero, se enfrascó en la remodelación del Palacio Quemado, que se encontraba en deplorable condición, adquiriendo enseres por Bs. 713.20, todo perfectamente documentado: “64 varas de tripe rizado (papel de pared), catre de fierro sin toldillo ni parrilla, otro ancho corona de metal, dos lavatorios de metal, dos cancel (uno de salón), cuatro caballetes y una tinajera, tres mesas de cabecera, una tetera de plaqué, 17 varas de género adamascado para mantel y servilletas, platos, copitas, vasos para agua, copas para vino (y otras, finas), tazas para caldo, para té, para café, frascos para agua, cuchillos, tenedores, cucharas, cucharillas y dos charolas….”. Acudió a casas importadoras en La Paz y contrató servicios de selectos artesanos: “El pintor Manuel Gálvez, los cerrajeros Carmelo Gutiérrez y Donato Calatayud, los carpinteros Antonio Osorio y Andrés Velásquez y el maestro albañil Vicente Herrera”.

El atribulado Presidente se vio en la necesidad de ordenar a la caja nacional el pago con la partida 9, del presupuesto general”, “Cuentas y comprobantes de los gastos extraordinarios de Palacio”, es decir, “gastos reservados”.

Fue una guerra en la que la mujer de campaña, la rabona, fue sometida a trato humillante, tanto en el campo de batalla como en la ciudad de La Paz. Similar trato recibieron las mujeres de las ambulancias del Ejército. Las mujeres de la élite percibían toda clase de beneficios. La esposa del Presidente, la poetisa Lindaura Anzoátegui de Campero, mostró una insensibilidad hacia sus congéneres y dedicó sus esfuerzos a atender cosas superfluas, banales.

 

TRES CRUCEÑOS DEFENSORES DEL LITORAL BOLIVIANO

 


Por: Ángel Sandoval Rivera.

La historia es poco reconocida con tres cruceños notables, destacados intelectuales, políticos y militares que hicieron una férrea defensa de la causa marítima boliviana y denunciaron a su tiempo, la desidia del Gobierno central por defender el acceso del país a las costas del Pacífico. Hoy 23 de marzo, cuando se cumplen 131 años de la tragedia de la Guerra del Pacífico, conviene recordar el aporte realizado por estos 3 preclaros cruceños Zoilo Flores Aponte, Miguel Castro Pinto y Pablo L. Roca.

Zoilo Flores Aponte (1846-1916). Brillante periodista y polemista de fuste fue de los primeros en defender con su interés vigencia y su pluma las riquezas del litoral boliviano frente a la indiferencia y abandono de los gobiernos de ese tiempo con su pluma mordaz e incisiva alertó al tibio gobierno de Hilarión daza sobre las ambiciones y armamentismo chileno, pero no fue escuchado. Su periódico el imparcial de Iquique registra en sus páginas las vergonzosas claudicaciones de muchos militares y políticos bolivianos frente al grave problema que se avisaba en con Chile.

10 años llevo de peregrinación ocupado en defender los derechos de las compañías explotadoras del salitre boliviano residiendo alternativamente en Iquique Pisagua Tocopilla y cobija encumbrado el general Daza en el poder, fue nombrado ministro Plenipotenciario ante el gobierno peruano, poco después sobrevino la Guerra del Pacifico.

En pleno ejercicio de sus Funciones, Flores Aponte denunció con coraje y valentía las deslealtades de aquel mandón de 1879 que imprevistamente se retira con las mejores tropas bolivianas en Camarones. Al mismo tiempo que, en nombre de los más caros intereses de la patria, le pidió públicamente a Daza que renuncie al cargo de Presidente de la República frente a los desastres de Camarones y San Francisco. Sucesos posteriores le dieron la razón; la deposición hecha en Tacna por Hilarión Daza y su gabinete vinieron a confirmar las advertencias hechas por zoilo Flores.

Miguel Castro Pinto (1830-1903). Militar de brillante acción en la guerra del Pacífico. Sobresalió en la Batalla del Alto de la Alianza comandando el Tercer Batallón de los “Colorados de Bolivia”, en el sector central de defensa. Con sus aguerridos “cuadros”, soportó durante la confrontación bélica del 26 de mayo de 1880, los ataques de la caballería chilena, hasta quedar reducido su batallón de 250 hombres a 16 héroes, donde es herido y tomado prisionero por las tropas chilenas, juntamente con el coronel Camacho y el escritor potosino Julio Lucas Jaimes.

En sus notas incluidas en su libro “La Villa Imperial de Potosí”, Jaime se refiere a la personalidad de Castro Pinto, la gallardía de su figura en el campo de batalla, de su vida en cautiverio y de su audaz fuga de la prisión chilena de “San Bernardo” hasta ganar tierras argentinas por el lado de la cordillera.

Pablo L. Roca (1860-1945). Su vida pública como político y parlamentario constituyen un ejemplo de probidad moral, firmeza de las ideas y valor civil a toda prueba. Sobresalió como principal opositor a la aprobación del nefasto tratado con Chile de 1904, que promovía el Presidente Ismael Montes en el Congreso Nacional. Cuando se iba a firmar por mayoría abrumadora el ominoso documento, violentamente se levantó de su curul y gritó indignado: “yo no vendo mi patria”.

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