«PELÉ CORRIÓ EN LA ALTURA Y DEMOSTRÓ QUE FUE EL MEJOR», NUNCA PERDIÖ

 


El 29 de diciembre de 2022 a las 15:27 horas (hora local), murió en el Hospital Israelita Albert Einstein, Pelé, el astro mundial del fútbol, perdió la vida a los 82 años, nosotros en este post les traemos su paso por el País.

EL MENSAJE DE “O REI” PELÉ A LOS JÓVENES BOLIVIANOS:

En 1992, fue la última vez que Pelé llegó a Bolivia, pero esta vez, como embajador de Naciones Unidas. Con el esplendor de un monarca, dirigió un mensaje a la juventud boliviana, recomendando que «lo más importante en la vida de un ser humano es el amor», «lo que quieran hacer, háganlo con amor, con respeto a ustedes mismos y con dedicación, solo así se puede llegar a ser grande «, dijo.

Y con su paso, inspiró a muchos futbolistas, que años después trataron de emularlo, tanto dentro como fuera de la cancha.

COMO FUTBOLISTA, PELÉ FRENTE A EQUIPOS BOLIVIANOS

Para muchos el más grande de todos los tiempos, Pelé, O Rei, que dominó la escena del fútbol mundial entre 1958 y 1970 (su primer y su tercer título mundial), jugó a nivel de selecciones y equipos de club un total de siete partidos contra cuadros bolivianos. Nunca perdió en esos enfrentamientos.

En 1959, flamante campeón del mundo y la sensación de Suecia 58, participó con Brasil en la Copa América de ese año disputada en Buenos Aires que ganó Argentina, con los brasileños como subcampeones. El 21 de marzo de 1959 se enfrentaron Bolivia y Brasil en el estadio de River.

La selección nacional alineó con: Arturo López, Ramón G. Santos, Miguel Burgos, Óscar Claure (Raymundo Zenteno), Wilfredo Camacho, Max Ramírez, Abdul Aramayo, Víctor A. Ugarte, Mario Mena (Ausberto García), Renán López y Ricardo Alcón. DT: Vicente Arraya.

Brasil alineó con: Castilho, Mayro, Coronel, Paulinho (Djalma Santos), Zito (Formiga), Orlando, Garrincha, Didí, Valentím, Pelé y Zagallo. DT: Vicente Feola. Habían jugado la final del mundial: Djalma Santos, Orlando, Zito, Garrincha, Didí, Pelé y Zagallo.

Cuando todo hacía prever una catástrofe dados los muy malos resultados de la verde en los partidos anteriores, el cuadro nacional se planteó jugar abierto y asumiendo todos los riesgos.

A los 12 minutos Ramón Guillermo Santos hizo un remate de larga distancia con su acostumbrada potencia que batió a Castilho sin atenuantes. Sorpresa mayúscula, le ganábamos a los campeones mundiales. Sin embargo, cuatro minutos después el joven Pelé anotó el empate con una jugada impecable entrando por el centro del área grande y derrotando a López. A los 18 Valentím puso en ventaja a los canarinhos y el mismo Valentím amplió la ventaja colocando el partido 3 a 1. Parecía pleito resuelto. Pero Bolivia entró en la segunda parte decidida al empate, no iba a colgarse del arco. Dicho y hecho, a los 22 minutos una extraordinaria escapada de Abdul Aramayo, puntero derecho, culminó en el segundo gol nacional, 3 a 2. Entonces, el equipo brasileño atoró a Bolivia hasta que faltando dos minutos para el final, Didí, el gran mediocampista, el de los chanfles denominados “folha seca”, amplió la ventaja dejando un resultado final de 4 a 2. Pelé había hecho su gol y la Bolivia de los caudillos Ramírez y Camacho, había jugado su mejor partido en ese sudamericano.

1962 COPA LIBERTADORES, MUNICIPAL 3 SANTOS 4.

Pelé nunca más enfrentó a Bolivia a nivel de selecciones. Pero tres años después, en la tercera versión de la Copa Libertadores jugó dos veces contra Municipal el campeón boliviano. La presentación de su equipo, el Santos en el estadio Siles -club que sería el campeón de la Libertadores de ese año-, fue uno de los mayores acontecimientos futbolísticos que vivió La Paz en su historia. El campo estaba llenó a reventar desde primeras horas de la mañana. Era el 18 de febrero de 1962.

Municipal alineó a: Óscar Soliz (refuerzo de The Strongest), Raymundo Zenteno, Carlos Di Lorenzo (refuerzo de The Strongest), Jorge Montes, Eulogio Vargas, Roberto Caínzo, Alberto Torrez, Luis Aguilera, Antonio Aguirre (Ramón Ruiz Díaz), Máximo Alcócer (refuerzo de Wilstermann) y Julio Torrez. DT: Félix Deheza.

Santos alineó a: Laercio, Getulio, Olavo, Ze Carlos, Lima, Calvet, Dorval, Mengalvio, Pagao, Pelé, Oswaldo (Tite) . DT: Luis Alonso Pérez, Lula.

Municipal que en ese encuentro no contó con su máxima estrella Willy Camacho, apeló a la velocidad y a la garra. Muni se puso al frente a los 16 minutos con gol de uno de los grandes punteros del momento, Aguilera. Empató Lima a los 42 cerrando un vibrante primer tiempo en el que el equipo boliviano logró equilibrar el encuentro. En la segunda mitad las cosas se complicaron; Mengalvio desniveló a favor del Santos a los 57, pero apenas dos minutos después en un toque de emoción que electrizó a la tribuna, Julio Torrez empató para los guindas. El delirio llegó cuando Ruiz Diaz a los 62 puso en ventaja a los bolivianos. Santos y Pelé tuvieron que esmerarse para retomar el control del encuentro. 16 minutos duró la alegría. Pagao empató a los 78 y finalmente, apenas dos minutos después, Tite que había suplido a Oswaldo dejó el resultado definitivo: Santos 4 Municipal 3. El equipo paceño vendió cara su derrota e hizo un despliegue de fútbol notable ante el mejor equipo del mundo de ese momento.

1962 COPA LIBERTADORES, SANTOS 6 MUNICIPAL 1.

El 21 de febrero se jugó la vuelta en el estadio de Villa Belmiro en Santos. Tercer partido de Pelé contra un cuadro boliviano y último de carácter oficial. Allí las cosas cobraron la dimensión exacta de la diferencia entre ambos clubes. Un categórico 6 a 1 del cuadro de Pelé (que sólo jugó los primeros 45 minutos y no anotó ningún gol) sepultó toda esperanza de Municipal. El único tanto boliviano lo hizo Aguilera, en ese momento el resultado parcial se puso 4 a 1 a favor del Santos. Municipal jugó 4 partidos (dos contra el Santos y 2 contra Cerro Porteño), ganó 1 (2 a 1 a Cerro en La Paz) y perdió 3, con 8 goles a favor y 14 en contra.

1971 (AMISTOSO) SELECCIÓN DE COCHABAMBA 2 SANTOS 3.

En 1971 Santos hizo dos visitas a Bolivia, la primera en el mes de enero y la segunda en el mes de mayo. De ambas, la más célebre fue la primera. El 13 de enero de 1971 jugó en el Félix Capriles (las autoridades concedieron horario continuo para que el público pudiera ir al estadio) frente a la Selección de Cochabamba integrada por jugadores de Wilstermann, Aurora, Litoral y Petrolero, en un amistoso auspiciado por el Círculo de Periodistas Deportivos de Cochabamba.

Destacaban en el equipo valluno Issa, Valdivia, Covarrubias, Cabrera y Balcázar. El partido terminó con triunfo para la visita por 3 a 2. El gol boliviano más recordado fue el segundo del equipo cochabambino anotado por Yerson Balcázar. Pelé fue autor de uno de los goles del Santos además de deleitar a los espectadores con su fútbol.

1971 (AMISTOSO) BOLÍVAR 0 SANTOS 4.

Pero de todos los partidos que el rey jugó contra equipos bolivianos, sin duda el más recordado es el que disputó en el Siles el 16 de enero de 1971 frente a Bolívar. Estadio repleto ante la llegada del mejor jugador del mundo, ya tricampeón mundial. Bolívar preparó su mejor escuadra para hacer un buen papel ante los brasileños.

Formó con: Arturo Galarza, Hernán Cayo, Eliodoro Luján, Mario Rojas, Pastor Achi, René Rada, Walter Costa, Ramiro Blacutt, Remberto González, Coutinho y Vicente Gómez.

No alcanzó, la superioridad del equipo brasileño fue total. El partido se mantuvo a cero en el primer tiempo. Esforzado trabajo celeste para frenar las endiabladas gambetas y la velocidad del mejor.

Pero las cosas cambiaron en la segunda mitad, a los 6 minutos Pelé abrió el marcador venciendo a Galarza.

Pero el momento estelar de esta historia se produjo a los 12 minutos, cuando Picolé envió un centro desde la derecha hacia la estrella que, a un par de metros del área grande, recibió el pase, encaró a Luján, este lo frenó bloqueando el balón que se elevó por el rechace, Pelé la miró, la recibió en el aire y con una chilena soberbia la clavó cerca de un ángulo. Golazo. Muchos dicen que fue uno de los mejores goles de su carrera.

Para rematar el espectáculo Edú hizo el tercero a los 27 y Douglas cerró la goleada a los 32. 4 a 0 y un partido inolvidable, a pesar de ser sólo un amistoso.

1971 (AMISTOSO) THE STRONGEST 0 SANTOS 2.

El Santos en esos años era como un “dream team”, en constantes giras por América y Europa. Cuando volvió a Bolivia en mayo apenas unos meses después, como parte de una nueva gira internacional tenía por las exigencias del número de partidos que disputaba, un plantel agotado y poco motivado. El 23 de mayo jugó en el Siles contra The Strongest, campeón paceño.

El Tigre presentó a: Luis Galarza, Óscar Maldonado, Guery Ágreda, Luis iriondo, Otranto (Balmaceda), Rolando Vargas, Luis F. Bastida, Víctor H, Romero, Juan A. Díaz, Mario Pariente y Nilton.

Los blancos a la cabeza de Pelé tenían a jugadores de la talla de Cejas, Clodoaldo, Davvy, Ferreti, Lima o Douglas.

El partido fue de mucho menos calidad que la que ofreció el Santos ante Bolívar. Pelé anotó la apertura con tiro fuerte y cruzado a la izquierda de Galarza tras combinación de Edú y Ferreti. El segundo lo hizo Davvy de penal cobrado por falta en contra de Ferreti. La crónica indicó que el público se quedó con sabor a poco, los blancos no repitieron su magnífica actuación frente a Bolívar y el Tigre fue un rival de mayor nivel.

1971 (AMISTOSO) ORIENTE PETROLERO 3 SANTOS 4.

El último partido del crack brasileño se disputó en Santa Cruz el 26 de mayo, enfrentando al mejor equipo boliviano del momento que se consagraría campeón nacional ese año, Oriente Petrolero. Ni que decir tiene que igual que en Cochabamba y La Paz, la llegada de Pelé a la capital oriental fue el acontecimiento del año. El estadio se llenó de bote a bote.

Oriente presentó a: Ladislao Jiménez, Justiniano, Walter Pinini, Vargas, Miguel Antelo, Moreno, H. Flores, Ángel Báez, Dedé, Toninho y Amarilla. Alternaron García, Benquique, Rocabado y Méndez.

Los albiverdes comenzaron ganando con tanto del goleador del equipo, Dedé en lo que se conoce popularmente como “gol de vestuario”. El partido se puso al rojo vivo cuando a los 17 minutos Toninho aumento. El 2 a 0 puso a la hinchada cruceña en su momento de mayor euforia. El primer tiempo terminó con ese parcial generando mucha confianza a Oriente por la aparente escasa reacción del Santos. Hasta los 25 minutos de la segunda etapa las cosas parecían consolidarse, aunque Santos presionaba sin tregua. A los 25 descontó Edú y llegaron los nervios, un minuto después, sin dar tiempo a nada, emparejó Ferreti y a los 35 otra vez Edú puso en ventaja a los brasileños. Los últimos diez minutos fueron muy intensos. Los locales buscaban empatar, pero apenas tres minutos después, a los 38, Pelé con una gran jugada aumentó la ventaja de los blancos. Cerró el marcador Flores a los 45 en la última jugada del encuentro. 4 a 3 para el Santos, fin de la gira y última presentación y último partido del rey en Bolivia.

LAS CIFRAS

Pelé jugó un total de 7 partidos contra equipos bolivianos. 1 a nivel de selección por la Copa América, 2 partidos en la Copa Libertadores y 4 partidos amistosos. Jugó tres partidos en La Paz, 1 en Cochabamba, 1 en Santa Cruz, 1 en Santos (Brasil) y 1 en Buenos Aires (Argentina). Su record es impecable: 7 partidos, 7 triunfos; invicto. Sus equipos anotaron la friolera de 27 goles (casi 4 goles por partido) y recibieron 11. Pelé anotó 6 goles (sólo 1 en partido oficial) en esa secuencia de encuentros: 2 goles a Bolívar, 1 a Bolivia, 1 a la Selección de Cochabamba, 1 a The Strongest y 1 a Oriente Petrolero. No pudo hacerle goles a Municipal en los dos partidos en que lo enfrentó.

«PELÉ CORRIÓ EN LA ALTURA Y DEMOSTRÓ QUE FUE EL MEJOR»

Tito de la Viña es el periodista boliviano que más autoridad tiene para describir a Pelé, porque hizo seguimiento minucioso a su carrera. De su libro «Hechos y Protagonistas del Deporte Boliviano» (2013), EL DIARIO, rescata un párrafo que hoy, después de la muerte de El Rey, cobra valor histórico:

«(…) Cuando Santos vino a La Paz, no jugó con la fama de Pelé o Zito, o Gilmar o Edú, o cualquiera de sus grandes figuras. Todos tuvieron que correr y demostrar por qué eran ‘cracks’ del fútbol mundial. Y el más grande, Pelé, tuvo que demostrar corriendo y jugando por qué era el mejor de todos. Y lo demostró.

Qué lección más extraordinaria para los que pretenden llegar a los más elevados planos del fútbol mundial, y qué demostración para los detractores de la altura (…). De los 1.200 goles que hizo, de volea, con pelota parada, con la cabeza, con el taco, de punta, con el empeine, de chilena, como el que le hizo a Arturo Galarza, con el pecho y hasta de rodilla; el más festejado fue el número 1.000 y fue de penal, frente a Vasco Da Gama (…)».

Fuentes:

El Diario (30 de diciembre de 2022) El mensaje de ‘O Rei’ a los jóvenes bolivianos. https:// www. eldiario. net/portal/2022/12/30/ el-mensaje-de-o-rei-a-los-jovenes-bolivianos/

Historia del Futbol Boliviano. Pelé Frente a Equipos Bolivianos. https:// historiadelfutbolboliviano. com/2021/05/04/pele-frente-a-equipos-bolivianos/

NoticiasBo (30 de diciembre de 2022) Pelé corrió en la altura y demostró que fue el mejor. https:/ /www. noticiasbo. com/ Pele-corrio-en-la-altura-y-demostro-que-fue-el-mejor--.html

Fotos: (izquierda) La espectacular chilena de Pelé, el segundo contra los celestes y el mejor de los seis goles que anotó ante equipos bolivianos, uno de los más destacados de su carrera. (Derecha) Rene Rada y Pelé. El mediocampista boliviano le había entregado un casco de minero. Intercambiaron camisetas.


EL ATAQUE DE MELGAREJO A LAS FUERZAS DEL “TATA” BELZU

 


Manuel Isidoro Belzu el “tata” cansado de luchar con sus opositores dimitió a la presidencia del país en agosto de 1855 y salió al exilio a Europa.

Tras una larga estancia de diez años en Europa, Belzu (se dice que) se alzó contra el general Mariano Melgarejo. Apoyado por el pueblo, obtuvo una victoria sobre las fuerzas gubernamentales “melgarejistas” , pero, en la confusión de la batalla, Melgarejo logró entrar al Palacio Quemado, donde se encontraba Belzu y lo asesinó. 

En esta oportunidad les traemos los pormenores de la llegada de Belzu a La Paz y la Batalla contra las fuerzas de Melgarejo, según la pluma de Augusto Cespedes en su obra: Las Dos Queridas del Tirano.

EL “TATA” BELZU LLEGA A LA PAZ

En La Paz no hacían consonantes sino barricadas. Organizar su popularidad era el problema de Belzu rebasado por las multitudes que seguían siendo tan belicistas como 10 años antes. Él no había hecho la Revolución. Encontró que el pueblo se la hacía a manera de bienvenida. Desde su aparición en Corocoro a 20 leguas de La Paz, allá donde llegaban los soldados le presentaban armas y los paisanos le alzaban en hombros. A la noticia de su aproximación el pueblo paceño había inundado las calles como una araña a la mosca atrapado a la columna del orden. Los soldados dejaron solo al coronel Cortés que tuvo que huir. “Ese día y el siguiente los caminos se llenaron de largas hileras de peregrinos, les parecía un sueño. ¡ ya esta en Viacha¡ ¡ya está ya está en El Alto¡ Escenas de apoteosis, el hombre no pisaba el suelo, seguíanlo pueblos enteros contemplándole maravillados y los que estaban lejos pedían a gritos que los dejaran acercarse para tocarlo, y convencerse de que no era una ilusión. ¡Tata Belzu, Tata Belzu¡ Desde El Alto hasta el Palacio como en sueños. “Los viejos le llevaban sus hijos equipados para el combate, las señoras le enviaban armas cargadas por su mano y adornadas con ramilletes de flores, las verduleras y fruteras del mercado le llevaban dinero, los jóvenes mas apuestos de la ciudad se le presentaron armados de rifles, niños de todas edades y condiciones solicitaron constituirse en su guardia personal”.

Belzu se anonada bajo el peso de su popularidad. Ya no es él fogoso coronel de bicornio emplumado, el de la barba árabe en curva homologa a su sable demasquinado siempre listo al  ataque. Refinado, europeizado, sumergido súbitamente en la plebe después de 10 años, sin un período de readaptación tiene que enfrentar el solo el choque con el tumulto popular. Le falta su estado mayor exterminado por Yáñez que le pudiera ayudar a convertir en gobierno el alborozo, el vocerío, las caras nuevas, para organizar las donaciones y usar eficazmente los brazos más entusiastas que bien armados. La velocidad de su encubrimiento no le da tiempo para ordenar la montonera de la emoción popular ni de formar una milicia militar disciplinada. Melgarejo se había llevado todo el equipo bélico, para no exponer la ciudad a la soldadesca melgarejuna Belzu propuso el plan de enfrentarla en el altiplano. Le disuadieron los viejos paceños, sabían que débiles en el campo abierto, dentro de la ciudad son invencibles. En una exploración que hizo Belzu en las proximidades de El Alto, cayó prisionero de la descubierta de Melgarejo, que la muchedumbre quiso linchar. El caudillo la protegió y lo llevó consigo. A última hora se decidió y ordenó la construcción de barricadas, confiándolas a la ingeniería popular. “hombres, mujeres y niños acudían cargando adobes, piedras y toda especie de materiales. Luego, transformados de cargadores en ingenieros trabajaron toda la noche a la luz de las fogatas. A la mañana siguiente, como por encanto, la plaza se hallaba circuida de fuertes barricadas y el pueblo, ebrio de entusiasmo, armado solamente de 180 fusiles, espero. Belzu inspección o las barricadas, recibido con gozosas aclamaciones”.

La ingeniería popular improvisó durante la noche barricadas en las calles del  Comercio, Santa Bárbara, San Pedro, La Merced, Villamil, el Tambo, en el puente Socabaya y se apostaron tiradores en las torres de los templos.

MELGAREJO ATACA

Entretanto Melgarejo con su ejercito e 1600 hombres bien armados se aproxima a la hoya de La Paz.

A las 11:00 de la mañana la infantería, caballería y artillería entraron a la ciudad con un perfecto plan de combate, atacando por 4 puntos. La tostadera resonó en la cuenca durante cuatro horas de combate. Los batallones asaltantes eran rechazados allá donde se metían. Las barricadas resultaron inexpugnables, en las cuestas las zanjas impedían el rodado de los cañones, la caballería tropezaba y desde ventanas y desde las torres de Santo Domingo los francotiradores cazaban a los melgarejistas. En la calle del Comercio -relata campero- para hacer pasar un cañón sobre una fosa abierta a lo ancho de la calle se usó como puente 2 “hojas o manos de la gran puerta que fueron arrancadas de su quicio por algunos corazones y conducidas por los mismos a la zanja, si bien con pérdida de los 2 ellos”. También los defensores hicieron fracasar el principal ataque, dirigido contra la barricada de la Merced con soldados “que penetraron por las puertas traseras del convento, forzadas a cañonazos, como las del templo mismo que fue teatro de un sangriento combate”.

Relato anónimo informa que “Melgarejo se constituyó allí en persona, con sus mejores materiales de guerra; cañones, jefes y soldados ofreciéndolos al holocausto inútil a los tiros de la barricada, mientras él se mantenía cubierto. Esto explica como en aquella matanza horrible que cubrió de cadáveres el atrio y una parte del templo, él sólo quedó ileso. Entonces desesperado de todo expediente, hizo alto de combate y fue a vagar solo por las inmediaciones desiertas que estaban abrigo de los fuegos”. En cambio, sin mucho alarde, es perceptible la acción serena y valerosa de Campero.

Va cesando el fuego. La cubicuidad del pueblo agota el ímpetu de los atacantes, que sienten por todos lados la presencia del pueblo sin armas que espera el momento de rematar a los melgarejistas. “Contemplaban con espanto su desesperada posición. Su derrota estaba consumada y no les quedaba ni un recurso de fuga, pues los que no podían huir eran perseguidos por el pueblo que se hallaba fuera de las barricadas”.

Melgarejo con su escolta vaga en las calles desiertas. Sólo queda el olor de la pólvora. Ya no se oyen sino tiros aislados. le informan que sus soldados han dejado de atacar y algunos, pegados a las paredes, saltando de quicio en quicio, agitan sus gorras pidiendo cuartel a gritos. Jefes y oficiales se han pasado a confraternizar con  los belcistas que los reciben alborozados.

Fuente: Las Dos Queridas del Tirano. De: Augusto Cespedes.

EL “VALE UN PERÚ” QUE “VALE UN POTOSÍ”

 

Plaza principal de Potosí, al fondo se observa el Cerro Rico.

Por: Juan José Toro (*) / Tomado de: https://www.lostiempos.com/sites/default/files/edicion_online/oh_webb_13_nov.pdf

Aunque existe desde tiempos inmemoriales y la ciudad corresponde, históricamente, a los últimos tiempos, pocos accidentes geográficos están tan vinculados a un conglomerado urbano como el Cerro Rico a la Villa Imperial de Potosí.

Tan unidos están ambos en el imaginario popular que muchos autores los confunden al referirse indistintamente a uno y otra.

Gunnar Mendoza apuntó que la admiración que causa el “rey de los montes” ha motivado toda una “literatura apologética de Potosí que a partir del descubrimiento del Cerro se fue renovando sin cesar hasta constituir toda una modalidad expresiva. Monte excelso y su equivalente en quechua Súmaj Orkjo, ‘Vale un Potosí’, etc. son fórmulas mínimas de una retórica cuyo caudal corre parejas con la cuantía misma de la plata extraída de los senos del Cerro, y que acaba resonando con eco nostálgico en el apelativo de otras montañas y otras minas (Nuevo Potosí, San Luis de Potosí, etc.) situadas a cientos y miles de kilómetros”.

“La belleza de esta montaña dio motivo a exaltaciones poéticas y a diverso comentario”, dijo, por su parte, el paceño Gonzalo Romero Álvarez Guzmán. Desde Miguel de Cervantes, que dio lugar a la acuñación de la frase “Vale un Potosí”, hasta Arturo Uslar Pietri, decenas de escritores se han ocupado de ella.

Se podría llenar volúmenes enteros con las descripciones y pareceres de cronistas y escritores. Están desde los laudatorios, como Bartolomé Arzáns, hasta los críticos, como Eduardo Galeano. Tan famoso fue el Cerro Rico, y tan famosa hizo a la ciudad que yace a sus pies, que, cuando se quería hablar de riqueza extraordinaria, se decía que “Vale un Potosí”

Pero como Potosí formaba parte del Virreinato del Perú, la frase se hizo extensiva a esa entidad territorial y se convirtió en “Vale un Perú”. Y la frase llegó hasta el periodo republicano, cuando José Santos Chocano escribió que “¡Vale un Perú! Y el oro corrió como una onda. / ¡Vale un Perú! Y las naves lleváronse el metal; / pero quedó esta frase, magnífica y redonda, / como una resonante medalla colonial”.

“Costar o valer un Perú o un Potosí o valer un imperio: todas estas frases están relacionadas y aluden a las minas de oro y plata en Sudamérica”, le dijo el autor del Diccionario de dichos y frases hechas, Alberto Buitrago, a la periodista Analía Llorente de BBC Mundo.

El Perú era un emporio de riqueza y muchas de sus construcciones destinadas al culto estaban adornadas con oro y plata. Los cadáveres momificados de achachilas, particularmente de los incas, estaban forrados en oro y eran objeto de veneración. Todos fueron objeto de saqueo por parte de los españoles. “Viendo Pizarro tanto oro y plata por allí, creyó la grandísima riqueza que le decían del rey Atabaliba”, escribió, por ejemplo, López de Gómara.

“Aunque es el oro tan excelente y precioso, que poca cantidad dél excede en valor a mucha materia de plata, todavía la mayor riqueza que se saca en estas Indias al presente consiste principalmente en la plata, por ser muchas minas por ser muchas más e incomparablemente más abundantes las minas de plata que las de oro”, apuntó, a su vez, el jesuita Cobo.

Es cierto que en el Perú había otras minas de plata, como Castrovirreyna, en Huancavelica, y Hualgayoc, en Cajamarca, pero ninguna llegó a compararse siquiera con las de Porco y Potosí que fueron las que llenaron las arcas de la corona española.

Además, la frase sobre la riqueza en exceso no hacía referencia al Perú, en general, sino a la mina potosina en particular.

La prueba está en el capítulo LXXI de la segunda parte de la obra cumbre de Miguel de Cervantes, “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, en el que se refiere a este diálogo entre el caballero de la triste figura y su escudero, el de la esférica panza, a propósito de unos azotes que este último habría de recibir a cambio de una paga:

—Agora bien, señor, yo quiero disponerme a dar gusto a vuestra merced en lo que desea, con provecho mío; que el amor de mis hijos y de mi mujer me hace que me muestre interesado. Dígame vuestra merced: ¿cuánto me dará por cada azote que me diere?

—Si yo te hubiera de pagar, Sancho — respondió don Quijote—, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote.

Como se ve, Cervantes pone, en labios de Don Quijote, su parecer sobre la plata de la Villa Imperial, conocida por él solo por lecturas y oídas: es tanta y tan abrumadora que es sinónimo de excesiva riqueza.

La mención de Potosí en la obra de Cervantes es repetitiva. Poco antes, también en la segunda parte del Quijote, en el capítulo LX, vuelve a mencionar a la ciudad, ya no solo al cerro o a sus minas, al referirse al caballo de madera que unos duques ponen frente a Don Quijote y Sancho Panza, asegurando que se trata de un corcel volador llamado Clavileño el Alígero, y les instan a montarlo. El famoso caballero andante asegura conocer al animal e incluso su procedencia: “De allí le ha sacado (el gigante) Malambruno con sus artes, y le tiene en su poder, y se sirve dél en sus viajes, que los hace por momentos por diversas partes del mundo, y hoy está aquí, mañana en Francia y otro día en Potosí”.

Pero no solo hay referencias a Potosí en el Quijote. Una investigadora de la obra de Cervantes, Adriana Arriagada de Lassel, dice que el escritor convierte el nombre de Potosí en adjetivo en “El rufián dichoso”, comedia escrita entre 1605 y 1615, en la que hablaría de “una mina potosisca”. Pese al dato, varias revisiones a esa pieza teatral no permitieron encontrarlo. Sin embargo, allí aparece este verso:

“¿No has visto tú por ahí

mil con capas guarnecidas,

volantes más que un neblí,

que en dos barajas bruñidas

encierran un Potosí?”.

Como para despejar cualquier duda al respecto, cada vez que Cervantes habla de Potosí, lo hace para graficar mucha riqueza. Arriagada misma lo dice: “Encontramos en Cervantes el uso de un vocabulario propio a las circunstancias de la época: un ‘perulero’ es un español establecido en Perú, pero es también un hombre rico y si algo vale mucho, vale un Potosí”. Así, en “La entretenida”, don Ambrosio le dice lo siguiente a Cristina: “Amiga, por tu industria y tu fatiga, este pobre premio toma. Y prométete de mí montes de oro, que bien puedes” a lo que la aludida responde que “la menor de tus mercedes suele ser un Potosí”. En la misma obra, el personaje Muñoz exclama “¡Qué bien trazada quimera! Si ella llega a colmo, espero un Potosí de barras y dinero”.

En su última novela, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, publicada después de su muerte, Cervantes vuelve a citar a Potosí como mina, en el capítulo noveno del tercer libro: “En esos dos baúles que ahí están, donde llevaba recogida mi recámara, creo que van hasta veinte mil ducados en oro y joyas, que no ocupan mucho lugar, y, si como esta cantidad es poca, fuera la grande que encierra las entrañas de Potosí, hiciera della lo mismo que desta hacer quiero”.

Ahí van no una ni dos sino hasta cinco muestras de que, al hablar de una gran riqueza, Cervantes no se refería al Perú, en general, sino a Potosí, en particular. Por eso, y no por otra cosa, incluyó a Charcas entre los cuatro posibles lugares dónde desempeñar un cargo público y, concretamente, pidió el corregimiento de La Paz.

“Pide y supplica humildemente quanto puede a V.M. sea seruido de hacerle merced de un officio en las yndias de los tres o quatro que al presente están vaccos, que es el vno la contaduría del nuebo Reyno de granada, o la gouernacion de la probincia de Soconusco en guatimala, o contador de las galeras de Cartagena, o corregidor de la ciudad de la Paz”, dice una parte de la carta que el escritor envió al rey Felipe II el 21 de mayo de 1590.

La divulgación de este hecho dio lugar a que la Alcaldía de La Paz declare “Corregidor perpetuo” de esa ciudad a Cervantes el año 1962.

En su El mundo desde Potosí, publicado en 2001, Mariano Baptista aseguró que “Miguel de Cervantes quiso ser Corregidor de La Paz para estar cerca de Potosí” y en septiembre de 2016, durante la Feria Internacional del libro de La Paz, el investigador Andrés Eichmann confirmó esa teoría al señalar que “Cervantes quería vivir en La Paz para encontrar ‘interlocutores dignos de ese nombre’ y que entre esa ciudad, Potosí y Lima vivían por lo menos once admirados escritores”.

“El investigador añade varios otros nombres de poetas que vivieron en estas tierras, pero en Potosí, al sur de La Paz, que era una de las urbes más pobladas del mundo debido a la plata de su Cerro Rico, que aún hoy sigue explotándose”, dice la nota que añade que “en Potosí también pasaron un tiempo Diego Mejía de Fernangil, que traduce al castellano ‘Las Heroidas de Ovidio’; Diego de Ocaña, autor de la comedia ‘Nuestra señora de Guadalupe y sus milagros’, y Enrique Garcés, traductor del ‘Cancionero’ de Petrarca, entre otros”.

“Quizá el deseo de conocer Potosí fue lo que animó a Cervantes para solicitar un cargo real en el Perú, que no logró”, agrega, por su parte, Varela.

La investigadora española también se refiere al “Vale un Potosí” de Cervantes y añade que “en uno de sus famosos sermones, un jesuita portugués, el padre Antonio Vieira, soñaba con ‘un paraíso terrestre lleno de flores (...) un Potosí, próspero’. Pero no sólo en la literatura ibérica aparece Potosí como un sueño dorado; también en la inglesa la expresión ‘as rich as Potosí’ se encuentra con frecuencia, y hasta el capitán John Smith, el fundador de Jamestown en Virginia, declaró a un amigo en una ocasión: ‘No se permita que lo ordinario de la palabra pescado lo desagrade, pues le proporcionará algo bueno (…) oro como las minas de la Guayana o Potassie (Potosí), con menos azar y carga y más certidumbre y facilidad’. En fin, la reputación del Cerro alcanzó a los más lejanos confines de la tierra y hasta el jesuita Mateo Ricci lo incluyó en su mapamundi chino con el nombre de Monte Pei-tu-hsi”.

Entonces, no se trata de regionalismo simplón ni chabacanería. Tal vez Potosí no haya llegado a ser el centro de la literatura universal, pero, como se ha demostrado, inspiró incluso al autor más importante del idioma español.

(*) Este texto es un fragmento del primer tomo de Literatura y coloniaje, el libro que el autor publicará con motivo de la efeméride del 10 de noviembre.

20 DE NOVIEMBRE DE 1944. LOS ASESINATOS DE CHUSPIPATA EN 1944

 


El Gobierno de Villarroel práctico una política represiva a cargo de los jefes encargados del control político. La excesiva represión estatal tuvo como corolario el fusilamiento de renombrados personajes de la oposición que intentaban desestabilizar al gobierno. El frustrado golpe de Estado de noviembre de 1944 terminó con la ejecución de 10 golpistas y 4 reconocidos personajes. Luis Calvo, Félix Capriles, Carlos Salinas y Rubén Terrazas fueron fusilados y luego despeñados de las alturas de Chuspipata, en la provincia Nor Yungas de La Paz.

El impacto de tal brutalidad fue muy fuerte sobre todo en sectores de clase alta y media de las ciudades. Fue el comienzo del fin del gobierno de Gualberto Villarroel.

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MELGAREJO LE ROBA LA MULA A UN CURA


Por tradición los soldados del batallón “Legión” sabían lo que les esperaba. Aguerridos y hambrientos se habían sublevado sorprendiendo a los oficiales de guardia. El sargento Melgarejo se ascendió en una casaca y charreteras de coronel, abrió con una bayoneta la caja del cuerpo, repartió los quintos y tomines de plata y todos salieron a atacar la Fortaleza. Rechazados a cañonazos, se replegaron a consolarse con el saqueo de 3 o cuatro casas de Oruro incluida la del tesorero que guardaba de 5 a 6000 pesos. tiros y fogatas para combatir el frío y azar corderos, vítores al general Ballivián y libre consumo de licor en chucherías y pulperías. Todo un día fue dueña de la ciudad la horda broncínea de mestizos hirsutos, “acostumbrados a morir a bala” en guerras internacionales y civiles. Casacas de lana colorada, pantalones de bayeta blanca, quepis francés y ojotas por calzado, “había 2 del botín y encabezados por sus sargentos emprendieron la fuga tomando unos la dirección de patria y otros la de Toledo”. Entre muertos, heridos y prisioneros cayeron más de 100 en la persecución.
Pero el principal conductor de las tropelías por ver por beber y violar a una mujer del pueblo, se ha quedado dormido en un tugurio te los extramuros. No siente la picadura de las pulgas que libán el dulce alcohol de su piel hasta que le toca la cara un rayo de sol. Tarda en ordenar lo sucedido. Extiende la mano: la mujer ya no está, impresión que le despierta completamente. Puede delatar su escondite. Se incorpora, golpea su cabeza con una viga: rápido, los pantalones, el fusil, la cartuchera, el quepis, el poncho. Asoma la cabeza por la puerta, le deslumbra el Sol. Reconoce que está cerca de la mina, senderos áridos y brillantes, los techos de paja sobre muros de adobe, revisa sus bolsillos y sale, demasiado corpulento para disimular se prefiere marchar arrogante, mirando al frente a unos mestizos cual si estuviera en busca de soldados fugitivos.
Entre pajas bravas y arenas, tan grande como es, debe desaparecer en la pampa bajo el cielo de añil, sin dejar de ser. Siente mucha sed por la resaca alcohólica. Cabrillea el Sol en una delgada corriente que baja del cerro, se echa de bruces, bebe se moja la cabeza y luego toma el sendero de la serranía. Es la región que cruzó en la Revolución del general Guilarte. Con la mano como visera mide por la altura del sol el tiempo quieto entre el espacio azul y los nevados lejanos: cerca del mediodía y unas 30 leguas hasta la frontera del Perú. Divisa que por la ladera vienen indios con su recua de llamas. Muestran recelo, no le entienden, son aimaras. Se detiene en la cuesta y vuelve la cabeza: toda la ciudad de Oruro, con sus techos de paja, su torre y sus calles se le muestra como una manada paralizada en medio de la pampa, tan cerca que parece no hubiera andado una hora. Siempre ha visto parecidos espejismos en el altiplano. Del mismo modo la transparencia del aire diseña nítidamente en la lejanía intacta la figura de un hombre montado en una mula. Se va precisando: sombrero negro, poncho y bufanda de vicuña, nariz colorada, el cura de la capilla del socavón.
“Buenos días, tatay (padre mío). El cura le responde con la bendición para caminantes: “Ave María purísima”. “Sin pecado concebida”, responde el soldado descubriéndose y mostrando el arco superciliar prominente y la frente deprimida. inolvidable fisonomía: “tú eres Melgarejo, ¿no?, ¿qué haces aquí badulaque, soldado suelto?”. El badulaque sonríe, mira la semilla con ojo de conocedor y recurre al quichua, idioma esotérico para la confidencia entre mestizos de como un ancestro: “He sublevado al batallón legión, estoy huyendo al Perú”. Al santo varón le parece de rutina, ni siquiera pregunta por qué ni para quién y esbozó un gesto de resignación. Pero el soldado salta de su premisa a la conclusión: “Ahora tendrás que prestarme tu mulita”. cambia el cura a la ironía: “?yo debo ayudarte a desertar? …No digas son serás sabía que eras medio loco, pero no tanto, yo te di la comunión en la misa de campaña”. “Me acuerdo tatay, no dejarás pues que me fusilen, desmonta nomás por las buenas”. “No desmontaré tú no te atreverás a tocar a un ministro del señor”, pero el gigante mientras pregunta: “?no ves que estoy apurado?”, le pasa los brazos por debajo de sus sobacos, le alza como a un niño y lo pone parado en el suelo. Le alcanza el sombrero de tela: “Lo has hecho caer”. Sacudiendo el polvo del sombrero: “Primero motín, ¿no? Y después asalto, ¿no?, tendrás que responder por los dos delitos!”. “Ajajayllas, preso por cien, preso por mil”. “Hijo me obligaras a andar a pie hasta Oruro, cargando alforjas”. “No porque las alforjas vienen con la mula”. Mira el cura a todos lados, ningún socorro del cielo ni de la Tierra. Murmurando y resoplando mete las manos a la alforja y saca una estola, un breviario y una botella de vino. “No, la botella no”. El sargento tercio el fusil, asegura la cincha y monta. Al partir: “Dios pagarásunqui, tata”. Vuelve entonces el cura al idioma español: “El diablo te lleve, facineroso, ladrón de caminos, sacrílego, carne de patíbulo¡”. Nada más en la pampa infinita bajo el cielo impertérrito: un cura a pie maldiciendo a un sargento montado que inicia su marcha entonando una tonada criolla en quichua:
(Que frio, que brisita helada/ ábreme tu puerta, cholita/ si no la quieres abrir/ devuélveme mi frazada, bandida!)
Las gentes de Oruro al verle llegar a pie, todo polvoriento y derrengado, pensaron que el cura había sido votado por su mula, pero cuando narró el atraco el atraco tuvieron que disimular la risa. Normal es que los soldados se amotinen contra el gobierno, pero solo ese Melgarejo falta además a la Iglesia. “Es el mismo pícaro que incendió la casa mata en el Perú”. Originales fechorías, germen del participio “melgarejada”.
Fragmento de: Las dos queridas del tirano, de Augusto Céspedes.


SORPRESA DE TAMBO NUEVO O MÁS CONOCIDA COMO HAZAÑA DE LOS TRES SARGENTOS EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

 


Después de Vilcapugio, y a pesar de su victoria, las fuerzas realistas carecían de abastecimientos y medios de transporte como para marchar en persecución de las tropas de Belgrano. Este supo sacar partido de tales circunstancias y procuró hostilizar constantemente a sus enemigos por medio de partidas aisladas que los atacaban por sorpresa.
La Sorpresa de Tambo Nuevo, conocida como "Hazaña de los Tres Sargentos" fue una exitosa acción de caballería llevada a cabo por una partida de Dragones del Ejército del Norte (Ejército Auxiliador de las Provincias Interiores) entre el 23 y el 25 de octubre de 1813, en el curso de la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú durante la guerra de la Independencia argentina. Los jinetes incursionaron en primer lugar el cuartel general del coronel realista Saturnino Castro en Yocalla (actualmente en Potosí, Bolivia), para luego atacar el puesto avanzado de Tambo Nuevo.
Después de la derrota del general Manuel Belgrano en Vilcapugio (Oruro, Bolivia), el 1 de octubre de 1813, el grueso del Ejército del Norte se retiró hacia el este, acampando tras varios días de marchas forzadas en Macha. Las pérdidas en hombres y material habían sido considerables, sobre todo en lo que hace a la artillería. No obstante, Belgrano comenzó a reforzar sus desmoralizadas y exhaustas tropas con el apoyo de patriotas locales que se sumaron a sus filas y le proveyeron vituallas.
Pese a su reciente victoria, la situación de los realistas distaba de ser mejor. El general Joaquín de la Pezuela había perdido más de 200 hombres en Vilcapugio, junto con un buen número de mulas y caballos, único medio de transporte viable en el terreno escarpado del altiplano. Una parte del ejército de Belgrano se retiró a la villa de Potosí, bajo el mando del general Eustoquio Díaz Vélez. A mediados de octubre, Potosí se hallaba asediada desde el norte por un escuadrón realista, comandado por el coronel Saturnino Castro, quien se había apoderado del pueblo de Yocalla. El camino entre las fuerzas de Díaz Vélez y las de Belgrano estaba controlado por el enemigo.
Lamadrid sabía que Castro, cuyos informantes locales lo tenían al tanto de los movimientos de su partida, había dispuesto que una compañía le preparase una emboscada en la posta de Tambo Nuevo, un puerto de montaña ubicado a unos 25 km al norte de Yocalla. En la noche del 24, La Madrid y sus hombres escalaron una cuesta detrás de la posta. A la cabeza iban tres soldados como exploración avanzada. Ellos fueron los primeros en llegar a la posición realista. Allí se toparon con un rancho de adobe donde pastaban 50 caballos, mientras que otro rancho estaba custodiado por un centinela. Entre los tres dominaron al custodio y penetraron en el edificio, donde sorprendieron a otros diez hombres durmiendo. Los once fueron tomados prisioneros, aunque más tarde uno de ellos -un sargento- logró escabullirse y dar la alarma. El resto de la sorprendida compañía, pensando que estaban siendo atacados por fuerzas superiores, permanecieron dentro de su refugio, a la vez que intercambiaban disparos con los atacantes.
En sus "Memorias", Gregorio Aráoz de Lamadrid lo relata de la siguiente forma:
“Llega la hora señalada y se me presentan los bomberos (espías) con la noticia de haber dejado (los realistas) en Tambo Nuevo una compañía como de 40 a 50 infantes…. En el acto de recibir esta noticia mandé montar a caballo a mis 14 hombres, incluso el baqueano Reynaga, y… me dirigí a sorprender la compañía, pues ésta venía seguramente (como lo afirmaron después los prisioneros) a tomarme la espalda por la quebrada…. Emprendí mi marcha, en efecto, en esta dirección, mandando por delante a Gómez, Albarracín y Salazar, con los indios que acababan de llegar con la noticia, en clase de descubridores. Seguía mi marcha en este orden, con mi baqueano Reynaga a mi lado, y habían pasado ya algunas horas, cuando se me presenta Albarracín avisándome de parte de Mariano Gómez, que encabezaba la descubierta, que venía en marcha conduciendo prisionera a la guardia (realista). Gustosamente sorprendido con esta noticia pregunté… ¿Cómo han obrado ustedes ese prodigio? Continuando mi marcha, me refiere Albarracín que, al asomar los tres hombres el portezuelo de Tambo Nuevo, habiendo señalado el baqueano el rancho en que estaba colocada la guardia….. aproximándose Gómez al momento, le propuso a sus dos compañeros si se animaban a echarse con él sobre aquella guardia que dormía, y cuyos fusiles se descubrían arrimados a la pared con la luz de la lámpara: habiéndole contestado ellos que sí, se precipitan los tres con los dos indios que los guiaban, sobre la puerta del rancho, y que desmontado Gómez en la puerta con sable en mano, dio el grito de “ninguno se mueva”, a cuyo tiempo, abrazándose de los 11 fusiles que estaban arrimados, se los alcanzó a los dos indios; que enseguida hizo salir y formar afuera a los 11 hombres y los echó por delante, habiéndose colocado el exponente a la cabeza, Salazar al centro y Gómez ocupó la retaguardia, suponiéndose oficial y haciendo marchar a los dos indios con los fusiles por delante. Mientras Albarracín me informaba de todo esto, presentóseme Gómez con sus diez prisioneros (ocho soldados y dos cabos), diciéndome que el sargento que mandaba esta guardia, se le había escapado tirándose cerro abajo al descender por un desfiladero, y que no había querido perseguirlo por temor de exponerse a que pudiesen fugar los demás…”.
Al amanecer, La Madrid inició el regreso a Macha con los 10 prisioneros y las armas capturadas. Los tres soldados fueron ascendidos a sargentos por Belgrano, con el título honorífico de Sargentos de Tambo Nuevo.
La incursión tuvo el efecto inesperado de obligar a los realistas a levantar su asedio a Potosí. Castro, convencido de que su escuadrón estaba siendo acechado por una fuerza combinada de 200 soldados, decidió retirarse a Condo, cuartel general de Pezuela. Su retirada permitió a las tropas del general Díaz Vélez reunirse con el ejército de Belgrano en Macha. La caballería de La Madrid, una vez despejado el camino de enemigos, alcanzó el sitio donde había tenido lugar la Batalla de Vilcapugio, donde halló los cuerpos sin vida de varios camaradas, a los que dió cristiana sepultura. En ese lugar erigió dos picas, donde clavó las cabezas de los realistas ejecutados por Belgrano. Un cartel fue colocado en las picas con la leyenda por perjuros.
Fuentes:
Mitre, Bartolomé. Historia de Belgrano.
Lamadrid, Gregorio Aráoz de. Memorias
La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

INAUGURACIÓN CAMINO TARIJA – VILLA MONTES

 


 

CRONOLOGÍA HISTÓRICA DE 90 AÑOS DE OLVIDO E INDIFERENCIA 1931 – 2021

Por: ELÍAS VACAFLOR DORAKIS. / Nuevo Sur, 29 de septiembre de 2021

INTRODUCCIÓN

El 2 de agosto de 1927 el Presidente Constitucional Hernando Siles Reyes promulgó el Decreto Supremo de Especificaciones Técnicas a las que se sujetarán las empresas interesadas en participar de la Construcción de Caminos en la República. Asimismo, especifica la necesidad de la construcción del camino Tarija a Villa Montes.

El 29 de abril de 1928, el Ing. Maurice Mollard (Francés), Jefe de la Unidad de Topografía y Vialidad dependiente del Ministerio de Fomento y responsable del estudio de la ruta Tarija – Villa Montes, falleció en el lugar llamado El Cóndor, luego de un accidente de trabajo.

Por Resolución Suprema de 13 de julio de 1928 se aceptó la oferta de 80.000 bolivianos hecha por la Standard Oíl C. Oficina Bolivia para la construcción de caminos en la región petrolera del Sudeste de la República.

Por Decreto Supremo de 19 de julio de 1928 del Gobierno Constitucional de Hernando Siles Reyes, se convocó mediante licitación pública nacional para la presentación de propuestas para la construcción del Camino de Segunda Clase Tarija a Villa Montes en cuatro Secciones de acuerdo a las especificaciones insertas en el Decreto Supremo de 2 de agosto de 1927.

 

Los tramos:

Tarija – Cóndor (km. 0 al 50: 50 kilómetros).- Comprende a su vez dos secciones: en la primera, de Tarija a Santa Ana, el camino existe, pero necesita mejoramiento en gradientes y curvas, mediante variantes nuevas y obras de arte para que la vía sea permanente; en la segunda, de Santa Ana al Cóndor (km. 50), falta la construcción de algunas obras de arte.

El Cóndor – Pajonal (Km. 50 al 105: 55 kilómetros).- Es necesario hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo el trazo: Cóndor, Quebrada del Tambo, Narváez, Angosto de Narváez, Cuesta de Castellanos y Pajonal.

Pajonal – Chiméo (Km. 105 al 160: 55 kilómetros).- Lo mismo que en la sección anterior, se precisa hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo el trazo Pajonal, Cuesta de San Simón, Tacuarandí y Chiméo.

Chiméo – Villa Montes (Km. 160 al 235: 75 kilómetros).- Igual que en la sección anterior, es necesario hacer estudios definitivos de detalle y construir el camino siguiendo la ruta Chiméo, Isiri, Angosto del Pilcomayo y Villa Montes.

La longitud total de la obra fue de aproximadamente 260 kilómetros desde Tarija hasta el ingreso a Villa Montes.

Las propuestas deberían presentarse en pliego cerrado al Ministerio de Fomento en la Ciudad de La Paz hasta horas 14:00 del 20 de agosto de 1928. Pasado este término, se procedería a la apertura de las propuestas ante autoridades del Ministerio de Fomento y representantes legales de las empresas concursantes.

Por Resolución Suprema de 10 de octubre de 1928 se aceptó las propuestas presentadas por la Empresa Brozovic y Compañía para la construcción de los tramos primero y tercero (Tarija – Cóndor, Km. 0 al 50 y Pajonal – Chiméo, Km. 105 al 160); y de Víctor Navajas Trigo, para el tramo segundo (Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105), del camino Tarija – Villa Montes.

Por Resolución Suprema de 11 de octubre de 1928 se autorizó la suscripción del Contrato con Víctor Navajas Trigo para la construcción del segundo tramo Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105), del camino Tarija – Villa Montes.

Por Resolución Suprema de 24 de octubre de 1928 se autorizó la suscripción del Contrato con la Empresa Brozovic y Company para la construcción de los tramos primero y tercero del camino de Tarija a Villa Montes (Tarija – Cóndor, Km. 0 al 50 y Pajonal – Chiméo, Km. 105 al 160)

Por Resolución Suprema de 7 de noviembre de 1928 se autorizó al Concesionario Víctor Navajas Trigo a substituir la garantía de ejecución del segundo tramo del camino Tarija – Villa Montes (Cóndor – Pajonal, Km. 50 al 105)

El 26 de noviembre de 1928, en Acto Oficial presidido por el Prefecto y Comandante General del Departamento de Tarija, Cnel. Arturo Núñez del Prado y los Empresarios Brozovic y Mavric, invitados especiales y pueblo en general, se inauguraron las obras para la construcción del camino de automóviles Tarija – Villa Montes.

Mediante Resolución de 6 de febrero de 1929 se subsanó un error en el inciso V de la cláusula 5º (precios unitarios), del contrato suscrito con la Empresa Brozovic y Compañía para la construcción de los tramos primero y tercero del camino Tarija – Villa Montes.

El 6 de febrero de 1929 la Resolución Suprema autorizó proceder a las aclaraciones en la Escritura suscrita con la Empresa Víctor Navajas Trigo de fecha 13 de octubre de 1928 para la construcción del segundo tramo del camino Tarija – Villa Montes.

En la Sesión Ordinaria de la Cámara de Diputados el 19 de octubre de 1929, los Diputados por Tarija Octavio O’Connor d’Arlach y Pino Ichazo, lograron la aprobación de la Minuta de Comunicación dirigida al Poder Ejecutivo (Ministerio de Obras Públicas), para que la Empresa Brozovic Mavric, modifique el diseño original de la Sección Pajonal – Chimeo, concretamente que el camino ingrese a la localidad de Entre Ríos y; desde ahí, se dirija a Chiméo. La Empresa Brozovic Mavric, apoyó la solicitud y procedió al cumplimiento de la Orden de Servicio.

Mediante Resolución Suprema de 25 de marzo de 1930 el Ministerio de Fomento autoriza la ampliación del Contrato suscrito con la Empresa Brozovic y Cía., para los trabajos de la 4° Sección Chiméo – Villa Montes (75 kilómetros), y fija las bases técnicas y económicas a base de la propuesta efectuada por la misma empresa por el monto de 330.000 bolivianos y; también se prevé la construcción de un puente –de 80 metros de luz- sobre el Río Pilcomayo de acceso a la población de Villa Montes.

La Comitiva Nacional para participar del Acto de Inauguración y puesta al servicio público del Camino de Segunda Clase Tarija – Villa Montes, partió el domingo 27 de septiembre de 1931 desde la Plaza Luis de Fuentes y Vargas (así denominada ese año en remplazado de Plaza Andalucía), en 20 automóviles a las 08:00 horas rumbo a Entre Ríos, donde arribaron aproximadamente a las 17:00 horas y fueron recibidos por César Velásquez (Presidente de la Junta Municipal) En horas de la noche los empresarios Brozovic y Mavric ofrecieron una cena a los distinguidos visitantes en instalaciones de la Subprefectura de O’Connor donde fueron recibidos por el Subprefecto Luis Tejada Urquidi.

Luego de pernoctar en Entre Ríos, el lunes 28 de septiembre la Comitiva partió y; a horas 17:00 horas, se procedió al programa establecido. El primer lugar, hizo uso de la palabra el Director General de Obras Públicas Juan Pinilla, luego el Ing. Andrés Mavric y finalmente procedió a la bendición de la obra e Obispo de la Diócesis de Tarija Mons. Ramón María Font. Por lo tanto, en ocasión de conmemorar el Primer Centenario de la Creación del Departamento de Tarija (Ley de 24 de septiembre de 1831, promulgada por el Presidente Constitucional de Bolivia, Andrés de Santa Cruz), en El Angosto del Río Pilcomayo, cerca de Villa Montes, en presencia de los Ministros de Comunicaciones y de Instrucción Pública, Florián Zambrana y Bailón Mercado, autoridades nacionales y departamentales y el Director del periódico tarijeño La Opinión, Carlos Picardo, se inauguró oficialmente el camino carretero Tarija – Villa Montes. En esa ocasión, y por las elevadas temperaturas, falleció durante el Acto el Diputado por el Departamento de Oruro, Eduardo Zapcovic.

Las propuestas originales arrojaron un Presupuesto Total de cinco millones y medio de bolivianos y; se preveía su conclusión hasta el 31 de diciembre de 1929. Lamentablemente, por una serie de factores, particularmente de tipo económico, la carretera fue concluida un año y nueve meses después; es decir, a inicios de septiembre de 1931. La obra, se desarrolló durante los Gobiernos Constitucionales del Dr. Hernando Siles Reyes (1927 – 1931), y Dr. Daniel Salamanca Urey (1931 – 1934) Al momento de la inauguración el Estado boliviano tenía una deuda pendiente de más de 250.000 bolivianos con la empresa Brozovic Mavric Cía. Las empresas que se hicieron cargo de las obras, fueron: Brozovic Mavric Cía., y Juan Navajas Trigo.

Peter Brozovié Vlastelié, nació en Bribira (Croacia), el 14 de octubre de 1900. Hijo legítimo de Vinko Brozovié y Vlastelich Marija. Llegó a Buenos Aires en 1925 junto a otros seis connacionales: Andrés Mavric Barac, Carlos Mavric Barac, Esteban Katunar, Vladimir Tominc y Rafael Vlascovic, y se trasladaron a La Quiaca (Argentina), e ingresaron a inicios de 1926 a Bolivia. Posteriormente, se dirigieron a Oruro para dedicarse a las actividades vinculadas a la minería y la construcción.

Después de concluida la obra del camino Tarija – Villa Montes, Brozovic se trasladó a la Ciudad de Tarija donde contrajo nupcias con Dominga Farfán Maras, y tuvieron cinco hijos: Milton, Zorka, Pedro, Danitza y Lluvitza.

Falleció en la Ciudad de Tarija el martes 13 de septiembre de 1977 y; sus restos mortales, se encuentran en el Cementerio General de la Ciudad de Tarija.

Andrés Mavric Barac, nació en Croacia (1890) Junto a su hermano mayor Carlos Mavric Barac (1873), y un reducido grupo de compatriotas llegaron en 1925 a América del Sur (Buenos Aires, Argentina), e ingresaron a Bolivia por La Quiaca (Argentina) y Villazón (Bolivia), en 1926. Ambos hermanos junto a Peter Brozovié Vlastelié conformaron una empresa constructora legalmente acreditada en Bolivia y participaron en varias licitaciones públicas promovidas por autoridades del Poder Ejecutivo para la construcción de obras públicas de envergadura en el ramo de la infraestructura ferroviaria (Potosí, 1927), y vial (Tarija, 1928)

Su hermano Juan Mavric Barac, nació en Croacia (24/IX/11903), llegó a América del Sur (Argentina), en finales de 1927. Se trasladó a La Paz, donde contrajo nupcias en 1936 con Alcira Aliaga Encinas (La Paz) Se trasladaron a la Ciudad de Tarija e instalaron en el Barrio La Pampa (Avenida Potosí) y; tuvieron cuatro hijos: Jorge (Tarija, 1938), Carlos (Tarija, 1940), Armando (Tarija, 1942), y Ángel (Tarija, 1948) Además importa decir que los hermanos Mavric Barac, después de cumplir sus deberes militares en su país de origen, emigraron a Sudamérica.

Juan Mavric Barac, después de la Guerra del Chaco (1932 – 1935), se desempeñó como Jefe de Vialidad de la Alcaldía de la Villa Montes. Falleció el 7 de marzo de 1990 en la Ciudad de Santa Cruz.

Lucas Mavric Barac, otro hermano del que no pudimos obtener mayores referencias, falleció el 9 de febrero de 1931 cerca de La Galería durante los trabajos finales del tramo a Villa Montes. Sus restos mortales, se encuentran en el Cementerio Viejo de San Antonio, cerca de la Ciudad de Villa Montes. No dejó descendencia.

El Cnel. Arturo Núñez del Prado (Prefecto del Departamento de Tarija), falleció a mediados de junio de 1930 alevosamente asesinado por insurrectos del Partido Comunista de Bolivia que lo emboscaron junto a la tropa del Regimiento de Tarija en el sitio llamado El Salitre (Tarija), frontera sur con Argentina, para dirigirse a la Ciudad de Tarija después de haber saqueado al indefenso pueblo de Villazón.

Ese año de 1931 se inauguraron dos emblemáticas obras: Casa de Gobierno (6 de agosto, actual Edificio de la Gobernación), y el Camino Tarija – Villa Montes. Las autoridades que participaron del Acto de Inauguración, fueron:

Florián Zambrana (Ministro de Comunicaciones)

Bailón Mercado (Ministro de Instrucción Pública)

Juan Pinilla (Director de Obras Públicas – Ministerio de Fomento – La Paz)

Carlos Paz Arce (Prefecto de Tarija, 1931)

Tomas O’Connor d’Arlach (H. Alcalde Municipal de Tarija)

Ramón María Font (Obispo de la Diócesis de Tarija)

Luis Tejada Urquidi (Subprefecto Provincia O’Connor)

Pedro Brozovic Vlastelie (Empresario)

Andrés Mavric Barac (Empresario)

Plácido Sánchez (Presidente Cámara de Senadores de Bolivia)

Juan Navajas Trigo (Empresario Constructor, Tarija)

Arturo Molina Campero (Senador de la República)

Bernardo Navajas Trigo (Senador de la República)

Octavio O’Connor d’Arlach (Diputado Nacional por Tarija)

Julio Pantoja Estenssoro (Diputado Nacional por Tarija)

Eduardo Zapcovic (+ Diputado Nacional por Oruro)

Maurice Mollard (+ Francia)

Chiavella (Italia)

Block (EEUU)

Kelming (EEUU)

Carlos Picardo (Director Semanario La Opinión)

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y HEMEROGRÁFICAS

Las Fiestas del Centenario – De la Ley que elevó a Tarija a la Alta Categoría de Departamento de Bolivia – 1831 – 24 de septiembre – 1931. Edición Pro Centenario Imprenta de J. Mauro López. Tarija, noviembre, 1931

Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia (ABNB) Colecciones de Anuarios Legislativos 1927 – 1932

Archivo Histórico de Tarija (AHT) Colecciones de Anuarios Legislativos 1927 – 1932

Centenario de Creación del Departamento de Tarija 1831 – 1931. Informe de Actividades por la Prefectura de Tarija y la Comisión de Festejos (Tarija, octubre de 1931)

Historia Vial del Departamento de Tarija. Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2011)

Semanario Boletín Antoniano (Tarija, 1919, 1928)

Semanario La Opinión (Tarija, 1922, 1929, 1935)

Periódico El Norte (La Paz, 1930)

Periódico El Diario (La Paz, 1930, 1931)

Periódico Última Hora (La Paz, 1930, 1931)

Periódico La Razón (La Paz, 1931, 1933)

Periódico La Republica (Sucre, 1931)

Entrevistas: Ing. Pedro Brozovic Farfán (Tarija), Prof. Juan Edilberto Rivera Brozovic (Tarija), Armando Mavric Aliaga (Yacuiba), Jorge Mavric Aliaga (Santa Cruz), Juni Villavicencio Mavric (Santa Cruz de la Sierra)

 

IGNACIA ZEBALLOS TABORGA

 


Historias de Bolivia

Ignacia Zeballos Taborga enfermera boliviana que participo en la denominada guerra del Pacifico en sus escritos y testimonios revela dos valiosos datos, como por ejemplo que al inicio de la guerra, ella se encontraba en Puno (Perú), así lo cita Oporto (2022) “Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”.

Zeballos en su testimonio también habla de una hija: “al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”.

Por lo tanto, se puede concluir que Ignacia Zeballos se encontraba en Perú y que dejó una hija para salir en defensa de la integridad nacional.

Datos

Ignacia Zeballos Taborga nació en La Enconada, Santa Cruz, Bolivia el 27 de junio de 1831 y falleció en la ciudad de La Paz, Bolivia el 5 de septiembre de 1904.

El 17 de junio de 1948, el Presidente Enrique Hertzog mediante decreto supremo Nº 1232 instruyó que la Escuela Nacional de Enfermeras de La Paz sea nombrada “Ignacia Zeballos” en honor a esta valerosa mujer.

Sobre la batalla del 26 de mayo

Supuestamente existe un escrito de lo que vio después de la batalla del 26 de mayo, Una publicación del Ministerio de Defensa de Bolivia (2012) lo transcribe de la siguiente manera:

“Al día siguiente me dirigí al lugar donde fue la batalla, llevando carne, pan y 4 cargas de agua, acompañada de dos sanitarios; al pasar por ese lugar y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloró sangre…el cuadro no sólo era de mortandad, tenía un elemento vivo , pero mucho más triste que la figura de los muertos; mujeres vestidas con mantas y polleras descoloridas, algunas cargando una criatura en la espalda o llevando un niño de la mano, circulaban entre los cadáveres; encorvadas buscando al esposo, al amante y quizás al hijo, que no volvió a Tacna. Guiadas por el color de las chaquetas, daban vueltas a los restos humanos y cuando reconocían al que buscaban, caían de rodillas a su lado, abatidas por el dolor al comprobar que el ser querido al que habían seguido a través de tantas vicisitudes, tanto esfuerzo y sacrificio, había terminado su vida allí, en una pampa maldita, de una manera tan cruel, desfigurado por el proyectil polvoriento y ensangrentado, convertido en un miserable pingajo de carne pálida y fría que comenzaba a descomponerse bajo un sol sin piedad y un cielo inmisericorde, ¡Oh Rabona boliviana, tan heroica como los guerreros yacentes!, la más anónima de los héroes anónimas”  (Min. Def. 2012, pp. 18-19)

Bibliografía

Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia (2012) Mujer y FF.AA. en el Estado Plurinacional de Bolivia (P. 18). La Paz: Ministerio de Defensa del Estado Plurinacional de Bolivia.

Oporto, L.  (24 de abril de 2022). Las heroicas mujeres en la Guerra del Pacífico. Ahora El Pueblo, Suplemento Crónicas, pág. 2 y 3.

 

 

LAS HEROICAS MUJERES EN LA GUERRA DEL PACÍFICO

 


Por: Luis Oporto Ordóñez/Crónicas/ 24 de abril de 2022, Periódico Ahora El Pueblo.


Paralelo al curso de la guerra, el Obispo Juan de Dios Bosque, primer presidente de la Cruz Roja Boliviana, organizó a las matronas de La Paz para reunir insumos para equipar las Ambulancias y bordaron un estandarte para el cuerpo y los enviaron al frente de guerra.

nta Ana procedentes de Italia, el 20 de enero de 1879, para atender a los heridos. “Por un rasgo de exquisita delicadeza, las señoras de la ambulancia “Arequipa” recibieron a nuestros heridos en las camas que de antemano les tenían preparadas. A la mañana siguiente, después de ayudar a la curación, procedieron a distribuirles la dieta y el vino obsequiado por el señor Valdez y a alistarlos del mejor modo posible para la continuación de nuestra marcha”.

Dalence recogió los nombres de Andrea Rioja de Bilbao, Ana M. de Dalence, María N. vda. de Meza y su hija Mercedes, que integraron el cuerpo de ambulancias, atendiendo a heridos, tomando a su cuenta “la lencería, la inspección de cocina y el aseo general de la ambulancia”. Vicenta Paredes Mier y Rosaura Rodríguez, llegaron desde Tocopilla luego de la invasión chilena, y pidieron ser enroladas en la ambulancia, siendo comisionadas como inspectora de cocina y cocinera respectivamente.


IGNACIA ZEBALLOS

Entre ese puñado de mujeres descolló la cruceña Ignacia Zeballos Taborga, quien llegó hasta el frente de guerra, para enrolarse como hermana de la ambulancia sedentaria y después fue transferida a la tercera ambulancia peruana. Su biografía es épica. Nació en La Enconada, Santa Cruz, municipio de Warnes, el 27 de junio de 1831. Contrajo matrimonio en dos ocasiones, enviudó en ambos casos. Luego del fallecimiento de su segundo marido, se trasladó a la ciudad de La Paz y se dedicó al oficio de costurera.
En torno a su figura, se entrelaza la historia y la leyenda. La historia documentada señala que Ignacia Zeballos residía en Puno cuando decidió acudir al llamado de la Patria. Su testimonio es revelador. El 10 de septiembre de 1880, le escribe al presidente Narciso Campero.

“Cuando se declaró la guerra de Chile contra nuestra desgraciada Patria, me vi obligada por el sentimiento nacional y amor al país, a salir de Puno hacia esta ciudad [La Paz] a ofrecer mis servicios al Gobierno supremo, con tal motivo me puse en marcha a Tacna, teatro de la guerra, donde serví al Ejército por diez meses sin retribución alguna. Después el general Camacho tuvo a bien asignarme un sueldo de 30 Bs. mensuales y más tarde el de 32 Bs. por haberme pasado a la ambulancia”.

Ignacia Zeballos había servido a la ambulancia del Ejército durante más de un año y medio, seis meses como voluntaria, tiempo que dejó un tesoro preciado en la ciudad peruana: “al presente, que hacen más de 16 meses que me he retirado de Puno, dejando una hija tierna, tengo necesidad de ir allí a recogerla y abonar los gastos que por ella hubiese hecho la familia a quien la recomendé. Con este fin pido por gracia especial y en atención a los servicios que tengo prestados al Ejército y que los prestaré que usted tenga la bondad de hacerme dar unos 300 Bs., con los que emprenderé mi viaje, para luego volver a mis tareas de la ambulancia”. El intendente de Policía, César Sevilla, entregó la suma con anticipación. El presidente Campero, el 13 de septiembre de 1880, instruyó: “páguese por la caja nacional la suma de doscientos cuarenta bolivianos, a buena cuenta de los haberes que ha devengado”. La orden, luego fue endosada a Lindaura Anzoátegui de Campero quien reembolsó al Intendente de Policía, la suma en efectivo, el 18 de ese mes.

La certidumbre histórica de su propio testimonio revela tres hechos hasta hoy desconocidos: a) Que en la época de la invasión del Litoral, residía en Puno (Perú); b) Que tenía una hija tierna, producto de su segundo matrimonio; y c) Que se identificaba como “viuda de Blan”.


LA ‘RABONA’: AGUERRIDA COMPAÑERA, ESPÍA TEMERARIA Y CARIÑOSA MANCEBA

En Bolivia, las ‘rabonas’ bolivianas acompañaron a sus hombres al frente de batalla. Otro grupo de mujeres participó en el frente de guerra cumpliendo tareas en las ambulancias del Ejército, entre ellas destaca la figura de Ignacia Zeballos. La valiente y temeraria actuación de la niña Genoveva Ríos, rescató la tricolor nacional, en un heroico episodio. Finalmente, ante la ausencia forzada de los hombres, en el interior de la República, miles de mujeres quedaron a cargo del hogar y tomaron bajo su responsabilidad la organización de kermeses para la recaudación de fondos y trabajos de beneficencia.

¿Quiénes eran aquellas mujeres aguerridas, llamadas despectivamente ‘rabonas’? Joaquín de Lemoine, la caracteriza como “una mestiza, baja de estatura, de formas turgentes, facciones incorrectas, tez cobriza, cabellera de ébano, cortada al nivel de la nuca, y de tal modo desgreñada que suele cubrir su rostro pálido, ajado, como el velo de la viudedad, de la inocencia”, cuya vestimenta era muy llamativa: “azul, acampanada y corta pollera de bayeta, rebociño rojo, sostenido en el hombro por un topo (prendedor) de bronce; pañuelo de vivísimo color envuelto en la cabeza a la manera de un turbante turco o de coiffure de campesina napolitana; zapatilla rebajada”.

Se transportaban siguiendo a sus hombres, destinados a la carrera militar por largos años, algunos de por vida: “allá van cabalgadas en acémilas y asnos, llevando pendientes, tanto por detrás y por delante, como por uno y otro costado, útiles de cocina, comestibles, arreos harapientos de viaje, un niño de pechos a la espalda, un kepi en la cabeza, un fusil en la maleta, una fornitura en la cintura o una bayoneta en la mano”. Sus roles eran diversos. Servían como espías, haciendo labor de inteligencia, para advertir a su hombre de su destino, pero sobretodo, para atenderlo en su necesidad: “Han sido las primeras en saber el orden del día (…) Pero de lo que sí se cuidan es de tomar la delantera a las fuerzas militares, para esperar cada una su soldado respectivo en la jornada, con el desayuno formado de cuanto han podido plagiar en el camino. Rateras de oficio. Si se han demorado en la tarea, el soldado las castiga a golpes de sable, o si han andado listas, les da por premio su enfurruñado silencio.

Semeja a la negra esclava bajo el látigo del amo (…) Al primer toque de corneta continúa el ejército su marcha. La mujer besa la mano de su adorado tormento, y sigue tras él”. Eran, también, mancebas, amantes dispuestas a todo, prestas a saciar escondidos deseos en el vivac: “acurrucadas en el suelo, la cabeza empolvada, forman abigarrados grupos en torno de fogatas. Aquí un pabellón de armas; allí el cuadro que forma una banda de música tocando un aire militar a la luz de unos cuantos faroles, más allá un grupo de banderas. Enjambre de carpas distribuidas sin simetría. Los fogariles se apagan, y la oscuridad los reemplaza. Al toque del tambor batiente, el silencio desaloja al bullicio. La multitud (hombres y mujeres) revuelta se refugia bajo las alas del sueño, es un harem al aire libre, un serrallo sin eunucos. Y en premio de ello, si el rapto fue el principio de su amor, el abandono será el fin”.


VIUDAS DE POS – GUERRA Y MUJERES DE LA ÉLITE

Hilaria Trujillo, vecina de Potosí, esposa del sargento 1° David Pardo del Batallón “Sucre” 2° de Línea, acompañó a su marido y lo asistió en el combate del Alto de la Alianza, donde aquel perdió la vida. La viuda se refugió en La Paz, donde llegó venciendo el desierto, e imploró mediante carta de 8 de julio de 1880, dirigida al ministro de Guerra, Belisario Salinas, “se le pague los sueldos devengados de su marido de los meses de marzo, abril y mayo”. El Ministro le pidió que demostrara su condición y ella identificó y rogó a los jefes del sargento Pardo que atestiguaran. Dignos militares declararon por escrito: “éste combatió en el Alto de la Alianza donde lo vio muerto tendido en el suelo. Hilaria Trujillo lo ha acompañado en toda la campaña y vivían hace muchos años ilícitamente, le consta que ésta es pobre y sin recursos de ninguna clase, y al mismo tiempo forastera y le consta que estuvo impago por sus haberes últimos”.

Luciana Lastra, natural de Potosí, viuda del cadete César Pimentel, acudió al Ministro de Guerra el 3 de julio de 1880, para solicitarle el pago de sueldos devengados de los meses de marzo, abril y mayo, afirmando que: “después de cinco años de servicio ininterrumpido a la Patria [el cadete César Pimentel] ha muerto en el combate que hubo lugar el 26 de mayo último en el campo de la Alianza, dejándome a mí en lejanas tierras y sin amparo alguno”. El comandante Ayoroa, suscribe el 9 de julio, que: “es justo el reclamo que hace la mujer de César Pimentel que murió en defensa de la Patria”. El sargento 2° Felipe Núñez, afirma que “la presentante lo ha acompañado al finado durante toda la campaña y en ella ha tenido dos hijos menores de edad”, hecho que el cura rector de la Catedral, presbítero Marcelino Ortiz, expide los certificados de bautismo de Mariano y Enrique. Ante la falta de respuesta, Luciana Lastra acude al presidente Narciso Campero. Con insensibilidad innombrable, el ministro Belisario Salinas, el 10 de agosto, “ordena que la ocurrente se haga discernir el cargo de curadora de menores”. La mujer acude al Juez Instructor, quien le otorga la calidad de curadora de menores. Finalmente, el presidente Campero ordena a la caja nacional se pague “el valor que arroja la liquidación”, el 15 de septiembre de 1880. Luciana Lastra, al igual que otras viudas de guerra, cobró la ínfima suma de 18.40 Bs.

Las esposas de los comandantes cobraban la tercera parte de los haberes de sus esposos, de manera expedita, como Adelaida de Camacho que recibió 80 Bs., o Paula Prieto, madre del comandante José Ruiz, a la que se autorizó entregar la suma de 150 Bs. El caso de Casimiro Corral, ministro plenipotenciario en Ecuador es ilustrativo, pues se le autorizó entregar a su esposa la suma de 100 Bs. mensuales.


LUJO Y BOATO EN MEDIO DEL DRAMA

En esos álgidos y turbulentos meses, luego de la derrota del Ejército Unido en el Campo de la Alianza, la poetisa Lindaura Anzoátegui, esposa del presidente Narciso Campero, se enfrascó en la remodelación del Palacio Quemado, que se encontraba en deplorable condición, adquiriendo enseres por Bs. 713.20, todo perfectamente documentado: “64 varas de tripe rizado (papel de pared), catre de fierro sin toldillo ni parrilla, otro ancho corona de metal, dos lavatorios de metal, dos cancel (uno de salón), cuatro caballetes y una tinajera, tres mesas de cabecera, una tetera de plaqué, 17 varas de género adamascado para mantel y servilletas, platos, copitas, vasos para agua, copas para vino (y otras, finas), tazas para caldo, para té, para café, frascos para agua, cuchillos, tenedores, cucharas, cucharillas y dos charolas….”. Acudió a casas importadoras en La Paz y contrató servicios de selectos artesanos: “El pintor Manuel Gálvez, los cerrajeros Carmelo Gutiérrez y Donato Calatayud, los carpinteros Antonio Osorio y Andrés Velásquez y el maestro albañil Vicente Herrera”.

El atribulado Presidente se vio en la necesidad de ordenar a la caja nacional el pago con la partida 9, del presupuesto general”, “Cuentas y comprobantes de los gastos extraordinarios de Palacio”, es decir, “gastos reservados”.

Fue una guerra en la que la mujer de campaña, la rabona, fue sometida a trato humillante, tanto en el campo de batalla como en la ciudad de La Paz. Similar trato recibieron las mujeres de las ambulancias del Ejército. Las mujeres de la élite percibían toda clase de beneficios. La esposa del Presidente, la poetisa Lindaura Anzoátegui de Campero, mostró una insensibilidad hacia sus congéneres y dedicó sus esfuerzos a atender cosas superfluas, banales.

 

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