EL REY AL SABER EL COSTO DE LA EDIFICACIÓN DE LA CASA DE LA MONEDA, EXCLAMARÁ: “¡ESA CASA DEBE SER DE PLATA!” (Parte II)


 

Fuente: El Potosí de Antaño, de Rubén Ochoa. Empresa Editora “Khana Cruz” SRL / La Paz, 1976.

El fervor religioso y la devoción de los notables acaudalados, tenían hacia ciertos santos y vírgenes, hizo que se continuara con la construcción de otros templos, que hoy, no son más que un montón de escombros, pudiendo observarse con cierta melancolía algunos vetustos y derruidos paredones y campanarios, que en otras épocas, fueron testigos mudos de la magnificencia y grandeza de Potosí; pero su verdadera grandiosidad, sus glorias y su fama, están plasmadas en la actual Casa Real de la Moneda.

Debemos decir que la construcción de la primera casa de amonedación, se inició en 1572 en un sitio conocido con el nombre de EL PEDREGAL, contiguo a la plaza del regocijo y concluida entró en funcionamiento; más como año tras año, la cantidad de moneda acuñada iba en aumento, al mismo tiempo que ascendía también la internación de pastas, se decide ante la insuficiencia de dicha casa, hacer otra de más capacidad; y al efecto, en 1753 se comienza la edificación de la actual, en la plaza del CKATU, que era un mercado indígena, de acuerdo con los planos elaborados por el arquitecto Salvador de Villa, concluyendo 1773, es decir, en 20 años con el fabuloso costo de 1.148.442,6 reales, que dio lugar a que el rey exclamara: “esa casa debe ser de plata¡”

La Casa Real de Moneda tiene la forma de un paralelogramo de 136 m de largo por 55 de ancho, con una superficie de 7480 metros cuadrados.

Es una construcción sólida, vasta, con muros de piedra labrada piedra, piedra sin picar y cuatro millones de ladrillos fabricados en SAMASA, CHIRACORO, SALINAS DE YOCALLA Y CHULLCHUCANI, midiendo cada uno de ellos, una vara de largo y un cuarto de ancho, pesando cada siete ladrillos 109 libras.

En su fachada principal, ostenta el bello pórtico adornado con columnas y capiteles artísticamente labrados en piedra. Contiene 5 extensos patios, elegantes y sólidos arcos por tranquil y develados, hermosas bóvedas perfectamente delineadas, pórticos austeros, airosos arbotantes, magníficas escalinatas de piedra, puertas con rosetones de bronce, ventanas de fierro de Vizcaya, extensos corredores apoyados en vigas y tablones de cedro, con balaustradas embellecidas por columnas y tableros de madera cedrina, tallados primorosamente.

Sus amplios salones, tienen cielos rasos construidos con gigantescas vigas de 20 varas de largo por media barra de espesor y tablón ases de cedro, trasladados a lomo de indio, desde los ubérrimos valles del PILCOMAYO VILAYA Y ORAN, para lo que se construyeron caminos especiales.

La maquinaria primitiva fue traída de México y construida toda ella de madera, que había ser movida por centenares de mitayos, vigilados por mayorales que el látigo en mano, castigaban inmisericordemente a los pobres, sufridos y verdaderos propietarios de la Tierra, explotada por los conquistadores.

La Casa Real de Moneda, arquetipo de la grandeza y el poderío, enseñorea la Villa Imperial con su ciclópea arquitectura, como desafiando al tiempo y al espacio, incólume, a través de los siglos y seguirá así, contemplando al milenario y coloso Sumaj Orcko, nadie sabe hasta cuándo…

(Imagen: foto-postal, Casa de Moneda de Potosí. aprox. principios de siglo XX.)

// Historias de Bolivia.

 

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