Foto: Hombre indígena Boliviano, principios de siglo XX. // Por:
Carlos Soria Galvarro / 2 de agosto de 2015 - carlossoriag.wordpress.com
Todavía hay muchas personas en el país que erróneamente
suponen que el 2 de agosto tiene que ver sólo con la Reforma Agraria y con un
día declarado difusamente como “del indio” o “del campesino”. No todos saben
que, en realidad, la fecha tiene su origen en la fundación de la escuela de
Warisata, una auténtica y creadora revolución educativa que arrancó
precisamente el 2 de agosto de 1931, bajo la conducción de Elizardo Pérez y
Avelino Siñani.
Con espíritu visionario el presidente Germán Busch quiso
homenajear la gesta warisateña y en 1937 proclamó el 2 de agosto como “Día del
Indio”. Paz Estenssoro, a su turno, hizo coincidir en 1953 la firma del Decreto
de Reforma Agraria en Ucureña, con una fecha de alguna manera ya consagrada; a
partir de ahí se la fue mencionando como “Día del campesino” a tono con el
proyecto de nación sin identidades étnicas promovido por el MNR.
En los primeros años del actual proceso de cambios se
intentó rebautizarla como “Día del indio y la interculturalidad” (2009), idea
que no prosperó ya que al poco tiempo (2010) pareció que se alcanzaba cierto
consenso con una nueva designación: “Día de los pueblos originarios”. Sin
embargo, un año después, el presidente Morales declaró que sería el “Día de la
Revolución Agraria, productiva y comunitaria”.
La fecha ha permanecido inmutable en los últimos 80 años
como referencia al mundo rural y autóctono, lo que ha variado son sus
contenidos simbólicos, los mismos que podrían seguir mutando según la evolución
de las coyunturas históricas. En estos tiempos de Estado plurinacional,
Warisata ha sido rescatada del olvido y ha pasado a ser no solamente un
paradigma del modelo educativo oficial, “socio-comunitario y productivo”, sino
que también se plantea recuperar su propuesta política participativa,
emancipadora y descolonizadora. Corresponde, por tanto, dejar claramente
establecido que fue en Warisata y no en Ucureña donde nació el 2 de agosto,
como fecha consagrada a poner de relieve a los pueblos originarios de nuestro
país.
PARA UNA BIBLIOGRAFÍA DE WARISATA
Se han elaborado muchas investigaciones y tesis académicas
sobre Warisata. Pero es más que necesario volver siempre a las fuentes
originales que en este caso son: el libro testimonial de Elizardo Pérez y los
trabajos escritos y gráficos de Carlos Salazar Mostajo.
“Warisata, la escuela ayllu” de Elizardo Pérez se publicó
por primera vez en 1962, con el esfuerzo personal del autor y a pedido de los
comunarios quienes aportaron económicamente para costear la edición de tres mil
ejemplares. A pesar de ser un tiraje alto para las condiciones bolivianas de la
época, tuvo escasa repercusión dado que las políticas educativas de entonces
marchaban por otros rumbos. Pérez retornó frustrado a su exilio en la
Argentina, donde falleció en 1980.
La segunda edición apareció 30 años después, en 1992,
auspiciada por dos organizaciones no gubernamentales, HISBOL y CERES. Según los
editores el texto incorpora las correcciones señaladas a puño y letra por el
autor, y estuvo al cuidado de su esposa Jael Oropeza hasta su prematura muerte
en un accidente, y por supuesto por Carlos Salazar Mostajo, convertido en una
suerte de albacea del legado de Warisata.
La tercera edición, la más completa e imaginamos de un
tiraje masivo, fue realizada el 2013 por el Ministerio de Educación, dando
inicio a una serie de clásicos de una Colección Pedagógica. Contiene numerosas
fotografías y un apéndice con algunos documentos y una lista de casi 500
protagonistas.
Es notable la evolución de estas tres ediciones que denotan,
de cierta manera, el reconocimiento paulatino que ha tenido Warisata. La
primera, un esfuerzo aislado del autor secundado solamente por los actores, la
segunda propiciada por ONGs, y la tercera, recién por el estado boliviano.
El propio Salazar publicó “Warisata mía”(1983) un libro que
tuvo varias ediciones y que recopila sus principales ensayos y artículos y
epiloga con el poema “Biografía de Warisata”. El autor usó no solamente su
pluma de escritor y periodista, sino también la poesía, la pintura y la
fotografía para expandir y defender apasionadamente la obra de Warisata, en la
que él mismo estuvo inmerso en sus años juveniles.
Salazar Mostajo produjo también “La “Taika”: Teoría y
práctica de la Escuela-Ayllu” (1986, con algunas ediciones posteriores), libro
en el que reflexiona sobre los fundamentos sociológicos, económicos, políticos,
pedagógicos y culturales de Warisata.
Por último, se publicó en el 2005, poco después de su
fallecimiento, “Gesta y fotografía: historia de Warisata en imágenes”, libro en
el que se resumen algunos de sus ensayos, acompañados de centenares de
fotografías en blanco y negro y algunos cuadros a todo color. Se trata sin duda
de una producción verdaderamente monumental, un documento-testimonio a la
altura de lo que fue Warisata.
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